"La revolución en directo: Tahrir,segunda parte"

El 11 de febrero por la tarde me encontraba en el barrio cairota de Heliópolis. Miles de personas se agolpaban frente al palacio presidencial de Hosni Mubarak, y miles más caminaban hacia allí desde la Plaza Tahrir, en el centro del Cairo, para mostrar su rechazo al dictador egipcio. Cuando comenzaba a morir el día y en medio de la tensión de un lugar rodeado de cuarteles y adeptos del régimen, de pronto montones de gargantas emitieron un grito que sonó como un trueno en la "Ciudad del Sol"; el rais acababa de presentar la dimisión. El estallido de alegría fue inolvidable.

De aquellos momentos recuerdo ahora algunas imágenes. El bloqueo de mi móvil, causado por los compañeros en la redacción de Madrid. El teléfono quedó obturado por la acumulación de llamadas y vibraba y sonaba sin cesar. No acertaba a pararlo y pensaba que me iba a estallar entre las manos. Entre el nerviosismo y la emoción me puse a reír al recordar como en plena avalancha provocada por los militares en Tahrir, concentrado en un directo, una ola humana amenazaba aplastarme. Entonces mi traductor Tarek me gritó: "¡Miguel, tira el teléfono!"

11 de febreroEl regreso a Tahrir desde Heliópolis fue una cabalgata de color, estruendo y alegría que duró más de dos horas. Durante una parte del recorrido circulé un rato al lado de otro vehículo, conducido por un militar. Su rostro adusto, de pocos amigos, destacaba en medio de aquella fiesta.

Lo que entonces se pensaba el triunfo revolucionario de la "primavera árabe" egipcia, sólo era en realidad el comienzo de un secuestro. El ejército en Egipto controla el 40 por ciento de la economía del país.

 

Salgo para El Cairo. Deseo que segundas partes si sean buenas.

¿Es imposible la solución de los dos estados?

Hay muros que se levantan para separar, no para protegernos del otro. Muros que se elevan como barreras que impidan ver como saqueamos a nuestro prójimo. Hay muros de contención, estos si defensivos, que nos sirven de parapeto frente a la avalancha. Y hay muros mentales, construídos piedra a piedra, como los numerados bloques en la entrada de la Ciudad Vieja, hechos de desconfianza, egoísmo, prejuicios y prepotencia. Estos muros son los peores y su mampostería puede ser tan milenaria como las Murallas de Jerusalén. ¿Por qué hay tantos muros en esta "tierra santa"?

De nuevo el conflicto palestino-israelí ha vuelto al rincón del olvido en el teatro de la información. La propuesta palestina de reconocimiento en la ONU dormirá por ahora el sueño de los justos. El presidente de verbo florido, el líder de los grandes discursos que ilusionó al mundo, el que un año antes y en el mismo foro dijo que ya era hora de que naciera Palestina, ha querido enterrarla, no vaya a ser que le estropee el voto de noviembre.

Israel retrocede a golpe de monopolio y decreto del Likud, una regresión social que asusta ya a las mentes más lúcidas del país. Pero las colonias en las tierras palestinas y en Jerusalén Este avanzan sin cesar impulsadas por el poder que controla el promontorio del Knesset. El extremismo crece, se envalentona y ensucia la tumba de Rabin. La solución de los dos estados, palestino e israelí, viviendo en paz y seguridad uno al lado del otro, es cada día más improbable. Una profecía autocumplida.

Los palestinos se saben solos mientras el mundo tiembla por la crisis del sistema, la crisis económica, la crisis de valores. Un niño palestino de Emnaizel, en las polvorientas colinas de Hebrón, sonreiría si le habláramos de nuestras crisis. La Primavera Árabe amenaza también con estragos en la región. Niña palestina de Emnaizel

Pero antes de que llegue el momento de su rendición, el presidente Mahmud Abbas intentará la difícil unidad de Gaza y Cisjordania. Si fracasa, entregará las llaves de Palestina a Israel. Después, los extremos y la demografía decidirán el futuro de esta "santa tierra" donde se siguen levantando tantos muros.

Shalom, Salaam desde Jerusalén

Todos eran sus hijos

Mubarak se ha borrado de Egipto y el pueblo se ha echado a la calle. Miles de personas, muchas de ellas afónicas de exigir libertad, han deambulado por todo el país durante 18 días hasta que el héroe del 73 ha decidido dejar de salvar a sus hijos. Cuando el jueves por la noche Mubarak lanzaba su mensaje por la televisión veía en su cara el rictus de la soberbia y la mirada turbia. Me preguntaba: ¿en que estará pensando cuando se dirige a su pueblo llamándoles hijos? ¿Hijos de qué? ¿Hijos de quién?

Aún me parece pronto para pensar que los egipcios han conquistado la libertad y es que no me fío de su ejército. Muy mal tienen que estar las cosas para que sean los que mandan en los tanques los salvadores de la patria. La filosofía del padrecito se ha enquistado en la sociedad y no son precisamente los militares los más dispuestos a trasmitir libertad y democracia. Los mandos del ejército, además, pertenecen a la élite del país. Han estudiado en las escuelas militares de inspiración estadounidense mientras sus efectivos, alistados obligatoriamente, ven en sus años de milicia y según su formación académica, la posibilidad de comer tres veces al día. Pero decía que no me fío de los militares, además, porque creo que son los que le han preparado la fuga al ya ex presidente y son los que van a marcar el tempo de las reformas. Ya han dicho que respetarán los acuerdos internacionales, es decir, el acuerdo de Paz con Israel de 1979, pero ¿cómo actuarán con los palestinos de Gaza? ¿Serán tan tiranos con ellos como lo ha sido Mubarak? En Gaza se celebró la caída del presidente y se pidió el levantamiento del bloqueo mientras en Israel la preocupación es más que evidente; de hecho ya se ha ordenado la aceleración en los trabajos del muro fronterizo que se construye con Egipto y en el que se gastarán 1.200 millones de euros en sus 200 km. de extensión. Inmigración ilegal y contrabando de armas es la excusa para levantar un muro más para aislarse de las complicaciones externas.

Pero volvamos a los egipcios que desde la tarde noche del viernes sueñan con un país diferente pero que habrán de aguantar a los residuos de la autocracia ejercida por Mubarak. Egipto en sus treinta años de gobierno se ha montado para él y sus acólitos. Bancos, empresas, cargos públicos, turismo… Todo, absolutamente todo, se ha hecho para beneficio del ya ex presidente. También el ejército, por supuesto. Los partidos políticos que han sobrevivido a treinta años de dictadura se han adocenado y han permitido sin abrir la boca los abusos contra el pueblo. Es por eso por lo que Egipto necesita un cambio radical de las estructuras políticas y sociales. Así que entre los estómagos agradecidos del régimen, que aún mandan en Egipto, los políticos de medio pelo y una oposición sin un horizonte claro, los egipcios lo tienen bastante complicado. Tampoco me puedo olvidar del amigo americano. Acertado estuvo Obama al lanzar desde Egipto su mensaje al mundo árabe al principio de su mandato. Se abrazó con Mubarak de la misma manera que sus antecesores hicieron lo propio con Marcos en Filipinas y Noriega en Panamá. Tan acertado estuvo desde la Universidad de El Cairo que de lo prometido por Obama no ha habido nada. Ni tan siquiera su amistad, ya que, cuando tuvo que renegar del presidente lo hizo sin complejo alguno y sin darle las gracias por los servicios prestados. Y es que este mundo, aunque te lleves en la faja 40.000 millones de euros, que es la fortuna estimada de Mubarak y su familia está lleno de desagradecidos. En este caso ochenta y dos millones de habitantes. Qué pena y que causalidad, sólo Israel y Berlusconi han salido en defensa del dictador que a estas horas ya está en lugar seguro.

Foto Forjas.-

EGIPTO PATRIA DE LA ESPERANZA

Cuando tu material de trabajo es tu salvaguarda la cosa va bien. Muchas veces un micrófono o las cámaras, exhibidas con desparpajo, te abren puertas y controles policiales y militares. No es el caso estos días en El Cairo donde si te adivinan periodista te llevas en algunas partes de la ciudad un par de guantazos, te requisan o roban el material y te chulean el pasaporte. Aquí lo mismo te piden tus credenciales un niñato armado con un palo o una serdañí de 30 muelles o un fulano mal encarado y vestido de medio militar con alpargatas. Mientras tanto en la Plaza de Tahrir las gargantas muestran la esperanza de centenares de miles de personas a los que les han hurtado treinta años de libertad. Casi media vida. La plaza sigue siendo el lugar donde Egipto puede reescribir su historia con el permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide. Digo lo de la autoridad porque Estados Unidos ya dirige la operación recambio y digo tiempo porque éste corre en contra del pueblo. Da miedo pensar lo que puede ocurrir si Mubarak o sus acólitos se mantienen en el poder con los recursos policiales y militares que posibilita la presidencia. La represión puede ser sangrienta y nunca sabremos cuántos presos siguen en las cárceles ni quienes han sido los que han salido a las calles a repartir caos. Aquí parece saberlo todo el mundo y se apunta a los servicios secretos como los incontrolados que la noche del viernes dispararon sus pistolas contra los manifestantes de Tahrir.

Así como están las cosas la transición egipcia puede ser movida y peligrosa. Sacar del poder a los estómagos agradecidos del régimen será muy duro, lento y peligroso y las reformas democráticas beneficiarán, sin duda, a los que durante años han estrangulado las libertades. Pero mi duda y la de muchos ciudadanos de Egipto sigue estando en conocer el despacho donde se firmará el futuro de este país. Egipto, no se puede olvidar, controla el canal de Suez. Es uno de los pasos marítimos más transitados del mundo y por el que navegan miles de superpetroleros desde el Golfo hacia el Mediterráneo. Con el crudo al alza y siendo como es el país árabe más poblado del mundo siempre ha ejercido una especial influencia en la región. Mubarak, aliado indiscutible de Estados Unidos e Israel, ha ejercido de carcelero para con los palestinos de Gaza en el Sur , pero por cosas de las corruptelas políticas, las autoridades egipcias hacen muy mucho la vista gorda con el contrabando que entra a Gaza desde por los túneles que comunican la Franja y Egipto.

Sea como sea este país está pletórico. Jóvenes menores de treinta años que no han vivido en libertad se ven como protagonistas de su historia. Se sienten los autores intelectuales y personales de un sueño que toma cuerpo: un país plenamente democrático con un gobierno elegido por todo el pueblo. Mientras escucho los gritos de la multitud veo como Tahir empieza a tener vida propia y son ya muchas las tiendas de campaña que se han instalado para resistir y seguir solicitando que Mubarak se vaya. Fuera de la plaza siguen campando algunos perdularios y maleantes que de vez en cuando tiran piedras contra los acampados. Otean por las esquinas si hay occidentales y periodistas a los que identificar. Gentuza que intenta manchar una revolución en la que la prensa se ha dado, así misma, mucha relevancia. Dicen o han dicho siempre los maestros de esta profesión que el periodista nunca es noticia y yo me planteo si en esta crisis no nos hemos mirado demasiado el ombligo. Esta reflexión es eso simplemente un elemento de debate. Espero opiniones.

-Una cosa más sobre el contrasentido de muchas cosas de la vida. La palabra mubarak significa bendición. Hay que.............

Ahora toca Egipto

Que no se quejen estos días los egipcios que cuando salen a la calle están fenomenalmente protegidos ¡Hombre por dios¡ Son miles los policías que les custodian y que les hacen de todo punto seguro el andar por las calles de las ciudades. Claro que con tanto vigilante no ve se la miseria y la pobreza. No se ve la falta de libertades y entre tanta bota militar de caña alta no se adivina problema alguno: Mubarak es el protector. Y así treinta años, que parece que fue ayer cuando heredó la presidencia del asesinado Sadat en 1981 y entre escándalo familiar de corrupción y escándalo familiar de corrupción lleva salvando al país unas cuantas legislaturas presidenciales.

La fama adquirida por Mubarak en su época de responsable de la aviación egipcia contra Israel y su oposición a la Guerra de Irak ante el aliado americano se ha desvanecido. El país le reclama cambios estructurales y aunque sean los islamistas Hermanos Musulmanes los que capitaneen las protestas, el desempleo y la miseria están en cualquier punto de un país en el que la riqueza solo fluctúa en torno a las capas más altas de la política.

Hacía tiempo que no veía tanto policía suelto. Es intimidatorio tanto tipo con casco y escudo antidisturbios. Además, cuando se desplazan formando escuadras, al cuarto paso acentúan la pisada golpeando el suelo con la suela de la bota y el borde de la defensa. Frente a ellos jóvenes armados con silbatos y piedras que se defienden del gas y las balas de goma a cuerpo gentil.

Empeñado como está Mubarak en demostrar que los lideres autoritarios como él son el único baluarte frente al extremismo islámico, es cierto que prueba de fuego de este viernes, al final de las oraciones del medio día, pondrá claro cual es el camino a seguir por el régimen. Mubarak sabe que lo tiene difícil. Si demuestra debilidad malo si reprime peor. Estados Unidos le ha echado un cable aunque él siga agarrado al clavo ardiente. La influencia política de los egipcios ante los vecinos es quizá uno de los mayores activos del régimen egipcio que además no pueden permitirse radicalismos ante la importancia económica y defensiva del Canal de Suez. El control de los palestinos gobernados por Hamas en Gaza son otros de los condicionantes que ante los socios y aliados hacen poderoso a Mubarak . No se debe olvidar tampoco que el mensaje de Barak Obama al mundo árabe, al inicio de su mandato, se realizó desde Egipto para celos y envidia de otros países.

Vamos que el monstruo se nos ha hecho mayor. Digo esto porque me vienen a la cabeza situaciones como Irak o Afganistán. La erratica política de occidente por estos lares trae estas cosas, pero no se nos olvide tampoco que Israel, amigo intimo de Estados Unidos, potenció a los Hermanos Musulmanes para atacar a Arafat. Luego vino Hamas y etc..… …………..

¿Los mejores años de su vida?

Qué bonita y rencorosa es la fotografía. Te hace esmerarte, buscar el punto de luz adecuado o el paisaje más agradecido. Nos guarda los recuerdos pero también deja rastro. Refleja un momento concreto en un día determinado, plasma la estupidez y pone en claro que cada diez minutos nace un gilipollas, un mártir o una estrella. Estoy convencido que la fotografía cumple por estas tierras con el deber social de educar. Mostrar de manera desgarrada la herencia de sesenta y dos años de conflicto. Seis generaciones en la que muchos han acumulado tanto odio y rechazo que su coraza les hace insensibles al dolor y al mal gusto. Pero claro, las fotografías, sobre todo las torticeras, cuyas imágenes no se ajustan a las leyes o a la razón, acaban siendo como el cartero: siempre llaman dos veces.

Así las cosas, la ex soldada, Eden Abargil, no entiende el porqué de tanta crítica y tensión. No ve nada malo en fotografiarse junto a varios palestinos con los ojos vendados y las manos atadas en espera de ser interrogados. Inocentemente ha asegurado que “no hubo violencia ni menosprecio, no he atentado contra nadie" ha indicado a varios periódicos de Israel. El ejército quien ha degradado a la muchacha ya se ha quitado el muerto de encima tras criticar su actuación y dejar muy claro que la chica había acabado su servicio militar obligatorio hace más de un año. Eden fue descubierta por la televisión pública de Israel tras conocerse que había colgado en Facebook unas fotos tituladas "El ejército, la mejor época de mi vida". Al margen de la tibia respuesta militar a tan penoso acontecimiento no creo que el ejército esté de acuerdo con esta conducta. Cierto es, no obstante, que situaciones como estas empiezan a ser recurrentes en Israel ante el escándalo de una parte minoritaria de la sociedad civil. Aquí me acuerdo de las encuestas sobre la operación de castigo Plomo Fundido en Gaza y sus 1400 muertos que era apoyada por el 90% de la población. Para los que me van a dar leña en este post me permito recordarles el escándalo de las camisetas de los soldados con dibujos de mujeres palestinas embarazadas en una diana y la leyenda: un disparo dos aciertos. Haciendo memoria también me vienen a la cabeza esos soldados que utilizaban de escudos humanos a menores en Gaza o Hebrón o a esos reclutas que durante una incursión en Gaza aligeraban el vientre en los frigoríficos de los habitantes de la Franja.

El ejército israelí dice que basa su conducta en un código ético ¿pero se plantean los militares que influencias reciben los jóvenes antes de integrarse en el ejercito? o ¿desde cuándo el comportamiento de los militares en las guerras se ha caracterizado por estar sujeto a unas normas? En la guerra de Gila si, en las de verdad en absoluto.

Las cosas no ocurren porque sí y si Israel quiere ser una parte importante de la sociedad internacional debe, en primer lugar, apartar a los aislacionistas. El alivio militar del comunicado y la frase del código ético no me parece suficiente. A los palestinos se les debe sobre todo respeto. Quizá por ello Israel debería revisar algunas de sus estructuras y ser un país más generoso, precisamente por las persecuciones que ha sufrido. Hace unas semanas un encendido debate en la Kenesset autorizó la expulsión del país de 400 niños. Hijos todos ellos de inmigrantes y muchos de ellos nacidos en Israel, las voces más reaccionarias llegaron a asegurar (en un Parlamento democrático) que había que evitar que Israel pierda su carácter judío por las influencias externas. Otras voces han llegado a comparar los planes del gobierno de Benjamín Netanyahu con la deportación de niños judíos durante el Holocausto. Es decir que el ambiente está bastante caldeado teniendo en cuenta que el ideólogo de expulsar a los niños extranjeros es el ministro del Interior, Eli Yishai. “Son escudos humanos para sus padres con el fin de obtener la ciudadanía israelí” dijo el ministro y líder del partido ultrareligioso Shas en el parlamento.

Escuchando estas soflamas no hemos de extrañarnos ni de las fotos ni del comportamiento de las futuras generaciones. No obstante, son cada vez más las personas que en Israel asisten aturdidas a estos comportamientos. Me permito recomendaros un artículo de Natan Lerner, profesor de Derecho Internacional y Derechos Humanos en la Universidad de Tel Aviv.

Este es el enlace

http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/30998/

CUENTO CHINO EN GAZA

Poca ayuda necesitan los habitantes de Gaza para matarse o morirse. Ya no les hacen falta ni los bombardeos de Israel, ni la ausencia de medicamentos en los hospitales. Ahora se matan con los generadores de electricidad “Made in China” que entran desde Egipto por los túneles de Rafah. Según los datos facilitados por la ONG Oxfan, en el último año y medio, estos pequeños grupos electrógenos de ínfima calidad han provocado cien muertos. Incendios y asfixias han sido las principales causas de muerte con estos aparatos que ocasionan accidentes domésticos y que los habitantes de la Franja utilizan para conseguir electricidad, para iluminar, cocinar o alimentar los frigoríficos domésticos. Niños y mujeres han sido mayoritariamente las víctimas de estos generadores, aparentemente inofensivos, que los egipcios introducen por miles en Gaza aprovechando la crisis y el bloqueo que impone Israel a la Franja.

La falta de electricidad se ha demostrado como uno de las principales dificultades para la vida diaria de los gazatíes. Cuando Israel dispone, el suministro de combustible para la estación trasformadora de electricidad no llega. El lanzamiento de un cohete Kassam o un disturbio, cerca del paso fronterizo de Nahal Oz ocasiona el corte del suministro que, si bien a diario es escaso, en esas ocasiones, es nulo. No disponer de electricidad en Gaza es sinónimo de frío en invierno, abrasivo calor entre abril y octubre y aguas residuales sin reciclar que inundan e inutilizan depuradoras; es sinónimo, igualmente, de ausencia de operaciones quirúrgicas en los hospitales o de que en muchas escuelas no se pueda ofrecer una educación normal. Es por ello por los que los cubanizados habitantes de Gaza se buscan la vida como pueden. Hace unos meses crearon un combustible con aguarrás y aceite de freír que, si bien permite a los coches circular, su combustión produce un olor de todo punto desagradable.

Se buscan la vida sí, pero estando en ello también la pierden. Por su culpa, o por la de otros. Cuando los milicianos de Hamás derribaron la frontera de Rafah, en enero de 2008, los primeros lugares a los que fueron los que pasaron desde Gaza a Egipto, fue a las gasolineras. A muchos de ellos les llenaron las garrafas para el combustible con mitad gasolina mitad agua. A otros y por ignorancia, les daban el cambio de las compras con billetes del Monopoly. Fueron tres días en los que los listos no dieron abasto. Se vendieron cientos de motocicletas chinas para muchos jóvenes de la Franja que pocas semanas después estaban destrozadas por la escasa calidad de sus componentes; vamos, algo similar a lo de estos pequeños grupos electrógenos que combustionan mal y matan silenciosamente por la emisión de gases. El año pasado murieron 87 personas entre incendios y asfixias. Otras 23 han muerto en los cuatro primeros meses de este año por idénticas cuestiones.

Así las cosas, Gaza y sus habitantes padecen no sólo la ocupación y bloqueo perimetral de Israel, también padecen la voracidad de sus vecinos que ven en la desgracia de Gaza un elemento para enriquecerse. Cuando en enero de 2009, tras la operación Plomo Fundido, intentaba junto a otros compañeros de la prensa entrar en Gaza a través del paso de Rafah pude ver como un hombre juraba por sus muertos a los vigilantes de la frontera que necesitaba entrar en Gaza para llevar alimentos y medicinas a unos familiares. Junto a él, numerosos bultos que eran custodiados por varios jóvenes. La situación de la Franja era dramática. Habían sido 1400 los muertos palestinos, la mayoría civiles, por los bombardeos de Israel. En la Franja faltaba de todo y él quería entrar, no para llevar medicinas, los bultos eran repuestos de moto para motos chinas.


Gazatíes comprando combustible en Rafah


Motos chinas a Gaza. Aquel día y al precio de 700 dólares entraron cientos de ellas.

Aquí los medicamentosos recambios.-Fotos Forjas

HABAS A CALDERADAS

De vez en cuando tenemos que descansar los unos de los otros. Es evidente. Si aplicáramos está máxima a la vida que mientras atendemos a otras cosas pasa a nuestro lado, seguro que ésta sería más llevadera. No dudo de que habría menos divorcios y separaciones, cultivaríamos la amistad y no nos faltaría inspiración para, por ejemplo, escribir en este blog que no quiere salirse del cauce y sí hablar de esta zona del mundo con sus problemas y desgracias.

Digo esto porque a mí me gustaría escribir del caso Gürtel, Correa y el mariachi con bandoneón que ha acompañado a uno de los trinques más impresentables de nuestra reciente democracia. Conozco por mí profesión a algunos de esos que ahora juran por sus muertos, por su inocencia y que a mí, hace años, ya me parecían unos manguis de gomina, chaqueta cruzada y calzoncillo sucio. Me encantaría escribir y poner a parir a los curas tocones y abusones y de la ausente vergüenza de aquellos medios de comunicación que se han instalado en la antidemocrática extrema derecha española. Me gustaría igualmente opinar desde este blog sobre los periodistas chupones; esos que con tal de que les quieran se venden al mejor postor o esos que por un café con el político de turno entregan el cadáver de su padre. Me encantaría opinar sobre la vergüenza que me produce lo que se está haciendo con Garzón. Las liebres corren a los galgos, que diría mi buen amigo Aniano Gago. El mundo al revés sentenciaría, seguro. Éste, al igual que mi madre, ha conocido muy directamente el drama de los perdedores tras el golpe de estado de Franco. Durante varios años y en su pueblo de Zamora tuvo un tío “topo”. Es decir, oculto en un cuarto secreto junto a la chimenea y muerto en vida por haber colaborado con la República o haberse manifestado demócrata o defensor de los trabajadores. Los falangistas, esos que no han pagado por sus crímenes y que ahora se aprovechan de las Leyes de la Democracia, iban muchas noches a ver si le pillaban y de paso conseguían darle el “paseo”. Matarle. Los falangistas también se llevaron por delante a los familiares más directos de mi madre y además la raparon por ser hija del rojo al que apalearon sin piedad en muchas ocasiones en la cárcel de Porlier y al que después fusilaron. Antes hicieron lo propio con su madre. Su delito fue creer en la democracia. Repito, el mundo al revés. Una pena que muchos de esos falangistas no fueran juzgados en Nuremberg. La de disgustos que nos habríamos evitado ahora...

He pasado estos meses buscando inspiración y debatiendo conmigo mismo si debería abrir el blog a, por ejemplo, todas esas cosas de las que hablaba al inicio de este post y a otros muchos asuntos que pasan en otros países. Al final, he determinado que no. Que no merece la pena. Que ya hay muchos blogs de lo mismo y que por esta parte del mundo es mejor no dejar de lado el sufrimiento que padecen millones de personas. Porque casi todos los días muere gente por estos lares y no hay que perder el referente.

Es por ello por lo que no me apetece perder la oportunidad de recordar que siete mil personas han estado en huelga de hambre en las cárceles de Israel. Son palestinos, muchos de ellos en detención administrativa, es decir a la espera “sine die” de juicio por una denuncia anónima, una fotografía borrosa o porque la policía ha encontrado en la casa del detenido una carcasa de un bote de humo que, precisamente, pertenece a los antidisturbios de Israel. Los huelguistas pedían poder estudiar en las cárceles y una televisión para ver los informativos. Sólo eso. No exigían mejoras alimenticias porque es la Autoridad Nacional Palestina, para asombro de muchos y con dinero de la cooperación internacional quién mejora la dieta de los presos. Cuando estos por fin llegan a juicio, la vista es un esperpento. El comportamiento de jueces y oficiales de justicia es el mismo: total desprecio por acusados y público. Muchos de esos oficiales -como he comprobado personalmente- dedican el juicio a leer la prensa deportiva, a hablar ruidosamente con visitantes ajenos o, como vi no hace mucho tiempo, a besarse con su pareja. Por cierto, si los familiares se desplazan, por ejemplo, desde Ramala al tribunal, el vehículo familiar o el autobús es detenido en el control policial de turno sin explicación alguna.

Como veréis, en todos los sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas que dice el refranero.



Una de chorizos

A un señor de Murcia que paseaba por la ciudad vieja de Jerusalén, le levantaron la cartera con toda su documentación. El chorizo fue un palestino que vendía postales, el mismo que intentó birlarme el teléfono móvil hace tres años, en la calle Salahadin, la parte árabe de la ciudad. Al darme cuenta del robo, salí corriendo detrás del postalero mientras casi todos los que por allí ubicaban sus puestos de venta ambulante cubrían su escapatoria. Recuperé el aparato y hasta aquí puedo leer. No voy a explicar ni lo que le llamé, ni cómo me hice con mi teléfono pero lo cierto es que mi simpatía por los palestinos bajó unos enteros. No obstante, sí se me quedó en la retina el sentimiento tribal palestino.

Meses después, asaltaron la delegación de RNE, la casa/cuartel que se ubica en el primer barrio judío de Yemin Moshe, que se construyó extramuros de la Ciudad Vieja. Algunas de las cosas que robaron -que fueron muchas- me las intentaron vender seis meses después en una tienda de la Vía Dolorosa, en la Ciudad Vieja, junto a la entrada para los árabes de la Explanada de las Mezquitas. Descubrí otra vez ese sentimiento tribal mientras iba con la policía por la calles del viejo Jerusalén a recuperar lo afanado. Volvían a perder crédito los palestinos por defender a unos chorizos. Claro que, la actuación de la policía israelí no le fue a la zaga. La comisaría era un cachondeo: cuatro horas para poner una denuncia por presunto robo o presunta receptación y la que creía mi abogada israelí, ni se presentó a echar una mano. Nunca supe qué cosas tenía que hacer. He descubierto que aquí esto es lo normal. Lo que digan los extranjeros da igual y dame pan y llámame perro.

Han pasado tres años de esto que les cuento y afortunadamente las amenazas del palestino tras la denuncia no han surtido efecto. No obstante, he aprendido que palestinos e israelíes son muy parecidos en, especialmente, una cosa: que esto no avance. Que es mejor un pasito adelante y tres atrás y que la culpa, siempre, la tiene el empedrado. Hay muchos aspectos que me dan la razón. Un ejemplo es la decisión de Israel, el pasado año, de quitar la ciudadanía a más de 4.500 palestinos que, por estudiar en el extranjero o irse con unos familiares a Cisjordania, no podrán entrar ya en el sucio y abandonado Jerusalén Este. Por arte del Ministerio del Interior, se han convertido en apátridas pero, no pasa nada, excepto la habitual denuncia de la correspondiente ONG y la correspondiente información periodística. Por contra, cualquier judío, en cualquier parte del mundo que se acoja a la Ley de Retorno obtendrá el visado de Israel casi de manera inmediata. Está claro que el gobierno de Netanyahu está acelerando la aplicación de algunos de los postulados electorales de los partidos de su atomizado gobierno. En los primeros cuarenta años de dominación de Israel, tras la guerra del 67, fueron algo más de 8.500 los palestinos que perdieron la ciudadanía. Ahora, son más de la mitad en sólo un año y aquí, no pasa nada. Será el sentimiento tribal pero tengo la sensación de que unos están muy a gusto tirando piedras a la policía y al ejército, viviendo en gran medida de la cooperación internacional tras el Muro de Cisjordania y manteniendo más el status del “pobrecito palestino”, que el de refugiado.

Israel, por su parte, reparte juego. Exige volver a la mesa de negociación pero mantiene su política de construcción en los asentamientos olvidándose de que la Hoja de Ruta es muy clara en este sentido. No obstante, como se beneficia de que Estados Unidos y Europa le siguen bailando el agua, pues aquí no pasa nada. La hipocresía diplomática, mientras tanto, regala los oídos a los palestinos que ven a cualquier alto cargo europeo o americano, de visita en Ramala, criticar la política judía de asentamientos y llamar terrorista a Hamas. Todo ello con el bloqueo en Gaza de telón de fondo y algunas ONG palestinas llevándoselo crudo y abusando de los cooperantes extranjeros como recientemente ha ocurrido en Hebrón. Pero son eso -parecen pensar muchos-: son extranjeros a los que tangar mientras la tribu limpia el rastro. ¿Por qué dejamos que nos birlen la cartera unos y otros? ¿Por qué ponemos tanto para la cooperación internacional y no se ven los resultados? ¿Por qué no exigimos a Israel, como potencia dominante, que asuma sus responsabilidades y se cuide del terreno que ocupa? Estos interrogantes, sin respuesta, demuestran que es mejor seguir como estamos. Que aquí no pasa nada, como tampoco pasó nada ni con mi robo, ni con los que presuntamente recepcionaban lo robado. Dicen, los que saben de la zona que los chorizos, para esquivar un juicio y la cárcel, si no lo eran, se convierten en soplones del queso gruyère en que ha mutado gracias a la policía israelí la Ciudad Vieja. Dicen, los que saben de la zona, que la documentación del señor de Murcia le está sirviendo muy mucho a un inteligente estamento israelí. Pero no pasa nada, aún a pesar de que la cartera fue recogida por la policía y anda de despacho en despacho desde hace semanas.


Entrada a la Ciudad Vieja por la Puerta de Damasco

Muro de Cisjordania visto desde el interior de Belén

Foto Forjas

Parados estamos

No hay avance y todo apunta a que una vez más a los palestinos les han robado la cartera. El mensaje de Barak Obama al mundo árabe se desvanece piano, piano, mientras Estados Unidos y la avinagrada cara de Hilary Clinton pretenden meter otro gol a los, hace tiempo, entregados palestinos. Sólo hay una cosa que me congratula y es que los disparos de cohetes Quasam desde Gaza a Israel se han detenido y aunque intranquila, hay cierta paz que, esperemos dure aún a pesar de que el ejército judío sigue amagando de vez en cuando.

Estados Unidos nos vendió, con Obama a la cabeza, una nueva era, no un nuevo orden como quizás intentó su antecesor y sus colegas de las Azores; un volver a las relaciones internacionales de igual a igual, apelando a las creencias y al encuentro entre las personas. Casi un final de la guerra entre hemisferios en un mundo más humanista. Fuimos muchos los que nos ilusionamos con ese mensaje aderezado de buenas intenciones. Un sueño después de escuchar los gritos de los niños quemados por las bombas de Israel en Gaza o después de ver las caras de terror de los israelíes tras escuchar las sirenas que anuncian la llegada de cohetes palestinos. Pero claro, como dijo no sé quién: “la ilusión no es más que una agradable aberración de la esperanza”. Nueve meses después estamos en las mismas. El proceso de paz no avanza, si es que alguna vez lo hizo y el moderado -adormilado- Mahmud Abbas quiere ahora acelerar la creación de un Estado Palestino, dieciocho años después de iniciarse un proceso en el que siempre han perdido los mismos.

Es cierto que Netanyahu gana por goleada en estos momentos, aún a pesar de que Obama no se hizo una foto con él tras su reciente encuentro en Washington. ¿Aparentaba distanciamiento con el primer Ministro de Israel? ¿Quería mostrar al mundo que estaba enfadado o simplemente ponían en práctica una estrategia? Me quedo con lo último. Es tan necesario que avance el proceso de paz que dilatar cualquier negociación sólo puede llevarnos a incrementar la lista de muertos. No, ahora no. Más adelante, en unos meses. Pero también es muy cierto que a quien realmente beneficia perder el tiempo es a Israel. Netanyahu no se ha doblegado ante Obama y no ha detenido la extensión de los asentamientos de Jerusalén Este y Cisjordania. Además, ha conseguido que la imagen de la política de Estados Unidos para esta zona de Oriente Próximo sea de todo punto confusa. Logró, también Netanyahu, que su rival palestino, Mahmud Abbas, cayera en el descrédito más absoluto al darse la mano con él en Estados Unidos ante la cómplice o complacida mediación de Barak Obama. Llegados a éste punto y atisbando que Netanyahu no es Isaac Rabín, ni Abbas, Yasir Arafat, no cabe otra que preguntarnos si la nueva administración americana nos ha engañado. Los líderes europeos como Blair, Zapatero o Solana se pasean por Israel -decía un columnista israelí hace unos días-, como cualquier turista de cualquier parte del mundo. Vienen a eso. A pasearse, sin darse cuenta que Israel tiene las cosas muy claras y que será muy difícil sacar de sus posiciones de fuerza a Netanyahu y su gobierno. Entonces, ¿manda Obama o es su Secretaria de Estado la que marca la ruta? Lo digo por las declaraciones de Hilary Clinton instando a los palestinos a reanudar las negociaciones de paz sin exigir el cese de la colonización israelí en sus territorios. ¿Manda Obama o es el poderoso lobby judío americano el qué le va a llevar las riendas? Consideraciones electorales de carácter interno aparte –no olvidemos las primeras derrotas electorales del presidente y los apoyos que necesitará en los próximos comicios- Barak Obama, al que maliciosamente empiezan a llamar Hamlet por sus muchas dudas, parece en estos momentos estar más alineado con Israel que con la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Indirectamente, además, ha dejado a la ANP muy tocada, casi hundida, por la extraña confianza manifestada por Mahmud Abbas, quien vio en Obama un aliado tras la desafortunada administración de George W. Busch.

Haciendo uso de la sabiduría del refranero, Barak Obama es el que “mucho abarca y poco aprieta”. El que nos vende la sonrisa de Kennedy tras el color de piel de Luther King y al que, me parece, que le gusta más el protagonismo que a Nicolas Sarkozy. En las últimas horas, en China, se erigía como el gran defensor de los derechos humanos en el mundo y así hasta mil ¿Y qué? Mientras vende humo, el amigo israelí respira tranquilo, sin prisa. Obama se encarga. Yes, he can.
Foto Forjas

Miguel Molleda


Miguel Molleda Rábago es el corresponsal de Radio Nacional en Jerusalén. Periodista de amplia trayectoria profesional en Radio Nacional de España, donde ingresó por oposición en 1986, se ha especializado en relaciones internacionales y ha informado para la radio pública de los principales acontecimientos ocurridos en las postrimerías del siglo pasado y comienzos del siglo 21. Después de un breve periodo de corresponsal en Bruselas fue enviado especial en Rumanía tras la caída del Muro de Berlín. Informó desde Bucarest de la desaparición del régimen de Ceaucescu y las transformaciones que siguieron en Europa Central y Oriental.
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