5 posts de mayo 2009

Mi particular Champions

Fui Perito Moreno en la final de la Campions. Así me sentí en el Olímpico de los dioses blaugranas mientras llegaba el éxtasis a la tribu culé y dejaba petrificada, con “rigor mortis”, a la zona inglesa.

Una final sólo se puede vivir con pasión, pero quise disfrutarla con los fríos ojos de un observador; eso sí, con predisposición a dejarme seducir por el primer arrullo azulgrana como el glacial argentino se confunde con el mar anunciando la primavera. Fui a la final para disfrutar del espectáculo. La seguridad italiana resultó ejemplar. La de la UEFA, una vergüenza. No puede haber gente en pie dentro de los estadios. Entonces, ¿qué hacían aquellos centenares de personas que vieron el partido como aglomerado que expulsaban los vomitorios obstruyendo pasillos por los que realizar una rápida evacuación en caso de peligro?

Hubo más gente de la que el estadio podía absorber. Afortunadamente, no pasó nada. En mi asiento de “observador” compartí lugar con un japonés que miraba el show desde la perplejidad de sus ojos rasgados. Nunca llegué a adivinar si se mantenían en perenne actitud de sonrisa. Dos rusos me escoltaban. Solo dejaban de hablar ,con un lenguaje frío como la estepa, `para dar unas chupadas a los cigarrillos que no desaparecieron de sus manos durante las dos horas. Con el partido iniciado, llegaron ellas: una pareja de jovencitas inglesas de cabellos rubios y sofoco en el rostro. Se sentaron delante. Regueros de sudor se deslizaban por la hendidura de sus pechos ostensibles en esos prietos vestidos de generoso escote que parecían una cárcel de tortura a juzgar por sus miradas atosigadas de calor . Sofocadas, se miraban mientras entablaron una dura batalla contra arroyos de secreción que les resbalaban, también, por sus piernas, ampliamente expuestas. Cuando creí que podía ver el fútbol, se sentaron en la escalera a mi lado, dos empleados municipales. También empezaron a hablar. Les vi ajenos al partido. Miraban a izquierda y derecha, a las cámaras de televisión, a mí. “ ¿No les gusta el fútbol?”, les pregunté al ver esa actitud absorta. “Sí, claro. Pero si venimos al estadio es para ver el ambiente. Para ver fútbol se ve mejor por televisión”, sentenciaron estos dos descendientes de Plinio. Entonces Messi metió el gol. Fue el único momento en que alcé la mano, quizás con la esperanza de poder tocar la estrella que ilumina al astro argentino que ha convertido a la pulga en halcón. Fue el único momento en que perdí la compostura. El partido terminó. Sobre el pitido final, las inglesas fueron las primeras en abandonar el estadio. Yo me quedé hasta que se apagaron las luces. Frío, hasta el final. Aunque he de reconocer que si mi asiento hubiera sido otro, mi final habría sido escrita con un cauce de vísceras. Escuchad a Germán García y Chema Abad. Con ese espectáculo, se deshiela Perito Moreno hasta en la fría noche antártica

Sexo bien aparcado

Cerca de Milán, en Cremona, un empresario ha tenido la feliz idea de crear un “Parking del amor”. ¿O debiéramos llamarlo sexo?

Las parejas que no disponen de piso, ni dinero para un motel acomodan en este descampado de la codicia carnal a cinco euros la hora.La comodidad tiene un canon mayor. Sólo se garantiza seguridad e intimidad.

Un muro separa cada parcela para que ni sombras chinescas ni intrusos gemidos perturben a los protagonistas. Y todo bajo las estrellas que alumbran encuentros salvajes para los que no existen obstáculos ni en los asientos ergonómicos, ni en las palancas de cambio, ni en los arañazos repartidos bien por flujo del impulso o, quizás, por lo tortuoso del nido de amor.

El propietario, Marco Donarini, asegura que los viernes y los sábados pone el cartel de “completo”. Cuando abrió su aparcamiento reservado hubo de superar una fuerte oposición vecinal que se oponía a lo que creían iba a ser un lupanar sobre ruedas. Nada de eso. La comedida cuota vacuna contra mirones y meretrices.

El recinto tiene nombre de película de serie B, “Luna Parking”. Ahora, con este trabajo intensivo, Donarini reconoce que él es el único que no peca. Como custodio de las puertas del pecado mete más horas que Lucifer junto a las llamas. Al amanecer hace sonar la sirena.Tras porfiar entre el caudaloso deseo, muchas parejas se quedan extasiadas y adormecidas dentro del coche como náufrago que llega a puerto seguro.

Los Guiris y el fútbol

El calor ha llegado a traición vendiéndonos como un Judas meteorológico. Y con él surgen los turistas tan ávidos de empaparse de escenarios e historia que el reloj no marca las horas. ¿Qué hacían a las seis de la mañana cuatro alemanes en cola esperando a que abrieran los Museos Vaticanos? ¿Adónde iban aquellas francesitas con minifalda enseñando unas piernas más encarnadas que la camiseta de la selección? ¿Qué noche habrá pasado aquel hombre, calvo, que se empapó del Palatino a las dos de la tarde, mientras el sol se cebaba en su cabeza como picador con el astado en la suerte de varas? ¿Cómo será la sonrisa de aquel trotamundo que se cubría sólo con unas gafas?


El Coliseo está preparado para homenajear a los gladiadores del siglo XXI. No, no me refiero a los guiris, sino a barcelonistas y seguidores del Mancheste; centinelas de coyuntura futbolera cuyos cánticos guerreros se divisan en la distancia. Roma es ya una fiesta de fútbol.
A salvo del castigo solar se abre la Roma escondida. Treinta lugares cerrados a ojos curiosos que permiten, , de manera excepcional, realizar un recorrido por la arqueología subterránea. Esas piedras no conocen el sol. Durante unos días escucharán el bullicio mermado de los peregrinos del arte . Esos guijarros brillan en la oscuridad como sus hermanas a cielo abierto refulgen ante la mirada de los exploradores de bed and breakfast. Los guiris ya están aquí. Con sus mapas extensibles mirados al revés, con sus pantalones cortos y calcetines negros bajo unas sandalias, con esa mirada extraviada que busca una referencia, con esas pamelas, con esas gafas de sol, con esas mochilas. Deambulan embriagados por el espectáculo del limbo para entretenimiento de lugareños. Los guiris miran al mundo como una caja de bombones: nunca saben qué se van a encontrar dentro. Suponen una vuelta a la infancia: los guiris despliegan esa capacidad de sorpresa, tan entrañable como la de un bebé.


Remar

Revolver el tiempo con el café.

El tiempo gira en un sólo sentido

Mover la bebida y nunca hacerlo del revés

Amigos, héroes y villanos quedan en el camino.

Estos días vivo un cúmulo homenajes. Es como si todo se hubiera acelerado para que partan de viaje: el poeta, el cantante, el amigo.

Mientras canto aquellas canciones con las que me inicié en la radio recuerdo episodios compartidos, lecturas de poemas en mitad de un lamento opaco. Mirando alrededor llegan los ecos de otros que también se fueron. Hace ya 17 años de la muerte de Giovanni Falcone.

Te dejo con tu vida

Tu trabajo

Tu gente

y tus amaneceres...

Chau número tres

Me observo y digo como aquel personaje televisivo: “yo sigo”, aunque a veces no pueda entender la fe ciega que tenían los que nos dejaron. Sin entender sólo escucho una voz: rema

( En el vídeo se habla de uno de los grandes procesos a la mafia dirigido por Falcone. Y sirve para introducir una breve entrevista con el juez en el que dice lo siguiente.)

-Se puede vivir dieciséis de 24 horas en una oficina de acero y cemento y no saborear los pequeños placeres de la vida, ¿es verdad?

El juez que ha escuchado la pregunta con la mirada baja, alza las cejas y esboza una triste sonrisa.

-Digamos que tiene mucho de cierto, sí. Indudablemente, este tipo de actividad influye sobre la vida privada.

-¿Y cómo lo vive usted?

-Diré, con resignación – responde mientras mira a su interlocutora con una sonrisa envuelta en un suspiro.

-Usted ha dicho que el bellaco muere más veces al día, el valiente sólo una vez, ¿significa que no tiene miedo?

-Lo importante no es si uno tiene o no miedo. Hay que saber convivir con el propio miedo y no dejarse condicionar por él. Esto es el valor: tener más coraje que conciencia

como decía él: "deja que pasemos, sin miedo"


Asientos blancos

Asientos inmaculados, mentes siniestras. Lo ha sugerido un dirigente de la Liga Norte de cuyo nombre no quiero acordarme: “habrá que crear asientos y vagones sólo para milaneses, dada la mala educación, la arrogancia y la violencia que impera en el metro”. Una feliz idea que señala a los inmigrantes como los portadores del virus de la intolerancia y las malas costumbres. “Racista- Aparheid...” Se ha oído de todo. Este bufón del norte añade después que su reflexión era sólo una broma.

No lo fue en Estados Unidos ni tampoco en Sudáfrica. Tal vez aquellas vergüenzas humanas nacieran por un primer comentario en forma de chiste del racista de turno.

La mala educación no conoce de razas. Las costumbres han de introducirse a fuerza de aprendizaje y perseverancia. Los ancianos y las embarazadas van en pie, apelmazados entre la masa en el transporte público. Un grupo de marroquíes mira desafiante en su asiento y desde otro unos jovencitos rubios contemplan la escena con sardónico gesto. Más allá, un ejecutivo resopla molesto porque, en su incómodo asiento, apenas puede desplegar el periódico por toda la gente que le rodea en pie.

La Liga Norte está inflada de satisfacción. Acaban de devolver a África una barca con más de 200 inservibles negros y Libia los ha aceptado. Italia es grande y libre con este grupo de insensatos enaltecidos. A ver si algún ratoncillo les trepana lo que queda del queso gruyere de su cerebro. Las ironías del tonto carecen de gracia cuando el imbécil tiene el poder.



Iñaki Díez


Iñaki Díez es el corresponsal de Radio Nacional en Italia, un país que conoce perfectamente y que analiza con gran habilidad.
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