6 posts de octubre 2009

DIÁLOGO DE FRONTÓN

Como al niño que odia los espejos porque la imagen que le muestran nunca es la esperada, me aborrece hablar con las máquinas. Como quien mantuvo la bandera izada aún cuando sabía que la batalla estaba perdida, lanzo mi queja al aire en forma de palabra. Pero ésta, también es una cruzada entregada.

Cada vez hay menos personas al otro lado del teléfono. Seres de carne y hueso que sienten, se enfadan, odian al jefe y sueñan con unas largas vacaciones. Las llamadas a las grandes empresas se han convertido en un partido de frontón en las que des donde des, siempre vuelve la bola hasta que, al final, el artilugio hace un dos paredes y te cuelan otro tanto.

¿A quien digo “ me puede repetir” cuando mis oídos no acaban de descifrar el metálico mensaje? ¿ A quien me quejo cuando, buscando una palabra de consuelo o una señal de enfrentamiento, no estoy de acuerdo con algo?

Pensé que en la patria del verbo, donde la discusión es un fin en sí mismo y un arte con más seguidores que Curro Romero en sus mejores tiempos, esto no me ocurriría. Pero sí. Italia también se rinde a los autómatas.

He tenido que renovar mi tarjeta de crédito. La renovación no es automática, sino que hay que activarla con una llamada telefónica. Marco.¡Horror! Sale la temida operadora emergida de las tripas de un ordenador.

-Si tiene una tarjeta del Banco... dígite 1

Lo hago

-Bienvenido al sistema automático del Banco... Digite el número de su tarjeta de crédito

Lo hago

-Su número es xxxxxxx. Si es el número correcto dígite 1

Lo hago

-Este servicio no está disponible.

¡La máquina me ha estado tomando el pelo un par de minutos llevándome por pasillos color cobalto para desembocar en una puerta sin salida!

-En unos instantes le atenderá uno de nuestros operadores.

Espero y respiro aliviado. ¿Podré hablar aún con el último mohicano de los servicios de atención al cliente?

Sí, en unos instantes aparece. Me empieza a pedir todo tipo de datos: mi DNI, mi código fiscal, mi nombre y apellido, mi lugar de nacimiento, la fecha. Me río.

-¿Por qué sonríe señor?

-Esto es ridículo. Tengo un problema con mi tarjeta de crédito y usted necesita todos mis datos personales.

-Es por su seguridad

-Me parece excesivo. De todas maneras, cambie un dato: he aumentado dos tallas de cintura desde que vivo en Italia

-¿Perdón?

-Era sólo una broma.

Entonces, le cuento mis varios problemas. Uno de ellos es que aún no he recibido el extracto bancario de septiembre.

-Se lo hemos enviado

-No lo pongo en duda. Pero no ha llegado. ¿Pueden enviarme una copia?

-Por supuesto señor

Lanzo un suspiro de alivio. Quizás fuera demasiado evidente.

-Pero, a lo mejor, aún llega...

-Si la enviaron en septiembre y estamos a 22 de octubre creo que ya ha tenido tiempo..

-Tiene razón señor.

-¿Entonces?

-Vamos a esperar unos días a ver si llega

-¿Veintidós le parecen pocos?

-Cierto que no

-¿ Entonces?

-Hagamos una cosa: espere dos o tres días más y si no le llega, vuelve a llamar y yo gustosísimamente le enviaré una copia.

¡Esta sí es mi Italia! Diez minutos de conversación para acordar una nueva llamada.

La haré mañana. Con la guardia alta para no encajar ningún golpe dilatorio más. Pero, al fin y al cabo si hablo con una persona y juega con los límites del aguante humano, siempre le puedo soltar un “Macché cazzo dici”. Y no veáis lo que relaja...

Otra de tráfico...

Sí, es cierto. No toda Italia es igual, como decía Stellina en un anterior Post. Pero mi experiencia al volante en Roma sigue garabateando trazos de desatino.

Los carabinieri acostumbran a realizar controles en cualquier punto tanto de carreteras como de la ciudad. Son exámenes totalmente aleatorios que reclutan resignados.

He soportado bastantes de estos controles, tal vez porque en la matrícula destaca la “E” en vez de la “I”... No sé. Más o menos todas las escenas han sido gemelas.

- Buenas tardes, ¿el carné, por favor?

- Sí, ¿cómo no?

- ¿Español?

- Sí

- Y, ¿ cómo por aquí?

- Trabajo en Roma

- ¿Y eso?

- Soy periodista. El corresponsal de Radio Nacional para toda Italia

- ¡Ah, periodista! ¿Y qué le parece nuestro país?

- Fantástico. Es muy hermoso. Vivo encantado entre ustedes.

El policía esboza una sonrisa y me devuelve los papeles que ha ojeado distraídamente mientras manteníamos la conversación renovada en cada control. Pero todo es susceptible de sufrir un pequeño trasvase al carril de lo absurdo. Ha ocurrido hace un par de días. Un policía me da el alto.

- Documentación

Echo mano de todo el paquete donde va el seguro, el permiso de circulación y los papeles de instrucción del coche. El hombre se espanta. Alza las cejas de manera tan desmedida que está a punto de caer la gorra por el cogote.

- ¿Y eso?

- ¿cuál?

- ¡Todo eso que ha cogido!

- Son los papeles. Ahora lo busco...

- Usted no es italiano...

Esa sombra de duda supone un halago ya que he forjado mi italiano entre lecciones en un bar de Bilbao y una cosecha de itagnolo cada vez menos trufado de español. Así que este agente me cae bien.

- No, soy español.

- ¿Y el carné? ¿También es español?

- ¡Claro!

- Bufff [Resopla y sus mofletes compiten en ángulo con el de su panza mientras los ojos dibujan un trazo de rendición.] Dejémoslo. No entiendo español. Siga su camino.

¡Vaya control de testosterona!

MATAR A BERLUSCONI

Se ha enganchado en la vida italiana como una peligrosa metástasis que puede incitar la locura de un perturbado.

Primero fue “Shooting Silvio”, la película de 2007 que levantó las primeras ampollas. Esta semana, un afiliado al Partido Democrático tuvo la feliz ocurrencia de incitar a disparar a la cabeza de Il Cavaliere. Lo hizo en Facebook. La poca cabeza de este simpatizante del P D le ha valido el repudio de toda la clase política, los primeros los suyos. Con esos militantes no hace falta adversarios. Pero restringidos mentales y ociosos hay en todos los ámbitos de la vida, también en la política.

Ahora, en un delicado juego de equilibrios, una casa editorial lanza un concurso: cómo matar a Berlusconi. Se trata de un ejercicio de prosa e imaginación mortuoria. Los organizadores no especifican si primará la destreza narrativa o la retorcida imaginación que depare una agonía atroz al Primer Ministro.

Invocando al infierno puede aparecer Lucifer. Y ya no valdrá el lamento de quienes inspiraron la güija. Como dice el final del trailer de la película “el perro come al perro”

Pecador y delincuente

Él es un pecador. A lo mejor hasta un delincuente. Él sigue en la calle. Y junto a él todos sus cómplices. Te lo confieso. Ahora que has vuelto a casa tras conducir por las carreteras en el puente del Pilar, me convierto en delator.

Una tarde de la semana pasada, viajaba en el coche de un compañero de profesión. Desplazarse por Roma con premura es una invocación al milagro. Por eso, él como yo, no nos separamos de nuestros móviles. Además, Berlusconi estaba a punto de ser privado de la inmunidad. Jugábamos con fuego, pero teníamos una cita ineludible. En Roma, se sabe cuándo se sale de un punto. Jamás cuando se llega al otro. Con valor e imprudencia de exploradores partimos juntos como cosacos a la captura de una nave enemiga.

Todo fue bien hasta que empezaron a sonar los móviles. Yo cogí el mío. Mi amigo el suyo. Estábamos detenidos en un semáforo. Ambos hablábamos. En un momento se produjo un movimiento que interpretamos como “semáforo verde”.Y nuestro automóvil avanzó. Empezaron a saltar coches de todas las esquinas. Estábamos acorralados. Los vehículos nos rodeaban como pieles rojas prestos a la caza de los colonos. “¡Rosso, rosso, rosso. È rosso!” Se escuchó entre la manada de automóviles. Ambos miramos hacia el lugar del alarido.

Allí estaba él: un policía municipal. Tragamos saliva. Acabábamos de saltarnos un semáforo en rojo y, encima, mi amigo conducía hablando por teléfono. Se nos secó la boca como delta de un río de polvo. “Il semaforo è rosso. Chiaro, guida parlando sull telefonino e non vede il semaforo”. ¿Cuántos puntos hubiera perdido mi amigo en España o cualquier otro país donde se aplique el carné por puntos sin la flexibilidad ácrata de Italia?

Aquel guardia sólo nos reprendió. El semáforo se puso verde y mi amigo levantó el pie izquierdo con la marcha engranada, no fuera a ser que el municipal pasara de la reprimenda verbal a los hechos. El día en que el trabajo nos lleve de Italia, necesitaremos un tiempo de descompresión para comprender que las leyes se hicieron para cumplir, y no para debatir sobre ellas.

il mondo azzurro del cavaliere

Como un niño con rabieta y pataleando salió Berlusconi de la inauguración de una exposición donde se encontraba cuando la más Alta Instancia Judicial Italiana consideró que el proceso seguido para la aprobación de la “ley Alfano” no había sido correcto y que con ella se vulnera el principio de igualdad entre los italianos. Por tanto la ley es ilegal.

Tiene trazas guerreras este Berlusconi. Con 73 años, varios nietos y todo un imperio que garantiza el alimento de sus descendientes, sigue queriendo ser la espuma más alta de la cresta de la ola. Ha dicho que no se va y no se va.

Pero que nadie se engañe. Si disolviera las cámaras y convocara elecciones, ahora mismo volvería a ganar. Hay que estar en Italia para entenderlo ( y no siempre alcanza nuestra razón). Pero es que si Berlusconi se va, no queda nada. Ni un recambio en la derecha pese a todo lo que se esfuerza Fini por parecer cada día más estilizado; ni por supuesto un hombre capaz de aglutinar los intereses progresistas del país. En el Partido Democrático se pegan tres personajes grises por sacar un poco de lustre y convertirse en la esperanza. Necesitan tiempo. Por eso no piden elecciones. ¿Para qué si saben que volverían a perder?

Il Cavaliere es un dechado de vicios, corrupción, turbios asuntos, un don Juan acartonado al que la química le hace ver el mundo azul y perder los estribos ante el regazo de una mujer. Sin embargo han llegado las nubes a su horizonte añil. Aunque eso no bastará para que se vaya. Es el político capaz de completar una legislatura en los últimos 50 años y gobernar, que no es fácil, en el país donde tantos planes se consumen en el debate.

Es un farsante adulador que amenaza con vivir 120 años. Si lo cumple está en plena madurez. YA entiendo el por qué de esas ganas de pelea en todas las facetas de la vida

Un Río de sueños

Nacemos para vivir pero nos gusta soñar. Mi resaca de ilusión imagina el tormento de quienes han trabajado en un sueño. Ahora es fácil decir que nunca un continente ha repetido Sede Olímpica. Madrid nadó contracorriente y el río la arrastró. Sin embargo hay instalaciones que no son un sueño y que quedan para la ciudad. Algo ganamos. Todo no se perdió.

Soñamos con la corazonada. En RTVE imaginamos con la fuerza que sólo puede hacer un Servicio Público Potente. Por un día, la gente olvidó a Belén Esteban. El Rey pasea su sonriente barba por Copenhague. Por un día, no hubo crisis en Honduras. ¡Zapatero y Rajoy están de acuerdo en algo! Un atunero vasco estaba secuestrado en el Índico. ¡Me quedo mudo ante la presentación del proyecto! En Sumatra y Samoa seguía gente enterrada. ¡Si hasta parece que Raúl e Indurain saben hablar e, incluso, sonreír! Un río de lodo y piedras se llevaba la vida de, al menos, 20 personas en Italia. ¡Chicago es la primera eliminada!

La cara de los americanos ya la cuenta en su blog Gabriel Herrero. El morbo me pudo y me fui a la CNN. Estaban tan perplejos que tardaron una eternidad en anunciar que Tokio les acompañaba al infierno. Sólo quedaba un paso para romper la tradición y levitar en el Olimpo. Entonces desperté.


Empieza la jornada. Nacemos para vivir. Ventilaré la habitación, tomaré una ducha y saldré al día. En 2020 las olimpiadas serán europeas. Roma ha dicho que podría optar a ellas. Descartado. Los italianos son maestros en el arte de la palabra y la improvisación. Sólo las harían si se lo dijeran de un año para otro. Siempre nos queda París. Mi compañero Luis Miguel Úbeda dice que los terrenos reservados para las olimpiadas frustradas tienen proyectos alejados del sueño del Olimpo.¿Dónde se asentarán los dioses? ¿Quedará un ápice de fantasía en Madrid para entonces?

Iñaki Díez


Iñaki Díez es el corresponsal de Radio Nacional en Italia, un país que conoce perfectamente y que analiza con gran habilidad.
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