Baño de sangre frente a Gaza

La entrevista del Jerusalem Post al jefe de los comandos israelíes
que asesinaron a los 9 activistas
de la flotilla humanitaria no tiene desperdicio.

"Eran, sin lugar a dudas, terroristas. Pude ver ira asesina en sus ojos y que venían a matarnos" - asegura el sargento que acabó con la vida de 6 de ellos.

Ha comenzado la guerra de la propaganda sobre este baño de sangre. Un asalto de las tropas israelíes a una expedición humanitaria en aguas internacionales.
Gaza flotilla
Lanchas israelíes que participaron


Israel presenta a los activistas como "terroristas", "mercenarios" y "ex-militares" bien entrenados. Ha distribuído numerosos vídeos para demostrar que los internacionales usaron la violencia para evitar el asalto y que los militares "no tuvieron otra opción" que matar a algunos de ellos. Los organizadores del convoy dicen que sólo se intentaron defender, con lo que tenían a mano, de un ataque realizado por tropas de élite perfectamente armadas.

No se lo he podido preguntar personalmente, pero creo que ni Manuel Tapial, ni Laura Arau ni David Segarra, han recibido algún tipo de de entrenamiento terrorista. Hasta donde yo sé, ni siquiera han hecho la mili.

Laura Arau y Manu Tapial

Israel enseña sus pruebas: Tirachinas, canicas de madera, barras de hierro y palos. También la "ira asesina en los ojos" de los activistas que el comando israelí pudo distinguir, en plena noche. Los militares dicen les arrebataron dos pistolas y les dispararon. No explican como unos "terroristas", "posiblemente ex-militares", no mataron o hirieron a ningún miembro del comando con esas armas de fuego.

Otro barco cargado de ayuda humanitaria, el Rachel Corrie, se dirige a Gaza. Debería llegar en las próximas horas o días. Según los organizadores lleva a bordo 100 toneladas de material médico, 600 de cemento - que los israelíes no permiten entrar en Gaza- y 200 sillas de ruedas, entre otras cosas.

Pierden contacto con el barco irlandés que intenta llegar a Gaza

Israel ya ha anunciado que no permitirá al Rachel Corrie romper el bloqueo al que están sometidos millón y medio de gazatíes. El 80% de ellos recibe algún tipo de la ayuda humanitaria internacional que Israel deja entrar con cuentagotas. Muchos palestinos de la franja sobreviven gracias a ella. Otros muchos, mueren por la falta de equipos médicos en los hospitales, por ejemplo. Los túneles de contrabando son la única vía de entrada de productos de primera necesidad, pero también de armas.

Un palestino se asoma a uno de los túneles que sirven para el contrabando de armas y también de otros productos como alimentos. Foto tomada el 17 de noviembre de 2008. Túneles de contrabando en Gaza

Israel asegura que el bloqueo es una pieza clave en su estrategia de seguridad. Dice que sin él la organización integrista HAMAS, sería aun más poderosa. HAMAS controla Gaza y es la responsable de numerosos atentados terroristas en Israel. También del lanzamiento de cohetes desde el territorio, que se han reducido en un 90% desde la última ofensiva hebrea, en 2009. En ella murieron unos 1.400 palestinos, la mayoría civiles y 13 israelíes, diez de ellos soldados.

Las Naciones Unidas y las organizaciones pro derechos humanos aseguran que el bloqueo de Gaza constituye en castigo colectivo -prohibido por la Convención de Ginebra- a la población civil.

Chapó por la prensa israelí (el otro Israel II)

Una vez más me quito el sobrero ante la prensa israelí. Me descubro ante profesionales que se arriesgan a publicar lo que no gusta a su gobierno ni a los radicales. Los principales periódicos israelíes llevan días denunciando que sus autoridades fronterizas prohibieron la entrada al profesor Noam Chomsky, de origen judío y uno de los más brillantes pensadores de nuestra era.


Noam Chomsky

El pasado domingo, Noam Chomsky -lingüista, matemático y filósofo- intentó entrar en Cisjordania, procedente de Jordania. Su intención era dar una conferencia en la Universidad de Bir Zeit, en Ramala, capital de la Autonomía Palestina.

Intento imaginar la cara del pensador estadounidense cuando un guardia de fronteras israelí, casi adolescente, le negó la entrada. Chomsky es anarquista y a pesar de tener ascendencia judía, ha sido muy crítico con la ocupación israelí de los territorios palestinos y con algunas políticas, como la construcción del muro.


Todo el genio de Chomsky, cuyas investigaciones han contribuído decisivamente al desarrollo de la Teoría de la Computación y, por tanto, del lenguaje de los ordenadores, se topó de frente con la seguridad hebrea. ¡Batalla perdida para la razón... allí donde los seres humanos, aun poseyendo inteligencia, tienen orden de dejarla a un lado! Aunque, lamentablemente, este es un mal que comienza a extenderse, especialmente, por los aeropuertos de todo el mundo.

Bueno, lo cierto es que el filósofo anarquista ha sido un pensador incómodo desde hace décadas. Ha criticado las dictaduras totalitarias estalinistas, las políticas estadounidenses y la guerra de vietnam y el recorte en las libertades individuales, entre otras muchas injusticias de nuestro tiempo. Es, en definitiva, un pensador incómodo para los intransigentes.

El gobierno israelí asegura que se trató de un error, pero el hecho es que Chomsky fue interrogado durante horas, en el puesto fronterizo del Puente de Allenby -como nos ocurre frecuentemente a muchos extranjeros y, sobre todo, a los palestinos-. Al final, tuvo que regresar a Ammán.


La mayoría de la prensa israelí no tardó en reaccionar. El Haaretz, uno de los diarios más prestigiosos, aseguraba en su editorial que el gobierno hebreo debía pedir perdón a Chomsky. El Yediot Aharonot, el periódico más leído, mantenía que la conducta de su gobierno no es propia de la democracia que pretende ser Israel y que su actuación supone un recorte también para las libertades de los israelíes.

Breaking The Silence

Profesionales israelíes como Amira Hass, entre otros, han puesto el grito en el cielo. Son escritores valientes que no les duelen prendas en criticar la injusticia, la cometa quien la cometa, incluido el propio Estado. A ellos se unen gente como Yehuda Shaul, de Breaking the Silence, una ONG de ex-militares hebreos que denuncian los abusos del ejército; o Meir Margalit, un ex colono que ahora combate las demoliciones de casas palestinas.

-Yo luché en la guerra de 1.948 para tener un Estado que estuviera dentro de la legalidad internacional, en las fronteras que nos dio la ONU. No para ocupar las tierras de nadie -Me decía una pionera sionista que vino de Argentina y que ahora vive en un kibutz cercano a Gaza.

Estos periodistas y activistas son gente valiente que se enfrentan, en muchos casos al rechazo de sus compatriotras que, a menudo, les tachan de traidores. Sin embargo, no cesan en su empeño de luchar por un Israel más justo y democrático.

¡Ah!, se me olvidaba. A pesar de sus 81 años, Chomsky no ha tirado la toalla. Sus palabras se escucharán en Ramala por videoconferencia.


El otro Israel

Acabo de llegar de vacaciones y abro mi correo electrónico. Tengo un mensaje de Abraham, un judío argentino que se queja, en un tono educado, de que no trato con imparcialidad a Israel. Dice que sólo enseño lo malo y el conflicto con los árabes. Mantiene que su país tiene otras muchas cosas positivas.

-Es como si tuvieras un jardín muy bonito en el que ha cagado un perro y vos solo enseñás la mierda -me decía el portero, también argentino, del Restobar, un restaurante cercano a la residencia del primer ministro, Benjamin Netanyahu.

La verdad es que ese Israel, el que está aislado del conflicto, es difícil de ver. Por ejemplo, el portero de ese restaurante lleva un detector de metales para evitar que se cuele un suicida palestino y cause una masacre -como ya ocurrió hace años en ese mismo local y en otros tantos-. En los supermercados y centros comerciales hay que atravesar un arco de detección y vaciarse los bolsillos por la misma razón.

La obsesión por la seguridad convierte a Israel en un país marcado por el miedo y le hace reaccionar de forma tremendamente agresiva ante cualquier atisbo de amenaza. En ocasiones esa reacción es tremendamente desproporcionada. El ultimo episodio fue la ofensiva sobre la Franja de Gaza. Murieron unos 1.400 palestinos, la mayoría civiles, 10 militares israelíes y tres civiles hebreos.

Es un conflicto presente en la vida cotidiana.

En Jerusalén, es frecuente ver a civiles armados por la calle como en el lejano oeste -si bien es cierto que, casi siempre, son colonos radicales o ultraderechistas-.

Civiles judíos armados

La propaganda y la diplomacia israelíes tratan de convencer a la opinión pública y a los medios de comunicación internacionales de que existe ese "otro israel". El de los avances tecnológicos, el turismo y la fiesta de Tel Aviv. Ese país existe pero está tan inmerso y tan rodeado por el conflicto que ya es parte de él y no puede separarse. Esta es una nación que, desde su creación, ha librado una guerra cada diez años y que, debido a la ocupación de los territorios palestinos, está en constante conflicto.

Cuando una mujer israelí tiene un hijo varón, sabe que éste deberá ir al ejército durante tres años. Conozco a una israelí de origen uruguayo que tiene tres niños. Dos son chicas y el pequeño es un chico de 7 años. Está preocupada por las niñas, pues tendrán que ir al ejército, aunque sabe que sólo si ellas quieren, ingresarán en una unidad de combate. El caso del chico es diferente. Casi con toda seguridad tendrá que servir en un destino peligroso o en un frente de guerra.

Segunda guerra del libano, 2006

-No sé como lo voy ha hacer, pero él no combatirá -me decía mientras encendía un cigarrillo-. Lo mandaré fuera, porque tenemos doble nacionalidad. Yo tengo pasaporte estadounidense y allí no tienen que hacer el servicio militar.

Feretro de un soldado israelí

No hace mucho, la modelo israelí Bar Rafaeli -ex de Leonardo Di Caprio- pasó de ser un icono nacional, a repudiada oficial por la opinión pública israelí. La razón: se las ingenió para librase de hacer "la mili". Se inventó un matrimonio con un hombre mayor que ella que luego se descubrió falso. Su belleza no ha podido con la ignominia de no querer servir a la patria. En su caso no fue por miedo a la guerra sino más bien porque no quería hacer una pausa de dos años que hubiera perjudicado seriamente su carrera.

Otro ejemplo más de que el conflicto marca, casi a cada paso, la vida de los israelíes tanto como la de los palestinos.

Disturbios a "todo gas"

El cielo del paso de Qalandia, entre Ramallah y Jerusalén, está extrañamente bonito. Azul, claro y sin polvo en suspensión. Pero no tardará en nublarse. Ocurrirá en cuanto los adolescentes palestinos comiencen a tirar piedras a los soldados israelíes. Ellos responderán lanzando gases lacrimógenos y cargando y todo volverá a llenarse de humo. Así ha ocurrido casi a diario durante las últimas dos semanas.

-Unos días hay más "Balagan" -que en hebreo significa "follón" o "bronca"- y otros menos - me dice Ahmad, un mecánico con las manos sucias que me deja refugiarme en su taller cuando empieza el jaleo- pero siempre hay algo.

Ver vídeo  'Graves enfrentamientos en Israel por el 'Día de la Ira'' Disturbios en Palestina

Le agradezco que me deje entrar. En los disturbios de ayer en Jerusalén tragué demasiados gases. La mayoría de los fotógrafos y cámaras usan máscaras antigas. Eso permite a tipos como Bernat Armangue hacer grandes fotos porque puede meterse hasta la cocina de la noticia. Yo estoy pensando en comprarme una porque, de un tiempo a esta parte, me afecta demasiado tragar esos humos irritantes.


-Eso -me comentaba hace tiempo Yair, un policía israelí mientras tomábamos una cerveza- un es porque has dejado de fumar. Al tener los bronquios limpios de la película de nicotina se te irritan más. Eso, o que eres un poco nena.

-Puede ser - respondo mientras me viene a la cabeza un día en Um el-Fahm, una población árabe del norte de Israel. Recuerdo que se me acercó un palestino con un bote de gas que los israelíes acababan de lanzar.

-Es una vergüenza -me dijo indignado.

-¿Por qué?, en todas las manifestaciones se lanzan botes de humo.

-Sí -dijo mostrando falsa indignación y señalando una fecha escrita en el bote- pero estos llevan caducados cinco años, desde 2005. Los israelíes nos tiran gases caducados. !Eso es guerra sucia!

La tranquilidad no regresa a las calles de Jerusalén Los manifestantes son casi niños

Todos nos echamos a reir y a mí me resultó extraño que en medio de las cargas israelíes hubiera gente con ganas de tanta broma. Al contrario que entonces, en los disturbios de estos días lo que he visto es mucha ira contenida. Es cierto que los protagonistas son jóvenes, apenas adolescentes, pero llevan días maniféstandose.

El estancamiento del proceso de paz, la construcción de los asentamientos judíos y la casi eterna disputa por los lugares sagrados de una tierra santa para casi todos están en el trasfondo de la cuestión. Razones demasiado poderosas. Lo suficiente para causar un estallido de violencia, si no se abre alguna válvula de escape.

Una de espías

Al contrario que en la declaración de la Unión Europea –que no menciona expresamente a Israel– aquí, casi todo el mundo tiene claro que es el Mossad quien está detrás del asesinato de Mahmoud al-Mabhouh, jefe de suministros de la organización integrista palestina Hamas.

Avigdor Lieberman

-Deben ser los únicos que no lo tienen claro –me decía entre risas el tendero del establecimiento donde esta mañana he parado a comprar un paquete de chicles–. Te aseguro que solo viendo la forma de actuar y de moverse de esa chica sé que es israelí.
-Pero entonces, ha sido una operación un poco chapucera ¿no crees?
-¿Y qué más da? Era un terrorista y está muerto. Para eso está el Mossad.
-Ya –respondo mientras intento decidirme entre el sabor de menta y el de frambuesa– pero han utilizado pasaportes europeos y se ha abierto una crisis diplomática con varios países de la Unión Europea.
-Sí, pero mañana estará olvidada y el tipo ese seguirá muerto. Además, lo que les preocupa a los ingleses es que hayan utilizado sus documentos, no que se hayan cargado a ese terrorista –sentencia David desde el otro lado del mostrador lleno de botes de golosinas fabricadas en Cataluña.

Meshal da un discurso ante un poster de Mahbhou

En cierto modo David tiene razón. Es curioso pero, a raíz de la declaración comunitaria, parece que a la Unión le contraría más que se utilicen sus documentos en el asesinato de un presunto terrorista que el hecho de que un país con el que se tiene especiales y estrechas relaciones comerciales y políticas pueda haber cometido un crimen de estado.


-Ustedes han visto demasiadas películas de James Bond –declaraba el ministro de Exteriores hebreo, Avigdor Lieberman, en Bruselas.


A mi me ha resultado extraño que nadie le haya respondido que, efectivamente, nos habían obligado a tragarnos varias películas de espías –os las resumo en la web de RTVE - y que la mayoría estaban protagonizadas por sus servicios secretos. La más sonada de los últimos años ocurrió en Jordania, en 1997, cuando el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu,ordenó el asesinato de Khaled Meshal, ahora dirigente del Hamas en el exilio. Los agentes le introdujeron un líquido tóxico en el oído, pero fueron detenidos y las presiones internacionales forzaron al gobierno de Bibi a entregar el antídoto y poco después a liberar al Jeque Yassin, líder espiritual de la organización. Otros asesinatos como el de Imad Muhniyeh, jefe militar de Hezbolá, al que le colocaron un explosivo en el reposacabezas de su automóvil, hacen que vuelva a plantearse la pregunta de siempre: ¿Puede una democracia utilizar métodos terroristas para acabar con los presuntos terroristas?

Un café con Ariadna

Nunca había ido a recoger a una chica a la cárcel, pero hoy he quedado con Ariadna Jové, la española detenida ilegalmente por Israel, para hacerle una entrevista.

A las puertas de la prisión de Ramle, cerca de Tel Aviv, la activista propalestina hablaba en árabe con uno de los funcionarios israelíes. Por lo que pude entender, repasaban el inventario de los objetos personales que la activista catalana y su compañera australiana, Bridgette Chappel, habían vuelto a recoger a la penitenciaría tras su liberación, ayer. Ariadna me pareció muy tranquila, como si repasara la lista de la compra. Cuando terminó, sacó una kefiya –el pañuelo típico palestino– y se la anudó al cuello delante de los guardias.

-Con dos narices –pensé–.

El juicio a Jové obliga al Supremo a dictaminar si el Ejército y la Policía israelíes actúan legítimamente dentro de los territorios palestinos y, en concreto, en el "Área A" de Cisjordania. Ariadna Jove.

Nos fuimos a tomar café al paseo marítimo de Tel Aviv porque parte del compromiso alcanzado para su liberación es que no abandonen el territorio de Israel. Pedimos unos capuchinos, un café con hielo y una botella de agua mineral. Corría una brisa muy agradable en la terraza, junto al mar, en la que nos sentamos.

-Es difícil disfrutar de esto – dice Bridgette – cuando a 100 kilómetros de aquí está Gaza. Allí nadie puede disfrutar de la playa.

-Bueno –digo – pero ya que no podéis volver a Cisjordania, podéis disfrutar del mar durante unos días.

El caso de Ariadna y Bridgette supera el de una simple deportación. Fueron detenidas en Ramala, la capital de la Autonomía Palestina, donde, supuestamente, el ejército israelí no tiene jurisdicción y no es necesario el visado israelí. Según el gobierno palestino y el Movimiento de Solidaridad Internacional es una violación flagrante de los acuerdos de Oslo que pone de manifiesto que la ocupación israelí es un hecho.

-El ejército –dice Ariadna – rodeó la casa con varios vehículos y algunos blindados pequeños. Eran las dos y media o las tres de la mañana. Rompieron la puerta y entraron. Nos apuntaron con los fusiles M-16. Estábamos en pijama. Nos pidieron la documentación y nos dijeron: “¡Venga!, Os venís con nosotros”

Poco después de la entrevista hablo con Yoram, un izquierdista israelí que me echa la bronca.

-Los periodistas sois unos cagones. No os atrevéis a llamar a las cosas por su nombre. No se puede entrar en una casa a las tres de la mañana y detener a la gente por sus ideas políticas. Es un secuestro porque el ejército no puede salir de su territorio e ir a Palestina a detener a nadie de forma ilegal. Eso se llama terrorismo de estado.

La verdad es que resulta curioso que la autoproclamada “única democracia de Oriente Próximo” utilice métodos de los que se sentirían orgullosos Pinochet, Franco o Videla: entrar de madrugada a detener a los personajes molestos. Los izquierdistas israelíes y los activistas extranjeros denuncian que los servicios secretos y las fuerzas de seguridad les acosan cada vez más.

Los acuerdos de Oslo establecen tres zonas –A, B y C – dentro de la Autonomía Palestina. Los soldados israelíes sólo pueden operar en la Zona A – bajo total control de la policía palestina y donde fueron detenidas las activistas– cuando exista una amenaza grave para la seguridad y siempre en coordinación con la policía palestina. Algo que, en este caso, no se ha producido. Es cierto que Ariadna y Bridgette han participado en algunas protestas contra el Muro y han ayudado a recoger aceitunas a los palestinos para que los colonos judíos no los apedreen...

!Quien sabe!, quizás eso sea una grave amenaza para el estado israelí.

Livni se queda sin Harrods

Hoy se me hace difícil respirar en Jerusalén. Tengo mucha tos y hay hamsin, una especie de tormenta de arena que lo llena todo de polvo. Los diminutos granos de polvo se meten en los pulmones y los ojos molestan mucho. Pienso en ello mientras me dirijo a la Universidad Hebrea de Jerusalén. He quedado con un profesor de ciencias políticas, Mario Schneider.

-La ofensiva contra Gaza – dice – cambió el panorama político de la zona. Ha reducido los lanzamientos de cohetes palestinos en un 90% pero también ha perjudicado a Israel. Se ha acusado al ejército de uso desproporcionado de la fuerza y varios países han admitido a trámite denuncias contra miembros del gobierno y la clase política.

Las autoridades israelíes están que se suben por las paredes. La jefa de la oposición, la ex ministra de Exteriores, Tzipi Livni, se ha tenido que quedar en casa para no ser arrestada en Londres. Un tribunal británico había dictado una orden de detención para investigar su responsabilidad en la operación “Plomo Sólido” que el ejército israelí desató contra la franja de Gaza, a finales del año pasado. Según la mayoría de las ONGs y la ONU, murieron unos 1.400 palestinos, más de la mitad civiles – muchos de ellos mujeres y niños – y 13 israelíes, 10 de ellos militares que participaron en los combates.

Tzipi Livni, jefa de la oposición israelí

Israel asegura que era una operación para acabar con los lanzamientos de cohetes Qassam desde la franja de Gaza contra sus ciudades fronterizas. Más de 20 Israelíes han muerto en los 8 años que la organización integrista Hamas ha estado disparando esos proyectiles. En el mismo periodo, han muerto cerca de 3.000 palestinos en los diferentes ataques de la aviación y el ejército hebreo.

Hace unos meses, un juez surafricano de origen judío, Richard Goldstone, realizó un informe para las Naciones Unidas. Su conclusión fue que había indicios suficientes de que, tanto Israel como Hamas, habían cometido crímenes contra la humanidad durante la citada operación. El informe era especialmente crítico con Israel, que puso el grito en el cielo y lo tachó de parcial, entre otras cosas.


El juez Goldstone

No es la primera vez que algún miembro del gobierno hebreo tiene que cancelar un viaje ante la posibilidad de que le detengan en un país extranjero. Hace unos meses, el juez Andreu, de la Audiencia Nacional española, admitió una denuncia contra varios dirigentes israelíes, entre los que estaba el ministro de defensa Ehud Barak.

Este tipo de actuaciones de la justicia no son bien recibidas en Israel. Generalmente se suele responsabilizar a los gobiernos de los países de donde ha surgido la denuncia y apelar a ellos para que corrijan la situación. Es extraño porque éste es un país que presume de ser la única democracia de Oriente Próximo y se supone que la independencia del poder judicial está fuera de toda duda.

Hace unos meses, cuando fue la justicia española la que hizo lo mismo, entrevisté a un analista palestino, el doctor Yad Isaah, en su despacho de Ramala.

-Si hubiera un tribunal internacional competente – dijo – no habría que recurrir a la justicia de los países. Pero nadie persigue los crímenes de los ocupantes. A un palestino le llaman terrorista porque pone una bomba en una cafetería. Posiblemente lo sea pero, ¿qué pasa con el militar que dispara su cañón contra una casa llena de civiles, mujeres y niños? Ha ocurrido muchas veces. ¿Es inocente por vestir un uniforme?

Sin embargo, sólo los tribunales internacionales creados ad hoc, es decir, específicamente para determinados casos –como el de Ruanda o la antigua Yugoslavia– pueden juzgar a un responsable político o militar por crímenes de guerra.

CDs contra los ayatollahs

Ayer, volvieron a cortar internet en Teherán. Es la medida más recurrente a la hora de impedir que los estudiantes se movilicen para protestar contra el régimen. Hoy la policía ha cargado de nuevo contra ellos. Porrazos, gases lacrimógenos y tiros al aire. Al menos, eso es lo que dicen los testigos porque, una vez más, la prensa lo tiene difícil.

-Han revocado los permisos a los periodistas – me decía por correo electrónico un amigo que conocí en mi último viaje a Teherán – No podremos cubrir la manifestación. Ni siquiera los medios locales. Sólo habrá información oficial porque temen que se convierta en otra protesta multitudinaria.

16AZAR TEHRAN4 Protestas en Teherán.

El 7 de diciembre de 1.953 la policía del Sha de Persia mató a Ahmad Ghandchi, Shariat-Razavi y Bozorg-Nia, 3 estudiantes que protestaban por la visita del entonces vicepresidente Nixon. Los universitarios acusaban a la CIA de participar en el golpe de estado que derrocó al entonces primer ministro Mohammad Mossadegh. Tras la Revolución Islámica, en 1.979, el régimen adoptó la fecha y trató de convertirla en una jornada que mostrara al mundo el apoyo de los jóvenes. Años después, la realidad social de Irán ha dado la vuelta a la tortilla. Ahora son los ayatollahs los que aporrean a los estudiantes en tan señalada fecha.

Las primeras noticias hablan de, al menos, dos chicas detenidas y de la Universidad de Teherán rodeada por las fuerzas de seguridad. Será difícil saber el alcance de los disturbios y sobre todo, de la represión porque el régimen ha puesto todo su empeño en evitarlo. No quieren que se vuelvan a repetir imágenes tan brutales como las que se vieron cuando aplastaron de forma implacable a los partidarios de la oposición tras las elecciones del pasado verano. Entonces, decenas de estudiantes murieron y muchos más fueron detenidos. Cinco de ellos han sido condenados a muerte.

-Los disturbios han acabado pero la represión continúa – me decía hace un par de meses Ahmed, un iraní de unos 30 años que estudia en España – Durante los próximos meses, será más dura.


También en Isfahan, Shiraz...

Ahmed es de buena familia, el típico estudiante reformista de Teherán. Moreno, no muy alto y con el pelo peinado hacia atrás, apuraba una caña cerveza en la Alarcia, una cervecería de la plaza de Felipe II, en Madrid. La destreza con la que cogió y peló una de las famosas gambas que ponen de aperitivo me hizo sonreir porque recordé lo mal que se le daba cuando llegó a España, hace varios años. Ahora es un experto.

-¿Y tu novia? -Pregunté.

-Está allí. Está haciendo CDs.

-Debería tener cuidado.

Me explicó que hoy por hoy es el método más seguro y efectivo de propaganda. Las autoridades iraníes suelen echar abajo internet cada vez que sospechan que la oposición pretende movilizarse así que, los activistas, han tenido que volver a algunos métodos tradicionales como los panfletos.

-Lo de los CDs es lo más seguro –dice – Los correos electrónicos o el teléfono pueden espiarse y las páginas web cerrarse. Si te pillan con panfletos te arrestan pero a un CD no hay que ponerle etiqueta y caben muchos archivos dentro. Si no se sabe dónde buscar, es muy difícil encontrar propaganda. Pueden tardar horas. Chequear cada CD que lleve una persona por la calle no es tan fácil para la policía.

-Supongo que al final conseguiréis algo.

-No si no nos ayudan a contar lo que pasa.

Lo que Ahmed pide no son interferencias extranjeras sino apoyo. Forma parte de los que piensan que si las potencias extranjeras no se andan con pies de plomo, pueden provocar un enroque de los sectores más conservadores del régimen.


Vídeo de propaganda de la oposición en YouTube.

Los asentamientos judíos o el cuento de nunca acabar.

Gilo, el asentamiento judío donde el gobierno israelí ha autorizado la construcción de 900 nuevas viviendas, está cerca de mi casa. Se le llama asentamiento pero en realidad es una ciudad construida en territorios ocupados por Israel en la guerra de 1967. Se entra por una gran calle que tiene cuatro carriles, dos para cada sentido. Hay transporte público, escuelas, supermercados, restaurantes y centros comerciales. Allí viven 50.000 colonos judíos y no es la colonia más grande. Maale Adummin tiene unos 65.000 y otros, como Ariel, pasan de 25.000 y tienen polígonos industriales en los que hay establecidas algunas grandes multinacionales.


Conocer los asentamientos es necesario porque el término español no refleja la realidad de la situación. Cuando lo empleamos en castellano, nos viene a la cabeza una población más o menos pequeña habitada por unas decenas o centenares de colonos. De esos también hay, pero no son los más problemáticos en el conflicto entre israelíes y palestinos. Los que realmente constituyen un obstáculo para la paz son los grandes asentamientos como Gilo, Maale Adummin, Ariel o Har Homa construidos más por razones políticas, que habitacionales. Por ejemplo, el de Ariel domina el acuífero central de Cisjordania; Maale Adummin, Pisgat Zeev o Har Homa forman un cinturón alrededor de los barrios palestinos de Jerusalén Este que altera el equilibrio demográfico de la ciudad y aísla los barrios musulmanes ocupados del resto de Cisjordania, lo que algún día podría ser el futuro Estado Palestino. UN propósito al que también ayuda el muro de separación que Israel construye unilateralmente, ignorando las fronteras reconocidas por las Naciones Unidas, las anteriores a la guerra de 1967.


Tanto el muro como los asentamientos son ilegales según el Derecho Internacional. La mayoría de los expertos coinciden en que las colonias judías son contrarias, principalmente, al artículo 49 del Cuarto Convenio de la Convención de Ginebra, sobre las “deportaciones, traslados y evacuaciones” y en mi opinión, también al 47 sobre la “intangibilidad de derechos de las personas” , en este caso, las que viven en los territorios ocupados. Además, la mayoría de la comunidad internacional considera que violan varias resoluciones del Consejo y la Asamblea General de las Naciones Unidas.


La legislación interna israelí distingue entre asentamientos legales e ilegales pero para el derecho internacional, todos son ilegales. De ahí la polémica levantada en la Unión Europea porque los productos de las colonias, fabricados en los territorios ocupados y no en Israel, se están beneficiando de los acuerdos preferenciales del estado hebreo con la Unión aunque son contrarios al Derecho Internacional. Quienes se establecen en allí –particulares y empresas – se benefician, por ejemplo, de que los precios del suelo son más baratos.


Los asentamientos son uno de los obstáculos fundamentales para el proceso de paz, estancado desde la llegada de Benjamin Netanyahu al poder. Más de 450.000 colonos judíos viven en los territorios ocupados – Jerusalén Este, Cisjordania y los altos del Golán –. Los palestinos, las Naciones Unidas y la mayoría de la comunidad internacional piden que Israel congele su crecimiento y el gobierno de Ramala lo exige para volver a sentarse en la mesa de negociaciones.


En un principio, el presidente Obama apoyaba esa postura hasta que su secretaria de estado, Hillary Clinton, abofeteó al jefe de gobierno palestino, Mahmoud Abbas, al exigirle que negociara sin precondiciones. Días después, Abbas anunciaba que no se presentaría a la reelección y la diplomacia palestina, ante el estancamiento de las negociaciones, ponía en marcha una iniciativa para recabar apoyos entre la comunidad internacional y llevar ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la posibilidad de proclamar el Estado Palestino. Netanyahu lo tachó de inaceptable y puso sobre la mesa – en una sutil estrategia negociadora que se conoce como “no quieres caldo, pues tomo dos tazas” – 900 nuevas viviendas en el asentamiento de Gilo.


La UE se mostró consternada por la ampliación y Estados Unidos dijo que en un momento en el que se estaba tratando de reactivar las negociaciones, este no era el mejor gesto. Pero, ninguno ha hecho nada.


Básicamente esa es la historia de los asentamientos. La que explica porqué en más de 40 años las colonias judías en los territorios palestinos han alcanzado una población de casi 500.000 personas. Un episodio más en la historia de la ocupación israelí, la más larga del siglo XX y continúa en el XXI.

¿Terroristas Judíos?

Jaakov Tytell es un colono judío que aparece con cara de pocos amigos en la foto que ha distribuido la policía israelí. Su mirada parece la de alguien profundamente convencido de lo que hace. Las fuerzas de seguridad israelíes le han detenido, entre otras "proezas", por el asesinato de dos palestinos –un taxista y un pastor – y por mandar una bomba a la casa de un judío mesiánico, que causó graves heridas a un chico de 13 años, y otra a la casa de un conocido profesor universitario israelí.

El caso no está cerrado. Ahora, la policía investiga si además estuvo implicado en otro tipo de ataques similares que aún están por resolver.

Según los medios de comunicación locales, Tytell es un extremista de la derecha judía religiosa nacido en Estados Unidos. Uno de esos tipos convencidos de que Israel no puede renunciar a un sólo milímetro cuadrado de Eretz Israel, la tierra que Yahvé prometió al pueblo elegido, que incluye el territorio palestino. Para estos radicales, las fronteras internacionales no tienen sentido y ellos deben luchar por esas tierras.

-Es metódico y calculador – aseguraba un experto en la radio israelí – por eso nos ha costado 12 años detenerlo.

Tytell está casado y tiene cuatro hijos. En su casa, se han encontrado fusiles de asalto, pistolas y material explosivo. Según el ministerio del Interior, ya ha confesado ser el autor de varios atentados. Una nota que se encontró en uno de ellos, decía que buscaba venganza contra los palestinos por los atentados suicidas cometidos por Hamas.

La mayoría de la prensa israelí le califica de presunto terrorista que actuaba de forma aislada. Otros medios de comunicación advierten del problema que puede suponer que cunda su ejemplo entre una comunidad tan radical, como son los colonos judíos. 450.000 personas que viven en multitud de asentamientos po toda Cisjordania, considerados ilegales por el Derecho Internacional. Se trata de poblaciones que, en muchos casos, son auténticas ciudades con decenas de miles de habitantes.

-No hay que menospreciar a estos salvajes –me dice Yohav, el camarero de la cafetería donde suelo tomar café al ir al trabajo– Ya mataron a Rabin y mira el de la Mezquita de Hebrón... Se cargó a cincuenta, ¿no?

-Cincuenta y seis –preciso – y también era americano

-Sí, de Brooklyn

Yohav es un joven camarero nacido en Haifa, en la costa, al norte del país. Es delgado, cuida su aspecto y no le gusta el ambiente religioso y estricto de Jerusalén. Durante muchos años vivió en Tel-Aviv, hasta que su novia consiguió un buen trabajo en esta ciudad disputada y se mudaron. Es laico -yo diría que de izquierdas- y no le gustan ni los colonos, ni los religiosos. Forma parte de los israelíes partidarios de la solución de los dos estados para los que los asentamientos son un obstáculo para la paz.

-Tytell es un terrorista y ya tenemos bastante con los terroristas de Hamas –continúa Yohav- el Estado debe demostrar que somos una democracia. Tiene que actuar con contundencia.

Hace malo. Mucho viento y lluvia racheada. Me abrocho la cazadora mientras termino mi café expreso y no puedo evitar preguntarle a Yohav antes de salir.

-Por cierto, si los tribunales le encuentran culpable de terrorismo, ¿destruirán su casa? –pregunto porque, desde mediados de la segunda intifada, el ejército israelí destruye las casas de los terroristas suicidas palestinos como forma de disuadir a otros que quieran seguir su ejemplo.

-Sabes que no estoy de acuerdo con eso –replica Yohav.

-Tienes razón –respondo mientras pago mi café y me arrepiento de haber hecho esa pregunta a uno de los muchos israelíes que no comulgan con los fanáticos.

Óscar Mijallo


¿Desde qué muro? Porque aquí hay muchos muros.
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