Prostitutas, apuestas ilegales y España campeona de Europa
Mi amigo Hany, un hombre de negocios palestino de Jerusalén Este, estaba bastante bebido el sábado por la noche. Apuraba otro vodka con hielo y rodajas de limón en la barra del impresionante jardín del American Colony, entre palmeras, buganvillas y olor a menta recién regada.
- Hola, Óscar – dijo agarrándome del brazo –. Espero que mañana gane España
- Hola, Hany. Yo también
- Pero yo más que tú… Te lo aseguro.
- ¡Imposible, tío! Yo soy español.
- Ya, pero yo he apostado 50.000 dólares y, si ganáis, te invito a lo que quieras.
Hany no quiso decirme a cuánto estaban las apuestas así que, no sé cuánto ha ganado pero me alegro por él. Reconozco que si los hubiera perdido no me hubiera importado demasiado. A él tampoco porque Hany, es uno de esos palestinos adinerados que han sabido sobrevivir a la ocupación y amasar una fortuna considerable.
Hacía una noche estupenda y Jaqs, un proxeneta cristiano-palestino septuagenario que trae prostitutas rusas de Tel-Aviv a Jerusalén, venía en mangas de camisa. Jaqs no tiene prejuicios. Proporciona chicas a judíos, cristianos o musulmanes de todas las nacionalidades. Cuando me vio, esbozó una sonrisa y se acercó.
- Hola, Óscar. ¿Cómo estás? –me dijo en un árabe pausado, para que lo entienda un extranjero– Mañana vais a ganar.
- ¿Tú también has apostado? – contesté, dando por hecho que el apoyo de Jaqs tenía que deberse a algún motivo económico.
- No, yo no me juego el dinero. Eso no está bien y no es inteligente.
- Y, ¿por qué quieres que gane España?
- Me cae mejor y mi socio y yo tenemos una casa de apuestas. Casi nadie apostó por España al inicio del torneo y, si gana, tendremos que pagar menos que si lo hacen los alemanes.
- ¿Quieres un whisky? – le ofrecí.
- No, gracias. Tengo que volver a Tel-Aviv. Mejor mañana. Unos alemanes quieren ver el partido con tres chicas. La fiesta durará toda la noche y no tendré que conducir.
Prostitución, apuestas ilegales y, a saber qué más. Jaqs es un “pieza” pero, es uno de esos tipos a los que casi todo les sale bien y, por eso, mientras me marchaba, no podía dejar de pensar en que España iba a ganar la final.