Los asentamientos judíos o el cuento de nunca acabar.
Gilo, el asentamiento judío donde el gobierno israelí ha autorizado la construcción de 900 nuevas viviendas, está cerca de mi casa. Se le llama asentamiento pero en realidad es una ciudad construida en territorios ocupados por Israel en la guerra de 1967. Se entra por una gran calle que tiene cuatro carriles, dos para cada sentido. Hay transporte público, escuelas, supermercados, restaurantes y centros comerciales. Allí viven 50.000 colonos judíos y no es la colonia más grande. Maale Adummin tiene unos 65.000 y otros, como Ariel, pasan de 25.000 y tienen polígonos industriales en los que hay establecidas algunas grandes multinacionales.
Conocer los asentamientos es necesario porque el término español no refleja la realidad de la situación. Cuando lo empleamos en castellano, nos viene a la cabeza una población más o menos pequeña habitada por unas decenas o centenares de colonos. De esos también hay, pero no son los más problemáticos en el conflicto entre israelíes y palestinos. Los que realmente constituyen un obstáculo para la paz son los grandes asentamientos como Gilo, Maale Adummin, Ariel o Har Homa construidos más por razones políticas, que habitacionales. Por ejemplo, el de Ariel domina el acuífero central de Cisjordania; Maale Adummin, Pisgat Zeev o Har Homa forman un cinturón alrededor de los barrios palestinos de Jerusalén Este que altera el equilibrio demográfico de la ciudad y aísla los barrios musulmanes ocupados del resto de Cisjordania, lo que algún día podría ser el futuro Estado Palestino. UN propósito al que también ayuda el muro de separación que Israel construye unilateralmente, ignorando las fronteras reconocidas por las Naciones Unidas, las anteriores a la guerra de 1967.
Tanto el muro como los asentamientos son ilegales según el Derecho Internacional. La mayoría de los expertos coinciden en que las colonias judías son contrarias, principalmente, al artículo 49 del Cuarto Convenio de la Convención de Ginebra, sobre las “deportaciones, traslados y evacuaciones” y en mi opinión, también al 47 sobre la “intangibilidad de derechos de las personas” , en este caso, las que viven en los territorios ocupados. Además, la mayoría de la comunidad internacional considera que violan varias resoluciones del Consejo y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La legislación interna israelí distingue entre asentamientos legales e ilegales pero para el derecho internacional, todos son ilegales. De ahí la polémica levantada en la Unión Europea porque los productos de las colonias, fabricados en los territorios ocupados y no en Israel, se están beneficiando de los acuerdos preferenciales del estado hebreo con la Unión aunque son contrarios al Derecho Internacional. Quienes se establecen en allí –particulares y empresas – se benefician, por ejemplo, de que los precios del suelo son más baratos.
Los asentamientos son uno de los obstáculos fundamentales para el proceso de paz, estancado desde la llegada de Benjamin Netanyahu al poder. Más de 450.000 colonos judíos viven en los territorios ocupados – Jerusalén Este, Cisjordania y los altos del Golán –. Los palestinos, las Naciones Unidas y la mayoría de la comunidad internacional piden que Israel congele su crecimiento y el gobierno de Ramala lo exige para volver a sentarse en la mesa de negociaciones.
En un principio, el presidente Obama apoyaba esa postura hasta que su secretaria de estado, Hillary Clinton, abofeteó al jefe de gobierno palestino, Mahmoud Abbas, al exigirle que negociara sin precondiciones. Días después, Abbas anunciaba que no se presentaría a la reelección y la diplomacia palestina, ante el estancamiento de las negociaciones, ponía en marcha una iniciativa para recabar apoyos entre la comunidad internacional y llevar ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la posibilidad de proclamar el Estado Palestino. Netanyahu lo tachó de inaceptable y puso sobre la mesa – en una sutil estrategia negociadora que se conoce como “no quieres caldo, pues tomo dos tazas” – 900 nuevas viviendas en el asentamiento de Gilo.
La UE se mostró consternada por la ampliación y Estados Unidos dijo que en un momento en el que se estaba tratando de reactivar las negociaciones, este no era el mejor gesto. Pero, ninguno ha hecho nada.
Básicamente esa es la historia de los asentamientos. La que explica porqué en más de 40 años las colonias judías en los territorios palestinos han alcanzado una población de casi 500.000 personas. Un episodio más en la historia de la ocupación israelí, la más larga del siglo XX y continúa en el XXI.