Una de espías
Al contrario que en la declaración de la Unión Europea –que no menciona expresamente a Israel– aquí, casi todo el mundo tiene claro que es el Mossad quien está detrás del asesinato de Mahmoud al-Mabhouh, jefe de suministros de la organización integrista palestina Hamas.
Avigdor Lieberman
-Deben ser los únicos que no lo tienen claro –me decía entre risas el tendero del establecimiento donde esta mañana he parado a comprar un paquete de chicles–. Te aseguro que solo viendo la forma de actuar y de moverse de esa chica sé que es israelí.
-Pero entonces, ha sido una operación un poco chapucera ¿no crees?
-¿Y qué más da? Era un terrorista y está muerto. Para eso está el Mossad.
-Ya –respondo mientras intento decidirme entre el sabor de menta y el de frambuesa– pero han utilizado pasaportes europeos y se ha abierto una crisis diplomática con varios países de la Unión Europea.
-Sí, pero mañana estará olvidada y el tipo ese seguirá muerto. Además, lo que les preocupa a los ingleses es que hayan utilizado sus documentos, no que se hayan cargado a ese terrorista –sentencia David desde el otro lado del mostrador lleno de botes de golosinas fabricadas en Cataluña.
Meshal da un discurso ante un poster de Mahbhou
En cierto modo David tiene razón. Es curioso pero, a raíz de la declaración comunitaria, parece que a la Unión le contraría más que se utilicen sus documentos en el asesinato de un presunto terrorista que el hecho de que un país con el que se tiene especiales y estrechas relaciones comerciales y políticas pueda haber cometido un crimen de estado.
-Ustedes han visto demasiadas películas de James Bond –declaraba el ministro de Exteriores hebreo, Avigdor Lieberman, en Bruselas.
A mi me ha resultado extraño que nadie le haya respondido que, efectivamente, nos habían obligado a tragarnos varias películas de espías –os las resumo en la web de RTVE - y que la mayoría estaban protagonizadas por sus servicios secretos. La más sonada de los últimos años ocurrió en Jordania, en 1997, cuando el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu,ordenó el asesinato de Khaled Meshal, ahora dirigente del Hamas en el exilio. Los agentes le introdujeron un líquido tóxico en el oído, pero fueron detenidos y las presiones internacionales forzaron al gobierno de Bibi a entregar el antídoto y poco después a liberar al Jeque Yassin, líder espiritual de la organización. Otros asesinatos como el de Imad Muhniyeh, jefe militar de Hezbolá, al que le colocaron un explosivo en el reposacabezas de su automóvil, hacen que vuelva a plantearse la pregunta de siempre: ¿Puede una democracia utilizar métodos terroristas para acabar con los presuntos terroristas?