Chapó por la prensa israelí (el otro Israel II)
Una vez más me quito el sobrero ante la prensa israelí. Me descubro ante profesionales que se arriesgan a publicar lo que no gusta a su gobierno ni a los radicales. Los principales periódicos israelíes llevan días denunciando que sus autoridades fronterizas prohibieron la entrada al profesor Noam Chomsky, de origen judío y uno de los más brillantes pensadores de nuestra era.
Noam Chomsky
El pasado domingo, Noam Chomsky -lingüista, matemático y filósofo- intentó entrar en Cisjordania, procedente de Jordania. Su intención era dar una conferencia en la Universidad de Bir Zeit, en Ramala, capital de la Autonomía Palestina.
Intento imaginar la cara del pensador estadounidense cuando un guardia de fronteras israelí, casi adolescente, le negó la entrada. Chomsky es anarquista y a pesar de tener ascendencia judía, ha sido muy crítico con la ocupación israelí de los territorios palestinos y con algunas políticas, como la construcción del muro.
Todo el genio de Chomsky, cuyas investigaciones han contribuído decisivamente al desarrollo de la Teoría de la Computación y, por tanto, del lenguaje de los ordenadores, se topó de frente con la seguridad hebrea. ¡Batalla perdida para la razón... allí donde los seres humanos, aun poseyendo inteligencia, tienen orden de dejarla a un lado! Aunque, lamentablemente, este es un mal que comienza a extenderse, especialmente, por los aeropuertos de todo el mundo.
Bueno, lo cierto es que el filósofo anarquista ha sido un pensador incómodo desde hace décadas. Ha criticado las dictaduras totalitarias estalinistas, las políticas estadounidenses y la guerra de vietnam y el recorte en las libertades individuales, entre otras muchas injusticias de nuestro tiempo. Es, en definitiva, un pensador incómodo para los intransigentes.
El gobierno israelí asegura que se trató de un error, pero el hecho es que Chomsky fue interrogado durante horas, en el puesto fronterizo del Puente de Allenby -como nos ocurre frecuentemente a muchos extranjeros y, sobre todo, a los palestinos-. Al final, tuvo que regresar a Ammán.
La mayoría de la prensa israelí no tardó en reaccionar. El Haaretz, uno de los diarios más prestigiosos, aseguraba en su editorial que el gobierno hebreo debía pedir perdón a Chomsky. El Yediot Aharonot, el periódico más leído, mantenía que la conducta de su gobierno no es propia de la democracia que pretende ser Israel y que su actuación supone un recorte también para las libertades de los israelíes.
Profesionales israelíes como Amira Hass, entre otros, han puesto el grito en el cielo. Son escritores valientes que no les duelen prendas en criticar la injusticia, la cometa quien la cometa, incluido el propio Estado. A ellos se unen gente como Yehuda Shaul, de Breaking the Silence, una ONG de ex-militares hebreos que denuncian los abusos del ejército; o Meir Margalit, un ex colono que ahora combate las demoliciones de casas palestinas.
-Yo luché en la guerra de 1.948 para tener un Estado que estuviera dentro de la legalidad internacional, en las fronteras que nos dio la ONU. No para ocupar las tierras de nadie -Me decía una pionera sionista que vino de Argentina y que ahora vive en un kibutz cercano a Gaza.
Estos periodistas y activistas son gente valiente que se enfrentan, en muchos casos al rechazo de sus compatriotras que, a menudo, les tachan de traidores. Sin embargo, no cesan en su empeño de luchar por un Israel más justo y democrático.
¡Ah!, se me olvidaba. A pesar de sus 81 años, Chomsky no ha tirado la toalla. Sus palabras se escucharán en Ramala por videoconferencia.