2 posts de julio 2008

Mind the gap, Martinsa

Quienes habeis viajado por el metro de Londres habreis escuchado el mensaje que se repite en todas las estaciones cuando el tren se detiene: !Mind the gap! Advierte la megafonía. !Cuidado con el escalón...con el peldaño...con el vacío...con el hueco, en definitiva, que queda entre el andén y el vagón. Y es que la palabra "gap" tiene diferentes significados. Además de estos que cito hay que añadir otro: "gap year", que es el año sabático que se toman los estudiantes anglosajones antes de empezar en la universidad.

El caso es que estos días he cambiado el bus nº 7 (la ciudad está llena de turistas y el tráfico insoportable) por el metro. Más sucio e incómodo, pero más rápido. Aprovecho el trayecto para leer uno de los muchos periódicos gratuitos que se reparten en las estaciones, y que estos días están llenos de anuncios inmobiliarios, y no puedo evitar pensar en un encuentro que tuve con el presidente de Martinsa, Fernando Martín, en Rabat, hace algo más de un año. Me lo ha recordado mi amigo Luis de Vega, corresponsal de ABC en Marruecos y uno de los periodistas españoles que mejor conoce ese país. Les recomiendo su blog "La frontera débil".

A lo que iba. Fernando Martín viajó a Marruecos hace algo más de un año para mantener diversos contactos con el entonces primer ministro Dris Yetou. Los proyectos de la inmobiliaria española en Marruecos eran cada vez más ambiciosos y contar con el visto bueno del gobierno se hacía imprescindible. Fernando Martín tuvo la gentileza de invitarnos a un grupo de corresponsales españoles en Rabat a comer en un conocido restaurante de la ciudad, donde, acompañado por varios de sus asesores, nos explicó la política de su empresa y sus intenciones en Marruecos. De aquel encuentro guardo varios recuerdos. El primero fue la imagen de hombre campechano y directo de Fernando Martín. No hablaba francés, y sospecho que ningún otro idioma, aparte del español, pero tenía las cosas muy claras para moverse por el extranjero. Respondía, así lo creo, a la imagen del empresario español del momento. Lo segundo que recuerdo fue la observación a quemarropa que una querida colega de profesión le hizo a los postres. "Mi hermana -le dijo mi colega- le ha comprado una casa a usted en Madrid y a los pocos meses se le ha agrietado la chimenea". Ni corto ni perezoso, Fernando Martín le dio su nº de móvil y le dijo que se pusiera en contacto con él. Parecía que de un momento a otro el propio Martín se iba a poner el mono de trabajo para reparar la grieta personalmente.

Lo último que recuerdo de esa comida fue el interés personal que Fernando Martín mostró por cada uno de nosotros. Quería saber qué nos llevaba a salir de España con nuestras familias e ir a vivir a Marruecos. Qué motivos teníamos cada uno de nosotros para tomar esa decisión. La reflexión final que hizo fue algo así: "Claro, es muy importante viajar al extranjero, conocer otras culturas, otros idiomas, otra gente..." Y sentenció: "El dinero no es lo más importante en la vida"... Sobre todo cuando te sale por las orejas, pensé yo.

Ahora se ha declarado en suspensión de pagos. Dice Solbes que es que tomó demasiados riesgos. Que se confió.

Llego a la estación de Great Portland Street, la mía, y escucho por la megafonía el "mind de gap". No lo puedo evitar, me acuerdo de Martinsa.

Crisis? What crisis?

Fíjense bien que he puesto crisis y no “slowdown” (desaceleración) que dirían los autores de “from lost to the river” (de perdidos al río). Y es que la situación que se está viviendo en la capital británica merece pararse a pensar un minuto. Casi todos ustedes habrán oído hablar de lo carísimos que son aquí los pisos. Me río de los precios de mi querida Donosti, Madrid o Barcelona. Vivir aquí cuesta un Congo, que se decía antes, y si vienes de estudiante, que es como viene la mayoría de nuestros jóvenes a aprender inglés o lo que sea, no te queda más remedio que compartir piso. Lo más grave no es eso, -lo hemos hecho todos cuando éramos universitarios- lo malo es que por lo que pagas por tener una habitación a medias, en la periferia, a una hora en metro del centro y en un barrio de dudosa seguridad podrías vivir en España como el marajá de Kapurtala.

El caso es que, según los especialistas, la profunda crisis que vive el sector inmobiliario londinense se está salvando gracias a estos alquileres. Los precios de los pisos en el Reino Unido llevan una trayectoria descendente desde hace ocho meses. Hace unos días, el diario The Guardian aseguraba que la caída de los precios inmobiliarios es la mayor de los últimos 16 años y que todavía descenderán más. En lo que va de año han bajado un 6,3% y la alarma de los precios inmobiliarios es que éstos pueden caer hasta un 20%. Por ejemplo, una propiedad que costaba 186.000 libras (unos 220.000 euros) ahora cuesta 172.000 libras.

Pero paradójicamente los precios de los alquileres no bajan, por lo menos en Londres. Y es que esta es una ciudad por la que pasan cada año millones de personas de los cinco continentes que, en su mayoría, nunca se plantearán comprarse una vivienda aquí, entre otras cosas porque su proyecto de vida no pasa por establecerse aquí.

A todo esto hay que añadir la fiebre consumista que rodea a esta gran urbe. Les voy a dar un par de datos de esos que te dejan la boca abierta dos minutos: la demanda de automóviles Rolls-Royce ha alcanzado niveles sin precedentes y un concesionario del elegante barrio de Mayfair ha superado en ventas a los de Beverly Hills, en California. Este año, dicha tienda ha vendido 60 unidades del modelo Phantom, un 25 por ciento más que el año pasado, pese a que su precio oscila entre las 265.000 libras (371.000 euros) y las 400.000 (560.000 euros) que cuestan las limusinas especiales que tienen bar con champán, "bodega" y humidificador de cigarros.

Los que hayan resistido la lectura de este artículo hasta aquí se preguntarán adónde quiero llegar. Y si les digo la verdad, no lo sé. Tal vez demostrar que es cierto que mientras unos sufren (sufrimos) la crisis, otros se preguntan ¿What crisis?

Miguel Ángel Idígoras


El título de este blog “London.es” no es más que una declaración de intenciones. La realidad de esta ciudad británica –que para muchos es la menos británica de las ciudades británicas- y de un país pero desde la perspectiva de un español.
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