De derrota en derrota hasta la victoria final
No se trata de ningún ejercicio de agudeza visual. Hace unos meses quizá les hubiera podido poner en un ligero aprieto, pero sería inútil intentarlo ahora. Aquí, en el Reino Unido, sin embargo lo han intentado. Así, mientras medio mundo tira cohetes por la victoria de Obama (también aquí) en UK no dejan pasar la oportunidad de tener su propio Obama, que no es otro, como habrán adivinado, que Lewis Hamilton. Y es que, salvando las distancias, los dos han conseguido sendas hazañas. Son los primeros hombres de color que se convierten en presidente de los EE.UU. y en campeón del mundo de F-1, respectivamente. Al joven piloto, que celebraba su triunfo en la sede de McLaren, un periodista le ha preguntado si se siente identificado con Obama...Por aquello del color, las dificultades iniciales, su origen humilde, etc. Aunque asegura tener simpatía por él, Hamilton ha sido tajante: "Yo no represento a ninguna minoría racial cuando corro. Soy un deportista y un ejemplo para muchos jóvenes".
Llegados hasta aquí, me van a permitir sin embargo que dé un pequeño salto, sobre todo para justificar el título del post. Y es que aparte de Obama y Hamilton, estos días me ha llamado la atención un personaje que ha generado en mí cierta admiración. Se trata del boxeador inglés Peter Buckley. Ha decidido colgar los guantes después de 300 combates y un record que nadie ostenta: 256 derrotas. Su vida ha sido el ring, sobre todo la lona. Llegó incluso a boxear un combate solo unas pocas horas después de haber perdido una pelea. Subió al cuadrilátero todavía con el ojo morado. No hubo ningún comité médico que le encontrara falto de condiciones ni anomalía que le impidiera boxear. Siempre estuvo en forma, más o menos. Cuando le han preguntado por qué ha seguido en el boxeo a pesar de ser derrotado continuamente, Buckley ha contestado que gracias al boxeo dejó la calle, donde era un delincuente, encontró pareja y tiene una familia con la que es feliz. Está claro que este hombre ha ido de derrota en derrota, hasta la victoria final. Cuando les digo a mis hijos que este tipo me parece admirable me miran con cara rara: a loser! (un perdedor, lo oyen en el cole). Trato de decirles que está muy bien ser Obama, Hamilton, Nadal, Alonso...Llegar desde abajo y cumplir tu sueño, pero que no es menos importante levantarse cuando a uno lo tumban.
Y es que escribo esto desde la cama. Nokeado por un achuchón que me ha dejado tres días en la lona. Por eso quizá a quien más admiro en estos momentos es a Buckley.