Amapolas, canciones y ejércitos buenos
Estamos en pleno mes (no es exactamente un mes, no hay fecha de arranque) de la amapola en la solapa en el Reino Unido. Quien haya estado por aquí en estas fechas, o visto alguna cadena de televisión británica, habrá reparado en que hay una época del año en que casi todos los políticos, casi todos los periodistas de televisión (sobre todo de la BBC) y muchas personas por la calle lucen en la solapa una amapola de tela o papel.
Es un homenaje anual a los veteranos de su ejército. Una tradición que tiene sus orígenes en la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra, y en un poema, "En los campos de Flandes" (In Flanders Fields) de John McCrae. Según tengo entendido, la idea original no fue británica, pero al final creo que es aquí donde más ha arraigado. Tanto que incluso hay disidencias, quienes se niegan a seguir la tradición porque la ven como una forma más de ensalzar las guerras. El mes de homenaje termina con la conmemoración del Fin de la Primera Guerra Mundial (por lo menos en el frente occidental), el 11 de noviembre. El 11 del mes 11 a la hora 11, cuando Alemania firmó el Armisticio. Bueno, de hecho termina el segundo domingo de noviembre, adonde se ha pasado la fiesta conmemorativa.
Gran Bretaña -y en este caso digo Gran Bretaña y no Reino Unido a conciencia- es uno de esos lugares donde la sociedad respeta y admira a su ejército porque lo tiene asociado a una fuerza que ha defendido sus libertades, su democracia. Me refiero a las libertades y la democracia de puertas para adentro, otra cosa son los atropellos o barbaridades que haya hecho ese ejército "por ahí fuera". Es un ejército que el ciudadano siente que ha estado a su lado, defendiéndolo, no agrediéndolo.
Las dos guerras mundiales del siglo XX son tal vez el mayor común denominador moderno de la mayoría de países europeos, pero no de España. He vivido en Francia, en Rusia, conozco bastante bien Italia y ahora vivo en el Reino Unido, y hay algo que estas sociedades comparten, la memoria de la Segunda Guerra Mundial o, mejor dicho, la lucha contra la agresión de Alemania. Esa guerra es algo de lo que toda familia tiene recuerdos vivos, y el recerlo, cuando no odio directamente, a Alemania está metido en el tuétano colectivo. La Segunda Guerra Mundial marcó profundamente la Europa que la sufrió. Militar, política, económica y sentimentalmente.
Y siempre aprendo algo nuevo. Ayer, la perspectiva y la reflexión de un artículo en las páginas de Cultura del Daily Telegraph sobre un DVD que publican con canciones "que nos ayudaron durante la guerra". La pieza británica por excelencia, su Lili Marleen, fue probablemente la canción "We'll meet again" cantada por Vera Lynn. Y lo que me aportó el artículo y me apetece compartir es esta reflexión:
"(...) Cuando los americanos entraron en la guerra en 1942 trajeron una música que convirtió a la británica en provinciana y anticuada. Los GIs tenían dinero y comparado con una isla que llevaba años en guerra tenían glamour. Su música deslumbró, con ritmos de Hollywood y Glenn Miller o la voz de Bing Crosby. (...) Hay un gran contraste entre Gracie Fields cantando "Sally" y las Hermanas Andrew cantando "Boogie Woogie Bugle Boy". Una parece una curiosidad de otra era, la otra, un adelanto de lo que venía. (...) Al margen del atractivo musicológico, esta colección es una instantánea de esa versión distante de nuestro país según desaparece lentamente en la historia." Thomas H Green.