6 posts de diciembre 2009

Hay años

Hay años que terminan sin haberte dado tiempo a digerir todo lo vivido. Y hay años que empiezan con tantas incógnitas que no dependen de ti que te preguntas qué sentido hay que darle a las New Year's Resolutions (los propósitos para el año nuevo).

Hay años en que te preguntas con mayor intensidad el sentido de tu oficio. Éste y casi todos los medios de comunicación tradicionales en casi todo el mundo están en crisis. Una crisis económica y existencial cuyo origen no es la recesión económica, pero que ésta ha agravado.

Estoy en España, repaso la prensa y me pregunto si hay prensa realmente independiente, independiente de quedar bien con los partidos políticos o con los intereses del grupo empresarial al que pertenece. Repaso las cadenas de televisión y me pegunto si es esa oferta la que realmente demanda el público. Y me pregunto si realmente alguien cree que se puede hacer televisión de calidad con poco dinero. Lo he escrito muchas veces en este blog, hacer buen periodismo es caro, hacer buena televisión es muy caro.

Tendremos los medios de comunicación que estemos dispuestos a pagar, pero ¿está el público dispuesto a pagar por la calidad? ¿Nos hemos merecido su confianza? Dicen las encuestas que la prensa está tan o más desprestigiada que los políticos. Tal vez es que nos lo hemos ganado a pulso.

Hay años en los que vuelves a preguntarte si en España dejará algún día de haber crispación, si llegará el día en que la crispación deje de ser rentable.

Y hay años en que, una vez más, coincide que en cuanto me tomo vacaciones para pasar las fiestas en familia me asalta un resfriado de los que te dejan K.O. Será la fiebre la que me lleva a hacer tantas preguntas de fin de año.

Lo que no falla es que dondequiera que esté no puedo tener un fin de año sin uno de mis clásicos. Un año más, a vuestra salud.



L' anno che verra' (Lucio Dalla)


Caro amico ti scrivo, cosi' mi distraggo un po'
e siccome sono molto lontano, piu' forte ti scrivero'
Da quando sei partito c'e' una grossa novita'
l'anno vecchio e' finito ormai, ma qualcosa ancora qui non va
Si esce poco la sera, compreso quando e' festa
e c'e' chi ha messo dei sacchi di sabbia vicino alla finestra
E si sta senza parlare per intere settimane
e a quelli che hanno niente da dire del tempo ne rimane
Ma la televisione ha detto che il nuovo anno
portera' una trasformazione, e tutti quanti stiamo gia' aspettando
Sara' tre volte Natale e festa tutto il giorno
ogni Cristo scendera' dalla croce e anche gli uccelli faranno ritorno
E ci sara' da mangiare, e luce tutto l'anno
anche i muti potranno parlare mentre i sordi gia' lo fanno

E si fara' l'amore, ognuno come gli va
anche i preti potranno sposarsi, ma soltanto a una certa eta'
E senza grandi disturbi qualcuno sparira'
saranno forse i troppo furbi o i cretini di ogni eta'
Vedi caro amico, cosa ti scrivo e ti dico
e come sono contento di essere qui in questo momento
Vedi vedi vedi vedi, vedi caro amico cosa bisogna inventare
per poter riderci sopra, per continuare a sperare
E se quest'anno poi passasse in un istante
vedi amico mio, come diventa importante che in quest'istante ci sia
[anch'io
L'anno che sta arrivando tra un anno passera'
io mi sto preparando ... e' questa la novita'

La Gringa

Sé eso de que nunca segundas partes fueron buenas y, a pesar de ello, me arriesgo con una segunda entrega sobre los cambios y contrastes que he notado al pasar de los USA al UK. Y que, tal como adelantaba en alguno de los comentarios anteriores, se resumen en que algunas de mis reacciones son, por abreviar, de "gringa". Por cierto, Lobo, otra de las versiones del "Green go!" es que eso es lo que les gritaban los mexicanos a los soldados estadounidenses (que vestían de verde, de "green") durante la guerra.

Por votación popular tengo que empezar con el contraste entre el American English y el British English. Y para mí la gran diferencia, al margen del léxico, es que para hablar British hay que actuar. Y más cuando se viene de lenguas tan planas (cuando no bruscas) en cuanto a entonación como son el castellano o el catalán, que es mi caso. En British English hay multitud de inflexiones y además, algo también ajeno a mis lenguas latinas, esas distintas longitudes en las vocales, a veces alargadas hasta el infinito, pleeeeeeaaaaase... La parte positiva es que, si te lo tomas como un desafío o como un juego de actriz, puede ser hasta divertido. Como lo es el familiarizarse con el lovely y el delighted. Y luego está la costumbre de usar todos esos adverbios modificando a los adjetivos: nunca estás cansado -salvo que tengas mucha confianza con el interlocutor- estás ligeramente cansado. Nada es soporífero, sino un poquito aburrido. Y todo en potencial, nada de modo indicativo porque sería, resultaría, sonaría, tal vez, un poquito demasiado directo, diría que, incluso, ligeramente brusco.

Me ocurre, claro, que hay palabras y expresiones en inglés que he aprendido en los Estados Unidos y no sé si se usan sólo en American English o son English en general. Unas veces atino a preguntar, pero en otras lo suelto tal cual y por la reacción ya veo que era American English. Cuando me esmero logro perder el American que adopté, pero cuando estoy cansada o bajo la guardia me sale a lo gringo...

Y hablando de usos lingüísticos, hay uno que viniendo de una República orgullosa y militante de serlo ("por algo echamos al rey inglés" suelen repetir, por ejemplo, para oponerse a las dinastías Bush o Clinton) aquí me ha chocado cuando he llegado la abundancia del adjetivo Royal en todo lo que sea oficial, como Correos, el Royal Mail, por ejemplo (claro que mucho más chocante fue tropezarme los Royal y las coronas en los símbolos de Canadá). Recuerdo la primera vez que al poco de llegar a Londres le oí al padre de un soldado muerto en la guerra de Afganistán decir "fue a luchar por la Reina y el país" y yo automáticamente exclamé "¡¿por la Reina?!, por el país, vale, pero ¡¿por la Reina?!" Me sorprende también que al gobierno se le llame el "gobierno de su Majestad", que la Reina lea el discurso de apertura del año parlamentario y anuncie a grandes trazos lo que se propone el gobierno diciendo "my government", ¡¿cómo que "su" gobierno?! será el gobierno que han elegido los votantes británicos. Ya digo, reacciones de gringa. Y es que han sido cinco intensos años de We the people.

Y luego, ese empacho de títulos aristocráticos (añejos o recién otorgados), esos Lords y Ladies, Barones y Baronesas...Vamos, que si no tienes un título, no eres nadie. Una muestra anecdótica, pero ilustrativa: El bloque de apartamentos donde vivía en los Estados Unidos pertenecía al dueño del equipo de baloncesto de Washington, los Wizards, y era algo que la empresa que gestionaba esos apartamentos contaba siempre con mucho orgullo. Aquí en Londres el día que me dieron las llaves del piso con ellas iba una carta del décimo Vizconde de XXXXX (voy a salvaguardar su privacidad) que me informaba de que esos terrenos de Londres pertenecen a su familia desde los tiempos de Enrique VIII. ¡Toma contraste!

Otro contraste grande lingüístico-social entre las dos orillas es la "normalidad" con la que aquí las personas homosexuales se refieren a sus parejas. En los tres meses que llevo en Londres creo que he oído ya más veces a británicos referirse a su "partner", el término que sustituye a marido o mujer, que en cinco en los Estados Unidos. Y en los cinco años que estuve allí casi las únicas personas que recuerdo haber conocido viviendo abiertamente su homosexualidad eran amigos o conocidos europeos. Y es que allí lo del don't ask don't tell (no preguntes, no cuentes) es la política oficial en el ejército (lo máximo que concedió Bill Clinton), pero también parece que es lo habitual en el resto de la sociedad. El actor británico Rupert Everett aconsejaba a los jóvenes actores el mes pasado que, si eran homosexuales y querían hacer carrera en Hollywood, no salieran del armario.

Cheers.

Otro contraste es la relación con el alcohol. Donde vivía en los EEUU, y en la mayoría de Estados, estaba prohibido beber alcohol en la vía pública e incluso hacer ostentación de alcohol, por ejemplo, llevando una botella de vino o licor en la mano, de ahí que en las bodegas y licorerías te vendan las botellas de bebidas alcohólicas envueltas en bolsas de papel. En algunos condados de Arkansas nos fue realmente difícil, imposible incluso, encontrar un restaurante donde sirvieran vino o cerveza con la comida. Pasar de esa austeridad/represión a las esquinas de Londres abarrotadas de gente pinta o copa de vino en mano a partir del mediodía y dale que te pego al trago en plena acera es un shock. Como lo es el desparpajo con que personajes públicos beben y hablan en televisión del placer de beber e incluso (?!) de emboracharse.

La vida y la profesión me han enseñado que los tópicos lo son porque se asientan en una base real que tiene su explicación, y creo que es mi deber entender el por qué de esa base real y a la vez ver más allá del tópico. En ello estoy.

PD Otro contraste es que lo de ser de Barcelona, Spain, en los Estados Unidos solía ser algo exótico que a menudo tenía que explicar empezando casi de cero. Aquí es para la mayoría de mis interlocutores terreno conocido de primera mano. Desde quien veranea o ha ido a celebrar cumpleaños o despedidas de soltera a la costa porque sale más barato a quien tiene una masía centenaria en la Cataluña interior y se me dirige en catalán o english-catañol...

Portadas de un martes

Este martes. 8 de Diciembre.

Hoy en Londres hay una portada que sobresale, la del Daily Telegraph, "el periódico de calidad que más vende", según reza su cabecera. La portada es un mosaico con las fotos de los 100 militares británicos que han muerto en la guerra de Afganistán en lo que va de 2009. El año más mortífero para los británicos desde la guerra de las Malvinas/Falklands.


En la web del periódico viene el mosaico con los datos de los 237 militares británicos muertos en la guerra de Afganistán.
En la versión impresa, debajo de ese mosaico impresionante vienen otros tres titulares:

-Harriet Harman, portavoz del Partido Laborista en la Cámara de los Comunes y ministra de igualdad, dice que no es tarea del gobierno defender el matrimonio.
-Los EEUU dan un paso importante para limitar las emisiones de CO2
-Un informe recomienda eliminar un millón de empleos en el sector público, uno de cada seis, incluídos médicos, enfermeras, policías y profesores, para reducir la deuda pública.

The Times también ha llevado a la portada el mosaico con las fotos de los 100 caídos en Afganistán este 2009, pero sólo ocupa la mitad de la página.


La otra mitad destaca que la Comisión sobre Cambio Climático ha dado luz verde a la construcción de una tercera pista en el aeropuerto de Heathrow porque considera que las emisiones de CO2 se mantendrán dentro de los límites comprometidos. Llegan a la conclusión dando por supuesto que se tomarán una serie de medidas para limitar las emisiones, entre ellas, subir el precio de los vuelos para quitarnos las ganas de volar.

Los dos principales titulares de The Guardian son para:

-Los bonos de los banqueros, y los planes del gobierno de aplicarles un impuesto de más del 50% sobre esas pagas extra.
-La petición del primer ministro, Gordon Brown, de que la Unión Europea se compometa a mayores recortes en la emisión de CO2.
-Que los británicos muertos en Afganistán llegan a 100 este año. Pero sin fotos, ni mosaico.

La Cumbre de Copenhague y la lucha contra el cambio climático ocupa toda la portada de The Indpendent con la frase de Rajendra Pachauri, uno de los científicos que lideran esa lucha: "No dejaremos que los escépticos secuestren estas negociaciones".



En las radios y televisones el titular del día es sobre la guerra. La otra, la de Irak, la serie de atentados que hoy han matado a más de cien personas.

Je t'aime, moi non plus *

Esta frase incongruente (¿o tal vez no?) convertida en un clásico por la pareja Gainsbourg-Birkin es lo que se me ha ocurrido para etiquetar la relación amor-odio-celos-envidia-je ne sais quoi que mantienen franceses y británicos. Y, habiendo vivido en ambos países, mi impresión es que la relación es más compleja, más esquizofrénica, por parte británica. Por una parte miran por encima del hombro a Francia y los franceses, pero por otra, ¡Oh my God! se pirran por todo lo francés: vino, quesos, segunda residencia, terrazas, París, idioma... En cuanto tienen oportunidad recurren a alguna frase en francés, aunque sea para mofarse.

Y el ejemplo actual más ilustrativo de esa obsesión esquizofrénica es el trato de la prensa británica a los Sarkozy. Y no digamos ya si a los Sarkozy les agregamos unas gotas de Unión Europea:

Dr. Jeckyll. Sarkozy-1-
La oposición conservadora y buena parte del mundo financiero británicos están que echan chispas por lo que consideran un mal negocio del Prime Minister Gordon Brown en Bruselas: colocar como responsable de Exteriores a Lady Ashton y con ello servir en bandeja el puesto de Economía y -ahí es donde duele- regulación de mercados financieros a Michel Barnier. ¡Un francés! Es decir, un político de un país que tradicionalmente se ha opuesto al modelo de capitalismo "anglosajón" y cuyo modelo económico se ve desde Londres (o Washington) excesiva y paralizadoramente estatalista, intervencionista. En Londres temen que si se les aprietan mucho las tuercas a los bancos y los inversores, éstos dejen La City y emigren a Suiza, Hong Kong o Wall Street. Y, recordémoslo, las finanzas son un puntal de la economía británica, la cifra que repite el alcalde de Londres es que representa un 9% del PIB.


Por si les faltara munición a los británicos, va Monsieur le Président, Nicolas Sarkozy, y se despacha en Francia con unas declaraciones vanagloriándose del hito que supone tener el comisario de economía precisamente en el momento en que hay que meter en vereda el sistema financiero y los desmanes del..."modelo anglosajón".
Sarkozy y sus declaraciones "amenazadoras" son hoy portada del Times, en ese tono subido tan habitual en la prensa británica, incluida la no sensacionalista. En el interior le dedican al tema dos páginas y comparan a Sarkozy con Napoleón y Charles de Gaulle.
Si una traciende los titulares y las fotos, encuentra matices en esa doble página: que en la Unión Europea, por su naturaleza, es difícil que un comisario "imponga" nada, para cualquier decisión hay que encontrar consensos. Que Sarkozy es muy dado a hacer declaraciones desmedidas con el fin de contentar a su clientela y a su ego. Que Michel Barnier, el eurocomisario en cuestión, desde el día que lo eligieron para el cargo ha mandado mensajes de tranquilidad al otro lado del Canal, diciendo que es plenamente consciente de la importancia de la City, no sólo para el Reino Unido, sino también para el resto de Europa.

Interesante el apunte de uno de los columnistas sobre los intentos de París de arrebatarle a Londres parte de la clientela financiera, las finanzas islámicas. Londres es líder, pero París le está comiendo el terreno y, siendo Francia el país de Europa con más población musulmana, no es descabellado, temen los británicos, que le gane la partida. Aunque después de los de Dubai, no sé si resulta un negocio tan atractivo y seguro.

Mister Hyde. Sarkozy-2-
Hay otro Sarkozy irresistible para la prensa británica. Mme. Sarkozy, Carla Bruni-Sarkozy. No sé cómo se las apañan, pero no hay día sin que Ella aparezca por alguna razón en alguno de los periódicos: que si rodará con Woody Allen, que si es menos chic que Michelle Obama, que si es una activista en la lucha contra el VIH-Sida... En esa mezcla que tanto practica la prensa birtánica entre lo frívolo (y machista) y lo serio -y que a mí me choca especialmente después de cinco años alimentándome de Washington Post y New York Times- Carla Bruni es un personaje ideal: mujer, atractiva, con "morbo" (ex-modelo, ex-ex-amante...), primera dama y...francesa (de adopción, pero francesa).

Y yo, como no soy británcia, ni francesa no dejo de sorprenderme y sonreirme ante las constantes muestras de ese Je t'aime, moi non plus....


(*)Te quiero, yo tampoco.

¿Qué tal el cambio?

Es la pregunta que, comprensiblemente, me hacen muchos amigos y recién conocidos últimamente. ¿Qué tal el cambio de Washington DC a Londres? Y como la pregunta es frecuente he pensado que igual merecía un espacio en este blog.

Dice el tango que veinte años "no es nada", puede, pero cinco, me estoy dando cuenta de que "es mucho". Una adopta rápidamente usos y costumbres en los que se siente cómoda, incluso aunque al inicio le resultaran ajenos. En Washington solía decir que creía que era más fácil para alguien que viene de Europa adaptarse al American way of life que a la inversa, y ahora, back in Europe, lo mantengo.

Yo no vivía en Manhattan y por lo tanto volver a una ciudad europea es, de entrada, volver a las estrecheces. Las estrecheces de las viviendas, de los armarios (¡esos walk in closets, armarios-vestidor, de los EEUU!), de los carriles de las calles, de las aceras, las plazas de aparcamiento... Estrecheces y aglomeraciones. ¡Cuanta gente hay en todas partes! Y es volver al ruido. Porque, insisto, yo no vivía en Manhattan, vivía en Washington, una ciudad "a la americana", en horizontal; un pueblo, comparado con Nueva York o con Londres. Ahora cuando amanece en lugar de oir pajaritos oigo autobuses. Y eso que Londres, comparado con nuestras ciudades "sureñas", es silenciosa, aquí los conductores no están desquiciados tocando el claxon espasmódicamente y sin sentido.

La vida cotidiana en los Estados Unidos está basada en la abundancia de espacio y de energía, llegando a veces a extremos absurdos y obscenos porque a escala mundial ese derroche es insostenible, pero en algunas ocasiones, hay que reconocerlo, es cómodo. Es cómodo cargar el coche hasta los topes delante de la tienda o centro comercial y llevarlo hasta la puerta de tu casa o ascensor, sin tener que machacarte la espalda, ni las rodillas cargando con ello. Y lo digo yo que siempre -antes de Washington- había vivido en ciudades europeas y no me saqué el carnet de conducir hasta que me fue necesario a los 30 años (¡!), y que siempre he buscado no depender del coche.

A cambio, eso sí, ahora vuelvo a disfrutar de tener necesidades básicas a walking distance. Ir a por el pan o la botella de leche (o soja) a la vuelta de la esquina. Tener un montón de restaurantes, cafés y terrazas apetecibles, con encanto, en los que pasar un rato agradable por el simple placer de pasar un rato agradable, charlando u observando el paisaje humano. Viniendo de Washington, y siendo esto Londres, muy a menudo me siento como una niña en una tienda de juguetes o un parque de atracciones, deslumbrada ante cada escaparate y transeúnte: ¡mira esto, mira aquello! Washington es estéticamente una ciudad muy gris y conservadora, pasar de ahí a una de las capitales de la moda, la modernidad y la excentricidad es, insisto, como ir al parque de atracciones. ¡Una fiesta!

Veinte años no serán nada, pero cinco...

No son sólo las cosas prácticas de la vida cotidiana, también en la sociedad que me rodea y el tipo de información que me toca cubrir hay un cambio importante al que voy adaptándome. Washington es política, es la capital del Imperio. La política es lo que da sentido a esa corresponsalía y además nada le es ajeno, debes estar al tanto de lo que ocurre en el resto del mundo porque todo o casi todo pasa por o afecta a los Estados Unidos: la China, la India, Paquistán, Afganistán, Irak, Irán, Oriente Próximo, África, Iberoamérica...You name it. Londres, sin embargo, ya no es la capital del Imperio y eso agua mucho la trascendencia internacional de su política, pero en cambio es una de las grandes capitales en otros aspectos: el financiero, cultural, de la moda y todo tipo de tendencias. Incluso, ¡quien lo iba a decir! se está convirtiendo en una de las capitales gastronómicas. Ah, bueno, sí, y el fútbol (que aquí vuelve a ser football y no soccer) y el tenis. Profesionalmente lo que más aprensión me produce de este destino es el peso y poder de arrastre que tienen los periódicos sensacionalistas, los tabloides. Son los más leídos y, además y por eso, arrastran al resto de los medios de comunicación a ese terreno resbaladizo de noticias hinchadas, muchas de las cuales yo considero que no son noticias internacionales y que por tanto no debería ocuparme de ellas, y algunas de las cuales, además, con el tiempo se demuestra que eran mentira.

Hay una gran diferencia también entre la manera de entender el periodismo -sobre todo el de la prensa escrita- en los Estados Unidos y en el Reino Unido. La división entre la opinión y la información, entre la información "seria" y la "light" suele estar mucho más definida en los EEUU. Los titulares ahí suelen ser más "planos", un resumen del artículo, mientras que aquí buscan más el impacto para captar la atención del lector. "Es que aquí hay mucha más competencia por el lector y no nos podemos permitir escribir 'aburrido'" me han argumentado algunos periodistas británicos.

Por cierto, tengo que ir con mucho tacto cuando cuento lo de ¿qué tal el cambio? a los británicos que me lo preguntan porque son -como era de esperar- muy susceptibles ante cualquier insinuación de que echas de menos algunas cosas de los Estados Unidos.

En el ambiente social y político hay otro shock cultural viniendo de donde vengo, y es el famoso formalismo, la retórica de los británicos, los ingleses en particular. "Somos muy tolerantes, lo consentimos casi todo -me explicó a modo de advertencia un amabilísimo colega del Guardian- a condición de que no seas muy directo. Mientras digas las cosas con rodeos se te consiente todo." Ahí voy a tener un problema, ya lo veo.
Suelo poner un ejemplo, y hasta ahora me dicen que es acertado: en los Estados Unidos es fácil que un desconocido en el ascensor te suelte sin más "¡qué pinta de cómodos tienen esos zapatos que lleva!" Y tú sabes que te lo está diciendo sinceramente. Aquí, de entrada, esa situación es improbable, pero en el caso de que se diera, si alguien me lo dijera, debería interpretar: "lo que realmente me ha dicho es que la única razón por la que alguien podría calzarse semejantes zapatos es que son cómodos, porque son horrorosos e inadecuados".

Y es una sociedad mucho más marcada, segregada, por clases. "Es lo peor de esta sociedad. Hay que reconocerlo" me decía ese colega del Guardian, quien estuvo de acuerdo en la comparación de que la clase es a la sociedad británica lo que la "raza" a la estadounidense, esa barrera que todos reconocen, pero de la que no les gusta hablar y que pretenden haber superado. Cada sociedad tiene sus tabúes y -para que nadie, por favor, me malinterprete- la española tiene más de uno.


Y me reafirmo en lo que siempre sostuve, Londres es una de las ciudades más cosmopolitas que conozco. Me parece mucho más melting pot que Nueva York, aunque NY se lleve la fama.


Pasado el primer trimestre voy progresando en mi integración. Ya me he estrenado conduciendo (por la izquierda y, de nuevo, con cambio manual), digo "lovely" sin que me dé la risa, y la otra noche compartí una cena de Navidad en la que los comensales hablábamos de temas profundos tocados por unas tradicionales coronas de papel que en cualquier otro lugar habrían sido de lo más ridículas...No aquí.


PD 1 Y, bueno, una tiene su corazoncito y echa mucho de menos a algunas amistades. Me reconforta la convicción de que son de esos AMIGOS que el tiempo y la distancia no pueden alejar.


PD 2 Creo recordar que uno de los blogueros habituales en mi anterior vida se mudó de los EEUU al Reino Unido casi al mismo tiempo. ¿Qué tal el cambio?


Europa tiene que mirar a 1788

Quien haya tenido la generosidad de seguir a esta corresponsal en su trayecto reciente entenderá que se haya tirado en plancha a leer un artículo de opinión encabezado así: "El momento 1788 de Europa. La UE tiene que mirar a finales del siglo XVIII en los Estados Unidos para ver el tipo de debate que neccesita sobre su futuro".

Una de mis fijaciones cuando tengo que hablar de los Estados Unidos a europeos es señalar que, en este lado del Atlántico, a menudo se cae en la tentación de considerar a los EEUU como un país/estado homologable a uno de los nuestros. Craso error. Como ya he escrito en otras ocasiones, "Unidos, sí, pero Estados", y por ello mantengo que, puestos a hacer paralelismos con ejemplos cercanos, y siempre salvando las distancias, sería más aproximada la equiparación con la Unión Europea. Una unión de estados que han decidido, por interés, ceder parte de su soberanía a un ente supra-estatal.

David Marquand es un académico, escritor y ex-político británico progresista y europeista, y es el autor del artículo en The Guardian al que me refiero. Marquand critica la opacidad, ausencia de debate y poca altura que ha tenido el proceso Constitucional para una Europa de 27 o más. Que una vez más los debates, si los ha habido, han sido mirándose el ombligo en cada país, en clave nacional, y que en ningún momento se ha elevado a un plano europeo y acompañado de "espíritu": qué significa ser europeo, formar parte de la UE en el mundo de hoy. Qué valores y qué papel tiene que tener. Una ambición, un espíritu -y una poesía, añadiría yo- que sí tuvieron los Founding Fathers, los padres fundadores de la Independencia y la Constitución de los EEUU.

Me apetece compartir este artículo por su contenido y para dejar constancia de que, además de euroescépticos y eurófobos, en el Reino Unido hay también Europeístas.

A quien le interese el tema, puede leer el artículo entero aquí o fiarse de mi resumen:

"Es dificil encontrar un ejemplo más ilustrativo de la propensión de los medios británicos a ver el lado equivocado de las cosas que las críticas a los dos nuevos altos cargos de la UE, Herman Van Rompuy, el nuevo presidente (...) y la Baronesa Ashton, la "alta representante" para asuntos exteriores (...) Que no estarán a la altura de sus homólogos chinos o estadounidenses, que no tienen carisma, ni magia, ni estrellato. En una palabra, que no son famosos (celebrities). Parece que nadie se ha percatado de que los dirigentes chinos no son precisamente celebs, ni de que Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo, no tiene nada de glamour.

(...) El proceso constitucional (que ha llevado al Tratado de Lisboa) era una oportunidad ideal para una reflexión a nivel continental sobre el futuro de la nueva Europa, diversa, surgida de la caída del comunismo y la inclusión de ex-satélites soviéticos en una Unión comprometida con la democracia y los derechos humanos. No se ha producido nada parecido. Ha habido debates vigorosos, incluso subidos de tono, pero han sido nacionales, no europeos. (...) La seriedad moral y la profundidad filosófica que precedieron la adopción de la Constitución de los Estados Unidos en 1778 han brillado por su ausencia. No ha habido un Alexander Hamilton, ni un James Madison europeos.(...) Nadie ha señalado que los intereses se definen por ideas y convicciones. Tampoco nadie ha insistido en que Europa tiene que escapar del encajonamiento de los estados nación y debatir las ideas morales y políticas que tienen que guiar al continente en un mundo inconcebiblemente diferente del que vio nacer este proyecto europeo.

(...) La Europa del siglo XXI no es los Estados Unidos del XVIII, pero tienen más en común de lo que muchos europeos creen. Los autores de la Constitución de los EEUU buscaron construir lo que definieron en una frase inmortal como "una unión más perfecta" que sustituyera la impracticable confederación para asegurar un gobierno efectivo una vez superada la revolución (guerra de independencia). Sabían que sólo con ideas no podían sobrevivir en el mundo, que para sobrevivir la libertad republicana tenía que estar arraigada en un mandato fuerte y con autoridad.

(...) Para elevar el debate los europeos deberían cambiar no sólo las instituciones, sino también la mentalidad, ambición y propia concepción. Decidir cómo deben relacionarse las partes con el todo, qué tipo de democracia quieren, qué lugar quieren ocupar en un mundo donde el viejo lenguaje de "este" y "oeste" está perdiendo sentido y, a un nivel más profundo, qué significa ser europeo en este mundo. Esto no puede darse sin un profundo y sustancial ejercicio de razonamiento público, en todo el territorio de la Unión. El momento de empezar es ahora".

Miguel Ángel Idígoras


El título de este blog “London.es” no es más que una declaración de intenciones. La realidad de esta ciudad británica –que para muchos es la menos británica de las ciudades británicas- y de un país pero desde la perspectiva de un español.
Ver perfil »

Síguenos en...

Últimos comentarios