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Las cuchillas de Melilla

Abro la temporada de este blog con un tema que nada tiene que ver con Londres ni el Reino Unido. Aunque bien mirado, la inmigración en todas sus dimensiones afecta a Europa en su conjunto, especialmente a aquellos países que por razones geográficas, económicas o históricas se han convertido en los últimos años en lugares de recepción de personas en busca de una vida mejor.

Dicho esto, tengo que reconocer que ha habido una razón de peso que me ha llevado a escribir sobre este tema. Y es que en su día pude conocer personalmente la mezcla de sentimientos, por llamarlo de alguna manera, que empuja a una persona a lanzarse sobre la famosa valla de Melilla y sus cortantes cuchillas.

Allá por el verano de 2005 el reportero de la corresponsalía de TVE en Rabat, Keko Dorado y quien esto escribe decidimos conocer de cerca la tragedia de los inmigrantes subsaharianos en su última etapa en Marruecos. Porque en las anteriores, nos contaban ellos mismos, muchos morían en la arena del desierto víctimas de cualquier enfermedad o simplemente de hambre y sed. Hombres, mujeres y niños.

Pero ya frente a Melilla quedaban atrás todas las penalidades del Sahara y la vida clandestina en Marruecos, donde por cierto viven perseguidos y apaleados por la policía. Y con Europa ya enfrente, “solo” queda saltar una valla de seis metros de altura reforzada con una concertina (qué palabra tan dulce, me recuerda a guillotina, será porque corta rápida y limpiamente) de afiladas cuchillas.

Así que como les contaba, nos fuimos a los bosques de Farhana y Mariuari, en el lado marroquí de la valla, para comprobar con el objetivo de nuestra propia cámara cómo se las ingeniaban para tratar de saltar el muro de alambre. Entablamos contacto rápidamente. Los malienses, especialmente simpáticos y educados, nos hicieron un hueco en su campamento. Todos jóvenes, castigados por las carencias, pero físicamente fuertes. No había sitio para los débiles, que se habían quedado por el camino.

No fue difícil ganarnos su confianza. Además de compartir comida les facilitamos lo que más necesitaban: vendas, alcohol, gasas, desinfectante… Todos tenían las manos cortadas, los pies heridos o una brecha sin cerrar en mitad de la cabeza. El culatazo de un gendarme marroquí, una carrera atropellada en mitad de la noche o el alambre de la valla habían sido los culpables. Pero nada ni nadie les iba a parar. “Esa valla la saltaré aunque la suban hasta el cielo”, fue la frase mítica de uno de ellos.

Y así fue. Después de un corto sueño junto al fuego, esa misma noche grabamos cómo con unas escaleras artesanales hechas con troncos, protegidos con harapos y empujados por la miseria que les mordía las espaldas, un grupo se lanzó sobre la valla sin mirar para atrás. Solo les preocupaba que la ronda de la Guardia Civil y la de los mehanis marroquíes no les impidiera el paso. Algunos lograron el objetivo, otros fueron detenidos. No importaba, habría más oportunidades.

Todo esto quedó reflejado en varios Telediarios y en un reportaje que se emitió en Informe Semanal y que llevaba por título “El salto de la valla”. Para qué más rodeos.

De aquella experiencia me quedó una idea clara: Ya puede el gobierno de turno, del signo que sea, poner las vallas con los alambres y las cuchillas que quiera que mientras la miseria no se ataje en su origen siempre habrá alguien dispuesto a jugarse la vida. Nosotros podemos ponernos más o menos dignos diciendo que las cuchillas son una salvajada, que son inhumanas. Les aseguro que para los subsaharianos que tratan de saltar, esas hojas afiladas que frenan el paso no son lo más inhumano que han encontrado desde que dejaron sus casas. Alguien dirá que esa no es razón para que nosotros las pongamos en nuestra frontera. Y es cierto, pero que tenga claro quien diga eso que pedir que las quiten no le hace mejor persona, ni contribuye con ello a paliar los sufrimientos de los inmigrantes subsaharianos.

Porque ellos han vivido un auténtico vía crucis ya antes incluso de dejar sus países. Han dejado seres queridos por el camino, han sufrido persecución, desprecio, hambre, enfermedad…¿Queremos comportarnos como seres humanos con ellos? Pues no nos limitemos a pedir que no pongan cuchillas, pidamos que quiten la valla entera. Ah, que tampoco es eso…Pues no nos hagamos trampas al solitario y respondamos con franqueza: ¿Queremos que entren libremente en nuestro país sí o no? Y una vez obtenida la respuesta, actuemos en consecuencia. O quitamos la valla al completo o ponemos todos los medios para que no puedan saltarla. Quien crea que el alambre de espino al final de una valla de seis metros entra dentro de lo razonable y civilizado, y que las cuchillas son algo propio de personas sin escrúpulos, lo único que hace es adormecer su conciencia.

Porque si actuáramos en conciencia, lo que deberíamos hacer es evitar que llegaran incluso a esa valla. Deberíamos evitar que dejaran sus casas, que atravesaran el desierto, que fueran maltratados en países que nuestros gobiernos reconocen como amigos. Porque la valla, al final, no es su muro de las lamentaciones, es el nuestro.

Entendamos cuanto antes que el fenómeno de la inmigración es como el Sol. Imparable, necesario, vital. Los hombres y mujeres llegados de otros lugares ayudan y contribuyen al desarrollo y transformación de sociedades y países, como el astro rey aporta a nuestros cuerpos las vitaminas y los elementos necesarios para que la vida siga. Pero cuidado con la sobreexposición. Usen protección. Lo dicen los dermatólogos. No hace falta que les explique las consecuencias.

Otro referéndum

Otro referéndum que cubrir para esta corresponsalía. Y es, otra vez, en Irlanda. Y resulta difícil no hacer algún chiste después de los referéndums y re-referéndums de los últimos años. Votad, votad, malditos, hasta que salga sí entonaron la Unión Europea y el gobierno irlandés con el Tratado de Niza, primero, en 2001, y el de Lisboa, después, en 2008.  Los irlandeses los rechazaron a la primera, pero acabaron aceptándolos a cambio de algunas concesiones a su soberanía por parte del resto de la Unión Europea. A la segunda fue la vencida. Ahora le toca al pacto de disciplina fiscal.

Los gobernantes europeos se esmeraron al redactar ese pacto en que no se considerara técnicamente un nuevo tratado y así evitar esos incómodos referéndums que vetan o retrasan la entrada en vigor de nuevas reglas. Este viernes 25 de los 27 países firmarán ese pacto. También lo hará el gobierno irlandés, sólo quedarán al margen el Reino Unido y la República Checa. Y en esta ocasión para hacerlo efectivo bastará con que lo ratifiquen 12 paísesEn el caso de Irlanda, hoy la cosa se ha complicado un poco.

El Fiscal General (máxima autoridad en cuestiones legales) ha dicho que era necesario someterlo a referéndum. Y así será.

Los tres principales partidos (los dos que gobiernan, Fine Gael y Laboristas, y el que gobernaba y ha pasado a la oposición, Fianna Fáil) apoyan el pacto fiscal y ya han anunciado que harán campaña a favor del síEl Sinn Féin, reforzado como partido de oposición en el sur, en la República, está en contra porque considera que es un pacto de austeridad.

Que los principales partidos apoyen el sí no es ninguna garantía porque ya saben que cuando a los ciudadanos se les pregunta, contestan, y uno nunca puede dar por seguro qué van a  decir. En esta ocasión a nadie se le escapa lo impopular que es la Troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) que los ha "rescatado" económicamente a condición de imponer -y supervisar-fuertes políticas de austeridad.   

Si los irlandeses rechazan el pacto, la consecuencia es que Irlanda no podría optar a otro rescate económico. ¿No aceptas las reglas?, pues no hay más dinero. Pero, en principio, no afectaría a los planes de los demás gobiernos europeos firmantes porque, como decía, basta con que lo ratifiquen 12, no los 25 firmantes.Tampoco significaría la expulsión de Irlanda del euro, pero es fácil adivinar que ése será el gran argumento de la campaña del sí, si queréis seguir en el euro -y a pesar de todo, nos conviene seguir en él- votad que sí.

No hay fecha para el referéndum irlandés, pero se especula con que sea esta primavera.

PD Para el referéndum que sí ya hay fecha es  el de independencia de Escocia. O al menos ésa fue la exclusiva de la edición escocesa del nuevo Sun on Sunday del grupo Murdoch. Sábado 18 de octubre de 2014. Lo dicho, en esta corresponsalía se nos acumulan los referéndums.   

 

@annabosch

Follow the money

Follow the money, seguid el rastro del dinero, es la frase que ponen en boca de Garganta Profunda en la película sobre el Watergate (All the President's Men). Mark Felt, Garganta Profunda, nunca pronunció esas palabras, pero según explicaron Carl Bernstein y Bob Woodward (los periodistas del Washington Post que destaparon el Watergate) a ellos les pareció bien la idea del guionista porque sintetizaba el sentido de las palabras de Felt. Y mucho más que eso.

Follow the money y entenderán el sí, pero no constante del gobierno de David Cameron y los políticos y analistas británicos en general respecto a la Unión Europea y a la llamada crisis del euro.

Los euroescépticos y eurófobos, que son la gran mayoría de británicos, se sienten reivindicados e incluso parece a veces que se alegran de la crisis del euro porque pueden entonar aquello de "ya os lo dijimos, la moneda única con economías y políticas tan dispares no va a funcionar" y afear en público a quienes osaron en su día plantear el ingreso del Reino Unido en el euro. 

Escuchando al coro británico podría pensarse que antes de la crisis del euro no había crisis en el mundo. David Cameron y su ministro de economía, George Osborne, forman parte de ese coro e insisten más que nunca en que con ellos el Reino Unido jamás renunciará a la libra esterlina ni a la autonomía nacional del Banco de Inglaterra, y utilizan sin disimulo la crisis en la zona euro para echarle la culpa de por qué la economía británica no se recupera y va peor de lo que preveían los planes de este gobierno. El 40% de las exportaciones británicas van a la zona euro. Un tercio de los créditos exteriores de la banca británica van a Europa.  

Pero, a pesar de formar parte del coro, Cameron y Osborne, por responsabilidad de gobierno, han tenido que enfrentarse a los diputados más eurófobos (unos ochenta son de su propio partido, el Conservador) y pedirles que se calmen porque, por mucho que el tiempo y esta eurocrisis les haya dado la razón, están interesados como el que más en que la crisis se supere pronto y el euro se salve porque su economía, la británica, está directamente ligada a la del euro.

Y ese equilibrio de euroescéptico pragmático, como Cameron se define, no es el único que practica el primer ministro. Abomina el euro, se niega a entrar en él o a poner dinero en los fondos para su rescate, pero quiere participar e influir en las decisiones que tomen los 17 países del euro por miedo a que las medidas que tomen puedan perjudicar al Reino UnidoFollow the money.

La City es el nombre  que se le da al distrito (los distritos, de hecho, con la ampliación a Canary Wharf) financiero de Londres. Centro de las transacciones bancarias y especulativas en Europa y en el mundo, junto con Wall Street. Y el dinero que mueve la City supone para la economía británica en torno al 10% de su PIB, similar a lo que es el turismo, o era la construcción, para la economía española. Follow the money. El coro británico tiene miedo -a veces parece que pánico- a que los gobiernos de la zona euro (en especial, Alemania y Francia) aprovechen esta crisis para quitarle peso a Londres como capital financiera y ésa es  una de las razones por las que el gobierno Cameron se opone a la llamada tasa Tobin (o Robin Hood) sobre las transacciones financieras. Sólo la aceptarían, si la adoptaran todos los países del mundo, cuando desapareciera el miedo a que bancos y entidades financieras radicadas en Londres se plantearan emigrar a otros países donde no les gravaran sus operaciones.

Y en ese coro hay un silencio notable. Se olvida demasiado a menudo que el origen de esta crisis global fueron las operaciones financieras de riesgo cuyo epicentro está en Wall Street y, sí, en la City de Londres. 

Hay voces disidentes, o disonantes, en la política y entre los analistas económicos, pero son minoría. Uno de ellos es William Hutton, columnista del Observer, que defiende que no hay alternativa al euro y que con la peseta, el dracma y las liras esta crisis sería mucho peor. Otro es Seumas Milne que ayer rebatía la idea de que los intereses de la City son intereses nacionales. 

En cuanto a ese argumento que con ligereza se le oye a más de un político y de un comentarista de que la solución a esta crisis es que tal o cual país salga del euro, la disidencia no está sólo en la prensa de tendencia progresista/izquierdista. El Financial Times cuenta en un artículo cómo la escisión dentro del euro es una de las hipótesis con las que trabajan en la City y la conclusión es que los únicos beneficiados serían algunos hedge funds, que para el resto de la economía sería un desastre.

Y después de todo esto, buen fin de semana o, por seguir con las citas cinematográficas, Good night, and good luck.

PD Algunos asiduos al blog me han preguntado por qué escribo tan poco últimamente. Porque apenas tengo tiempo de seguir la actualidad y leer lo mínimo necesario para intentar comprenderla. En constante catching up.  

@annabosch

 

No es la U, es la E. De Europa

"No es la U, sino la E lo que realmente se nos atraganta (de la UE). No tenemos ninguna objeción a las uniones. Somos una. Es Europa lo que no nos gusta o de lo que no nos fiamos". A esta conclusión llegaba en su artículo del sábado en el Times Matthew Parris (periodista y ex parlamentario conservador. Y euroescéptico), al analizar -y desmontar- los argumentos más habituales de los euroescépticos, o eurófobos habría que decir, británicos. 

Eso fue el sábado. El miércoles se produjo en BBC2 un espectáculo inusual por el que BBC tuvo que pedir perdón a la Comisión Europea. En Newsnight, el informativo de análisis por excelencia desde hace décadas, debatió, una noche más, la crisis del Euro. Entre los invitados estaba Peter Oborne, del conservador Daily Telegraph. Oborne es conocido por ser eurófobo y provocador. En el estudio de Bruselas estaba Amadeu Altafaj, portavoz de economía de la Comisión Europea.  Al mando del programa esa noche, su periodista emblemático, Jeremy Paxman, el mayor inquisidor -y carismático- periodista del Reino.

La primera pregunta de Paxman a Altafaj llevó el sello de la casa "¿Le gustaría disculparse por la falta de liderazgo europeo en esta crisis?". Ésa fue la primera. Se puede discutir si un portavoz y no un mandatario es el destinario indicado de esa pregunta, pero la pregunta en si está en linea de Paxman. El incidente vino a los pocos minutos cuando Oborne, en su ataque a la moneda única y quienes la defienden o han defendido, se refirió a Altafaj como "ese idiota en Bruselas". Paxman no se inmutó. Peor. Al darle la palabra a Altafaj se dirigió a él como "Sr. Idiota en Bruselas..." Oborne volvió  a llamar a Altafaj idiota una segunda vez y en el plano abierto del estudio se vio a un Paxman que se reía como los niños en clase cuando un alumno hace una gamberrada. Oborne volvió una tercera vez a llamar idiota a Altafaj. Fue entonces cuando Altafaj abandonó el estudio. Sólo entonces Paxman amonestó a Oborne, "quiere dejar de llamarle idiota (...) lo único que ha conseguido es que se vaya y nos quedemos sin sus argumentos".   

No daba yo crédito a lo que estaba viendo. Porque lo que muchos envidiamos de los británicos y la BBC es su capacidad para discutir de todo y sin insultos. Sobre la monarquía, la independencia de Escocia, la religión... Las posiciones pueden ser diametralmente opuestas y apasionados los argumentos, pero el arma que suelen usar los británicos para rebatir, herir y despreciar (en un plató o en el parlamento) es la ironía, el humor. Humor a menudo ácido, cruel incluso. Puede hacer más daño que el mero insulto, pero, estarán conmigo, es un grado mayor de refinamiento en el debate.

Después de ese debate y otros similares que he seguido en estos dos años llegué a la conclusión -que no sorpresa- de que cuando se trata de Europa los británicos, los eurófobos, pueden llegar a perder las formas con una facilidad inusitada cuando discuten otras cuestiones. 

Oyendo algunos comentarios de políticos, economistas y periodistas británicos últimamente se podría pensar  que sólo está en crisis la Eurozona. Que todos los males de esta crisis vienen del euro, y que los Estados Unidos y el Reino Unido están al margen de ella.  

Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre el porqué de esa visceralidad antieuropea. La insularidad, la dificultad de pasar en pocas décadas de imperio a simple miembro de un club. Hay consenso en que la eurofobia de los británicos sería menor de no estar alimentada a diario por la prensa sensacionalista, los tabloides, y hay una tesis que dice que los tabloides se ensañan con "Europa" porque a diferencia de los individuos (los famosos que pueblan las páginas de esa prensa)  es poco probable que"Europa" presente una demanda por difamación en un juzgado y apele a las duras leyes anti libelo de este país. 

Con Europa, al parecer, todo vale. Es la E.   

¿Y el gobierno? El gobierno es un gobierno de coalición entre un partido abrumadoramente euroescéptico o eurófobo (el Conservador) y otro europeísta (el Liberaldemócrata), con un primer ministro, David Cameron, que se define como "euroescéptico práctico" y un vice-primer ministro, Nick Clegg, que es un declarado europeísta, crítico, pero europeísta. Y la vida y la realidad económica han hecho que Cameron y su ministro de economía, George Osborne, lleven ya meses en una situación paradójica. Ellos, conservadores y euroescépticos, insisten un día y otro también en que es en el interés del Reino Unido que la Eurozona vaya bien porque casi la mitad de las relaciones económicas del RU son con la zona euro. Y abogan Cameron y Osborne por una mayor unión europea, eso sí, circunscrita a la zona euro. Y ya, de paso, si para ello hace falta reformar el Tratado (¡Bruselas no lo quiera! reza el gobierno irlandés. Otro referendum, no) ellos, el Reino Unido, aprovecharían para "repatriar" algunas competencias cedidas a Bruselas. 

Continuará... 

 

@annabosch

La lengua del imperio

 

También conocida como lingua franca o lengua vehicular.

Estoy siguiendo la información de la matanza de Noruega, como casi todo, a través de las dos cadenas de información británicas, BBCNews y SkyNews. Y está siendo otra ocasión de constatar dos cosas:

1) La ventaja para las radios y televisiones de trabajar con la lengua del imperio. BBC, además de tener uno o varios corresponsales en todos los rincones del mundo, encuentra siempre portavoces y testigos capaces de expresarse en inglés. Una gran ventaja para los medios audiovisuales.

2) Noruega es uno de esos países donde casi todo el mundo por debajo de los 50 años se expresa muy bien en inglés. Y en el caso de los jóvenes son prácticamente bilingües en noruego e inglés. Los supervivientes de la matanza, aún en estado de shock, narraban su experiencia en inglés sin aparentemente ningún esfuerzo por hablar una lengua extranjera. Las ruedas de prensa del primer ministro se desarrollan indistintamente -preguntas y respuestas- en noruego e inglés. 

Mi experencia me lleva a pensar que es el resultado de los sistemas educativos, reforzados por la ausencia de doblaje en las películas o series de televisión, y de que su lengua mayoritaria, el noruego, es minoritaria. Noruega no llega a los cinco millones de habitantes.  

Concluir, como hacen algunos, que tener el inglés, actual lengua del imperio, como lengua materna es una ventaja puede ser precipitado o inexacto. Cierto que cuando las negociaciones internacionales, o las comunicaciones internacionales en casi cualquier ámbito, son cada vez más en inglés siempre jugará con ventaja quien mejor domine esa lengua. ¿Y quién puede dominar mejor una lengua que quien la tiene como primera? Pero tener la lengua del imperio, o de un eximperio, lleva a la pereza. ¿Para qué aprender otros idiomas, si con el mío puedo sobrevivir en casi todo el mundo? ¿Para qué aprender otro idioma, si los demás me entienden en el mío?

Esa ventaja de que los demás hablen tu lengua puede volverse en contra porque el monolingüe acaba siendo alguien peor capacitado en un mundo cada vez más globalizado. Ya el año pasado escribí en este blog que se reduce de manera alarmante (para ellos) el número de multinacionales británicas dirigidas por británicos. Una de las razones que esgrimió un responsable de Marks&Spencer (dirigida ahora por Marc Bolland, un holandés) fue que entre dos candidatos bien preparados el extranjero solía dominar el inglés y otras lenguas, mientras que demasiado a menudo el británico solo dominaba el inglés. Y eso cuando se busca un mercado internacional es un handicap.

Coincidiendo con el Día de Europa el 9 de mayo la BBC dedicó un artículo en su web al hecho de que los británicos son un 12% de la población de la Unión Europea, pero solo un 5% de los empleados en las instituciones europeas. Y lo achacaba al escaso dominio de lenguas extranjeras. 

Hay  otra desventaja. Cuando solo hablas una lengua, solo te enteras de lo que se dice en esa lengua. Y eso lleva a que "los otros" conozcan al monolingüe del imperio mejor de lo que el monolingüe del imperio conoce a "los otros".

Extrapolando los occidentales en general -que formamos parte de este imperio, aunque sea en calidad de provincias- podemos incluirnos en esa lógica egocéntrica. "Los otros" (los orientales, los árabes...) nos conocen mejor a nosotros de lo que nosotros los conocemos a ellos. Y eso para "nosotros" es una desventaja, no una ventaja.

PD personal. El debate sobre las ventajas o inconvenientes de educar a niños en el bilingüismo o trilingüismo me parece que no ha lugar porque considero que las ventajas superan con mucho a los inconvenientes.  Uno de los posibles inconvenientes es que quienes nos relacionamos habitualmente en más de una lengua en ocasiones dudamos en una palabra o expresión. Los  reflexivos, la preposición o el caso que rige un determinado verbo... Es especialmente delicado cuando tu instrumento de trabajo es precisamente la lengua. Y a veces metemos la pata. Yo lo hice recientemente al decir que Cameron "había hecho un mea culpa", en lugar de "entonado un mea culpa". Quiero puntualizar que cuando como en esa ocasión cometo errores (¿y por qué no se pueden 'hacer' los errores?) no me quedo "tan ancha". Intento hablar y escribir lo mejor posible los cinco idiomas que hablo con fluidez y cuando fallo me ruborizo, entono el mea culpa, tomo nota y procuro que no se me olvide para no repetir el error.

 

@annabosch

El lado oscuro del periodismo británico. Y más.

Tabloids.  Los "tabloides", los periódicos sensacionalistas británicos, y sus prácticas han desatado el último escándalo en el que se juntan periodismo, política y negocio. Intentaré contarlo lo más breve y claramente que pueda. No es fácil.

Phone hacking. El "pinchado", intervención, escuchas, entradas en teléfonos ajenos. En 2005 estalló la primera parte del escándalo News of the World, el periódico de más tirada, dicen, en lengua inglesa y... del grupo Murdoch (volveremos a ello más abajo). Un periodista del diario contrató a un detective para que escuchara los mensajes dejados en el teléfono móvil del príncipe Guillermo. Periodista y detective fueron a la cárcel.  El periódico insistió en que se trataba de un caso aislado, ya saben, la manzana podrida de un frutero impecable, y que el director del periódico, Andy Coulson, no lo había autorizado, ni estaba al corriente. Pero Coulson dimitió. 

Andy Coulson estuvo poco tiempo en paro. Lo fichó David Cameron, líder del Partido Conservador, como director de comunicación (spin doctor) y cuando logró formar gobierno se lo llevó con él al 10 de Downing Street, a dirigir la comunicación del gobierno. Volveremos también a ello.

Tras el juicio, la policía dio la investigación por terminada. Caso cerrado. Pero en los últimos años han ido apareciendo personalidades de relieve público que sospechaban que sus teléfonos móviles habían sido pirateados, intervenidos por terceros. Eran en general gente del mundo de farándula y el deporte, pero también políticos, en especial uno peleón (con los puños, si hace falta), John Prescott, que fue viceprimer ministro de Tony Blair.

El volumen de afectados, confirmados o supuestos, creció tanto que al final, en enero, la policía, Scotland Yard, se vio forzada a reabrir la investigación. Y la posición de Andy Coulson, el exdirector del periódico, que mantenía que él no se enteró de nada, se hizo insostenible en el gobierno y dimitó.

Lo último y gota que ha colmado el vaso. Este lunes pasado The Guardian publicó una información que es la que ha dado un giro macabro y mucho más indignante al caso. Según The Guardian y supuestamente -insisto, supuestamente- News of the World (NOW) "pinchó" el teléfono móvil de una adolescente desaparecida, que luego apareció muerta, durante la investigación policial para encontrarla. Esperen que hay más.

El detective no se limitó a escuchar los mensajes que le habían dejado a esa chica, sino que cuando encontró el buzón de voz lleno borró algunos de los mensajes para dejar espacio a más. Como eso se produjo cuando la chica estaba aún en paradero desconocido, esa actividad en su teléfono llevó a la policía y a la familia de la chica a pensar que aún estaba viva.

En menos de veinticuatro horas de esa publicación se ha convocado por trámite de urgencia un debate de tres horas en el parlamento, este miércoles.

Pero esperen, que hay más.

Rupert Murdoch (ya dije que volveríamos a él). El periódico en el punto de mira es uno de los del grupo multimedia Murdoch (News Corporation). El que tiene The Sun, The Times, The Sunday Times, SkyNews ( un 39% de BSkyB) y, en los Estados Unidos, Fox y el The Wall Street Journal. El peso y poder del grupo Murdoch en el panorama mediático y, más importante, la política británcia, es una de las cuestiones más calientes de los últimos tiempos. Dinero, opinión pública y poder.  O, simplemente, poder.  

Esperen que hay más.

Murdoch está a un paso (el gobierno Cameron ya le ha dado luz verde) de logar el 61% de las acciones que no posee de BSkyB, la gran plataforma televisiva del Reino Unido. El resto de medios, la competencia, han intentado evitarlo escribiendo incluso -dejando a un lado por una vez grandes rivalidades- una carta conjunta al gobierno. Algunos de los críticos han llegado a comparar el poder mediatico-político que tendrá Rupert Murdoch (que, por cierto, no es ciudadano británico ni reside aquí) en el Reino Unido con el de Silvio Berlusconi en Italia.

Los dos arietes contra Murdoch son, lo han adivinado, The Guardian, y, obvio, la BBC, el gigante y vaca sagrada pública, con cuyo imperio Murdoch lleva años intentando acabar. Duelo de titanes.

Esperen que hay más.

Kingmaker. El hacedor de reyes, o, para el caso, de gobiernos y primeros ministros. El grupo Murdoch contribuyó en gran parte a difundir la imagen -exitosa- de Margaret Thatcher como una ama de casa de clase media. Al apoyo de Murdoch -via los editoriales del Sun- le atribuyen también la victoria in extremis de John Major en 1992. En 1997 Tony Blair ató el apoyo de Murdoch y luego, tras la victoria arrolladora, le dio las gracias. Murdoch, The Sun, apoyó al Partido Laborista hasta septiembre de 2009 cuando sentenció que Gordon Brown y los laboristas estaban agotados y era hora del recambio, de David Cameron. 

Cabe plantearse la pregunta, de todos modos, de si quienes ganan lo hacen gracias al apoyo del gran magnate o si el gran magnate los apoya porque ve que son los que van a ganar y, en estas cosas de las prebendas de los medios y los gobiernos, para el negocio es mucho mejor estar a buenas con el gobierno.   

Miedo. Miedo a los periódicos de Murdoch es la razón, denuncian muchos de los críticos, por la que la policía dió carpetazo a la investigación cuando, como ahora se ve, quedaba mucho por averiguar. La razón también por la que muchos parlamentarios no han querido forzar el debate, ni más investigaciones hasta que el escándalo ha sido mayúsculo y ha trascendido los chismes de famosos y entrado en lo altamente insensible y macabro. 

La defensa. El caso del pinchazo a la chica desaparecida hace más dificil la defensa de esas prácticas, pero muchos son los periodistas británicos que defienden estas prácticas de pinchar teléfonos, pagar a fuentes o tender trampas argumentando que es en interés del público, y que hay un doble rasero, que cuando eso lo hacen periodistas de la "prensa seria" pueden llegar a premiarlos.

Y, ahí, con el interés del público hemos topado. Interés, ventas, audiencias...

 PD Ya advertí que no me sería fácil ser breve

 

@annabosch

 

..........

Actualización. Miércoles 6:

-También pincharon los teléfonos de los padres de dos niñas desaparecidas y asesinadas. Y puede que los de familiares de las víctimas de los atentados del 7 de julio de 2005.  Y NOW ha confirmado que pagaron a la policía para conseguir información.

 

 

El arzobispo de Canterbury

No es, ni de lejos, lo de Thomas Becket y Enrique II (Henry II), pero la polémica del día en la política británica es la crítica que ha hecho el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, a las reformas (y recortes) del gobierno Cameron-Clegg.  En una frase el arzobispo llega a cuestionar la legitimidad del gobierno de conservadores y liberaldemócratas para emprender semejantes reformas en la sanidad, educación y estado del bienestar. Escribe Williams "con una velocidad notable se nos compromete a unas políticas radicales a largo plazo por las que nadie votó". El arzobispo acusa al gobierno de aplicar unas reformas profundas sin que haya habido el debido debate público previo, y de hacer oídos sordos al miedo que tienen los ciudadanos a las consecuencias de esas reformas en el sector público.

El arzobispo de Canterbury es la máxima autoridad religiosa de la Iglesia de Inglaterra (el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, recordemos, es el monarca británico) y ha escrito esa crítica en el editorial de la revista News Statesman. Una publicación de izquierdas que, siguendo una moda reciente, invita a personalidades de la sociedad a editar uno de los números de la revista.

 

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 El arzobispo podía haber expresado sus críticas en el parlamento, en la Cámara de los Lores (Lords) que sigue siendo por designación o herencia, donde él es uno de los 26 obispos con "escaño", pero lo ha hecho en una revista de izquierdas y todo indica que la repercusión ha sido mayor que si lo hubiese hecho en la Cámara.

La polémica la ha generado la crítica al gobierno y, sobre todo, el hecho de que cuestione su legitimidad para tomar esas medidas, pero el arzobispo en dos páginas de editorial va más allá. Critica también a la oposición laborista por lo que considera falta de propuestas alternativas. Y critica los fallos de la democracia actual.

"Muchos en la izquierda y la derecha sienten que las placas tectónicas de la política británica -¿y europea?- se están moviendo. Una política de gestión, que intenta con éxito menguante negociar vida a la sombra de las grandes finanzas, no es atractiva, ya sea bajo la etiqueda del (Nuevo) Laborismo o de los Conservadores. Hay, en medio de mucha confusión, un clamor cada vez más alto por una reflexión sobre la democracia misma, y su urgencia la subraya lo que está ocurrriendo en Oriente Próximo y el Norte de África".  

Sobre la propuesta de la "gran sociedad" (big society) el arzobispo comparte en parte la crítica de que son ganas del gobierno de deshacerse de la reponsabilidad de algunos servicios y delegarlos en la sociedad civil por motivos económicos, pero adminte que sí hace falta algo en ese sentido, aunque critica la precipitación. "El viejo sindicalismo y las tradiciones cooperativas no pueden reinventarse de la noche a la mañana y, en algunas áreas, hay que inventarlas por primera vez. Y no ayuda el resurgir del lenguaje seductor del 'pobre que se lo merece' y el 'pobre que no se lo merece'."

El primer ministro, el conservador David Cameron, ha contestado al arzobispo diciendo que tiene todo el derecho a opinar, pero que él discrepa profundamente de su opinión. 

 

@annabosch

Miguel Ángel Idígoras


El título de este blog “London.es” no es más que una declaración de intenciones. La realidad de esta ciudad británica –que para muchos es la menos británica de las ciudades británicas- y de un país pero desde la perspectiva de un español.
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