La tía Zeituni
Zeituni Onyango tiene 57 años, es keniata y, como tantos otros emigrantes ilegales en Estados Unidos, ayer compareció ante el juez que decidirá sobre su deportación. Zeituni declaró durante 3 horas, a puerta cerrada como es habitual y ni ella ni sus abogados hicieron declaraciones a los periodistas. A los periodistas en realidad no les interesa Zeituni, que entró hace 10 años como turista en el país, que pidió asilo político después, que se lo negaron y que vive desde entonces como millones de inmigrantes ilegales. A los periodistas, les interesa su sobrino, que no ha intervenido ni a favor ni en contra y que insiste en que el juez y sólo el juez tiene la potestad y la palabra. El sobrino, resulta, es el presidente de los Estados Unidos y sorprende, para bien, lo poco que le han acosado con este tema periodistas y oposición. Nadie se ha preguntado, si el presidente Obama sabía que la tía Zeituni estaba ilegal en el país, nadie ha sucumbido ni a la tentación de los titulares, ni a la de la disección familiar. Y me resulta especialmente interesante en un país en que la más mínima sospecha de cintura para abajo, por ejemplo, se puede llevar por delante tu carrera.