La integración como discusión
domingo 15.dic.2013 por David Picazo 1 Comentarios
Este viernes Le Figaro publicó los detalles de un informe sobre integración que un grupo de expertos e investigadores envió hace un mes al primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault. Hasta ahora nadie sabía nada de ese informe, en el que proponen luchar contra la discriminación y a favor de la igualdad de los derechos suprimiendo la actuales reglas que prohíben llevar el velo islámico en el colegio, o que prohíben también a las madres con ese mismo velo acompañar a sus hijos y al resto de los alumnos durante las excursiones o salidas escolares.
Un tema más que sensible, que ha servido para encender la mecha de la polémica. Jean-François Copé, presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el principal partido de la oposición, no ha tardado en atacar a Ayrault advirtiéndole del peligro de destrucción que supondría para Francia ceder un solo milímetro en las políticas de inmigración.
Jean-Marc Ayrault tampoco ha perdido tiempo para contestarle, asegurando que el Gobierno francés no tiene ninguna intención de permitir que los símbolos religiosos vuelvan a clase, que los informes que reciben no tienen por qué coincidir con la posición del Ejecutivo… y calificando a Copé de mentiroso e irresponsable por no ser capaz de frenar el giro de la UMP hacia la extrema derecha…
Un duro intercambio de provocaciones e insultos, siempre con esas alertas sobre el riesgo de dividir a los franceses o de alimentar los extremismos. Pero en realidad, nada nuevo. Y a apenas unos meses de las elecciones municipales, mucho me temo que éste volverá a ser un asunto recurrente… Sólo espero que con más contenido sobre cómo mejorar, de verdad, la integración de los inmigrantes…
MZ dijo
Lo de haber prohibido el velo en los colegios fue una exageración, porque las monjas siempre lo han llevado y, según por donde se mire, es hasta una medida de higiene, igual que el gorro de los cocineros; aunque la toca y el velo tienen connotaciones religiosas, no lo vamos a negar.
Lo que hay que prohibir, pero hasta en la calle, directamente, es el burka: porque en occidente no nos tapamos la cara y no tenemos por qué habituarnos a integrarlo en nuestro día a día.
La integración comienza también por la actitud del que viene de otro país y un mínimo respeto a los usos del lugar en el que va a vivir. Y si no es así, en balde cualquier medida que se pretenda, porque -en realidad- a quien va dirigida no quiere hacer por el acercamiento.