Contaminación en París
La circulación alterna, sólo para coches y motos con matrículas impares, ha funcionado en París. A pesar de los temores de que estallara el caos o las protestas de usuarios y asociaciones de automovilistas, el balance es más bien positivo: menos tráfico, menos atascos y, por tanto, menos contaminación.
Pero en el día después, la pregunta es… ¿y ahora qué? Leo en un editorial que restringir el tráfico cuando hay picos de polución es como tomar paracetamol cuando se tiene gripe: nunca hace mal, mejora algún síntoma y, sin embargo, no se ha atacado el origen de la enfermedad. De la misma manera, una política verde, ecologista, ha de implantarse a largo plazo, superando mentalidades no siempre dispuestas al cambio.
Entre otras cosas, porque buscar alternativas al coche auténticamente concretas y reales sigue siendo un tabú no sólo para los políticos, sino también para nosotros como ciudadanos. ¿O cabe olvidar que el 75% de los vehículos franceses funcionan con el contaminante diésel que ahora tanto denostamos?
Quizá la normalidad de la jornada de ayer pueda incitar a los gobernantes a tomar medidas más valientes al respecto. Me imagino que relacionadas con el espacio urbano, los transportes públicos o una fiscalidad que se adapte a ese objetivo de reducir – de verdad – las emisiones contaminantes al aire que respiramos.
La otra cara de la moneda, que estamos en la recta final de las elecciones municipales, y pocos se atreverán a mover ficha ante el temor a dar pasos en falso… O todo lo contrario, porque el candidato ecologista al Ayuntamiento de la capital ya ha tomado aire y ha aprovechado para criticar el inmovilismo de las candidatas conservadora y socialista, al llevar él defendiendo desde hace tiempo la circulación alterna de ayer. ¿Influirá en el voto del próximo domingo? Me sorprendería…