La mujer de la trenza y la guadaña
martes 19.ene.2010 por RTVE.es 15 Comentarios
Yulia pisa firme, con seguridad. Con su trenza... ó con su guadaña. Y esto lo digo porque "la mujer de la trenza" (ya os he contado en este blog por qué la lleva) y "la mujer de la guadaña", en ruso, suenan igual. Y, claro, qué mejor juego fonético para definir a una mujer que sabe arrasar allí por donde va.
Olvidémonos del pánico que muestra el pequeño tigre blanco en sus manos (y al que la tigresa ucraniana convirtió en imagen de su campaña) y centrémonos en los resultados que Timoshenko obtuvo en la primera vuelta de las presidenciales del pasado 17 de enero: el 25% de los votos, 10 puntos menos que el ganador, el ex primer ministro y líder del opositor "Partido de las Regiones" Víctor Yanukóvich, pero muchos la dan ya como ganadora de la segunda vuelta, dentro de dos semanas.
A pesar de que, como jefa del gobierno ucraniano, ha liderado una gestión económica "lamentable" (como nos decía hace unos días el politólogo Dimitri Oreshkin) que ha contribuido a hipotecar aún más el futuro de Ucrania, la "princesa del gas" ha logrado acaparar el voto de parte de los desencantados con Víctor Yúshenko, el presidente saliente, héroe de la "Revolución Naranja" y, hoy, diana de todas las quejas por no haber logrado (ó no haber podido) implantar las reformas estructurales que prometió.
Actualmente, Timoshenko y Yúshenko son enemigos declarados, pero ambos, lideraron en la calle aquella revolución pacífica que, si bien algunos lo dan por muerta, sí que logró hacer de Ucrania un país más democrático. De ninguna otra forma, los ucranianos hubieran acudido a votar ésta vez como lo han hecho: a pesar del desencanto y el hastío, con un 70% de participación. Y eligiendo, además, al hombre defenestrado por la "Revolución Naranja", Víctor Yanukóvich, que estuvo a punto -entonces, hace 5 años- de ser presidente bajo acusaciones de fraude.
En cualquier caso, los analistas aseguran que Yanukóvich ha tocado techo con el 35% conseguido, que su mensaje ya no da para convencer a nadie más.
El de Timoshenko, al parecer, sí. Veremos por cuál de los dos se deciden las urnas el próximo 7 de febrero.
Es imposible que el nuevo presidente de Ucrania sea simplemente pro-ruso o simplemente pro-europeo. De hecho, la clave en estas elecciones estaba en conseguir ser pragmático y no mirar exclusivamente hacia un lado.
Y aunque el matiz "pro-ruso" lo defiende Yanukóvich a capa y espada, lo cierto es que ni él ha podido evitar incluir en su estrategia el acercamiento a Europa.
Timoshenko, eso sí, lo ha hecho con más ahínco, que hasta ha prometido que Ucrania será miembro de la UE en 5 años.
Y, por ejemplo, Yanukóvich ha hablado abiertamente de alejarse de la OTAN (tan sólo un 20% de la población ucraniana estaría de acuerdo en ingresar en la Alianza Atlántica), pero Timoshenko ha optado por no tocar ese asunto... sensible.
Ella acusa a Yanukóvich de representar a los oligarcas del país y, para distanciarse de él, promulga la preservación de la identidad nacional, el rechazo del ruso como segundo idioma clave en la vida política y social del país y a la presencia en Crimea de la Flota rusa del Mar Negro. Su apuesta, ha dicho, es convertir Ucrania en un "Estado europeo independiente".
Aparte, Yanukóvich ya ha dicho que -de ser elegido presidente- va a revisar los acuerdos de gas firmados en los últimos tiempos con Moscú, justamente los que Timoshenko negoció personalmente con Putin. Pero Timoshenko sabe que sus negociaciones con Moscú, que probablemente han evitado nuevas crisis del gas que afecten a Europa, no siendo perfectas, han contado a su favor.
Ella es, indudablemente, una superviviente. Ha logrado, a base de imagen y discurso, el equilibrio que aparentemente busca esta república ex-soviética. Desata odios y pasiones a partes iguales. Es una populista nata, "una populista magnífica", según Oreshkin, "tanto que alcanza niveles peligrosos". De hecho, en sus últimos mítines, está apelando al voto del miedo, el miedo a que Yanúkovich vuelva con las costumbres del pasado.
Pase lo que pase finalmente en las presidenciales, quedarán por arreglarse los desequilibrios en la Rada, en el Parlamento, teniendo a Yanukóvich como presidente y a Timoshenko todavía como primera ministra (si el tándem funciona, claro) o a Yulia como presidenta y a un gobierno que, hoy por hoy, no me atrevo a vaticinar. En cualquiera de ambos casos, todo será posible, como lo ha demostrado Ucrania en su historia más reciente.
Y veremos si las nuevas alianzas que se forman saben responder a las necesidades de los ciudadanos. Una de ellas, fundamental: salir de una crisis económica terrible. Es lícito tener dudas. Han pasado 5 años desde la revolución, el país no se ha transformado como debería y a las presidenciales se han presentado los 3 mismos líderes políticos de hace un lustro...
Moscú, por el momento, encantado con haberse quitado de encima a Yúshenko, al que considera "un presidente abierta y extremadamente anti-ruso".
Mientras, el líder naranja, después de ese triste 5'5% de votos que obtuvo, piensa qué hacer con su vida. Si dejar la política a la espera de que la historia reconozca su trabajo, dedicarse a los negocios ó crear una fundación al estilo de Gorbachov para ofrecer charlas... bien pagadas.