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¿George W. Obama?

    martes 11.jun.2013    por Dori Toribio    2 Comentarios

 

George W ObamaEsta fotografía circula como la pólvora por internet, después de que el Huffington Post la utilizara en su portada digital el pasado fin de semana. Una fusión de los rostros George W. Bush y Barack Obama, simbolizando esas críticas que golpean al actual presidente de EEUU por continuar con las prácticas de vigilancia de comunicaciones que se diseñaron durante la anterior Administración bajo el amparo de la Ley Patriota, firmada tras los atentados del 11S.

 

 Los programas secretos del gobierno estadounidense filtrados al diario The Guardian por Edward Snowden ponen entre interrogantes muchos de los valores que tanto se ha empeñado en predicar el presidente Obama. Y renuevan un debate que hace mucho tiempo tenemos pendiente: Qué poder queremos darle a los gobiernos en nombre de la seguridad y hasta dónde estamos dispuestos a ceder nuestros derechos individuales, más allá de las incomodidades en los aeropuertos. También plantean una oportuna reflexión sobre el papel de los medios de comunicación en las filtraciones de secretos de estado. Wikileaks no culminó el debate que pretendía. La historia dirá si lo logra Snowden , cuando la balanza se decante del lado del héroe o el traidor.

 

Insiste la Casa Blanca en son programas legales y eficaces, como herramientas en la lucha contra el terrorismo. Que nadie está escuchando nuestras llamadas o leyendo nuestros correos. Que los programas son regulados por las tres ramas del Gobierno y quedan justificados bajo leyes firmadas dentro del Patriot Act de 2001, renovadas una y otra vez, sin que a nadie le temblara el pulso ni los medios hicieran el más mínimo ruido. Desde la cláusula empresarial de la Ley Patriota que obliga a las empresas a entregar a las autoridades archivos que estén en el marco de la seguridad nacional. A la Ley de Supervisión de Inteligencia Extranjera bajo la que opera el programa PRISM, de acceso a información de usuarios de nueve grandes compañías de internet.

 

Pero todo ha ocurrido a espaldas de los ciudadanos. Pese a que no era difícil intuir que aquella Ley Patriota abría la puerta a todo lo que ha venido después, y mucho, como explica el Congreso, ya lo sabíamos…  es grave el componente de secretismo extremo para continuar con unas prácticas y estructuras que vulneran la privacidad en nombre de la seguridad y que Obama fue el primero en señalar cuando el sujeto activo era la Administración Bush. En 2007, aquel senador de Illinois prometía revisar palmo a palmo los programas de inteligencia, acabar con las interferencias innecesarias en la privacidad ciudadana y con todo lo que vulnerara la Constitución. En 2010, renovaba la Ley Patriota.

 

Defender a Obama en este instante es difícil. Por la larga lista de contradicciones que se acumulan entre su mandato y su palabra, que debilitan su liderazgo político. Desde su programa de drones entre líneas morales difusas, al escándalo de Hacienda por el intenso escrutinio fiscal a miembros del Tea Party, a la sucesión de polémicas por el registro de llamadas a la agencia AP primero, a cientos de miles de clientes de Verizon después y por último, a millones de usuarios de internet en el mundo. Nos aseguraba Obama en su último gran discurso sobre política exterior, de seguridad y defensa que la guerra contra el terror, como todas las guerras, debe terminar. Y que se vulneraron demasiados derechos ciudadanos en su nombre. Pocos días después saltaban los últimos escándalos de vigilancia de comunicaciones.

 

Lo que tampoco es justo convertir al presidente en el paradigma de todos los males democráticos. Ni someterle a comparaciones poco precisas. Es muy larga la cadena de mando en cuestión de defensa e inteligencia. Y éste es el mismo Obama que, entre otras cosas, firmó al llegar a la Casa Blanca el fin de las torturas y las cárceles secretas, sustentadas por la filosofía de la guerra contra el terror. Tendemos a pasar a los extremos. Elevamos a alguien a un pedestal casi divino para poco después y con la misma rapidez, enviarle a los más oscuros infiernos. Olvidamos la gama de grises que queda en el camino y que en su día contribuimos a elevar a un endiosamiento imposible a aquel candidato presidencial que carga hoy con el peso de las grandes expectativas. Que nadie se equivoque. Él fue el primero en diseñar su campaña electoral sobre la premisa del voto emocional del cambio y la esperanza. Esa ilusión se pierde tan rápido como se gana y así lo demostraron las inestables encuestas hacia su reelección el pasado 6 de noviembre, tras una eterna batalla contra un candidato hoy casi olvidado.

 

Hoy, estos programas de vigilancia ciudadana no se parecen mucho al cambio prometido. Casi 12 años después del 11S, esta vigilancia masiva tiene dudoso sentido práctico y moral. Para muchos estamos ante una interpretación excesiva y forzada de la Ley Patriota, con un volumen incomprensible de interferencia del gobierno en datos de ciudadanos de todo el mundo, un intenso foco en los extranjeros y todo protagonizado por el mismo político que en 2007 aseguraba que “la administración de Bush planteaba una falsa elección entre las libertades de las que disfrutamos y la seguridad necesaria.”

 

Hoy, Obama confiesa que “era escéptico con aquellas políticas” pero que ha comprendido que ayudan a prevenir actos terroristas. De la misma manera que en Charlotte nos dijo, en aquel discurso que ponía en escena su candidatura hacia la reelección, que “antes era joven, ahora soy Presidente.” No es justo para los que creyeron en el cambio y la esperanza. Es contradictorio y peligroso, porque el valor de su palabra queda en el aire. El mismo aire que sustenta la temida burbuja en la que algunos presidentes se refugian al llegar a la Casa Blanca.

 

 

Dori Toribio   11.jun.2013 00:05    

2 Comentarios

Nadie es tan ingenuo como para pensar que en política internacional hay diferencias entre republicanos y demócratas. Sus diferencias son más una cuestión de formas que de fondo y Obama, y más en su segundo año de mandato, va a hacer lo que le digan como han hecho todos los presidentes.
Gracias por tu trabajo y por tus crónicas !!

martes 11 jun 2013, 17:28

Totalmente de acuerdo con el agricultor.

miércoles 12 jun 2013, 14:07

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Dori Toribio

Bio Desde USA

Llevo más de 10 años trabajando en RNE. Ahora, descubriendo EEUU, como corresponsal en Washington. Este país también vive la radio pública con pasión. Y lo ha hecho a lo largo de su historia. El presidente Franklin Roosevelt allá por la década de los 30, inició sus “Charlas junto a la Chimenea”. Se dirigía por radio a los ciudadanos estadounidenses. Tono íntimo, palabras tranquilas, mensajes de confianza. Nunca hubo ira, ni chistes malos, ni uno tono más alto que otro. Se ganó a la opinión pública, pese al difícil momento político, sacando a Estados Unidos de la Gran Depresión, poniendo en marcha el New Deal y anunciando una Segunda Guerra Mundial. “JUNTOS NO PODEMOS FRACASAR”, fue su mensaje.
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