Road Movies, (O movies on the road)
Me llaman de Casa América (@casamerica ) y me preguntan si quiero participar en una mesa redonda sobre las "Road Movies" organizado en colaboración con la Embajada de Estados Unidos, y un pequeño ciclo compuesto por cuatro películas de ficción que he visto, alguna muchas veces, "Sucedió una noche", "Easy Rider", "Luna de papel" y "Pequeña Miss Sunshine" y un documental, que no había visto, sobre el viaje en autobús de un puñado de idealistas, luchadores por los derechos civiles, desde Washington a New Orleans, en 1961: "Freedom Riders".
Tardo menos de un segundo en contestar que sí, mientras siento la avalancha de recuerdos de eso que llamamos desde no sé cuando con ese término tan evocador, al menos, desde luego, para mí. Trato de evitar lo fácil, que es tirar de wikipedia, IMDB y demás shortcuts al alcance de la mano hoy día, y simplemente recordar esas sensaciones, y pensar en que puedo yo decir en base a ello. Me asaltan imágenes, momentos y sensaciones de maravillosas road movies que me acompañan desde que las vi, “The grapes of wrath”, “You only live once” o “They live by night”, "Two lane blacktop", "Duel", “Vanishing point”, y su muy parecida historia en forma de westren que fue “Bite the bullet”, ( título también, por cierto, de una canción de Niel Young) “The Straight Story” o “Into the wild”, o tantos y tantos westerns y tantas canciones de Dylan o Springsteen que son auténticas road movies.
Me viene a la cabeza una y otra vez esa novela maravillosa que es "On the road", de Jack Kerouack, título seminal que de alguna forma viene a resumir todo lo que significan las road movies, y como cinéfilo irredento que soy no puedo evitar referirme a su encomiable pero no exitosa adaptación reciente por Walter Salles, con producción de Francis Coppola, y sobre todo a una película muy hermosa que aquí conocimos como "Generación perdida" y que en original se llamó "Heart Beat" que de alguna forma contaba mucho mejor todo el espíritu de aventura, de viajar y de conocer que se respiraba en la novela de Kerouak, con una fantástica fotografía de Lazslo Kovaks, que como se verá, aparecerá en más de una ocasión en esta historia de carretera.
En realidad, me gusta pensar que la vida es en sí misma una road movie, y que por eso las road movies nos llegan tanto. Al menos en mi caso. No sé si será porque hago cada día un mínimo de 100 km en coche, escuchando mi propia banda sonora. Y pienso que mi educación sentimental en esto del cine, estuvo conformada en buena medida por películas de ese tipo. Y aunque hoy no puedo presumir de ser el lector que fui, y en eso entono mi mea culpa con la excusa del poco tiempo que tengo, creo que la evocación de esos sentimientos que el término "road movie" hace aflorar, hay que buscarlos en la esencia misma del hombre, o del ser humano, como se dice ahora, y en Homero y en sus retratos de aquellos héroes, con Ulises a la cabeza, que vivían sus aventuras en aquellos viajes desde y hasta Itaca.
¿No es una road movie La odisea? ¿No es una road movie El Quijote? Yo creo que sí. El viaje y el camino como catarsis, están presentes desde que un ser humano supo que quería contar una historia y otros que querían que se las contasen.
Llegó el siglo XX, y con él dos inventos maravillosos que definen ese siglo como pocas otras cosas, y que estaban destinados a entenderse: el cine, y el automóvil. Por decir más, ambos inventos prodigiosos, alcanzaron un desarrollo excepcional en un país nuevo y prospero como nunca hasta entonces en la historia de la humanidad, y que estaba destinado a erigirse tras la segunda guerra mundial como la primera potencia mundial. me viene ahora a la memoria una película como "Rebelde sin causa", en la que, como casi todo el mundo sabrá, aparecía Dennis Hopper como uno de los amigos del protagonista James Dean, el "rebelde sin causa" por excelencia. En la película, de 1955, el coche es uno más de los protagonistas, como por otro lado ha sucedido siempre en el cine norteamericano. Lo importante es que la forma de relacionarse con el automóvil por parte de aquellos jóvenes protagonistas, no tenía, evidentemente, parangón con la que pudieran tener cualquieras otros jóvenes de cualquier otros país con el automóvil. Un remedo de aquella la veíamos en una película llena de nostalgia como fue "American Graffitti". Lo que quiero decir es que el coche, ha sido siempre parte del paisaje en la sociedad norteamericana.
Hoy se nos olvida que el cine fue calificado como "el arte del siglo XX". Más allá de su condición de medio narrativo para contar historias, siguiendo la tradición y la necesidad de todos de fascinarnos con ellas, el cine hizo en el siglo XX algo que ningún otro arte había hecho hasta entonces: ser testigo de su tiempo, dejar para el futuro todo un mundo de evidencias. El cine triunfó en todo el mundo, y en particular en Estados Unidos, porque, aun siendo mudo o silente, o precisamente por ello, podía llegar a todos aquellos inmigrantes de todo tipo, origen y condición que llegaban al nuevo mundo y aún no sabían el idioma. Parecía normal que el cine, ese nuevo arte, y el automóvil, ese nuevo y moderno medio de transporte se encontrarán y decidieran buscar juntos su destino.
En realidad, siempre he pensado que muchos westerns son road movies, y vice versa. Da igual que se en coche, en tren, en moto, en autobús o a caballo. El viaje es el viaje, y como decía Machado, "se hace camino al andar". Pienso en westerns como "Stagecoach", "Two rode together", "Red River", "Wagonmaster", "The Naked spur" o "Ride the high country", por poner solo unos ejemplos, y puedo imaginármelos en términos de "road movie" como tal, eso es, con un coche, moto o autobús. Porque lo que en ellas importa no es tanto como se hace ese viaje sino lo que sucede durante el mismo a los protagonistas de esas historias. El caso de "Stagecoach" es significativo, al estar basada en un relato, "diligencia para Lordsburg" que a su vez se basaba en un relato de Guy de Maupassant, "Bola de sebo". Es una forma de cerrar el círculo, pienso.
Del mismo modo, siempre he pensado que "Easy Rider" era todo un western lirico y salvaje, y que podía haberse llamado también "dos cabalgan juntos" (two rode together) o "vivir su vida". También he de reconocer que siendo como soy virulentamente reacio en general a los títulos traducidos, ese "Buscando mi destino" con el que la conocimos en España, no me resulta desagradable. Sin embargo, lo amplio de los significados de "Easy Rider" me parece mucho más evocador.
"Easy Rider", película mítica donde las haya, "road movie" con todas las de la ley, película independiente que recaudó 100 veces su coste, y sin duda hija de su tiempo, una película de eso que llamamos, como a algunas canciones escogidas "generacional". Me confieso hijo del rock, y quiero creer que todo lo que nos llega de "Easy Rider" estaba esbozado en 3 palabras de esa hermosa canción, sin duda generacional, que es "San Francisco", de John Philips e inmortalizada por Scott Mackenzie: "people in motion", insertadas en una estrofa aún más reveladora de unos tiempos que, ya sin duda, estaban cambiando:
All across the nation such a strange vibration
People in motion
There's a whole generation with a new explanation
People in motion people in motion
De modo que lo que hacían los personajes del rebelde con causa Dennis Hopper, Billy, y Peter Fonda, "Capitán América" o Wyatt, director el primero de la película, y coguionista junto al segundo, era precisamente moverse, respirar, vivir. Aquellos eran tiempos complicados y es fácil olvidar el contexto en el que sucedían las cosas. la guerra fría, La guerra de Vietnam, los magnicidios de los hermanos Kennedy y Martin Luther King en apenas 5 años, la carrera espacial, la contracultura, el movimiento hippie, la necesidad de una parte importante de la población, en particular de los nacidos después de la segunda guerra mundial de ver y vivir el mundo de otra manera, tenían que tener reflejo en el cine. Probablemente "Easy Rider" fue la película adecuada en el momento adecuado. Su arrebatadoras canciones, que son algo más que su banda sonora, hacen inolvidables los momentos en los que suenan. ¿no es significativo que los créditos de la película se vean mientras se escucha el "Born to be wild" de Steepenwolf? (looking for adventure….) . ¿No es también significativo que "The weight" de The Band suene haciendo parecer más liviano el peso del viaje por las carreteras infinitas de los dos protagonistas? (I just need some place where I can lay my head)
¿Y no es significativo que el tema de los Byrds "Wasn´t born to follow" sea también protagonista destacado en una de las cabalgadas de esos dos modernos centauros? (Run across the valley beneath the sacred mountain and Wander through the forest)
Podría decir ahora lo que de un tiempo a esta parte se ha convertido en una especie de lugar común: que la película no es tanto, que ha envejecido mal, que está my mal realizada. Pues no. Yo, salvo la secuencia del "trippy", que ya me pareció pesada en su día, la salvo de comienzo a fin. Me parece eso que he dicho antes, una película generacional, y eso puede decirse de muy pocas película, como también de muy pocas canciones. A m me parece que captó como pocas veces ha sucedido, el sentir de una generación. Por eso, nunca envejecerá.
El ciclo se completa con otras tres películas escogidas con buen sentido de entre el gran número de película de eso que conocemos como "road movies". En realidad la elección sirve para darnos cuenta de lo muy mezclado que está el género propiamente dicho, con otros.
Así, vemos la mezcla con la comedia romántica en esa joya que fue es y será "Sucedió una noche", del hombre que primero puso su nombre antes que el título, Frank Capra, ese hijo de inmigrantes italianos, que estudió ingeniería química en la misma universidad en la que limpiaba por las noches para poder pagar sus estudios, y que comenzó a hacer cine por casualidad. Que Capra no tenía un pelo de tonto lo sabemos desde hace mucho tiempo. Inventó la comedia clásica, dio forma a la función de los personajes secundarios, o "supporting actors", nos enseño a todos que las personas normales que saben que lo son, son, sin saberlo, mejores que las que se creen mejores que los demás; nos alertó contra el fascismo acechante en la sociedad y en los medios de comunicación; y dejo para la historia la crónica de la segunda guerra mundial que fue "Why we fight?" que es imprescindible para entender que pasó.
Pero, "Sucedió una noche" era "solo" una comedia romántica, un clásico "chico encuentra chica", y una road movie, con guión del gran Robert Riskin. Ellie, Una niña bien enfadada, con la clase de Claudette Colbert, Peter, un periodista en paro con el porte y las artimañas de Clark Gable, y un gran lio en el que ambos jugaban durante el viaje al gato y al ratón. Ella, niña rica, huye de su padre enfadada por una boda en cierne. El, periodista en paro, se da cuenta de quién es y decide seguirla proponiéndola un trato a cambio de una exclusiva. Alta tensión, y momentos míticos a lo largo de ese viaje en el que los dos se conocerán y cambiaran, como debe ser en toda road movie que se precie. Por cierto, la película fue la primera en ganar los 5 Oscar principales, Clark Gable fue responsable de que se pusiera de moda no llevar camiseta interior, y esa zanahoria en sus manos inspiró no poco al que sería el "único conejo ganador de un Oscar".
"Sucedió una noche" transcurría durante la Gran Depresión, en 1934. Luna de Papel, el tercero de los títulos del mini ciclo sobre "road movies" fue rodada, en un luminoso blanco y negro que firmaba el Gran Lazslo Kovaks (director de fotografía también de "Easy Ryder", por cierto), en 1973, aunque transcurría de forma indeterminada durante esa misma gran depresión. Peter Bogdanovich, el cineasta que más empeño parecía mostrar de entre aquella generación de cineastas, en reivindicar las esencias del clasicismo del cine norteamericano, hizo una "road movie" muy próxima en su discurrir a un género tan español como es el de la novela picaresca. Un hombre, y una niña, Ryan O´neal y su propia hija, Tatum O´neal, por entonces con 7 años, y sin duda el mejor niño, niña en este caso, que pasó por la pantalla desde que Jackie Coogan fuera "The kid" con Charlie Chaplin.
Como buena road movie que es, el argumento aparente, un vendedor de biblias que va recorriendo el país engañando a viudas desamparadas, acaba por ser el telón de fondo de la verdadera historia, que es la que se teje entre dos personajes tan variopintos, como son ese Moses Pray y Addie.
La obra de Peter Bogdanovicht es todo una recolección de anécdotas del mundo del cine. Igual que en Nikelodeon podíamos ver cosas que se dicen que pasaron de una u otra forma en el mundo del cine, también se dice que fue el mismo Orson Welles quien le dijo a Peter Bogdanovicht, quien tenía dudas sobre si mantener el título original de la novela, "Addie Pray", que Paper Moon era un excelente título, que estaba inspirado por cierto, por una canción: It's Only a Paper Moon
La más reciente de las "road movies" de ficción que podrá verse en este miniciclo es una joyita del moderno cine "indie", "Pequeña Miss Sunshine", el brillante debut como directores de la pareja formada por Jonathan Dayton y Valerie Faris: El Mcguffin, era la crónica de un viaje familiar para un concurso de misses infantiles. de nuevo, como buena "road movie" que es, el viaje en una vieja forgoneta Wolkswagen de una familia "disfuncional" (o desestructurada) como se dice hoy día, servirá para lograr lo que las cuatro paredes de su casa no conseguían: unir a tan variopintos miembros en una empresa común, aunque esa sea, reventar un absurdo concurso de belleza infantil. En medio, una madre desbordada, Toni Colette; un padre fracasado que predica el éxito, Gregg Kinnear; un adolescente mudo por decisión propia, Paul Dano; un hermano, o cuñado, según se mire, homosexual que ha intentado suicidarse por mal de amores Steve Carrell; y para colmo, un abuelo libre como un colibrí que interpreta el siempre excelente Alan Arkin. Ah, y esa niña que no responde a los cánones de belleza dictatoriales pero que va a conseguir unir a esa familia que son los Hoover: Olive.
Termina el ciclo con un emocionante Documental con mayúsculas: "Freedom Riders", mucho más que una road movie o la crónica del viaje de uno grupo de idealistas, a la vez que tremendamente concienciados, ciudadanos norteamericanos, blancos y negros, que en 1961 decidieron forzar las leyes segregacionistas de los Estados del Sur yendo en autobús desde Whasington a Nueva Orleans. Los protagonistas auténticos de aquel acto heroico nos cuentan aquella historia y como cambió sus vidas y las de los demás, pero lo que vemos sobre todo en el documental es como aquella historia de carretera cambió, o empezó a cambiar si se quiere, para siempre a un país. Es revelador ver a Robert Kennedy decir: Algún día este país tendrá como presidente a un negro.
"Freedom riders", El viaje, el camino, el cambio. nada es al llegar al final del camino como era al salir. Esa es la esencia del vieja, esa es la esencia de las road movies.