La muerte del 'hillbilly' milmillonario
Hice las cuatro fotos que abren esta entrada en la última edición del festival Hardly Strictly Bluegrass.
Las imágenes no hacen honor, ni por asomo, a la desmesura del evento: casi un centenar de actuaciones (no cualquier cosa: desde la gran dama Emmylou Harris, hasta el bardo Steve Earle, pasando por Irma Thomas, Alison Krauss, Dr. John, los Jayhawks y otras luminarias), tres días de música en las praderas del Golden Gate Park, 600.000 asistentes y una organización engrasada hasta la perfección: recogida selectiva de basura con asesores técnicos de reciclaje; letrinas en cantidad más que suficiente; miles de voluntarios dispuestos a ayudar; cochecitos eléctricos verdes para trasladar al staff y los músicos; horarios cumplidos a rajatabla...
¿Precio de las entradas? Ni un céntimo. El Bluegrass, uno de los mayores festivales musicales del mundo, es, desde su primera edición en 2001, total e inusualmente gratuito para el público.
El hombre que pagaba de su bolsillo todo el gasto era Warren Hellman. Acaba de morir, el 18 de diciembre, a los 77 años, de complicaciones derivadas de una leucemia.
Hellman -a quien todos sus conocidos definen como "generoso"- era un rara avis. Le amamantaron con biberones dorados -su padre fue uno de los fundadores del banco Wells Fargo, una de las más potentes entidades financieras de los EE UU- y nunca dejó de pertenecer al uno por ciento que detenta el poder socioeconómico excesivo denunciado por los indignados.
Hijo de judíos alemanes de Baviera de afiladas dotes para los negocios (padre banquero y madre heredera de industrias textiles), Hellman nació en Manhattan (Nueva York) en 1934 pero creció en San Francisco, ciudad a la que amó por encima de cualquier otra.
Se graduó en Economía y Dirección de Empresas en la muy radical Universidad de Berkeley y a los 26 años le llamaban Huracán Hellman con toda la razón: era el socio más joven de Lehman Brothers -lo presidió entre 1973 y 1977-, el tristemente famoso banco de inversiones que protagonizó en 2008 la mayor bancarrota de la historia de Wall Street e inició la crisis.
Luego montó empresas de capital de riesgo, entre ellas Matrix Partners, un poderoso fondo que llegó a manejar 20.000 millones de euros e invirtió en empresas como Apple. Regresó a San Francisco en 1984 y fundó Hellman & Friedman, un banco de inversiones que participa en el accionariado de, entre otras sociedades, Levi Strauss, Young & Rubicam, Getty Images y Nielsen.
Amigo de vestirse con ropa informal incluso en las reuniones de los consejos directivos, corredor incansable de 20 kilómetros diarios (desde las 4:30 horas) y aficionado radical al bluegrass, un subgénero del country enraizado en la música folk de Inglaterra e Irlanda, tocaba de vez en cuando con The Wronglers, que en 2011 editaron el disco Heirloom Music con Jimmie Dale Gilmore.
En los últimos años de su vida Hellman se convirtió en judío renacido. En 2009 celebró su bar mitzvá, la ceremonia para los críos de 13 años que pasan a ser adultos.
En San Francisco han llorado la muerte de Hellman -implicado en muchas obras filantrópicas en la ciudad- con el volumen habitual con que lamentan en este país el fallecimiento de los milmillonarios: a todo trapo.
"Hombre del Renacimiento con ropa vaquera", tituló con sagacidad aunque exageración The Bay Citizen, la cooperativa mediática que el propio Hellman financiaba.
Los herederos de Hellman han anunciado que seguirán organizando el Hardly Strictly Bluegrass. Ya hay fechas para la edición de 2012: 5, 6 y 7 de octubre.
Habrá que estampar para la ocasión una camiseta con una de las frases más atinadas del excéntrico hilbilly millonario: "El dinero es como el estiércol: si te aferras a él, apesta. Pero si lo extiendes, pueden crecer buenas cosas".
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