Jerez de la West Coast
Vivir fuera de España y ejercer el españolismo me da bastante apuro. Conjugo el verbo añorar, por supuesto, pero nunca en voz alta. No necesito gritar para sentir a quien no tengo.
Entenderán que el sábado fuese un poco alerta a La Lola, un muy conocido bar de tapas en los altos de la calle Mason, en cuyo sótano, al que han bautizado como Cava Baja, se iba a celebrar un "concierto secreto" de flamenco.
Escalando las perversas aceras de puerto de montaña de la zona, llegué al lugar esperando una experiencia cañí con mucha sangría y poca sangre. No descartaba una huida prematura y silenciosa.
Una vez más, la vida me ha mostrado que el juicio previo nos convierte en verdugos irracionales.
Lo que pasó el sábado en la Cava Baja tuvo arte, duende y magia. No es Jerez de la Frontera, pero en Jerez de la Frontera también hubieran aplaudido a rabiar.
No soy, ni de lejos, un entendido, y poco puedo decir de técnica, métrica y palos. Me jacto de tener buen oído, de aceptar casi cualquier género musical (con el tango no puedo, lo siento) con tal de que no sea artificioso (de ahí mi aversión al tango) y de presentir dónde hay algo insustancial y misterioso que te atruena por dentro.
No voy a hablar desde una visión técnica de los cuatro derviches que oficiaron la ceremonia del sábado. No sabría hacerlo. Simplemente contaré quiénes son y dejaré que ustedes, con el relato y las fotos que les hice, se mueran de envidia por no poder tenerles cerca.
Esta mujer se llama Kina Méndez y el flamenco, como ella dice, "lo traía en el código de barras". Nació en Jerez de la Frontera en 1978 y es sobrina, un silencio, por favor, de La Paquera, legendaria figura del cante racial y popular.
Kina llegó a EE UU en 2010. Venía por dos semanas, para hacer unos bolos, pero se ha quedado (en agosto consiguío la green card de residencia). "Aquí hay trabajo y oportunidades.Vivo de esto y no me lo creo. En España, tal como están las cosas, sólo viven diez del flamenco".
El público estadounidense le parece "muy respetuoso" con un arte que no terminan de asimilar del todo. "El flamenco es energía, hay que sentirlo, no entenderlo, es puro lenguaje corporal y a los americanos les llega", dice. Aunque a continuación matiza, entre carcajadas: "Claro que son un poco acojonaos y a veces tienes que exagerar más para llegarles".
El tocaor, David Páez (32, nacido en Córdoba), llegó hace dos años. Al verlo arrancarse por soleás y marcar una deriva de calado hondo, no sospecharías cómo se gana la vida: es doctor en Biología Molecular y vino con un contrato post-doctoral a trabajar en la Universidad de Berkeley.
"Cuando llegamos mi mujer y yo, con seis maletas y dos guitarras, nunca nos podíamos imaginar que en la zona de la Bahía hubiese tanta gente metida en el flamenco. Hay actuaciones todas las semanas".
Clara Rodríguez, nacida hace 30 años en Santa Bárbara, una de las ciudades de California con más tradición flamenca (tienen un festival estable desde 2000), es hija de padre estadounidense y madre chicana y estudió baile desde muy chica. Vivió en Sevilla y Granada durante tres años.
"¿Qué siento cuando bailo? Es difícil de explicar, porque lo tengo interiorizado. Creo que es un asunto de energías: la energía que entra en ti es la misma que sale de ti".
Fanny Ara es una de las bailarinas de flamenco más conocidas y premiadas de los EE UU. Nacida hace 28 años en el País Vasco francés, iba para bailarina de clásico español, pero Sevilla se le apareció en un sueño.
"Todo estaba listo para irme a Madrid a seguir estudiandoy soñé que tenía que ir a Sevilla, que Sevilla me llamaba. Mi madre casi me mata, creyó que estaba loca. Aparecí en Sevilla sin conocer a nadie. En el lugar en el que me hospedaba escuché como alguien zapateaba. Bajé al piso de abajo, toqué la puerta y era Juana Amaya. El flamenco me estaba esperando".
Llegó a San Francisco hace nueve años ("me enamoré de un americano") y acaba de ser nombrada finalista de los premios de este año de la Vilcek Foundation, que se conceden a extranjeros que hayan realizado una apotación notable a la sociedad de los EE UU.
¿Moraleja? Aprendan de mi experiencia: Jerez de la Frontera está en todas partes.
segun dijo
trabajo fotográfico espléndido! me alegro de que no defraudara. Yo también estuve en un espectáculo flamenco el sábado y salí con muy buen sabor de boca.
nos vaya bonito!
13 mar 2012
Cecilia de Molina Ortiz dijo
Te acabo de conocer a través de David que me ha mandado el enlace de tu blog.
Todo un placer conocerte y poder entusiasmarme y vibrar con tus palabras y tus fotos desde la Córdoba de España, estos son los verdaderos cantes de ida y vuelta.
Pienso quedarme por aquí para seguirte más de cerca.
Un abrazo.
13 mar 2012
Seia dijo
Esto del flamenco parece que gusta y da buenos resultados por allí, las bailaoras son de casting, buena muestra del arte de las castañuelas. El avispado "empresario" que lleva el flamenco por esos mundos, estará encantado con el éxito logrado.
14 mar 2012