El Tenderloin se convierte en Twitterloin
El mapa forma parte del documento oficial de la Central Market Economic Strategy (Estrategia económica para la zona centro de Market) [PDF], el proyecto estrella del alcalde San Francisco, el demócrata-pero-menos Ed Lee, un neoliberal y defensor a ultranza de la idea de la ciudad como centro de grandes corporaciones tecnológicas.
En el área resaltada en el callejero con tramas verde y violeta viven unas 38.000 personas censadas, está ubicada en el centro de la ciudad, en torno a la fundamental calle Market y algunas importantes sedes administrativas, entre ellas el Ayuntamiento.
Hice estas fotos hace unas horas.
El barrio de Mid Market o Central Market, como también se le llama, es la patria de los sin vida, el territorio de quien guarda todas sus posesiones en un carrito birlado a una cadena de supermercados (a la que jamás, por otro lado, consentirían acceder a este tipo de outsiders).
Homeless, adictos al crack, jóvenes avejentados y cuarentones con un pie en la tumba, prostitutas de bajo rango, buscavidas y alcohólicos viven 24 horas al día el Tenderloin, topónimo histórico y diario que el alcalde y sus socios no quieren utilizar porque está manchado. Uno de los primeros consejos que recibe todo recién llegado a la ciudad es: "No vayas al Tenderloin".
Conocía el barrio antes de venir. Lo retrata con sórdida ternura el escritor William T. Vollmann (1959), la orquidea negra e incómoda de la literatura y el periodismo contemporáneos, en Whores for Gloria, un libro-verdad de 1991 que puede leerse en español (aunque, tras la primera edición, han eliminado la palabra whores, putas, del título).
En el Tenderloin es inevitable caer casi por despiste si paseas por el downtown de San Francisco. Es un barrio de unas cincuenta manzanas insertado en el centro cívico, financiero y cultural de la ciudad. Callejeas, te dejas llevar, aprecias que cada vez abundan más los locales tapiados y los hoteluchos que ofrecen habitaciones por horas y terminas entre una pandilla de yonquis desdentados disfrutando de la acera.
Anecdotario personal en el Tenderloin. Una mujer a la que invité a un cigarrillo me ofreció a cambio una calada de su pipa de crack. Un joven negro, cuyos ojos saltones no se apartaban de mi cámara de fotos, me intentó camelar para llevarme a un callejón ("necesito una taza de sopa y allí hay un quiosco donde la venden, ¿me acompañas a comprarla?"). Ayer, mientras rondaba por el barrio, la cámara era como el aleph sobre el que convergían las miradas de los sin nada. Es un maldito pecado pasearse por las trincheras de la miseria con un aparato que cuesta tres mil dólares.
No es un lugar para sentirse cool, desde luego. Tampoco para sentirse inocente.
El plan del alcalde Lee -su principal apuesta ejecutiva en esta legislatura- es limpiar el Tenderloin. Por supuesto, no utiliza el verbo limpiar, demasiado desinfectante y sincero para un político al que gustan la doblelengua y la apariencia. Lee habla de "revival strategy" (estrategia de renacimiento).
El caramelo que el primer edil ha puesto bajo la lengua de las megaempresas del 2.0 es: cero impuestos durante seis años de los ocho siguientes a la instalación en el Tenderloin, siempre que las firmas añadan empleos a sus plantillas (no se especifica cuántos, de modo que con uno bastaría para dejar de tributar a las dañadas arcas de la ciudad). Un cálculo conservador estima que el ahorro en tasas podría rondar los 50.000 dólares anuales.
La oferta -sería más exacto decir capitulación- ya ha dado sus primeros frutos. Varias e-corporaciones han comprado locales en la zona (Zendesk, una compañía danesa dedicada al software fue la primera en llegar) y lo mejor está por venir. Twitter negocia para establecer su cuartel general en el edificio Mart, entre las avenidad 9ª y 10ª, propiedad de la influyente familia billonaria Shorenstein.
Algunos analistas ya han anunciado que "la burbuja ha vuelto" y que, como ocurrió con el primer boom del 2.0, no se están teniendo en cuenta ni la equidad ni la justicia social, sino los intereses inmobiliarios y cortar bien el cesped para que los milmillonarios de Internet no se pinchen las plantas de los pies con malas hierbas.
Otros síntomas de que la gentrificación sin prisioneros del Tenderloin está en vías de consumación es la aparición de locales de fancy food, algunas boutiques y el anuncio, hace unos días, de que el American Conservatory Theater ha comprado el abandonado cine Strand.
En la página web del lobby Central Market Partnertship no hay ningún plan concreto sobre qué va a pasar con las miles de almas muertas que pueblan el Tenderloin (eso sí, se destaca el índice de delitos de la zona, casi todos menores, y se menciona que la gente "orina y defeca en la calle").
Como única medida precisa, Lee ha prometido una nueva comisaría de Policía para este año. El local, una oficina de unos 50 metros cuadrados en la calle 6ª, tenía ayer carteles sobre los cristales anunciando el proyecto y polvo y telarañas en el resto de las microinstalaciones.
De aquí a un año no habrá putas, crack y miseria en Twitterloin. Los habrán trasladado a otro barrio. El hashtag #yonqui nunca será trending topic.
Häxan dijo
Las imágenes lo dicen todo, la gente marginal a quien le importa?, en un país donde solo interesa la maquinaria de hacer dinero. Hablar claro de las intenciones de limpieza de gente inservible y costosa al sistema no queda "way" para atraer empresas a la zona, muchos son enfermos en un sistema ideal sin cobertura sanitaria para todos, se llama "estrategia de renacimiento?", Ke fuerte el doble lenguaje. Así las cosas el método de quitar yonkis, locos y prostitutas es hacerlos desaparecer, o "utilizarlos" para un buen fin a la sociedad consumista, cuando llegue el momento de no ser útil al rebaño.... termina con mal fin para los desheredados de una sociedad caduca e hipócrita. Para renacer antes hay que "fenecer"......
http://www.youtube.com/watch?v=qBO-iavMP-U&feature=related
04 mar 2012
H dijo
De aquí a finales de año no vamos ni a reconocerlo. Una historia al más puro estilo de 'The Wire', sí.
04 mar 2012