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Cuatro casas muy hippies y una iglesia negra


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La propuesta de hoy tiene que ver con cuatro casas y una iglesia. En tres de las primeras residieron rutilantes estrellas musicales de la era de Acuario, el tiempo sedoso y bastante ciego del hippismo. En la quinta vivió el hombre que apuntilló el ideal hppie, un sicópata que comandaba a una pandilla de hijos de las flores en busca de sangre. La iglesia, habitada por un lunático ventajista, estaba dedicada a honrar a Satanás y predicar el advenimiento del mal sobre el mundo.

Como ven, hay cierto equilibrio taoísta entre los lugares: los dioses, el martillo contra los dioses forjado con su propia simiente divina y el envés de dios.

El mapa ubica los lugares: las cinco primeras casas están apiñadas en la zona de Haight-Ashbury, centro de operaciones del verano del amor (1967), una época en la que unas 100.000 personas de todos los EE UU convergieron el el barrio para, entre otros afanes, drogarse, predicar el advenimiento de la armonía universal, leer a Herman Hesse —al que si estás drogado le puedes perdonar las pamplinas y el tedio—, hacer el amor con insistencia gimnástica y, de nuevo, drogarse. Si les sobraba algo de tiempo en las apretadas agendas, se drogaban otra vez. El esplendor sensorial nunca era suficiente.

No es imposible que los habitantes de las cuatro casas y la iglesia del tour que les he preparado hayan coincidido en alguna ocasión. Estaban todos bastante locos y la demencia es el único partido político que no necesita convocar a sus fieles: se buscan y encuentran por sí mismos.

  Casa de Grateful Dead [Foto: Jose Ángel González]

A esta bellísima mansión victoriana de tonos violeta —710 Ashbury Street— todavía se acercan los deadheads más apasionados para fumarse un porro eucarístico. Fue la casa-comuna, entre 1966 y 1968, del grupo Grateful Dead, quizá el más venerado por los hippies por sus eternas y circulares improvisaciones de música psicodélica, muy relacionadas con la influencia que sobre la banda ejercía su principal mecenas y colega, Owsley Stanley, el Oso, un hombre con manos mágicas para la química: sintetizó más de un millón de dosis de LSD entre 1965 y 1967.

La casa de los Dead estaba abierta a cualquier hora del día o la noche y algo siempre estaba en marcha allí dentro. En octubre de 1967 fue asaltada por la policía, que no llevaba orden de registro. "Esto os pasa por consumir la hierba de la muerte", dijo el agente de narcóticos que dirigía el operativo. Intentaron acusar a las once personas que detuvieron de posesión de marihuana, "un delito equiprable al homicidio", pero se quedaron con las ganas. El caso, para regocijo popular, fue archivado con reprimenda incluida del juez al inflamado agente.

La casa-comuna de Grateful Dead en 1967

Casa de Janis Joplin [Foto: Jose Ángel González]
A unas pocas manzanas de distancia, en la casa también violeta de la foto —112 Lyon Street— vivió entre 1967 y 1968 Janis Joplin, que se traladó al barrio porque estaba cansada de la rutina ajetreada de la comuna de Sausalito que compartía con los demás músicos de su primer grupo, Big Brother and The Holding Company. Todavía no era famosa, pero apuntaba maneras de interprete de desgarrados reclamos de pasión y pérdida.

Joplin pintó las habitaciones de la casa de negro, la llenó de brocados de la India, encendió muchas barras de incienso e invitó a que se mudase a su entonces novio, el cantante Country Joe McDonald. A principios de 1968 el casero la echó por tener una mascota, un perro con cierto porcentaje de collie que se llamaba George.

La historia de la chica más solitaria del mundo acabó, como es bien conocido, en octubre de 1970 en un triste motel de Hollywood. La casa, en un giro en el cual es posible adivinar una mano divina, fue convertida en 1999 en un centro de rehabilitación de homeless toxicómanos. Ahora vuelve a ser una vivienda particular.

Janis Joplin en su casa de la calle Lyon

Casa de Jimi Hendrix [Foto: Jose Ángel González]

De estas cuatro rechamantes casas gemelas, la de la derecha fue la residencia ocasional de otro miembro del club de los 27, esa pandilla de ídolos pop que se murieron o quitaron del medio a los 27 años. El guitarrista Jimi Hendrix pasó en San Francisco varios meses de los años 1967 y 1969 y le gustaba hospedarse en un apartamento del número 142 de Central Avenue, a unos pasos de la casa de Joplin, con quien se llevaba bien.

Aunque la tan efímera como potente carrera de Hendrix se gestó en Europa —grabó en Londres sus primeros tres discos—, en San Francisco se convirtió en un héroe de masas (aún lo es, el año pasado el Ayuntamiento decidió celebrar cada 13 de septiembre el Día de Jimi Hendrix), al consumar una efectista y muy inteligente actuación  en el primer festival hippie, el Monterrey Pop (junio de 1967), organizado por la mafia musical de la ciudad, dominada por Grateful Dead. También del festival salió convertida en una estrella Janis Joplin.

Casa de Charles Manson [Foto: Jose Ángel González]
El residente de la casa con menos personalidad de esta galería, ese bloque amarillento de dos plantas —en el 636 de Cole Street— fue el que más daño hizo: Charles Manson, líder de la Familia Manson, una secta personalista de hippies cegados por el speed, la dominación sexual y el lavado de cerebro.

Recién saldio de la cárcel en marzo de 1967, Manson se dirigió a San Francisco para buscar seguidores y practicar las dotes de persuasión sicológica que le había enseñado un cienciólogo preso. Entre el marasmo de hippies, muchos de ellos desnortados, que poblaban el Golden Gate Park, a dos minutos de su apartamento, reclutó a las primeras mansonitas: Mary Brunner y Lynette Fromme. Ninguna estuvo relacionada directamente con el asesinato de la actriz Sharon Tate y otras cuatro personas en agosto de 1969, en el suceso bestial que puso fin a los dulces sueños de los años del flower-power, pero ambas fueron condenadas a largas penas de cárcel. Fromme todavía está entre rejas.

La Casa Negra, sede de la Iglesia de Satán

Antiguo emplazamiento de la Casa Nagra [Foto: Jose Ángel González]
La casa negra de la primera de estas dos fotos, construida en 1905 y ubicada en el número 6114 de la calle California, fue la sede, entre 1966 y 1997, de la Iglesia de Satán, el culto que presidía Anton LaVey, el Papa Negro.

Aunque los partidarios de LaVey intentaron reunir dinero para mantenerla en pie, la casa fue derribada por ruina y en su lugar construyeron un aséptico bloque de apartamentos, identificados con los números 6118, 6120 y 6122 (segunda foto). La numeración original ha desaparecido porque los inquilinos estaban cansados de las visitas de satanistas, de pacotilla o no tanto. De vez en cuando todavía aparece alguno y traza algún símbolo arcano en la acera. También han tenido que colocar los números en una placa de una sola pieza, porque robaban una vez y otra los tres seises iniciales para componer la marca de la Bestia.

LaVey —que era un buen negociante en un momento en el que los cultos negros estaban en alza— fue muy famoso en su momento, se codeó con intelectuales y celebró misas negras en la iglesia, en la que residía con su mujer, la gran sacerdotisa Blanche Barton, y con su hija, Zeena.

Algunos investigadores han relacionado a la Familia Manson con la Iglesia de Satán y LaVey se presentaba como asesor de la película La semilla del diablo, que acababa de rodar Roman Polansy cuando los mansonitas mataron a su mujer Sharon Tate.

4 Comentarios

Un paseo por la historia del rock, finales prematuros para alguno, potentes drogas aniquiladoras de la mente, el psicopatía que iluminaba la secta, (mayoría mujeres, que jeta el Manson) organizando orgías de sexo y sangre, la locura de la "familia", acabando con la vida de Sharon Tate. Estaba embarazada, abrieron su vientre, en las paredes dejaron pintadas con sangre , la casa negra y el inquilino papa satánico LaVey, remata con el robo de los números de la bestia. Vista desde fuera, observando las casas tan pulcras desde el exterior, nadie sospecharía.

Tiempo atrás oía a Janis, Jimi, Grateful Dead, aquí llego más tarde el movimiento hippie, con el que me identifiqué y adopte. Hoy me sigue gustando, pero mis gustos han cambiado.
Percibo diferencias al otro lado del globo con respecto a Europa, la estética siniestra, cultura gótica, allí se vive mas por el fetichismo, el look, se frivoliza o malinterpreta.
La cultura gótica, tiene componente erótico, (las emociones, rupturas en el amor, abaten y ahogan el alma) en concreto la música, surge desde el lado oscuro o arrinconado de nuestra mente. Encauza, hace sentir terror para fortalecerse y fuerzas para intentarlo, no hay otra forma de salir (al mal, se le tutea). Al otro lado ve una mezcla de todo un poco, vudú, sacrificios,... brebajes, rituales, intención de asustar al personal. -La música gótica-power-metal- hay que saber interpretar su mensaje, no es una guía para servir al diablo. Para mí es sofisticad. Dejo una de ejemplo, el final, es optativo, muestra que pasaría si seguimos obcecados en los mismos errores, la eleccion determina salir del túnel o caer mas en la profundidad.
http://www.youtube.com/watch?v=QcfFU9vq6r0

El buen amigo de Marilyn Manson, el cantante.

Las cuatro casas de Haight-Ashbury, junto con la siniestra iglesia, son más que simples edificaciones; son cápsulas del tiempo que encapsulan el espíritu rebelde y experimental de una generación. Estos lugares fueron testigos de la efervescencia creativa y la búsqueda espiritual de los hippies, pero también de sus excesos y de las sombras que acechaban detrás de la fachada de amor y paz. Al igual que las zapatillas de casa https://www.worldmujer.com/productos/zapatillas-casa-mujer-9957.html pueden evocar recuerdos y sensaciones familiares, estas casas nos transportan a una época marcada por la música psicodélica, las drogas y la búsqueda de una nueva forma de vivir. Sin embargo, más allá de la nostalgia y la curiosidad, estos lugares nos recuerdan la importancia de cuestionar las normas establecidas, de explorar nuevas formas de expresión y de buscar nuestra propia verdad. La historia de estos hogares nos invita a reflexionar sobre nuestro presente y a construir un futuro más humano y compasivo.

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Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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