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Mi exposición en el Blue Danube

Algunas de mis fotos en el Blue Danube [Foto:Jose Ángel González]

El que hace fotos a las fotos —y al espejo donde la vida es tan nítida y al tiempo engañosa como en algunas fotos— soy yo. Las fotos también son yo. Disculpen la mala concordancia entre verbo y complemento. Es mala porque es cierta. El error está casi siempre más cerca de la verdad que el acierto. También en la fotografía: cada buena foto nace de un accidente, un fallo, una tropelía...

El lugar donde vive el espejo y residirán temporalmente mis fotos durante el mes de mayo es el Blue Danube, una cafetería situada cerca de casa, a sólo cuatro bloques (algo debe estar pasando en mi hipotálamo o en mis lengua para que sea bloques la palabra correcta y no manzanas). El Blue Danube es uno de esos coffee houses yanquis donde los muebles son hijos bastardos de muchos padres, no hay una sola silla emparejada y guardan galletas Oreo en un bote para que la transgenia se te cuele en la merienda.

Los coffee houses son hogares potenciales, úteros plácidos, plataformas de despegue. No huelen, como los bares españoles, a aceite que fue utilizado en la batalla de Lepanto, sino a un aroma que combina el mal café —saben hacer rock and roll y mezclan hip-hop como nadie, pero, por alguna indisposición anímica, no son capaces de preparar un café decente—, el after shave Old Spice, el betún y los raspberries o blueberries o blackberries o como demonios se llamen las docenas de tipos de bayas silvestres que baten con leche y hielo para hacer granizados que rebautizaron como smoothies, una bebidita que se toman tan en serio como para dedicarle un Wiki How.

El Blue Danube me gustó desde la primera vez que pisé el barrio y les juro que no fue a causa del nombre. Después de Francia, Austria es el que país al que invadiría si una distopía me convirtiese en Jefe Supremo. Les obligaría a leer a Unamuno y Cioran como disciplina obligatoria, mandaría destruir todos los angelotes de yeso del país, declararía ilegal el concierto de año nuevo y poblaría el Danubio Azul con pirañas amazónicas. Austria es mi pesadilla y a las pesadillas se les entra con determinación y pirañas.

 Algunas de mis fotos en el Blue Danube [Foto:Jose Ángel González]

En el Blue Danube sobran los espejos. El más grande, ornamentado, excesivo, podría pertenecer a un palacete austriaco. He colgado a ambos lados, en los espacios vacíos, fotos pequeñas, agrupadas, buscando el equilibrio, ese imposible.

Mi exposición se titula New Life for Old Frames (Vida nueva para viejos marcos). Son cincuenta fotos colocadas en marcos que he ido recolectando durante los últimos meses en tiendas de segunda mano y garaje sales. Me he convertido en un experto en el vicio nada oneroso —el marco más caro me costó 6 dólares (4,5 euros)— de adivinar marquetería entre los peroles, electrodomésticos mellados, ropa con las Tortugas Ninja y demás restos del vómito capitalista que regurgitan los hogares donde bendicen el mac and chesse de cada cena cena con un versículo de la Escuela de Chicago.

Pido por las fotos, muy en contra de los criterios de Keynes y su camarilla, bastante poco, entre 35 y 45 dólares (26 y 34 euros). Vendí una el primer día y algunos amigos han prometido comprar alguna más. Nunca viviré de esta vaina (algo me sucede, me latinizo, ya les dije).

En el Blue Danube trabaja buena gente. Tengo especial cariño por uno de los baristas, S., del sur mexicano, un tipo con la sonrisa siempre abierta y el aura iluminada de los mayas. Le gusta el fútbol de patio de colegio del Barcelona, como a mí, y dentro de esa pandilla de niños traviesos y dinamiteros prefiere, también como yo, a Xavi Hernández, el tupé más elegante sobre los pastos del mundo.

Eso era. Nada más. Expongo por primera vez en San Francisco. Como aquí no me ha sobrado precisamente el tiempo —la supervivencia reclama una entrega agotadora—, casi todas las fotos vienen de España, es decir, las hice del lado de allá, en ese otro país cuya ciudadanía dicen los papeles que detento.

Inserto algunas. Hay más en la nueva web que, aprovechando la circunstancia, he montado.

[Foto:Jose Ángel González]
[Foto:Jose Ángel González]
[Foto:Jose Ángel González]


 

2 Comentarios

vive con la vaina pues. pasito a pasito.
Saludos.

La decoración de la "galería de arte" espejo rococó, pizarra del menú del día, cojines fucsia y blog nuevo...Viena, arte en estado puro.
http://www.youtube.com/watch?v=EhRAZ-PjDUo
Nightwish - Cadence Of Her Last Breath

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Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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