El dibujante más presente en San Francisco
El autor de la pieza de arriba, Building the Iron Horse (Construyendo el caballo de hierro), es Owen Smith, uno de los artistas más presentes en el paisaje urbano de San Francisco. Su escena sobre la construcción del Golden Bridge será convertida en un mural en el hospital de Laguna Honda, cuya renovación será inaugurada a finales de este año. En los nuevos edificios, que albergarán a 780 personas mayores de 60 años, habrá once murales del artista.
No es la única oportunidad de ver en instalaciones públicas el trabajo del pintor. Residente en el área de la bahía, en Alameda, y nacido hace 47 años un poco más al norte, en Fremont, Smith acaba de estrenar cartelería en 44 estaciones del BART (Bay Area Rapid Transit), el servicio de tren de cercanías que vertebra ambas márgenes de la Bahía de San Francisco (7,1 millones de habitantes y casi 20.000 kilómetros cuadrados).
Vale la pena la contemplación online de los carteles para quienes no tienen la oportunidad de verlos de cerca. Son maravillosos: combinan la luz irredenta de California, el realismo existencial estadounidense que heredó Smith de su admirado Edward Hopper y el estilo prepop, entre la candidez y la picardía, de las novelas pulp.
Habrán caído en la cuenta de que las tres ilustraciones están basadas en otros tantos libros conectados con la desmedida producción literaria de San Francisco, una ciudad a la que han considerado refugio o escenario escritores de todo pelaje.
Los dibujos de Smith que abren en las estaciones del BART ventanales hacia lo imaginario se refieren, desde arriba, a La llamada de la selva (The Call of the Wild, 1903), de Jack London; El halcón maltés (The Maltese Falcon, 1930), de Dashiell Hammett, y El club de la buena estrella (The Joy Luck Club, 1989), de Amy Tan.
Las ilustraciones siguen un mismo patrón: presentan a una persona leyendo cada uno de los libros en vagones del cercanías que resultan inundados por las novelas y sus personajes, tangibles gracias a la poderosa soledad de los lectores. Smith se ha documentado para el trabajo y, en un guiño muy librista, hace que los ejemplares en los que permanecen enfrascados los viajeros correspondan a las primeras ediciones.
Smith ha declarado que le gusta la idea de leer en el transporte público y no es la primera vez que prepara obras similares. El metro de Nueva York le encargó hace unos años unos murales de mosaicos para la estación de la calle 36 de Brooklyn. Había vivido unos años en la ciudad con su mujer, pero, cuando tuvieron dos hijos, regresaron a la Bahía de San Francisco, que les parece más habitable para los críos.
Muy estimado en el sector de la creación gráfica —ha firmado casi una veintena de portadas para la revista The New Yorker y fue el dibujante del disco Forgotten Arm (2005), de Aimee Mann, que ganó un Grammy al mejor packaging—, Smith ya había inundado las calles de la ciudad en 2008 con una serie de posters sobre la huella en San Francisco del inolvidable Dashiell Hammett, tal vez el más vernáculo —elegante, izquierdista, amigo de la juerga...— de los muchos escritores que, como el ilustrador Smith, encuentran en la ciudad un latido único.
segun dijo
excelente.gracias
11 jun 2012