Un micrófono para cualquiera
La idea del open mike (también puede decirse open mic) responde con bastante textualidad al significado de la expresión: micrófono abierto, a disposición de cualquiera, en espera de uso, dispuesto a amplificar las voces que lo necesiten.
En España las sesiones de micrófono abierto son excepcionales, pero en el Reino Unido —donde desde 2008 se celebra una competición, el Open Mic UK, que ha llegado a congregar a 10.000 participantes— y los EE UU —con el mítico y pionero de todos los lunes en el Nuyorican Poets Café—, son tradicionales y la oferta es amplia.
Los locales ceden el escenario y el micrófono a cantantes, músicos, monologuistas, poetas o performers que necesiten rodaje, busquen experiencia, deseen mejorar o simplemente tengan ganas de lanzarse a la tarima y compartir.
En San Francisco tiene especial fama el open mike de todos los viernes en el Café International, uno de los pocos locales de la zona de Haight-Ashbury en los que todavía es posible apreciar los rescoldos de la fraternal frescura de los años hippies, el laissez faire, laissez passe como norma y horizonte: tiempo por delante, un patio trasero a cielo abierto donde se puede fumar (algo que en los locales públicos California tiene calidad celestial), techos altos, cómodos y viejos sofás, café decente (algo tampoco demasiado común por estas latitudes), cerveza y el alimento que reclame el ánimo, desde un cuenco de sopa a un sandwich.
He asistido a las dos últimas ediciones del open mike del International. Empiezan, con la impuntualidad que en San Francisco es norma, en torno a las siete de la tarde y acaban más allá de las diez de la noche. Cada artista tiene derecho a unos diez minutos de micrófono y la única condición añadida es que el material sea propio.
Las fotos del reportaje son del viernes pasado. Hubo catorce actuaciones de muy diverso pelaje: country, cantautores acústicos, poetas arrebatadas, soul de baja intensidad, punk desenchufado, mix étnico-electrónico y, al final, un par de canciones de Mijo de la Palma, el grupo jíbaro de Puerto Rico de los que ya he hablado en el blog.
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