'Block party', la alegría de habitar la calle
Sábado. Caminas todavía sin rumbo pero escorándote hacia el noroeste, poniendo rumbo de regreso a casa. La tarde es de una blancura de pañuelo limpio, la luna llena ya asoma, todavía llevas pegada a la piel la mansedumbre de la hierba del parque y firmas al pie del contrato: ha sido un buen día.
Antes de llegar a la parada del autobús, una estampida de decibelios llega desde el fondo de la calle y cambias de rumbo para dilatar un poco más el final de la jornada e investigar de dónde procede la algarabía. Sin solución de continuidad, el barrio apacible se convierte en una jungla: te has zambullido de cabeza en una block party.
Desde hace cinco años, los vecinos de la calle Abbey montan una revolución el último sábado de septiembre. Es una travesía de apenas cincuenta metros y una docena de edificios de dos plantas, pero durante unas horas se transforma en un revuelo.
No sabía nada de la fiesta de bloque (manzana) y llegué tarde: la de 2012 será la última o, al menos, eso dicen los vecinos de Abbey, que se encargan de financiar a escote y organizar comunitariamente la parranda y que ya han tenido bastante. El esfuerzo es de grado alto —papeleo, permisos, quejas, ya se pueden imaginar—, pero el resultado emociona por el grado de colaboración y el carácter desinteresado: todo el mundo es bienvenido.
Esta tarde había en el callejón varios centenares de personas, un maravilloso autobús de dos pisos que funcionaba como terraza para ver el espectáculo, un castillo hinchable para los niños, una máquina de espuma, letrinas para los necesitados —nada en San Francisco se organiza sin cabinas químicas: orinar en donde a uno le apriete es una descortesía y una falta de civismo—, cerveza, burbujas de jabón, globos, decoración facial, algunos disfraces, gente con poca ropa —otro símbolo de identidad local— y, como regalo, la actuación en un escenario situado en un extremo de Abbey del cuarteto local The Stone Foxes, que son bravos, eléctricos y tocan rock sólido de octanaje elevado.
Nunca había estado en una bloc party aunque había escuchado de las míticas de los años setenta en Nueva York, cuando los precursores del hip-hop robaban la energía eléctrica del tendido público para montar los sound system e incendiar las noches.
La de Abbey no pretende nada más —y nada menos— que llevar a la calle la alegría de habitarla y demostrar en público que entre los habitantes de una misma vía urbana hay algo más que paredes medianeras y conflictos de vecindad.
Era la última edición, pero llegué a tiempo.
segun dijo
explendido y fortuito encuentro y reportaje.
30 sep 2012
Sonne dijo
Alegría inducida. La desinhibición está patente y eso se consigue con ayuda de sustancias, es más diría que [email protected] son incapaces de liberarse sin recurrir a estupefacientes. Ellas están en estado lamentable. Los vecinos encantados...
http://www.youtube.com/watch?v=0k5lbvBZpvk
Nightwish - The riddler
02 oct 2012