![[Guía de información para el elector [Foto: Jose Ángel González] [Guía de información para el elector [Foto: Jose Ángel González]](https://blog.rtve.es/.a/6a014e6089cbd5970c017c3302d7a9970b-800wi)
¿Creén ustedes que se trata de acercarse al colegio electoral, elegir papeleta (o voto en blanco, que es una opción cada día más rigurosa en casi cualquier lugar del planeta), identificarse y dejar caer el sobre en la urna?
Nada más lejos de la realidad. Votar en las elecciones de los EE UU del martes que viene, al menos en el estado en el que vivo, California, requiere una preparación previa más aviesa que la necesaria para afrontar aquellos concursos-oposicion de los que, dada la eficacia con que están desmontando la cosa pública, quizá contemos batallitas a nuestros nietos.
Si creen que exagero echen un vistazo a la Guía de Información Oficial para el Elector que aparece en la foto: 143 páginas. Está editada por la Secretaría de Estado y se puede encontrar en Internet en inglés, español, chino, japonés, tagalo, tai, indi, coreano, vietnamita y jemer. En cada uno de los diez idiomas también está disponible en formato pdf, audio o con tipografía de gran tamaño para los que sufran alguna discapacidad visual. A mayores, podían solicitarse por correo copias en disco compacto o casete (sí, han leído bien, casete de cinta).
Con demasiada frecuencia la polarizada rivalidad de Obama contra Romney eclipsa al resto del decorado y, sobre todo desde el exterior, lleva a la falsa consideración de que la consulta del día 6 es una mera votación para elegir presidente. Considerando que hablamos del país más poderoso del mundo —por ahora y hasta dentro de poco dada la ajustada diferencia económica de los EE UU con China—, es razonable que ésa sea la imagen: interesa saber, sobre todo, quién ocupará la Casa Blanca, tendrá a sus pies a Occidente, dictará el discurso de este lado del mundo y manejará un ejército que devora 550.000 millones de euros al año, el 41 por ciento de todo el gasto mundial militar, según datos fiables.
Pero el martes los estadounidenses inscritos en el censo que hagan uso de su derecho al voto eligen algo más que un presidente para los próximos cuatro años. Son unos 200 millones, pero un cálculo del Center for the Study of the American Electorate estima que hasta 90 millones pueden ejercer la más popular de las opciones electorales en este país, la abstención, elegida casi siempre (según el 59% de los abstencionistas) porque los políticos se dedican a vender "promesas vacías" o el sistema "es corrupto" (54%).
Siempre que alguien me convenciese de que vale la pena votar y votase donde vivo (en el distrito electoral número 13 del Estado de California), tendría que hacer frente a la elección de:
1. El presidente de la nación.
2. Un senador nacional.
3. Un diputado estatal.
4. Un concejal.
5. Cuatro miembros del Community College Board, la organización sin ánimo de lucro que vela por la ecuanimidad de las pruebas académicas.
6. Otros cuatro del Board of Education, el comité de directores de centros educativos de la zona.
Por si fuera poco, los electores deben votar a favor o en contra de:
1. Once propuestas de ley del Estado de California sometidas a inicitiva popular.
2. Siete normativas locales del Ayuntamiento de San Francisco.
La extensión proteica del manual —5,3 megabytes de peso digital en español— viene dada por su carácter completista y por la necesidad casi neurótica de los estadounidenses de que otros cocinen por ellos. En este caso no se trata de una crítica: las 143 páginas de la guía son un vademeco que hace innecesario cualquier otro tipo de ayuda para enfrentarse al complejo proceso electoral del martes.
En lo que se refiere a la parte más farragosa de la consulta, las once propuestas de ley, las 143 páginas contienen, además de los textos completos, resúmenes sobre cada una; argumentos a favor y en contra, redactados por defensores y opositores; análisis "imparciales" de cada medida preparados por un analista legislativo, y, dado que a los estadounidenses se les convence por la cartera antes que por la conciencia, los "costos potenciales para los contribuyentes" que reportaría la aprobación.
¿Se imaginan una guía de este cariz en España, editada por la más alta autoridad electoral, con opiniones a favor y en contra y cuantificaciones dinerarias del coste para los electores de la aprobación o refutación de cada propuesta? Mejor no soñar.
Las once leyes sobre las que deben pronunciarse los electores de Califonia, el estado con más peso electoral de los EE UU —nada menos que 23,8 millones de votantes potenciales—, el más rico del país y, por ende, el más dadivoso en donaciones a los aspirantes a la presidencia —44,7 millones de dólares para la campaña de Obama y 28,2 para la de Romeny—, son de singular importancia y pueden tener consecuencias sociales, económicas y políticas que superarán los límites geográficos californianos.
Éstas son algunas de las leyes:
Propuesta 30. Impuestos temporales para financiar la Educación.
Dada la grave crisis del sistema educativo estatal —20.000 millones de dólares de recortes presupuestarios y 30.000 maestros y profesores menos en los últimos cuatro años—, la ley propone aumentar durante los próximos siete años el impuesto sobre las rentas personales y el IVA y destinar los ingresos extra exclusivamente a educación. Los detractores dicen que la norma incluye grietas para que el dinero sea derivado a fines menos nobles.
Propuesta 32. Contribuciones políticas y a candidatos.
La ley promete regular las contribuciones personales y corporativas a los candidatos políticos, pero deja la puerta abierta para las donaciones multimillonarias a través de los conocidos como Super PAC, comités opacos de apoyo electoral autorizados en 2010 —durante el mandato de Obama— que disparan a lo infinito la aportación de las grandes empresas, siempre que se trate, en teoría, de dinero destinado a la comunicación de ideas. Esto se traduce, por ejemplo, en el incremento exponencial, una verdadera inundación, de anuncios televisivos en contra del candidato rival.
Propuesta 34. Pena de muerte.
De ser aprobada, la ley derogaría la pena de muerte en el estado para los condenados por asesinato (reestablecida en 1976 y aplicada 13 veces desde entonces) y la reemplazaría por cadena perpetua sin libertad condicional. Las últimas encuestas dicen que el 55% de los adultos californianos son contrarios a la pena de muerte.
Propuesta 35. Trata de personas.
Aumentaría las penas por trata de personas hasta cadena perpetua y multas de 1,5 millones de dólares y establecería un registro de infractores sexuales. Puede parecer una medida correcta, pero tiene demasiadas lagunas e imprecisiones. Por ejemplo, consideraría proxenetas merecedores de castigo penal a los compañeros de piso, caseros e incluso familiares de personas que ejercen la prostitución.
Propuesta 36. Ley de los tres golpes.
Primero, disculpen la expresión equívoca de tres golpes (la pésima traducción es del legislador, por three strikes, tres faltas, tres delitos). Es una propuesta que modificaría una ley de 1994 que permitía condenar a prisión de por vida a quien acumulase tres delitos, sin que importe la consideración penal de los mismos, lo que se traducía en que el tercer hurto o la tenencia de una pequeña cantidad de droga te enviaba para siempre a la cárcel. Como resultado de esta locura legislativa, en las prisiones del estado hay 8.900 condenados por tres golpes, 3.500 de los cuales cumplen condena perpetua —la mitad del total son negros—. La nueva propuesta reforma la norma y sólo permite aplicar la pena de por vida si el tercer delito es grave o violento.
Proposición 37. Etiquetado de alimentos modificados genéticamente.
Otra ley equívoca. A primera vista parece maravillosa: obligaría a que las etiquetas de alimentos informasen del uso de ingeniera genética en los componentes. Sin embargo, la normativa está plagada de contradictorias excepciones: el alcohol, los lácteos y la carne para consumo humano no necesitarán etiquetado (sí sería exigido, por ejemplo, en la carne para mascotas). La flagrante bajada de pantalones de la propuesta es que exime de etiqueta sobre modificación genética a cualquier alimento importado de ¿saben quién?. ¡Bingo, han acertado!: China.