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La poderosa huella digital del feroz pitbull Charlie

[El pitbull Charlie en su página de Facebook]

Ya quisieran algunos líderes de opinión, promotores de startups que quieren incrustarte alguna pendencia en el móvil, estrellas del pop, posers o wannabes de cualquier pelaje tener una huella virtual tan poderosa como la del pitbull de la foto, que se llama, por cierto, Charlie.

¿Quiere comprobar la potencia virtual del perro? Coloque en el e-rastreador los términos charlie pitbull san francisco: 2.450.000 resultados. El contador de la página de Facebook del bicho tiene, mientras escribo, 6.818 likes; su web en causes.org, 110.800 firmantes; en Twitter, el hashtag #savecharlie va camino de ser trendy...

¿Qué pasa con Charlie? ¿Por qué muerde tanto? Se lo deberían preguntar al caballo Stoney —disculpen si esto empieza a parecer un cuento de Beatrix Potter—, un purasangre de la Policía (Stoney no tiene Facebook, lo siento) que acaba de ser dado de alta hace unos días tras recuperarse de las dentelladas que le metió el pitbull en agosto: trece mordiscos en una pata, con un tendón afectado, y alguno más en el estómago.

El oficial Evans y Stoney [Foto: S.F. Examiner]

El oficial que aparece con Stoney en la foto es Cedric Evans, agente desde hace 23 años de la Policía de Parques de los EE UU. Experimentado entrenador de caballos y de carácter tranquilo, Evans lleva con Stoney desde 2008. Cuando el departamento decidió trasladar al caballo desde Washington a San Francisco, Evans fue trasladado también porque las relaciones de fidelidad entre jinete y montura son rigurosas en el departamento.

Charlie, un American Staffordshire Terrier —pitbull, los perros criados en Inglaterra mediante cruces entre especies agresivas y musculosas para hacerlos intervenir en los hostigamientos públicos de osos populares hasta el siglo XIX—, se cruzó con Stoney y Evans el 6 de agosto pasado en las dulces praderas de Crissy Fields, una zona de recreo al borde de la bahía de San Francisco. Al perro, de 18 meses, lo llevaba sin correa —algo prohibido en el lugar— su dueño David Gizarelli, de 44 años, que se presenta como artista multifacético en su página web.

Al pitbull se le cruzaron los cables cuando vió a Stoney —Gizarelli dice que era el primer caballo con el que se topaba—. Con la fiereza y rapidez habitual en la raza, que suele estar incluida en las listas administrativas de perros peligrosos, Charlie fue a por Stoney y se le lanzó al vientre.

El caballo tiró al jinete al suelo —el agente sufrió contusiones leves por la caída— y escapó al galope, pero Charlie hizo presa en uno de los cuartos delanteros. Los animales recorrieron dos kilómetros y la furia del pitbull sólo remitió cuando intervino un agente de la Policía motorizada que espantó al perro con el sonido de la sirena a todo trapo.

Gizarelli fue detenido y puesto en libertad con varios apercibimientos de sanción. Le dejaron llevarse a Charlie, pero con la condición de que no lo sacase a la calle sin correa. El hombre ha pedido disculpas públicamente, pero insiste en que su perro es un animal pacífico que sólo actuó por un arrebato circunstancial.

No han entendio lo mismo en la Vicious and Dangerous Dog Unit (Unidad de perros peligros y feroces) de la Policía, que considera el asunto un ataque con todas las consecuencias y sin paliativos y cree que no hay posibilidades de rehabilitar a Charlie y hacerlo participar en la entente social sin poner a los humanos en peligro. En una decisión que ha sido recurrida por el dueño de la feroz mascota, las autoridades municipales de la Animal Care & Control (Cuidado y Control Animal) han condenado al pitbull al sacrificio.

Gizarelli ha demostrado una gran capacidad de reacción y ha tocado un punto débil de gran parte de los estadounidenses: la animalitis, esa especie de credo apostólico que pretende elevar a las mascotas a la categoría de ciudadanos.

La causa online Help Save Charlie (Ayuda a salvar a Charlie) ha recibido adhesiones de todos los rincones del país —casi tantas como la que intenta coordinar un minuto de silencio para mañana por la masacre de la escuela Sandy Hook— y el grupo de Facebook en apoyo del pitbull está preñado de mensajes que hablan de Charlie (sin conocerlo) con tono angelical.

La poderosa organización Dogster ha rozado el ridículo al sugerir que la culpa la tiene la Policía por utilizar caballos. No debería extrañar esta salida de tono si se considera que estos integristas del perrismo proponen en su web "siete maneras de hacer que tu perro sea una superestrella de las redes sociales" ("¿tiene tu perro cuenta de Twitter?, ¿no?, ¡entra en el juego!", dicen).

No han anunciado si retransmitirán por la tele el momento en que pongan la inyección letal a Charlie, pero no sería extraño que su dueño, que ha pedido donativos de un dólar en su cuenta de PayPal para afrontar la "defensa legal" del perro, esté negociando los derechos.

Según datos de las propias organizaciones perristas, los pitbull y los rottweiler son los responsables de dos tercios de los ataques de perros a personas, una media de mil al día en los EE UU. Las agresiones son mortales en unos 35 casos al año.

Hagan ustedes lo que quieran con respecto a Charlie, pero quizá convendría que se preguntaran que hubiera pasado si el amoroso chucho que en la foto de abajo retoza en la arena —sin correa—, perdiera el control no ante un noble, fuerte y no menos amoroso caballo, sino delante de un niño en bicicleta, un adolescente sobre una tabla de skate o un vecino de San Francisco disfrazado de Santa Claus.

[El pitbull Charlie en su página de Facebook]

5 Comentarios

No me gustan los perros en general. Éste tipo de perro menos. Son como armas de cuatro patas. Si dan con dueños macarras, es el complemento perfecto para la intimidación. No entiendo esa moda de humanizar los perros (cuenta en Facebook?...), sí es un gran negocio. En algunos casos se recurre a la compañía del perro por la inadaptación con los humanos, soledad, es fiel, servil y nada exigente.
http://www.youtube.com/watch?v=ze-6YbklG4A
Lacrimosa - Stolzes Herz
Un apunte, cuándo dice soy humano lo proclama desdé un balcón..., cuándo dice soy dolor... está entre la gente, con los pies en el suelo.

a mi tampoco me gustan;

Cada uno puede opinar lo que quiera, pero los hechos son los hechos. Y decir que estaba prohibido llevar al perro sin correa en la zona es totalmente FALSO. Era una zona donde los perros sí podían estar sin correa, aunque tenían que estar bajo "control de voz".

Anna tendrás que reconocer que estos perros no son dóciles ( absolutamente ninguno ) y tienen que ser tratados bajo un seguimiento médico.A mi personalmente, como los dobermans, cuanto más lejos mejor.

Y déjate de paridas que yo también puedo ser borde...besos gonita.

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Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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