Un modélico centro público de fotografía
Exterior e interior. Arriba, al aire libre, el coqueto parque Duboce, pequeño, relajante y también exclusivo —las casas en la zona sólo están al alcance de los muy pudientes—. Abajo, iluminado por la luz casi imperceptible de las bombillas rojas, el enorme cuarto oscuro del Harvey Milk Photo Center, donde 1.500 personas aprenden a hacer fotos y a revelarlas.
El cuarto oscuro, con 44 ampliadoras, es uno de esos paraísos que adquieren mayor grandeza por su escasa frecuencia. En EE UU sólo hay tres instalaciones públicas —los otros dos centros públicos están en Nueva York y Boston, pero el de San Francisco es el mayor de los tres y el que tiene el equipo más moderno— que ofrezcan a los aficionados a la fotografía la posibilidad de entrar con un rollo sin revelar y salir con una copia física después de haber revelado con tus manos la película, ampliado el negativo y pasado la imagen a papel.
La cuota para hacerse miembro es asequible: 288 dólares al año (218 euros, 18 al mes y hay rebaja del 50% para mayores de 65 años). Da derecho al uso ilimitado del cuarto oscuro y el centro aporta todos los líquidos químicos necesarios en el proceso y el material de laboratorio. También ofrecen escáneres e impresiones de nivel profesional por una tarifa meramente simbólica.
El centro, que lleva funcionando con varios nombres desde 1941 (el actual es en honor al famoso y hollywodiense concejal gay Harvey Milk, asesinado en 1978 y dueño de una tienda de fotografía antes de meterse en política), también ofrece clases y cursillos —desde manejo de Photoshop hasta fotografía nocturna— y organiza cada año cuatro exposiciones colectivas con obras de los miembros.
Como no podía ser de otro modo, las paredes de los casi 800 metros cuadrados del Harvey Milk Photo Center están ennoblecidas por fotografías. Hasta el 23 de marzo exponen Black Power - Flower Power (Poder negro - Poder de las flores), una antología de Pirkle Jones y Ruth-Marion Baruch, dos reporteros locales (marido y mujer) que documentaron con mirada fresca los febriles años sesenta. La foto de arriba es de la exposición y pueden verse algunas más en este set de Flickr.
No sé cómo he llegado a vivir casi dos años en esta ciudad sin enterarme de la existencia del Harvey Milk Photo Center. Debo el soplo a un anónimo aficionado a la fotografía con el que entablé relación callejera. Su consejo fue irresitible:
— ¡Saca la química de tu casa!
Un lugar donde el fotógrafo sólo necesita entrar con la película y el papel es algo así como uno de mis paisajes soñados. La próxima vez que escriba sobre el centro de fotografía del parque Duboce lo haré como miembro de pleno derecho.