5 posts de febrero 2013

Un modélico centro público de fotografía

[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

Exterior e interior. Arriba, al aire libre, el coqueto parque Duboce, pequeño, relajante y también exclusivo —las casas en la zona sólo están al alcance de los muy pudientes—. Abajo, iluminado por la luz casi imperceptible de las bombillas rojas, el enorme cuarto oscuro del Harvey Milk Photo Center, donde 1.500 personas aprenden a hacer fotos y a revelarlas.

El cuarto oscuro, con 44 ampliadoras, es uno de esos paraísos que adquieren mayor grandeza por su escasa frecuencia. En EE UU sólo hay tres instalaciones públicas —los otros dos centros públicos están en Nueva York y Boston, pero el de San Francisco es el mayor de los tres y el que tiene el equipo más moderno— que ofrezcan a los aficionados a la fotografía la posibilidad de entrar con un rollo sin revelar y salir con una copia física después de haber revelado con tus manos la película, ampliado el negativo y pasado la imagen a papel.

La cuota para hacerse miembro es asequible: 288 dólares al año (218 euros, 18 al mes y hay rebaja del 50% para mayores de 65 años). Da derecho al uso ilimitado del cuarto oscuro y el centro aporta todos los líquidos químicos necesarios en el proceso y el material de laboratorio. También ofrecen escáneres e impresiones de nivel profesional por una tarifa meramente simbólica.

El centro, que lleva funcionando con varios nombres desde 1941 (el actual es en honor al famoso y hollywodiense concejal gay Harvey Milk, asesinado en 1978 y dueño de una tienda de fotografía antes de meterse en política), también ofrece clases y cursillos —desde manejo de Photoshop hasta fotografía nocturna— y organiza cada año cuatro exposiciones colectivas con obras de los miembros.

[Foto: Pirkle Jones y Ruth-Marion Baruch]
Como no podía ser de otro modo, las paredes de los casi 800 metros cuadrados del Harvey Milk Photo Center están ennoblecidas por fotografías. Hasta el 23 de marzo exponen Black Power - Flower Power (Poder negro - Poder de las flores), una antología de Pirkle Jones y Ruth-Marion Baruch, dos reporteros locales (marido y mujer) que documentaron con mirada fresca los febriles años sesenta. La foto de arriba es de la exposición y pueden verse algunas más en este set de Flickr.

No sé cómo he llegado a vivir casi dos años en esta ciudad sin enterarme de la existencia del Harvey Milk Photo Center. Debo el soplo a un anónimo aficionado a la fotografía con el que entablé relación callejera. Su consejo fue irresitible:

— ¡Saca la química de tu casa!

Un lugar donde el fotógrafo sólo necesita entrar con la película y el papel es algo así como uno de mis paisajes soñados. La próxima vez que escriba sobre el centro de fotografía del parque Duboce lo haré como miembro de pleno derecho. [Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

El 2.0 quiere una amnistía fiscal

 [Center for Investigative Reporting]

El alcalde de San Francisco, el singular demócrata Ed Lee, está empeñado convertir a la ciudad en la "capital mundial de la innovación" al amparo de la cercanía a Silicon Valley y mediante la concesión desde el Ayuntamiento de potentes incentivos fiscales a las empresas de tecnología.

Quizá al major le convenga tomar nota de la moraleja derivada de cómo se las gastan las firmas del 2.0 a la hora de tributar lo que legalmente les toca.

El gráfico de arriba muestra, en miles de millones de dólares, los activos financieros que las cinco grandes empresas de la e-tecnología mantienen fuera de los EE UU mediante firmas subsidiarias. La suma total asciende a 225.000 millones de dólares, 170.000 millones de euros.

Un informe recién publicado por el modélico Center for Investigative Reporting (Centro para el Periodismo de Investigación, CIR en sus siglas en inglés) revela que la intención de las empresas, que ahorran miles de millones de dólares en impuestos situando sus activos en países con menos cargas fiscales, es evitar que el fisco estadounidense le meta mano a ese dinero.

De tributar en los EE UU todos sus ingresos, los gigantes de la alta tecnología tendrían que pagar un 35% en impuestos, pero sólo están entregando a la hacienda pública el 15% mediante la práctica de llevarse al extranjero enormes cantidades de activos con el fin, dicen, de reinvertirlo. Los expertos sostienen que esta afirmación es un mero subterfugio, porque al menos la mitad de los activos es dedicada a la especulación financiera (compra de activos y bonos).

La investigación del CIR sobre las cincuenta mayores empresas de Silicon Valley estima que la política evasiva de las corporaciones deja a las arcas públicas del páis con 90.000 millones de dólares menos al año en ingresos (68.000 millones de euros), suficiente dinero para cubrir el presupuesto bianual de educación en California o, en un extremo bastante más terrorífico, pagar 206 días de las operaciones militares de los EE UU en Iraq y Afganistán.

Los analistas sostienen que Oracle, Google, Apple, Cisco, Hewlett-Packard y las otras firmas de high-tech desean presionar para conseguir a la brava una amnistía fiscal como la ofrecida en 2004 por la Administración estadounidense, que permitió el regreso del dinero a los EE UU con una carga fiscal de solamente el 5,25%.

Para intentar conseguirlo han montado un lobby llamado WIN America Campaign (Campaña América gana), que dice defender la necesidad de que las empresas estadounidenses inviertan sus beneficios en el país. Entre los financiadores están 28 de las 50 firmas del 2.0.

Si la presión de los gigantes tecnológicos influye en el Ejecutivo y la amnistía sale adelante, ¿será reinvertido el dinero en fines positivos, por ejemplo en la creación de empleo? Los antecedentes invitan al escepticismo: tras el perdón fiscal de 2004 regresaron a los EE UU 300.000 millones de dólares (228.000 millones de euros). Un estudio del National Bureau of Economic Research estableció que el 92% de esa cantidad terminó en los bolsillos de los accionistas de las empresas bajo la forma de reparto de dividendos de ganancias.

La crisis de anticipación de primavera de las magnolias

[foto: Jose Ángel González]

Me gusta la crisis de anticipación de las magnolias, que florecen, ansiosas, mucho antes de que la primavera asome a los calendarios y se haga oficial.

Me gusta que las magnolias disientan y se alcen contra el dogma.

Me gusta que no les importe un comino que sean los almendros quienes tengan el falso honor de ser los primeros árboles en florecer.

Plantas viejas y de singular comportamiento —son más antiguas que las abejas y están adaptadas para ser polinizadas por los escarabajos, lo que explica la dureza carnosa de los pétalos de la flor—, las magnolias se niegan a responder a los ciclos naturales y florecen desde finales de enero.

En el maravilloso Botánico de San Francisco (49.000 mil ejemplares de 8.500 tipos de plantas) ya se está produciendo la erupción de rosas y blancos de las magnolias, catalogadas por primera vez a comienzos del siglo XVIII por el botánico Charles Plumier, que bautizó el género en honor a uno de sus profesores, Pierre Magnol.

El jardín de San Francisco, integrado en el milagroso Golden Gate Park, tiene la mayor colección de magnolias fuera de China.

Me asomo al blog para dar cuenta, como hice el año pasado, de mi cíclico asomo solidario a la primavera de los magnolios, árboles intrincados y explosivos.

Les dejo con las fotos de esta flor apurada y de humilde fragancia que acabo de hacer en el Botánico de San Francisco —uno de los más bellos rincones de la ciudad (y de entrada gratuita para los vecinos)—.

Al final inserto en vídeo una canción donde el reptiliano y sedoso David Sylvian resume lo que mi torpeza no es capaz de expresar:

The scent of magnolia, the face of a girl
And every detail embodies the world
What kind of goals define this impossible dream
None of the picture-books reflect all I've seen

[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]
[foto: Jose Ángel González]

Inmigrantes enfermos mentales, en la cárcel y sin derecho a abogado

El juez pregunta al encausado:

— ¿Sabe usted por qué está aquí y por qué se le juzga?

El acusado lleva la camisola anaranjada de los presos californianos. La cabeza rapada al cero hace que la cicatriz en la coronilla sea muy visible. Contesta en español y murmurando:

— Hay demasiados problemas en mi cabeza. No puedo decir nada.

Miguel Canto-Ortiz, de 51 años, padeció una lesión traumática hace algunos años. A consecuencia de las secuelas del golpe, no sabe leer ni escribir. Ni siquiera recuerda cuándo nació.

La discapacidad mental no fue osbtáculo para que, tras una acusación por un hurto, Canto-Ortiz, nacido en México y llegado a los EE UU cuando era niño, permaneciese encarcelado varios meses en Santa Ana (California).

Durante la detención y el proceso de deportación iniciado por el Immigration and Customs Enforcement (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), el acusado no tuvo derecho a abogado. Estaba solo ante el sistema.

Este caso de violación del derecho básico a la defensa no es extraordinario. Todos los inmigrantes con enfermedades mentales detenidos están en la misma situación. En los estados de California, Arizona y Washington hay al menos un millar, según Public Counsel, una organización en la que colaboran desinteresadamente 6.000 abogados.

"Imagina lo que debe ser estar en la cárcel sin tener ni siquiera una idea básica de por qué razón estás allí. Esa es la realidad de muchos inmigrantes con discapacidades mentales", dice Talia Inlender, una de las abogadas de Public Counsel.

[José Antonio Franco es abrazado por su madre. Foto: The Orange County Register]
La discriminación contra los inmigrantes detenidos y que padecen trastornos psicólogicos saltó a la opinión pública con el caso de José Antonio Franco González, que estuvo en la cárcel durante cinco años, entre 2005 y 2010, sin contar con la asistencia de un abogado de oficio. Tampoco podía ejercer la alternativa de representarse a sí mismo porque padecía una dolencia mental incapacitante.

Public Counsel y la asociación American Civil Liberties Union han conseguido que los juzgados admitan ahora una demanda colectiva de ocho enfermos mentales presos y sometidos a expedientes de deportación que solicitan tener derecho a asistencia legal. Es la primera vez que los tribunales estaodunidenses dan curso a una petición de este tipo.

La deuda de la siguiente generación

[Gráfico: Bay Citizen]

La similitud del gráfico con el avance de un proceso viral que conduce a un final  funesto es correcta. El paralelismo resulta aún más dramático en la versión interactiva original de la web The Bay Citizen: los círculos crecen y ganan en roja intensidad como células irreparablemente enfermas.

Aunque no se trata de la representación de una malformación biológica invasiva, las consecuencias son igual de terminales. El gráfico representa la carga de los capital appreciation bonds sobre las comunidades californianas, un regalo envenenado de las entidades financieras cuyas consecuencias ya son conocidas como "la deuda de la siguiente generación".

Para resumir el parte de lesiones: universidades, institutos y otras instituciones públicas y comunitarias de California han acudido al polémico producto de crédito para pedir prestados, desde 2007, 9.000 millones de dólares (unos 6.500 millones de euros).

En los próximos 40 años, una vez añadidos los intereses ocultos, tendrán que devolver 36.000 millones (26.400 millones de euros), un 250% más de lo que recibieron.

En el mercado financiero hispano no hay equivalente para los capital appreciation bonds (textualmente, bonos sobre la revalorización del capital), que en los EE UU solicitan con soberana alegría las instituciones públicas locales. Cuando los ayuntamientos necesitan liquidez para afrontar proyectos de inversión, emiten bonos de crédito a través de intermediarios financieros y, lo que es peor, no están obligados a informar a los benefactores sobre los intereses y condiciones de devolución del dinero.

En el estado de California, donde la deuda pública es endémica y estratosférica —617.000 millones de dólares a día de hoy, 452.000 millones de euros, la más alta de todo el país con una diferencia de más del doble con respecto al segundo clasificado en el ranking de endeudamiento—, los municipios, como el resto de las administraciones públicas, son gobernados con la temeraria confianza en previsiones de ingresos que siempre están infladas. Al no cumplirse éstas, los ayuntamientos tiran de la emisión de bonos de crédito.

La ley estatal es especialmente permisiva y opaca y los ciudadanos-votantes ni siquiera son informados del altísimo interés que se aplica a los préstamos.

Los créditos son especialmente peligrosos porque posponen el comienzo de los pagos y tienen un coste final que puede llegar a ser hasta 23 veces mayor que el importe recibido. Las empresas financieras, bancos y agencias de inversión que gestionan los préstamos tampoco están obligados a informar a las autoridades sobre sus manejos y tarifas.

Ningún otro estado del país está tan atado a la devolución del dinero obtenido por esta vía como el californiano. Hay al menos 400 distritos educativos que han hipotecado su futuro acudiendo a los capital appreciation bonds, cuyos peligros ya han comenzado a ser advertidos por otras administraciones. El estado de Michigan han sido el primero en prohibirlos.

La situación puede compararse con la de un artefacto explosivo enterrado pero todavía activo que tiene la capacidad de dinamitar el futuro económico del estado más rico (pero más endeudado) de los EE UU.

Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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