El alcalde de San Francisco quiere dinero de China
Es muy probable que el hombre que aparece a la izquierda de la foto, el alcalde de San Francisco, Ed Lee, tenga un salario bastante más alto que su anfitrión, a la derecha, el vicepresidente de China, Li Yuanchao.
Dada la opacidad del régimen neocomunista-neocapitalista de Pekín, no puedo asegurar cuánto le pagan al recién nombrado segundo hombre fuerte del aparato de poder, pero el sueldo del regidor local de San Francisco sí es público: 272.103 dólares al año, unos 210.000 euros. La nómina de Lee —17.500 al mes— equivale, por ejemplo, a casi tres veces lo que gana el presidente español Mariano Rajoy.
No es injusto sacar a colación los ingresos personales porque la reunión entre el bien pagado alcalde y el vicepresidente se celebró en un viaje oficial de Lee a China, país al que acudió, según parece, en busca de dinero para que los empresarios del gigante asiático vengan a desarrollar proyectos en San Francisco.
La gira, de diez días, fue también convenientemente vendida por razones étnicas, esos paraguas ideológicos que en los EE UU son salvoconduntos universales: los padres de Lee —cuyo nombre completo es Edwin Mah Lee— llegaron al país en la década de los años treinta del siglo XX desde la provincia de Cantón y el político, nacido en Seattle en 1952, fue en 2005 la primera persona de sangre 100% china en ser elegido alcalde en de una ciudad estadounidense.
Tampoco fueron ajenas a la reciente gira las circunstancias demográficas: la proporción de asiáticos en la ciudad es del 33% de la población, porcentaje que sube hasta casi el 40% entre las personas jóvenes, con diferencia el grupo étnico más numeroso de San Francisco, según el último censo, el primero que deja a los blancos sin mayoría absoluta en la radiografía racial (son ahora el 48% del censo local de habitantes).
Lee, un gran rastraedor de fondos financieros cuya pasión por los milmillonarios está presente en muchos de sus polémicos proyectos —por ejemplo, el de reducción de impuestos a los grandes empresarios del 2.0 para que se instalen en la ciudad—, no ocultó que el viaje al otro lado del Pacífico era una iniciativa para asegurarse el apoyo del voto chino. Parte de los gastos del desplazamiento del alcalde y su comitiva fueron recaudados por Rose Pak, la poderosa activista que controla Chinatow y ha sido definida como "un tenaz pitbull" cuando se trata de luchar por un negocio, una causa o un delfín...
Aunque el viaje fue sufragado oficialmente por la Cámara China de Comercio de San Francisco —de la que Pak es asesora y en cuya sede tiene despacho, aunque, al parecer, no cobra sueldo— y costó solamente, siempre según los datos asentados para la posteridad en los libros de contabilidad, 12.000 dólares (unos 9.000 euros), Pak ha sido acusada de organizar una cuestación alegal para añadir más dinero gracias a aportaciones personales y más o menos secretas, que sirvieron para cubrir, por ejemplo, los gastos de desplazamiento y estancia de Anita Lee, la esposa del alcalde, que también se apuntó a pesar de que el viaje era oficial y no personal.
La fiebre por el dinero fresco y dinámico de los nuevos magnates chinos ha afectado también al governador de California, Jerry Brown, como Lee, del Partido Demócrata, que siguió los pasos a su colega unos días después con un viaje al mismo destino y con similar objetivo: regresar con dinero.
¿Ganador de la colecta? Aunque tras lo anotado y por meras razones raciales debería ser Lee, lo cierto es que el alcalde de San Francisco ha sido derrotado por Brown.
Mientras el governador amarró 1,8 millones de dólares (1,3 millones de euros) para el proyecto Oak to Ninth de mejora y desarrollo urbano del frente marítimo de la problemática ciudad de Oakland, Lee, además de algunas lágrimas emotivas y muchas sonrisas para las fotos, regresó a casa con un solo contrato en firme, la inversión de 1,7 millones de dólares (1,1 millones de euros) en un proyecto inmobiliario de 10.000 viviendas de la poderosísima promotora Lennar para urbanizar Treasure Island en un terreno donde sólo un loco estaría dispuesto a comprar casa: la Marina de los EE UU depositó en el lugar residuos radiactivos durante años y los niveles de peligro son muy altos, según un reciente informe.
El galanteo de ambos políticos a la damisela china —que, según han anunciado uno y otro, se intensificará para intentar que la potente economía del yuan entre en sectores como el tecnológico, el vinícola y el cinematográfico— es paradójico. En 2012 un comité del Congreso de los EE UU aconsejó a las empresas estadounidenses que no hiciesen tratos comerciales con las chinas porque éstas son "cómplices" de planes estratégicos que van más allá de lo simplemente económico.
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