Ocho veces más gasto en mascotas que en libros
Los estadounidenses gastan en animalitos ocho veces más que en libros: casi 55.500 millones de dólares al año en mascotas frente a 7.000 millones en libros, electrónicos incluidos: 42.300 y 5,3 millones de euros respectivamente.
En el 62% de las casas del país hay un animal doméstico. En el 64%, más de uno. En EE UU viven 78,2 millones de perros y 86,4 millones de gatos. Las encuestas advierten que cada vez hay más monos (sin incluir a los seres humanos que hacen el mono o la mona, que no contabilizan).
En algunas de las casas de este país envejecido, la mascota es el rey.
La animalitis es una ideología palpable —el caso del perro súper agresivo de San Francisco con más seguidores sociales que los presos de Guantánamo en huelga de hambre es paradigmático— y la corrección política condena al estigma a quien se atreva a poner en cuestión la tontería que los datos demuestran y la estulticia que ocultan: te desvelas por el color de las heces de tu perro pero no sabes dónde está Sierra Leona o cuántos palestinos viven sometidos a un embargo alimentario y de medicinas aceptado por el presidente café con leche (corto de café) que has elegido dos veces seguidas.
El negocio del animalismo es como una hidra y sus muchos subsectores merecen un desarrollo dramático redactado bajo los dictados del teatro del absurdo. Cualquiera de las mascotas estadounidenses tiene a su alcace más servicios que los inmigrantes ilegales: desde masajes holísticos contra el estrés, hasta campamentos de aventuras, cabinas de spa, luxury hotels, camisetas de la NBA, mobiliario fancy, sistemas de gps, carritos como los que algunos bebés jamás tendrán, un disfraz de cerdo, gimnasios y clubes de salud...
Tanta necedad podría ser analizada como una consecuencia de la soledad o el angst colectivo de una nación construida sobre el capricho como derecho constitucional, pero no me toca ni me apetece ponerme tan profundo.
Este fin de semana me di una vuelta por la sexta edición del McKinley Dogfest que se celebra en el pijísimo Duboce Park. El festival, cuya recaudación se entrega a la guardería preinfantil pública McKinley, reúne a amantes de los perros para exhibirse, participar en concursos, presenciar acrobacias, colaborar con refugios, comprar chorradas, morrearse con un terrier y practicar el juego social de mira cuánto me parezco a mi perro.
Pido perdón por las fotos. No son demasiado allá, soy consciente. Me inspira menos el animalismo que la bolsa de valores. El desinterés por el tema no hizo que dejara de advertir que el principal espónsor financiero de la feria humano-canina es el Chase Bank, una entidad que no tuvo reparos en operar con jerarcas nazis antes de la II Guerra Mundial, entregándoles dinero que habían requisado a clientes judíos y que, hace tres años, recibió casi 100.000 millones de dólares de dinero público de los EE UU como rescate de la bancarrota causada por la gestión temeraria y alegal de sus dirigentes durante los años de la vida loca bancaria.
A los perros les importan un comino estas circunstancias. A sus dueños, tampoco. Lo que importa es la sensibilidad animal.
Escaparate dijo
George Clooney, (la sonrisa perenne) puso de moda... al cerdo, como mascota. La sensibiliadd animal en detrimento de la humana. Filosofía USA...
Algo huele a podrido en esa sociedad.
15 abr 2013
knock dijo
Qué difícil es entenderse y llevarse bien con los demás.Practicar el respeto por uno mismo y por los demás, sin hacer daño a nadie, ayudándose unos a los otros, perdonando, cerrando viejas heridas.Mientras el ser humano no evolucione caerá en las mismas trampas.Un saludo.
15 abr 2013