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La cúpula gay de San Francisco juzga por su cuenta al soldado Manning

Liberad a Bradley Manning

La presidenta del San Francisco Pride —marca registrada del comité que organiza el desfile del orgullo gay en la ciudad donde se inventó la bandera multicolor— se llama Lisa L. Williams. Acaba de meter la pata hasta el fondo al afirmar que el soldado gay Bradley Manning, es responsable de "acciones que han causado daños a nuestros hombres y mujeres uniformados".

La señora Williams —en cuyo revelador currículo figura la gestión de una empresa de mercadotecnia política y búsqueda de dinero para financiar campañas— se pusó muy nerviosa y perdió los papeles cuando se filtró que en el San Francisco Pride de este año, que se celebrará el 29 y el 30 de junio, Manning actuaría (en ausencia, claro: lo tienen en una cárcel en condiciones de dudosa legalidad) como Grand Marshal del desfile, las figuras que cada año son encargadas de ser "emisarios públicos del Orgullo". Algo así como la fallera mayor, vaya.

Un día después de que trascendiese la noticia, Williams emitió un comunicado colérico en el que negaba el compromiso del San Francisco Pride con el soldado que inició el cablegate de Wikileaks; acusaba a una persona de su staff de haberse ido de la lengua sobre asuntos y discusiones internos; anunciaba, muy en consonancia con el fondo castrense del asunto, que ese chivato había sido "sometido a disciplina", y advertía que no sería tolerada por la organización ninguna muestra de simpatía hacia la figura de Manning, cuya libertad piden miles de personas, de todas las tendencias sexuales, en la campaña internacional I Am Bradley Manning (Yo soy Bradley Manning).

Más allá de la intemperancia de condenar por su cuenta al soldado, que todavía no ha sido juzgado por la justicia después de casi tres años de detención, la decisión de Williams demuestra que el San Francisco Pride ha dejado de ser lo que fue o dice ser (una celebración "para educar al mundo, conmemorar nuestra herencia, celebrar nuestra cultura y liberar a nuestra gente", según pregonan en su declaración de objetivos, el subrayado es mío) para convertirse en otro bonito negocio carnavalero, aliado con los grandes poderes y cómodo para que éstos se presenten como tolerantes y modernos.

Mientras Williams se cuadra y saluda, el desfile del orgullo gay más señero de los EE UU recibe con los brazos abiertos, tal como señala Glenn Greenwald en The Guardian, el dinero que le regalan patrocinadores (aquí está la relación completa) entre los que están los gigantes de las telecomunicaciones AT&T y Verizon, que han colaborado en escuchas ilegales para el Gobierno; el Bank of America, acusado de un fraude milmillonario en la gestión de hipotecas; Wells Frago, otra entidad financiera señalada por la fiscalía como tramposa con sus clientes, y la empresa de servicios sanitarios Kaiser Permanente, investigada por revelar datos confidenciales de sus pacientes.

Al parecer, ninguna de estas corporaciones han "causado daños a nuestros hombres y mujeres", por regresar al argumento de Williams con respecto a la maldad de Manning.

La decisión marcial de la obediente presidenta del orgullo gay ya ha sido contestada por un grupo de activistas del colectivo al que Williams dice representar. Están convocadas manifestaciones a favor de Manning y en contra de su presurosa juzgadora. "Si Manning no es gay, nadie lo es", han recordado para anunciar que este año, sea o no grand marshal, el soldado que filtró los cables de Wikileaks mientras escuchaba a Lady Gaga, estará presente y tendrá apoyo, como en años anteriores, en el San Francisco Gay Pride.

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i am B. Manning

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Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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