Mi barrio estrena 'farmers' market'
Mi barrio tiene su propio farmers' market desde hace unas horas. El asunto, que parece a priori una buena cosa desde el punto de vista de la nutrición, el apoyo a la economía local y el encuentro cara a cara con los productores, tiene su lado oscuro: el barrio, que por ahora es de los baratos en una ciudad para ricos, se va a poner un poco más de moda y, por ende, permitirá que los caseros sigan afilándose los dientes.
El farmers' market, por otra parte, no garantiza que el dinero que pagas por los tomates o la fruta de temporada vaya en un porcentaje justo y de manera directa a los cosechadores y recolectores, porque la organización del evento la lleva una empresa, el Agricultural Institute of Marin, que se dedica al negocio de los mercados (en EE UU crecen como setas, hay casi ocho mil) y ya tiene entre sus manos algunos más en el área de San Francisco.
Los estadounidenses sonríen y son felices en los farmers' market —en español, mercados de productores, mercados verdes o mercados agrícolas—, a los que acuden con el mismo ánimo jovial con que se mueven por el mundo siempre que se trate de hacer vida social que no requiera compromisos personales, económicos o ideológicos. Si, además, la actividad lleva aparejada los adjetivos healthy y organic (saludable y orgánico), entran en trance místico sin plantearse ni una sola duda y sin que parezca importarles que la agricultura llamada orgánica no esté regulada por una ley federal sino por leyes estatales promovidas casi siempre por los intereses económicos de los lobbies de productores, que no existan normas de etiquetado uniformes o que las importaciones de alimentos con modificaciones genéticas sean opacas.
El farmers market de la calle Clement, que se celebrará durante seis domingos como prueba de tanteo para ver si la cosa marcha, toma como espacio la primera parte de la calle, a la que en un mapa para otra entrada de este blog llamé la zona francesa.
Cerraron el tráfico, instalaron un pequeño rocódromo y un gran tiburón inflable con forma de tobogán para los críos, pusieron a un tristísimo músico callejero a rasgar una guitarra y, claro, montaron tres decenas de puestos de alimentos y comida preparada. Hubo bastante público, los precios eran aceptables y, pese a la niebla y la llovizna, la asistencia fue notable.
Por mi parte no compré nada. Hice fotos y volví a casa, en la zona china de mi barrio.
Blimb dijo
Eso se llama fe ciega. No cuestionarse un evento, solo guiados por el mantra/etiqueta de productos de la tierra libres de tóxicos, leyes locales caciquiles. Me llama la atención algunos puestos, la plancha de pan de molde, o la chica que pinta caras.
http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=endscreen&v=5tnU0Aavr1Y
Kreator - All of the Same Blood
27 jun 2013