Desde que vivo en San Francisco, los miércoles son para mí un día resaltado en el calendario insustancial de las jornadas laborales. He interiorizado la costumbre de bajar de mañana a los estantes callejeros de metal y llevarme una copia de cada uno de los semanarios gratuitos que se distribuyen los miércoles: el SF Bay Guardian y el SF Weekly.
A veces también pillo el SF Examiner, que es diario y me emociona bastante menos que sus compañeros semanales porque habla demasiado de béisbol, se concentra en el mundo aldeano de la ciudad —pocas veces presta atención a lo que sucede fuera de San Francisco y sospecho que los redactores creen que Europa empieza y acaba en las Tullerías— e inserta panfletos de hipermercados con tal franesí que las ediciones huelen a tocino.
Hoy he recibido la confirmación de una noticia pésima: las tres publicaciones gratuitas han sido compradas por la misma persona. ¿Monopolio? Desde luego y a cara descubierta.
Este señor es el magnate que tiene en sus manos tres de los medios más influyentes de la ciudad. Se llama Todd Vogt, nació hace 44 años y tiene lazos empresariales con Black Press, un holding canadiense que, pese a la resonancia del nombre, nada tiene que ver con los negros, sino con la explotación de 170 diarios de mediana y pequeña dimensión y un centenar de sites online asociados.
En una maniobra sostenida y planificada a través de una empresa instrumental Vogtt se hizo con el Examiner en 2011, a principios de este año adquirió el SF Weekly y poco más tarde el Bay Guardian.
Aunque prometió, como se espera de todo propietario para que las apariencias sean correctas, que no interferiría en la línea editorial de los diarios, hoy ha saltado la noticia de la salida del staff de Tim Redmond, que había trabajado en el Bay Guardian durante 31 años, desempeñaba el cargo de editor —equivalente al de los directores editoriales en los medios españoles— y había negociado la venta a Vogt a cambio de que éste le garantizase autonomía y mantenimiento de los puestos de trabajo. Aunque a la marcha de Redmond le llamen renuncia, las circunstancias (presiones, nombramientos por la espalda, injerencias, amenazas...) dibujan un despido que admite la metáfora del lugar común: a punta de pistola.
"La buena noticia es que Blogger es gratis", dice Redmond en la primera entrada de su nuevo blog, Tim's San Francisco, desde el cual promete que seguirá siendo el gran periodista al que admiramos todos los del gremio a quienes nos resta vocación.
La avidez de Vogt y sus socios está activa. El magnate —que suele, como todos los de su clase, conceder entrevistas exclusivas a The Wall Street Journal, y está tan seguro de su propia grandeza como para iniciar a través de su cuenta de Twitter una cruzada personal contra la líder demócrata Nancy Pelosi— ha anunciado que no está satisfecho con su monopolio de tres medios y que desea comprar algún diario más en la zona.
Soy de la vieja ola y no he mutado tanto como para preferir las ediciones online: el olor a papel y a tinta es la sangre fresca que necesita este vampiro. Sin embargo, ya no hojearé con la misma alegría los semanarios de los miércoles, sobre todo el Bay Guardian, donde aún latía —aunque diluido entre la publicidad encubierta de restaurantes fancy y la muy descubierta de servicios sexuales— el espíritu regenerador de los periodistas muckraker (removedores de basura) que no han olvidado la moralidad social y la obligación de combatir a su enemigo, la inmoralidad.