7 posts de junio 2013

Un millón de personas (y tutús) en el Orgullo de San Francisco

[Foto: Jose Ángel González]

San Francisco está a rebosar este fin de semana. Un millón de personas amplían temporalmente la población de la ciudad para asistir al San Francisco Pride, una de las celebraciones del orgullo gay con más carisma del mundo.

El magnetismo de los festejos, muy despolitizados y convertidos en poco menos que una empresa desde hace ya bastantes años, se ha disparado con la decisión de hace unos días del Tribunal Supremo de los EE UU de dar vía libre al matrimonio homosexual. Desde la luz verde, en la sede del City Hall donde tuvo su oficina Harvey Milk, el primer concejal abiertamente gay elegido en una gran ciudad estadounidense, se forman cada día colas de hasta un centenar de personas para tramitar los papeles.

Frente al edificio municipal está establecida la sede de la celebración del San Francisco Pride, cuyo lema de este año es Embrace, Encourage, Empower (Abrazar, animar, dar poder). Dentro de unas horas tendrá lugar el desfile a lo largo de la calle Market, el centro neurálgico de la ciudad.

Las fotos intentan mostrar el ambiente en el recinto. La ola de calor de estos días queda patente en el escasísimo vestuario de los asistentes —aunque hace falta muy poco para que los sanfrasciscanos se quiten ropa—, entre los que abundan ruidosas pandillas de adolescentes ataviadas con tutús (una norma festiva cuyo origen se me escapa).

Como en toda fiesta callejera de esta ciudad dada a salir a la calle a la mínima, hay chiringuitos de telefonía móvil, música, mucho alcohol y barbacoas de pollo y vacuno.

[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

Mi barrio estrena 'farmers' market'

[Foto: Jose Ángel González]

Mi barrio tiene su propio farmers' market desde hace unas horas. El asunto, que parece a priori una buena cosa desde el punto de vista de la nutrición, el apoyo a la economía local y el encuentro cara a cara con los productores, tiene su lado oscuro: el barrio, que por ahora es de los baratos en una ciudad para ricos, se va a poner un poco más de moda y, por ende, permitirá que los caseros sigan afilándose los dientes.

El farmers' market, por otra parte, no garantiza que el dinero que pagas por los tomates o la fruta de temporada vaya en un porcentaje justo y de manera directa a los cosechadores y recolectores, porque la organización del evento la lleva una empresa, el Agricultural Institute of Marin, que se dedica al negocio de los mercados (en EE UU crecen como setas, hay casi ocho mil) y ya tiene entre sus manos algunos más en el área de San Francisco.

Los estadounidenses sonríen y son felices en los farmers' market —en español, mercados de productores, mercados verdes o mercados agrícolas—, a los que acuden con el mismo ánimo jovial con que se mueven por el mundo siempre que se trate de hacer vida social que no requiera compromisos personales, económicos o ideológicos. Si, además, la actividad lleva aparejada los adjetivos healthy y organic (saludable y orgánico), entran en trance místico sin plantearse ni una sola duda y sin que parezca importarles que la agricultura llamada orgánica no esté regulada por una ley federal sino por leyes estatales promovidas casi siempre por los intereses económicos de los lobbies de productores, que no existan normas de etiquetado uniformes o que las importaciones de alimentos con modificaciones genéticas sean opacas.

El farmers market de la calle Clement, que se celebrará durante seis domingos como prueba de tanteo para ver si la cosa marcha, toma como espacio la primera parte de la calle, a la que en un mapa para otra entrada de este blog llamé la zona francesa.

Cerraron el tráfico, instalaron un pequeño rocódromo y un gran tiburón inflable con forma de tobogán para los críos, pusieron a un tristísimo músico callejero a rasgar una guitarra y, claro, montaron tres decenas de puestos de alimentos y comida preparada. Hubo bastante público, los precios eran aceptables y, pese a la niebla y la llovizna, la asistencia fue notable.

Por mi parte no compré nada. Hice fotos y volví a casa, en la zona china de mi barrio.

[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

Los tres periódicos gratuitos de San Francisco tienen un sólo dueño

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Desde que vivo en San Francisco, los miércoles son para mí un día resaltado en el calendario insustancial de las jornadas laborales. He interiorizado la costumbre de bajar de mañana a los estantes callejeros de metal y llevarme una copia de cada uno de los semanarios gratuitos que se distribuyen los miércoles: el SF Bay Guardian y el SF Weekly.

A veces también pillo el SF Examiner, que es diario y me emociona bastante menos que sus compañeros semanales porque habla demasiado de béisbol, se concentra en el mundo aldeano de la ciudad —pocas veces presta atención a lo que sucede fuera de San Francisco y sospecho que los redactores creen que Europa empieza y acaba en las Tullerías— e inserta panfletos de hipermercados con tal franesí que las ediciones huelen a tocino.

Hoy he recibido la confirmación de una noticia pésima: las tres publicaciones gratuitas han sido compradas por la misma persona. ¿Monopolio? Desde luego y a cara descubierta.

[Todd Vogt - Foto: Mike Koozmin/The Examiner]
Este señor es el magnate que tiene en sus manos tres de los medios más influyentes de la ciudad. Se llama Todd Vogt, nació hace 44 años y tiene lazos empresariales con Black Press, un holding canadiense que, pese a la resonancia del nombre, nada tiene que ver con los negros, sino con la explotación de 170 diarios de mediana y pequeña dimensión y un centenar de sites online asociados.

En una maniobra sostenida y planificada a través de una empresa instrumental Vogtt se hizo con el Examiner en 2011, a principios de este año adquirió el SF Weekly y poco más tarde el Bay Guardian.

Aunque prometió, como se espera de todo propietario para que las apariencias sean correctas, que no interferiría en la línea editorial de los diarios, hoy ha saltado la noticia de la salida del staff de Tim Redmond, que había trabajado en el Bay Guardian durante 31 años, desempeñaba el cargo de editor —equivalente al de los directores editoriales en los medios españoles— y había negociado la venta a Vogt a cambio de que éste le garantizase autonomía y mantenimiento de los puestos de trabajo. Aunque a la marcha de Redmond le llamen renuncia, las circunstancias (presiones, nombramientos por la espalda, injerencias, amenazas...) dibujan un despido que admite la metáfora del lugar común: a punta de pistola.

  [Tim Redmond- Foto: Luke Thomas SF Guardian]

"La buena noticia es que Blogger es gratis", dice Redmond en la primera entrada de su nuevo blog, Tim's San Francisco, desde el cual promete que seguirá siendo el gran periodista al que admiramos todos los del gremio a quienes nos resta vocación.

La avidez de Vogt y sus socios está activa. El magnate —que suele, como todos los de su clase, conceder entrevistas exclusivas a The Wall Street Journal, y está tan seguro de su propia grandeza como para iniciar a través de su cuenta de Twitter una cruzada personal contra la líder demócrata Nancy Pelosi— ha anunciado que no está satisfecho con su monopolio de tres medios y que desea comprar algún diario más en la zona.

Soy de la vieja ola y no he mutado tanto como para preferir las ediciones online: el olor a papel y a tinta es la sangre fresca que necesita este vampiro. Sin embargo, ya no hojearé con la misma alegría los semanarios de los miércoles, sobre todo el Bay Guardian, donde aún latía —aunque diluido entre la publicidad encubierta de restaurantes fancy y la muy descubierta de servicios sexuales— el espíritu regenerador de los periodistas muckraker (removedores de basura) que no han olvidado la moralidad social y la obligación de combatir a su enemigo, la inmoralidad.

La niebla se llama Karl, tiene Twitter, Instagram y LinkedIn

Karlthe fog profile
"No todo lo soleado brilla, no todo lo envuelto en la niebla está perdido".

El lema existencial, más propio de latitudes centroeuropeas que californianas, es de @KarlTheFog, la niebla de San Francisco, que tiene una de las cuentas de Twitter más entrañables de la ciudad.

Desde agosto de 2010, la persona que maneja el perfil —que mantiene un absoluto anonimato: nunca ha revelado su nombre o su género— ha convertido a Karl en una de las personificaciones con más potencia de la ciudad: a la hora de escribir esta entrada tiene 18.200 seguidores, ha concedido entrevistas [aquí hay una; aquí, otra], tiene cuenta de Instragram, Facebook y Flickr e incluso un perfil en LindkedIn donde revela que trabaja como manager de la Comunidad de Nubes de San Francisco tras licenciarse en la Universidad de St. Cloud State y que lleva establecido en los cielos de la ciudad desde hace "varios miles de años" aunque el interfaz de Lindkedin no le deja colocar una fecha anterior a 1900.

Es una huella social que corresponde en tamaño a la importancia de la niebla en la vida de una ciudad cuyos vecinos nunca somos tomados en serio por los visitantes cuando les advertimos que vengan preparados, que olviden las chanclas y que piensen en Londres más que en Los Ángeles.

  Karlok

Tres recientes tweets de la niebla:

Pregunta: ¿Cuántos hipsters hacen falta para cambiar una bombilla? Respuesta: Soy mejor que tú.

¡Ah, la dulce opacidad del verano!

Regresad a cama. Confiad en mí.

@KarlTheFog tiene el valor añadido, frente a otros twitters ficticios, del humor y la inteligencia, ha influido tanto en la vida de la ciudad como para que buena parte de los habitantes hayamos decidido bautizar Karl a la niebla en las conversaciones cotidianas. El SF Weekly acaba de contar que tras la proyección de un corto científico sobre la niebla de San Francisco, cientos de los asistentes enviaron tweets a @KarlTheFog para informarle de inmediato.

Aunque ninguno alcanza a Karl, ni en followers ni en gracia, hay casi cincuenta cuentas de Twitter que hablan en nombre de monumentos, edificios, parques y calles de la ciudad: @SFBayBridge, personificación virtual del Puente de la Bahía; @SFSiren, de las sirenas antiterremotos; @ATTSeagull, de las gaviotas que pululan por el estadio de béisbol de los Giants; @Waves_SF, de las olas sulfurosas de la línea de costa de la ciudad...

La ciudad más romántica (para venir con una 'escort')

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La desenvuelta joven del dibujito es la protagonista del vídeo de promoción de Miss Travel, un servicio de citas online lanzado en 2012 y montado sobre la idea de que hay personas generosas dispuestas a pagar todos los gastos de viaje de personas atractivas. No hace falta que les diga que los primeros, como pueden comprobar en el vínculo, son hombres y las segundas, mujeres.

Unos y otras me dan mucho miedo, aunque casi me espanta más el promotor de la plataforma, Brandon Wade, el rey millonario de las e-citas con derecho a todo, un tipo mendaz que juega a dividir el mundo, y está orgulloso de la contribución, entre sugar daddies y sugar babbies, y que, si me tocase legislar, estaría haciendo trabajo social en el Sahel hambriento durante las próximas dos décadas.

El blog de Miss Travel acaba de decidir que San Francisco es la ciudad más romántica de los EE UU. No hay demasiadas explicaciones, pero tampoco hacen falta. "Hay algo en las playas, el sol y la promesa del verano que alimenta el fuego del amor... o quizá se trate de la escasez de ropa", dice la invisible Señorita Viajecitos en la bitácora antes de soltar los veinte lugares "más calientes" —a estas alturas no hace falta que les revele que hablamos de sexo y no de turismo cultural— del país.

San Francisco se ha encaramado en el puesto de cabeza de la clasificación porque es el lugar preferido por los usuarios registrados en la red social —debería comenzar a hablar de red de búsqueda de señoritas de compañía, ¿no?— que están organizando una escapada, según detalla Time.

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Según el vídeo que mencioné al principio —lo insertaré al final de la entrada, no quiero hurtarles su gloria—, los lugareños debemos estar preparados para la llegada masiva de parejas en cada una de las cuales manda la chequera de "médicos, banqueros, abogados, deportistas, ejecutivos, emprendedores y millonarios" mientras la escort se dedica a esquilmarla ("lo mejor de todo: tienen dinero y están dispuestos a gastarlo en ti") a cambio de ya saben ustedes qué tipo de intercambio.

No es precisamente el título de la ciudad más culta, educada o con menor brecha social de los EE UU, pero se trata de un galardón no casual que combina con el nuevo espíritu del que les vengo hablando en los últimos meses en este blog: somos una ciudad que lleva camino de convertirse en un hermoso burdel.

Pocas luces en apoyo a Bradley Manning

[Foto: Jose Ángel González]

El comienzo hace unos días del juicio contra el soldado Bradley Manning, acusado de la filtración de los documentos que difundió Wikileaks ha movido a muchos estadounidenses a mostrar su apoyo al joven militar, encarcelado desde 2010 y para quién la fiscalía militar pide, como poco, 20 años de prisión por la presunta comisión de 22 delitos.

La sección en San Francisco de la Overpass Light Brigade, la organización de activistas que utilizan la luz como medio de protesta —sea mediante neones o cartelería compuesta por leds—, convocaba hace una horas una concentración en el puente Golden Gate bajo el lema "Que alumbre la luz de la justicia para Manning".

El éxito de la iniciativa, como puede apreciarse en las fotos que hice, fue muy pobre: una veintena de personas, animosas pero muy solas en un atardecer soleado pero gélido por el ataque de un banco de niebla. Los activistas —casi todos viejos luchadores de una ciudad que casi nunca ha dejado pasar una ocasión para la protesta justa—, pese a todo, mantuvieron el programa previsto: caminar hasta el centro del puente y exhibir carteles de leds pidiendo la libertad sin cargos para Manning, al que consideran un "héroe nacional" por haber ayudado a difundir los mecanismos y modos, casi siempre torticeros, de la diplomacia estadounidense.

La llegada de los manifestantes al puente tomó por sorpresa a la policía. Un sólo agente, en apariencia bastante nervioso y fuera de lugar ("¿qué es esto?", preguntaba a los participantes en la marcha), se encargó de vigilar la acción, pese a que el Golden Gate es un enclave considerado delicado por el departamento de Seguridad Interior de los EE UU desde los atentados del 11-S.

Además de su papel como fuente de la masiva filtración de documentos oficiales, Manning se ha situado en el centro de la vida local de San Francisco por la reciente recusación de su nombramiento como emisario público del influyente y económicamente muy rentable San Francisco Pride, el desfile del orgullo gay de la ciudad que se celebrará este mes.

En una metedura de pata que ha sembrado la discordia en el colectivo, la presidenta del desfile adujo que Manning es responsable de "acciones que han causado daños a nuestros hombres y mujeres uniformados", una acusación que ni siquiera la fiscalía enarbola en el juicio, y lo deslegitimó como emisario. Muchos gays de la ciudad donde fue inventada la bandera del arco iris han anunciado que acudirán al desfile con caretas del soldado para apoyar la campaña internacional I Am Bradley Manning (Yo soy Bradley Manning).

Esta tarde en el Golden Gate no hubo multitudes. Puede haberlas el 29 y el 30 de este mes en uno de los desfiles del orgullo gay más famosos del mundo.

[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

El Sfmoma cierra tres años para engordar

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El San Francisco Museum of Modern Art (Sfmoma) tiene unas de las sedes más feas de las pinacotecas que pueblan el mundo. Fue inaugurada en 1995. A partir de 2016, y después de gastar la friolera de 325 millones de dólares (250 millones de euros), tendrá dos sedes feísimas.

Este fin de semana el museo está abierto incluso de noche como traca final antes de un cierre de unos tres años para afrontar las obras de construcción de un nuevo edificio que triplicará la superficie con 22.000 metros cuadrados adicionales. La ampliación está situada tras el edificio actual, en el centro financiero de la ciudad, y será realizada por el estudio de arquitectura noruego Snøhetta.

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Las pretensiones del museo —que, con 632.000 visitas en 2012, ni siquiera está entre los cien más concurridos del mundo— tienen bastante que ver con las nuevas ínfulas de los poderes públicos e instituciones de San Francisco. "Hace dos décadas, este era un paisaje de almacenes y terrenos de aparcamiento. Ahora es el centro de un nuevo Silicon Valley", afirma un reportaje al dictado que aplaude la magna obra y aventura, ajeno a toda modestia, que el nuevo Sfmoma será equiparable al MoMA de Nueva York y a la Tate de Londres.

El elevadísimo presupuesto de la reforma —la ampliación del Museo del Prado  de 2007 costó la mitad, 152 millones de euros— es una definición precisa del adjetivo grandilocuencia, sobre todo teniendo en cuenta que el Sfmoma tiene en su humilde colección permanente sólo unos 29.000 objetos: la Tate tiene casi 70.000 y el MoMA 200.000.

¿Para qué necesita San Francisco un edificio tan grande dedicado a arte moderno? Los promotores del museo, gestionado por un patronato privado que el año pasado manejó un presupuesto de 41 millones de dólares (31 millones de euros), la mitad procedente de ayudas públicas y contribuciones privadas y el 14% de la venta de entradas —los adultos pagan 18 dólares (14 euros) y la pinacoteca sólo tuvo 15 días de entrada gratuita en los últimos 365—, afirman que desean un "lugar de encuentro" antes que un museo al uso. Es fácil predecir la siguiente frase: habrá un enorme restaurante en la nueva sede, muchas salas para alquilar o organizadores de eventos y un gran aparcamiento para centenares de coches.

Para festejar el comienzo de la cuenta atrás para la mutación, el Sfmoma —que este año se ha anotado uno de los triunfos más sonados de su historia con la antolgía del fotógrafo Garry Winogrand— ha montado un fin de semana de puertas abiertas, con algunas performances, charlas, actuaciones y el regalo de una bolsa conmemorativa de plástico. Las fotos son de la masiva despedida de la sede fea, en espera de la nueva sede (también fea).

[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]
[Foto: Jose Ángel González]

Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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