El Sfmoma cierra tres años para engordar
El San Francisco Museum of Modern Art (Sfmoma) tiene unas de las sedes más feas de las pinacotecas que pueblan el mundo. Fue inaugurada en 1995. A partir de 2016, y después de gastar la friolera de 325 millones de dólares (250 millones de euros), tendrá dos sedes feísimas.
Este fin de semana el museo está abierto incluso de noche como traca final antes de un cierre de unos tres años para afrontar las obras de construcción de un nuevo edificio que triplicará la superficie con 22.000 metros cuadrados adicionales. La ampliación está situada tras el edificio actual, en el centro financiero de la ciudad, y será realizada por el estudio de arquitectura noruego Snøhetta.
Las pretensiones del museo —que, con 632.000 visitas en 2012, ni siquiera está entre los cien más concurridos del mundo— tienen bastante que ver con las nuevas ínfulas de los poderes públicos e instituciones de San Francisco. "Hace dos décadas, este era un paisaje de almacenes y terrenos de aparcamiento. Ahora es el centro de un nuevo Silicon Valley", afirma un reportaje al dictado que aplaude la magna obra y aventura, ajeno a toda modestia, que el nuevo Sfmoma será equiparable al MoMA de Nueva York y a la Tate de Londres.
El elevadísimo presupuesto de la reforma —la ampliación del Museo del Prado de 2007 costó la mitad, 152 millones de euros— es una definición precisa del adjetivo grandilocuencia, sobre todo teniendo en cuenta que el Sfmoma tiene en su humilde colección permanente sólo unos 29.000 objetos: la Tate tiene casi 70.000 y el MoMA 200.000.
¿Para qué necesita San Francisco un edificio tan grande dedicado a arte moderno? Los promotores del museo, gestionado por un patronato privado que el año pasado manejó un presupuesto de 41 millones de dólares (31 millones de euros), la mitad procedente de ayudas públicas y contribuciones privadas y el 14% de la venta de entradas —los adultos pagan 18 dólares (14 euros) y la pinacoteca sólo tuvo 15 días de entrada gratuita en los últimos 365—, afirman que desean un "lugar de encuentro" antes que un museo al uso. Es fácil predecir la siguiente frase: habrá un enorme restaurante en la nueva sede, muchas salas para alquilar o organizadores de eventos y un gran aparcamiento para centenares de coches.
Para festejar el comienzo de la cuenta atrás para la mutación, el Sfmoma —que este año se ha anotado uno de los triunfos más sonados de su historia con la antolgía del fotógrafo Garry Winogrand— ha montado un fin de semana de puertas abiertas, con algunas performances, charlas, actuaciones y el regalo de una bolsa conmemorativa de plástico. Las fotos son de la masiva despedida de la sede fea, en espera de la nueva sede (también fea).
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