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Fotos inéditas de David Bowie encontradas en un mercadillo

Negativos

"Lo más increíble de los milagros es que ocurren". A la sabiduría que nunca pondría en duda del viejo Chesterton, me atrevo a añadir un postafacio: "Sobre todos si visitas los rastrillos de viejo".

El domingo encontré en el rastro de Alemany —uno de los pocos flea markets de San Francisco, donde la segunda mano es casi monopolizada por el servicio online Craiglist— el portanegativos cuyo escaneo abre esta entrada.

Contiene los clichés de unas 30 fotos en 135 milímetros —película Ilford HP5— realizadas el 5 de abril de 1978 en el concierto de David Bowie en el Oakland Coliseum Arena, el sexto de la gira mundial Isolar II, la más ambiciosa que hasta ese momento había afrontado el músico: 70 actuaciones ante un millón de espectadores de 21 países.

El portanegativos estaba en una caja de papel fotográfico Kodak en un puesto donde un tipo de unos sesenta y tantos años y aspecto de ser todavía el hippie que alguna vez fue vendía un poco de todo, desde libros usados hasta adornos hogareños de dudoso gusto. Nunca esperes nada de una persona con traje de John Varvatos, ten en cuenta que los guardianes de tesoros siempre van vestidos con andrajos.

El milagro vivía dentro del veterano cartón de la caja amarilla: hojas de contactos y portanegativos de conciertos celebrados en el área de San Francisco entre 1977 y 1978, un buen tiempo para la música, estremecida por la libertaria propuesta del punk de regreso al amateurismo. En la tapa de la caja, escritos en capitulares con un lápiz de cera roja —incluso en ese detalle reside una clave perfecta: ¿para qué necesitamos la tinta cuando nos bastan los lapiceros?—, estaban los nombres de los retratados: Lou Reed, Blondie, Iggy Pop, Devo, X-Ray Spex, Roxy Music y mi adorado David Bowie.

Aunque las fotos, todas en blanco y negro, no eran excelentes: pecaban de la falta de medios del fotógrafo, que no tenía más que una lente y disparaba casi siempre desde el mismo lugar, soñé por un momento en llevarme a casa todo el lote.

— ¿Cuánto pide por los negativos y las hojas de contacto?, pregunté al vendedor imaginando el inicio de una negociación de regateo.

— Depende de qué artista se trate... Hay mucho material ahí dentro. Los negativos son más caros que los contactos.

Olvidada la posibilidad de comprar todo el material —mi economía personal no permite los caprichos, por muy justificados que sean—, me centré en los negativos de Bowie. El trato quedó cerrado en 13 dólares.

Supe por el vendedor que el fotógrafo, al que nunca había conocido en persona, se llamaba John Trembley, trabajaba en alguna publicación de San Francisco y murió de sida durante los años más negros de la pandemia. No he logrado encontrar ningún detalle más en Internet.

En casa escaneé los negativos en alta resolución y postproduje las imágenes lo necesario, añadiendo algo de contraste y curvas de nivel cromático. Fue emocionante devolver al mundo las fotos de una noche de hace 35 años.

Pese al atuendo delictivo de Bowie —¡esos bombachos!, ¡esa gorrita de capitán de yate!—, el cantante rebosa felicidad en las fotos. No era para menos: los conciertos de 1978 fueron excelentes y liberadores. Después de varios años anestesiándose con cocaína y cantando con la desgana de un alienígena, el músico estaba pletórico y limpio, le apoyaba una banda efectiva (con los poderosos Carlos Alomar y Adrian Belew) en las guitarras y estrenaba por primera vez en público las canciones de los dos discos arrrisegados y fríos que había grabado en Berlín (Low y Heroes, ambos editados en 1977), de los mejores de su carrera. La gira Isolar II fue condensada en el álbum doble Stage, quizá el mejor disco en directo de Bowie.

  [Foto: John Trembley] [Foto: John Trembley] [Foto: John Trembley] [Foto: John Trembley] [Foto: John Trembley]

1 Comentarios

Extraordinario material y más extraordinario aún la forma de conseguirlo. Enhorabuena por descubrir ese tesoro, sobre todo si es del gran David Bowie, y mil gracias por compartirlo.

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Jose Ángel González


Crónicas vitales de un periodista español emigrado a la Bahía de San Francisco, en California, el estado con mayor presencia de latinos e hispanohablantes de los Estados Unidos.
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