¿El mejor mercado de alimentos del mundo?
Dicen algunas voces dedicadas a la crítica gastronómica y alimentaria que el Ferry Plaza Farmers Market de San Francisco es uno de los mejores mercados de productores del mundo. Por ejemplo, la web Food & Wine lo coloca en el primer puesto del top 25 universal, aunque la clasificación pierde credibilidad cuando compruebas que en el ranking mezclan los lugares en los que no media intermediación entre el productor y el cliente final con aquellos en que los puestos de venta son locales que funcionan como simples eslabones empresariales en la compleja cadena del negocio de los alimentos —el mercado de La Boquería de Barcelona, por ejemplo, el único español que asoma en la lista—.
Lo que no se le puede negar al mercado de San Francisco, que se celebra cada martes, jueves y sábado por la mañana desde 1993, es el cachet. Miles de personas lo frecuentan y se ha convertido en una atracción que todas las guías turísticas de la ciudad apuntan como como de inexcusable visita. Está situado, además, en torno al Ferry Building, el bello edificio finalizado en 1898 según un diseño rematado con un torre inspirada en la Giralda de Sevilla. Ya no es la terminal portuaria del pasado, sino un mercado de delicatessen (sin relación con el farmers) donde sólo conviene ir con el bolsillo bien abultado o la tarjeta bancaria con saldo altamente saludable, pero el enclave sigue guardando la memoria de un pasado en que los grandes trasatlánticos fondeaban en la bahía.
El farmers market del exterior —uno de los casi ocho mil que puntean un país donde comer es una especie de práctica religiosa pagana y masiva— tampoco es para todos los públicos. Un vaso pequeño de café cuesta el equivalente a 3,5 euros y un kilo de tomates, 8. Eso sí, son "orgánicos", prometen los organizadores, la empresa Center for Urban Education about Sustainable Agriculture (Centro para la Educación Urbana sobre Agricultura Sostenible), que el año pasado ingresó casi un millón de euros según su informe anual [no se trata de ventas de los puestos de alimentos, cantidad que no revelan, sino del dinero recaudado por las cuotas de los socios, subvenciones y ayudas públicas o privadas].
Los productos que venden en el farmers market proceden de más de un centenar de explotaciones agrícolas, pesqueras y ganaderas del norte de California. Se pueden encontrar variadísimas verduras, frutas y legumbres frescas y de temporada, aceite de oliva (muy bueno), quesos (muy caros), zumos de frutas y otros elíxires más rebuscados, salsas de aliño (siempre picantes), frutos secos, pan y bollería, flores y hierbas aromáticas y, desde luego, algunos puestos donde preparan pizzas, bocadillos y otros productos de consumo inmediato. La longitud de las colas de espera para algunos de ellos demuestra la paciencia de los estadounidenses cuando al final del camino hay algo que chorrea colesterol.
No es mi idea de mercado: todo es demasiado bello y los vendedores y compradores van tan atildados que podrían desfilar en una pasarela allí mismo, pero el lugar merece una visita, digamos, etnográfica. Sólo llegas a conocer a los gringos cuando ves como babean ante la comida.
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