'The Act of Killing', de Joshua Oppenheimer
domingo 10.mar.2013 por Agustín Alonso G. 4 Comentarios
¿Puede uno imaginar un documental sobre asesinos en masa indonesios que estilísticamente resultase de un cóctel entre Quentin Tarantino, Pedro Almodóvar y Apichatpong Weerasethakul? Es imposible, pero The Act of Killing, el documental de Joshua Oppenheimer producido por Werner Herzog que se estrenó el viernes en el SXSW Film Festival, hace pensar en ese trío imposible, y siendo sin embargo insultantemente original.
La premisa es jugosa. El cineasta pide a algunos de los gánsteres que asesinaron miles de personas bajo la acusación de ser comunistas, en 1965, que recreen escenas de esas ejecuciones para una película y graba el proceso de 'producción', que incluye entrevistas a estos asesinos. Lo que de entrada suena brutal, macabro y salvaje deriva en un acercamiento al misterio del mal que en ocasiones parece un mockumentary por la extravagante ingenuidad de sus protagonistas y el juego entre realidad y ficción con el que se desenvuelve la historia.
Antes de empezar la proyección en los cines Álamo, Oppenheimer nos da libertad para reír, lo que suena excéntrico pero alivia la culpabilidad de este espectador cada una de las muchas veces que no puede refrenar una carcajada.
The Act of Killing, al que habrá quien acuse de complaciente o de banalizar la violencia, no es un acto de denuncia al uso (los supervivientes de la matanza "son los primeros que quieren distribuir la película en Indonesia"), es sobre todo "cómo un régimen de terror se imagina a sí mismo", en palabras del propio director al término de la proyección.
Oppenheimer vivió en el país asiático y descubrió con sorpresa que uno de sus vecinos había llevado a cabo cientos de ejecuciones en 1965, en la campaña del dictador Suharto contra el Partido Comunista del país, que supuso hasta un millón de muertes. Quería hacer un documental sobre el tema, pero le dijeron que si quería hacerlo de una forma segura tendría que enfocarlo desde la mirada de los asesinos, sin contar con grupos de derechos humanos o supervivientes.
"Esperaba asesinos y me encontré gente ordinaria a la que puedes querer y por la que te puedes preocupar", explica Oppenheimer. Ordinarios como Anwar Kongo, el principal protagonista y motor de la historia. Se nos presenta al inicio del filme como un tipo dicharachero y normal, que cuenta lo que hizo sin convertirlo en una hazaña, pero con la candidez de quien siente que hacía lo que tenía que hacer.
Esa candidez que es crudeza a la hora de confesar los modos de asesinar, la galería de personajes que acompaña al protagonista y que en ocasiones roza lo freak y una en ocasiones almodovariana puesta en escena de la historia que se rueda dentro de esta película, colorean todo de una cierta irrelaidad que hacen que nos riamos como si fuera violencia de una película de Tarantino.
Exterminar "de una manera más humana"
Pero a medida que avanza está "especie de anticatársis" para Kongo vamos penetrando en ese misterio, el de "esa completa fantasía de un mundo dividido en malos y buenos, la moral Star Wars", como etiqueta el cineasta tejano.
"La verdad, lo que lamento... Nunca pensé que iba a parecer tan horrible", dice Kongo casi al final de la película, cuando Joshua le muestra el montjae de la recreación de la masacre en un pueblo indonesio que fue borrado del mapa. No era consciente del destino de ese viaje que comenzó tan ufano. Uno de sus compadres en el crimen, casado y con dos hijas, al que convoca para grabar algunas escenas, es más consciente de lo que aquello puede suponer y se muetsra remiso, critica que lo hagan, confiesa que no le da vueltas al tema y que eso le ha permitido dormir con la conciencia tranquila. "Lo que se considera crimen de guerra está definido por los vencedores", replica cuando la cámara le pregunta si no es consciente de que aquello que considera era un deber puede llevarle a La Haya. "Que me lleven", desafía.
"Esto no es lo característico de la Pancasila Youth [juventud paramilitar al servicio del Estado], como si nos gustase beber sangre", justifica en el set de rodaje de la citada masacre el ministro de Juventud y Deporte, que ha acudido a apoyar el rodaje pero que parece también darse cuenta al verse desde fuera lo que están haciendo. "Debemos exterminar a los comunistas, pero debemos aniquilarlos de una manera más humana", dice con toda llaneza.
"Si queremos prevenir con seriedad que nos matemos unos a otros, tenemos que mirar a los motivos de la violencia frente a frente", defiende Oppenheimer. "¿He pecado... y todo esto vuelve ahora a mí? Espero que no", dice Kongo, cuyo personaje hubiera sido de imaginar por un guionista. "Sé que estaba equivocado, pero tenía que hacerlo".
Gracias a The Act of Killing se habla por primera vez abiertamente en Indonesia de este crimen masivo, gracias a proyecciones clandestinas o reducidas, ya que la censura no permitiría la proyección de un documental cuyo rodaje fue convirtiéndose en algo cada vez más peligroso y en cuyos créditos hay varias decenas de miembros del equipo técnico que están acreditados como "anónimos".
[El SXSW Interactive empieza fuerte: narrativa 4D, impresión 3D...]
Alejandro Gutiérrez alameda dijo
Bueno. Parece que aún hay algunas personas que se sorprenden de que, el Ser Humano. Cualquier Ser Humano, es capaz de lo mejor y de lo peor. Todo depende de las circunstancias en las que se encuentre en ese momento en concreto. Dependiendo del momento o la situación, se te puede considerar un libertador o el peor de los asesinos. La sociedad y sus normas cambian como una veleta con el viento. Es la propia esencia humana. ¿Por qué una persona normal y corriente, como puedo ser yo mismo o cualquiera de mis vecinos, puede, en un instante, ser el más cruel de los asesinos? o viceversa: El más cruel de los asesinos puede ser una persona normal y corriente como yo o cualquiera de mis vecinos. Si algo hemos de aprender a lo largo de nuestra vida es a evitar juzgar a nuestros semejantes y respetar, en la medida de lo posible, sus actos.
Donat@ dijo
No se que mecanismos actúan como resorte, y convertirse en asesino. Sí, sé, que la muerte es una perversa fantasía sexual para los muertos en vida. Tan,bien es una sensación de dominio, desafió a la vida y muerte.
"El hacha es un instrumento noble. Con ella partimos la leña que ahuyenta el frio de nuestras vidas."
http://www.youtube.com/watch?v=df-lV9qGH-c
Lacrimosa - Die Strasse der Zeit
Magnolia dijo
"en la campaña del dictador Sukarno contra el Partido Comunista del país". Errata. Es Suharto, no Sukarno. El segundo fue derrocado por el primero, así que no puede estar más lejos.
Y los asesinados no eran pretendidos comunistas, sino militantes de pleno derecho. Cualquier paseo por artículos de divulgación histórica verificará cómo el Partido Comunista de Indonesia era el mayor del planeta (entre los no gobernantes), ramificado a su vez en organizaciones de masas variadas. Hacía falta mano dura para limpiar tanto poder de los de abajo.
Agustín Alonso G. dijo
Corrijo lo de Suharto. Gracias por el apunte!