Viaje al final de la noche de... Barcelona
jueves 10.oct.2013 por Agustín Alonso G. 0 Comentarios
Ahora que según cierto establishment periodístico de este país, o del país, Madrid está en decadencia, hay que aprovechar las circunstancias para tomar las de Villadiego, que en este caso es el AVE a Barcelona. Aproveché un viaje por otros motivos para tratar de descubrir rincones creativos y gentrificables de la ciudad catalana.
Tenía ganas de ir a Pequod Llibres, de la que sólo leo parabienes entre conocidos del panorama literario barcelonés, pero llegué demasiado tarde y me quedé con las ganas.
Pequod nació en mayo de 2011, es una de esas librerías de resistencia que se siguen abriendo en grandes ciudades. Su objetivo, en tiempos de cierre de pequeñas librerías, era "recuperar el noble arte del librero prescriptor, más preocupado por ofrecer al lector calidad que cantidad, y no tan obsesionado por el bestseller de consumo rápido como por la compilación de un fondo narrativa clásica y contemporánea que haga babear a nuestros visitantes", según me cuenta por correo Pere Fernández, uno de los dueños.
Yo le aguijoneo preguntándole por qué hacen falta librerías como Pequod hoy en día y me ofrece todo un manifiesto urbano en pocas líneas: "Hay algo de militancia en nuestra elección, está claro... por mi parte, me escalofría un futuro que cada vez veo más distópico y en el que todos los establecimiento de barrio, sean librerías, mercerías o colmados, se vean sustituidas por un Starbucks y Vodafones. Los barrios son el lugar donde la humanidad (vamos, la urbana) vivimos el día a día, y es un terreno que no podemos ceder. Además, una librería crítica (lo digo como oposición a una “tienda de libros”) es un valioso agente contra el pensamiento único. Como dice el estupendo nuevo libro de Jordi Carrión, Librerías, cada una de ellas es una especie de templo humanista de dimensiones infinitas".
Una pizca de noche de Barcelona
Tenía entradas para un concierto de El Último Vecino en Razzmatazz. No tenía ni idea de esta banda hasta que hace unas semanas la capitana demo, Paula Quintana, me habló de él.
El Último Vecino es un proyecto de Gerard Alegre Doria, un tipo particular, intenso. De Teruel.
Además de haber editado un álbum con el mismo nombre que el grupo, que fue primero lanzado en una limitadísima edición en cinta de cassette, y que ahora Doméstica ha reeditado en vinilo, Gerard trabaja diseñando decorados, interiores y dando rienda suelta a su faceta de comunicador audiovisual.
Su disco es potente y su directo, también.
Antes había estado en La Escocesa, una antigua fábrica textil de Sant Martí-Poblenou reconvertida en centro cultural autogestionado. Situado en una zona inhóspita que recuerda a ciertas zonas de Brooklyn o de Berlín, este centro cultural se dedica a las artes plásticas y cuenta con residencias artísticas, espacios que sirven de estudio para artistas.
Cuando yo estuve, tenía lugar el II Festival de Muralistas, en el que, durante dos tardes, grafiteros venidos de diversas partes del mundo llenaron los muros del lugar con sus obras.
En el microespacio de esta semana, además de Kanye West para nuestra sintonía habitual, pone la música "Qué mas da" y "Un Sueño Terrible", de El Último Vecino.