Renovación de intenciones: un nuevo periodismo cultural
miércoles 15.ene.2014 por Agustín Alonso G. 0 Comentarios
Hoy se ha cumplido un año desde que nació El Gentrificador. Este espacio surgió como un blog, este, en enero de 2013, a modo de cuaderno de viaje, una especie de acta notarial-literaria para mi estancia de tres meses en Estados Unidos: Nueva York, Austin y Saint Paul, MN.
Como queda patente en la declaración de intenciones que fue la primera entrada del blog, de aquel 15 de enero que ya me parece lejanísimo (en tiempo relativo es otra era, casi otra glaciación), en mi ánimo estaba salir de la zona de comfort, abrir nuevos caminos personales. Me conmueve ver que entonces citaba un artículo de crítico Ignacio Echevarría en el que se hablaba de cambiar los patrones de la información cultural, de arriesgar, de apostar por lo nuevo.
En septiembre, gracias al empuje de Paula Quintana y la aprobación de la dirección de Radio 5, El Gentrificador abrió 'chiringuito' en Radio 5 a través de un microespacio, lo que siempre se ha conocido en la jerga de Radio Nacional como "quesito".
La idea era hacer hueco a nuevas voces, cultura alternativa, artistas menores de 30 años, primeras obras, propuestas culturales de guerrilla, underground, minoritarias o como se les quiera llamar... en la práctica se trata de un concepto amplio. Hablar de lo que a mí me da la gana y como a mí me da la gana, pero intentando guiarme por tres -al menos- principios básicos: 1) dar voz a lo nuevo -cuando nuevo es primerizo- bueno, con la seguridad de que nuestra cultura será poderosa en el futuro si sabemos promover entre la gente joven el talento, aunque sea un talento incipiente, de trazo grueso todavía, 2) hacer hueco a propuestas que en principio lo van a tener difícil para que los grandes medios y grandes espacios les hagan caso, y 3) construir, no destruir, intentando que la ira se convierta en creatividad.
Cuando hablo de la dificultad que hoy en día tienen las propuestas más minoritarias, alternativas o con menos presupuesto para promoción y marketing para acceder a los grandes medios incluyo en estos por supuesto y por desgracia también a esta radiowebtelevisión pública en la que trabajo, escribo y construyo. Cuando uno echa un vistazo a la RTVE de los 80, se sorprende del riesgo que se corría en la creación de contenidos. No digo que fuera un mundo perfecto, obviamente, pero la diferencia en el riesgo a la hora de diseñar contenidos es patente.
Hoy en día, salvo excepciones gloriosas, la información cultural se mueve por la agenda de premios, por presentaciones de autores ya consagrados, por actos de las discográficas, editoriales o distribuidoras más potentes o por los gabinetes de comunicación más costosos y con mejores contactos en la prensa.
Supongo que hay muchos y diferentes motivos.
Por ejemplo, que el grueso de los trabajadores de RTVE en los 80 era gente joven, ilusionada con una nueva etapa social, política y cultural, licenciados recientes o técnicos con un currículo inmaculado en el que no pesaban los galones, el posible cansancio de los años, la anti-sabiduría de ciertos veteranos que se-las-saben-todas-y-han-visto-pasar-a-muchos-jefes-y-tú-qué-me-vas-a-contar-a-mí-chaval.
Por ejemplo, que no había una constricción económica (aquello fue un despilfarro constante que generó miles de millones de pesetas de déficit público, algo insostenible, por fortuna, hoy en día) como la que hoy existe en todos los medios.
Por ejemplo, que no había la necesidad de generar sin parar contenidos de consumo rápido y fácil -es decir, que se miden por el número de clics del artículo concretísimo- como la hay hoy a causa de internet y que está haciendo que se esté (de)formando una generación de periodistas -la mía- acostumbrada a elaborar casi todas sus informaciones sin levantar el culo de la silla de la redacción y en algunos casos incluso sin levantar el teléfono.
Por ejemplo, y esto a veces deriva de lo anterior, pero no sólo, que hay un periodismo (o creación de contenidos en general) comodón -a veces, comprensiblemente comodón, dadas las circunstancias- que no busca los temas, las informaciones, sino que se deja mecer por los dictados de promocioneros y agencias de comunicación, por lo que dicen otros medios, por aniversarios, por premios-nacionales-nobeles-planetas-principesdeasturias y por apuestas seguras. Que se han acostumbrado a hablar de libros sin leerlos, de películas sin verlas, a decidir quién es buen músico sólo porque es de lo que se habla en las radiofórmulas o porque siempre es una apuesta más segura hablar del recopilatorio de Sabina que de un EP de un nuevo grupo del que se habla en blogs y páginas especializadísimas. Personas que sólo hablan de arte para referirse a la última exposición masiva de alguno de los grandes museos nacionales.
Sin duda esto requiere un análisis más concienzudo y basado en datos del que yo estoy haciendo. Pero con este panfletillo me gustaría lanzar una llamada desde el mismo sistema (RTVE es una empresa de comunicación de miles de trabajadores, pero pública y por lo tanto con el deber de arriesgar como ninguna otra en el diseño de contenidos y en la forma en que estos se consumen en los diferentes soportes). Otros contenidos culturales son posibles, gente.
Se habla mucho de crisis fin de ciclo respecto a la cultura de la transición. También en la información cultural toca una renovación profunda. Subirnos a hombros de gigantes, aprender de los maestros, pero también varear el avellano con personalidad, con esa cierta insolencia que siempre se espera de los jóvenes, de quienes saben que el futuro, por apocalíptico que sea, será el grueso de su vida. (Y es curioso que los profetas del terror y la "decadencia" suelan ser parte del mismo establishment amenazado, que nos quiere encarrillar en una crisis sin solución, o al menos sin soluciones novedosas, que no suponga que deban cambiar sus modos y sus mentalidades. No es verdad que no haya esperanza.)
Hace un año decía que en la difusa línea que separa lo ambicioso de lo pretencioso me encontraríais. Sigo estando en el mismo sitio pero con más ilusión, más ganas, menos miedos, y con la conciencia de que hay mucha gente empezando su carrera creativa haciendo cosas muy interesantes. Sabiendo que abarcar todo ello es imposible, y con el tiempo y las energías que nos deje el trabajo diario seguiremos intentando desde este espacio promover esa necesaria renovación, una renovación eso sí, guiada por criterios de excelencia y calidad. Y seguir promoviendo en el resto de RTVE la necesidad de apostar seriamente por ello. Si no arriesgamos en los contenidos culturales aquí, ¿dónde? Si la radiotelevisionweb pública no se moja con esto, ¿tendrá sentido y justificación en el futuro?