"Javier está un poco por azar en Nueva York, porque vino con Almodóvar a presentar su película en el festival de cine, y de pronto le apeteció quedarse, dado que en España no hay ahora mucho trabajo para los actores, conocidos o no. Está solo en la ciudad, a la que no había venido nunca, descubriéndola, en un estado de entre abrumada maravilla y apocamiento". Así lo contaba Antonio Muñoz Molina en Ventanas de Manhattan con palabras que suenan a hoy.
Como una deriva de ese azar, Javier (Cámara) está otra vez en Nueva York, rodando La vida inesperada, una película con guion de Elvira Lindo, a la sazón pareja de Muñoz Molina. Ella es la dueña de la mirada amiga que -narra él mismo- lo rescató de aquella sensación de zozobra y desorientación que lo poseía en la presentación de Hable con ella en el Lincoln Cinema hace diez años, alucinando por el revuelo que monta el director manchego en esta ciudad y con su inglés "de tres meses".
De aquello surgió una amistad. Charlando ambos en una ocasión en la que Cámara visitaba la ciudad, se exaltaron. "Nueva York tiene el don y el pecado de provocar
delirios, de encender ilusiones y engañar a los más incautos", explica la escritora y guionista, "y te sobreexcitas. Y empezamos a hablar de si hiciéramos una película en Nueva York. ¿Cómo no se va a hacer?, decíamos. Pero si esto es superfácil". Y ella, ciudadana de la Gran Manzana a la que suponemos espectadora de tantas ilusiones rotas, se puso a escribir el guion. "Javier me escribía cada tres o cuatros días: ¿Ya la has acabado?".
El guion estuvo listo en torno a 2007, "una historia puramente neoyorquina", explica ella. La historia de Juanito (Javier Cámara), un actor que se fue a Nueva York con la intención de triunfar y que una década después se encuentra en un "limbo", el de quien no ha conseguido lo que esperaba, ya que sobrevive compaginando su trabajo como actor en zarzuelas y otras obras de raíz española en el Off Off Broadway con varios otros empleos, entre ellos el de camarero. Sin embargo, se encuentra en la típica situación, con la crisis azotando España, que no invita a volver.
Es entonces cuando llega de visita su primo (así, sin nombre, que interpreta Raúl Arévalo), más joven, con la vida aparentemente encarrilada en lo profesional y lo personal en España. El primo será un espejo que hace plantearse a Juanito si esa vida que lleva tiene sentido y la vida en Nueva York provocará en el primo un efecto semejante. Por en medio, dos mujeres estadounidenses (Tammy Blanchard, que aparece en Moneyball, y Sara Sokolovic, de The Good Wife) y Sandra, compañera actriz de Juanito (Carmen Ruiz).
-Llegó la realidad de que había que buscar un productor -cuenta la guionista.
-Y ella pensaba que yo sabía hacerlo -apostilla Cámara-. Y no.
El guion pasó por algunas manos de productores, que no entendían el tono ("100% Elvira Lindo", asegura Arévalo). Todos los entrevistados coinciden en calificar de comedia agridulce, "comedia con adjetivo", señala ella. O no entendían que estuviese escrita en español e inglés. "Algún productor incluso pedía acción porque era en Nueva York", relata ella, y podemos intuir la desesperación que debió de sufrir durante el largo proceso.
Fue cuando Beatriz Bodegas, productora, hizo suyo el proyecto. "Y TVE dijo que sí -señala Javier Cámara- y en el momento en que está Televisión Española empieza todo lo demás". Conseguir inversiones, más tarde un productor americano...
Y al mando de la película, en la dirección, está Jorge Torregrossa (Fin), al que no se le podrá negar, al margen de otros talentos, cierta cualidad intrínseca para contar precisamente esta historia, ya que él mismo vivió en la ciudad "casi diez años en los que, entre otras cosas, me formé como director -cuenta-. Reconocía
a los personajes, todos buscadores de sueños: fui uno de ellos y compartí
copas, camas, casas, días y noches con muchos otros. Y conozco bien ese otro
personaje de la película que es Nueva York, meta idealizada donde muchos llegan
persiguiendo sueños o
escenario hostil donde muchos otros se ven obligados a convertir esa búsqueda
frustrada en un mero ejercicio de supervivencia".
Es sábado de rodaje en Grand Central y Lexington Avenue. Es un día más dentro de las cuatro semanas en Nueva York que comenzaron el 25 de marzo (habrá otras dos en España), con jornadas de 12 horas, con un equipo hispano-estadounidense que requiere encaje, con policías haciendo la vida imposible hasta que no confirman que hasta el último papel está en regla, en un país extraño, con urgencias... "lo que se va a reflejar en la película", considera optimista Cámara.
La relación con Nueva York de Raúl Arévalo es mínima, ha venido un par de veces de turista. Cámara dice de él cuando no está que "es un terremoto, lleno de energía, pero está muy relajado, es muy práctico, le interesa la dirección, es alguien muy participativo, a los dos días ya era de Nueva York; tiene una capacidad de adaptación muy potente". Arévalo reconoce que "viniendo con trabajo y dietas, enseguida no me siento extraño. Sin embargo -sostiene-, se percibe la dureza de Nueva York; tengo tres amigos que viven aquí y veo lo dura y áspera que es la ciudad".
Arévalo tiene interés "cero, menos dos" en un sueño americano que supusiese "ponerse a hacer cástings en Los Angeles". "Si aprendo inglés y si me llaman para una experiencia, pues sí", explica.
Elvira Lindo, que ha venido para hablar con la prensa española y para hacer un cameo como recepcionista en la película, se atreve a decir que sí, que la película está "basada en hechos reales", todas esas experiencias que ha ido acumulando de la gente que ha visto pasar por la urbe.
Como muy real es la historia de Carlos de la Lombada y Miguel Belmonte, dos actores españoles que en la película hacen de miembros de la compañía de Juanito. Carmen Ruiz relata cómo en una escena que grababan en un camerino, con el personaje de Cámara pidiendo un deseo al soplar una tarta, "notabas la emoción de esos actores", que veían reflejada su propia vida en esa ficción, y, cuenta Cámara, acabaron abrazados y este pidiéndoles perdón por "sentirse como un intruso".
El visitante provisional de Nueva York que esto escribe no se atreve a apostar cuál será el resultado de la película. Pero le gusta, y mucho, la premisa de la que parte la historia, que uno comprende tan neoyorquina. Y siendo neoyorquina, posmoderna. Contemporánea. Aplaude también el arrojo de la producción de lanzarse a la aventura de rodar una historia en esta ciudad. Teniendo en cuenta, además, los mimbres técnicos y artísticos con los que cuenta, toto permite hacerse ilusiones; la de toda película cuando se rueda. Veremos.