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Hasta pronto, Bushwick

Bueno, gente, se acaba por el momento mi aventura norteamericana. Comienza un paréntesis, porque yo, como el general MacArthur, "volveré". No digo que se haya acabado mi aventura americana porque la semana que viene vuelo a Buenos Aires, a vivir dos semanas en Palermo. El gentrificador no ha muerto, amigos, aunque quizá ha hecho méritos para aspirar a early adopter o algo así.

Para despedirme de este barrio que casi siento como propio he escrito un texto para el blog de noticias local, Bushwick Daily: El alma hispana de Bushwick, vista por un español Escribo estas palabras en Central Café Brooklyn, el primer café que visité en Bushwick, devorando un Starr Sandwich con una Brooklyn Lager. Esta noche, me despido de la ciudad con un concierto de Ivan&Alyosha en Santos Party House.

No quiero cerrar mi periplo brooklyniano sin recomendaros Mominette, en Knickerbocker, un local que lleva abierto solo cinco meses pero que ya reúne en torno a su barra a músicos, compositores y artistas, con un servicio muy atento y con una creme brûlée im-pre-sio-nan-te que Leon, el manager, me recomendó servir con un vaso de absenta, cosa que hice.

Categorías: Cultura , Nueva York

Agustín Alonso G.   18.abr.2013 22:32    

'La vida inesperada', siempre, en Nueva York

Lavidainesperada
"Javier está un poco por azar en Nueva York, porque vino con Almodóvar a presentar su película en el festival de cine, y de pronto le apeteció quedarse, dado que en España no hay ahora mucho trabajo para los actores, conocidos o no. Está solo en la ciudad, a la que no había venido nunca, descubriéndola, en un estado de entre abrumada maravilla y apocamiento". Así lo contaba Antonio Muñoz Molina en Ventanas de Manhattan con palabras que suenan a hoy.

Como una deriva de ese azar, Javier (Cámara) está otra vez en Nueva York, rodando La vida inesperada, una película con guion de Elvira Lindo, a la sazón pareja de Muñoz Molina. Ella es la dueña de la mirada amiga que -narra él mismo- lo rescató de aquella sensación de zozobra y desorientación que lo poseía en la presentación de Hable con ella en el Lincoln Cinema hace diez años, alucinando por el revuelo que monta el director manchego en esta ciudad y con su inglés "de tres meses".

De aquello surgió una amistad. Charlando ambos en una ocasión en la que Cámara visitaba la ciudad, se exaltaron. "Nueva York tiene el don y el pecado de provocar delirios, de encender ilusiones y engañar a los más incautos", explica la escritora y guionista, "y te sobreexcitas. Y empezamos a hablar de si hiciéramos una película en Nueva York. ¿Cómo no se va a hacer?, decíamos. Pero si esto es superfácil". Y ella, ciudadana de la Gran Manzana a la que suponemos espectadora de tantas ilusiones rotas, se puso a escribir el guion. "Javier me escribía cada tres o cuatros días: ¿Ya la has acabado?".

El guion estuvo listo en torno a 2007, "una historia puramente neoyorquina", explica ella. La historia de Juanito (Javier Cámara), un actor que se fue a Nueva York con la intención de triunfar y que una década después se encuentra en un "limbo", el de quien no ha conseguido lo que esperaba, ya que sobrevive compaginando su trabajo como actor en zarzuelas y otras obras de raíz española en el Off Off Broadway con varios otros empleos, entre ellos el de camarero. Sin embargo, se encuentra en la típica situación, con la crisis azotando España, que no invita a volver.

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Es entonces cuando llega de visita su primo (así, sin nombre, que interpreta Raúl Arévalo), más joven, con la vida aparentemente encarrilada en lo profesional y lo personal en España. El primo será un espejo que hace plantearse a Juanito si esa vida que lleva tiene sentido y la vida en Nueva York provocará en el primo un efecto semejante. Por en medio, dos mujeres estadounidenses (Tammy Blanchard, que aparece en Moneyball, y Sara Sokolovic, de The Good Wife) y Sandra, compañera actriz de Juanito (Carmen Ruiz).

-Llegó la realidad de que había que buscar un productor -cuenta la guionista.

-Y ella pensaba que yo sabía hacerlo -apostilla Cámara-. Y no.

El guion pasó por algunas manos de productores, que no entendían el tono ("100% Elvira Lindo", asegura Arévalo). Todos los entrevistados coinciden en calificar de comedia agridulce, "comedia con adjetivo", señala ella. O no entendían que estuviese escrita en español e inglés. "Algún productor incluso pedía acción porque era en Nueva York", relata ella, y podemos intuir la desesperación que debió de sufrir durante el largo proceso.

Fue cuando Beatriz Bodegas, productora, hizo suyo el proyecto. "Y TVE dijo que sí -señala Javier Cámara- y en el momento en que está Televisión Española empieza todo lo demás". Conseguir inversiones, más tarde un productor americano...

Y al mando de la película, en la dirección, está Jorge Torregrossa (Fin), al que no se le podrá negar, al margen de otros talentos, cierta cualidad intrínseca para contar precisamente esta historia, ya que él mismo vivió en la ciudad "casi diez años en los que, entre otras cosas, me formé como director -cuenta-. Reconocía a los personajes, todos buscadores de sueños: fui uno de ellos y compartí copas, camas, casas, días y noches con muchos otros. Y conozco bien ese otro personaje de la película que es Nueva York, meta idealizada donde muchos llegan persiguiendo sueños o escenario hostil donde muchos otros se ven obligados a convertir esa búsqueda frustrada en un mero ejercicio de supervivencia".

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Es sábado de rodaje en Grand Central y Lexington Avenue. Es un día más dentro de las cuatro semanas en Nueva York que comenzaron el 25 de marzo (habrá otras dos en España), con jornadas de 12 horas, con un equipo hispano-estadounidense que requiere encaje, con policías haciendo la vida imposible hasta que no confirman que hasta el último papel está en regla, en un país extraño, con urgencias... "lo que se va a reflejar en la película", considera optimista Cámara.

La relación con Nueva York de Raúl Arévalo es mínima, ha venido un par de veces de turista. Cámara dice de él cuando no está que "es un terremoto, lleno de energía, pero está muy relajado, es muy práctico, le interesa la dirección, es alguien muy participativo, a los dos días ya era de Nueva York; tiene una capacidad de adaptación muy potente". Arévalo reconoce que "viniendo con trabajo y dietas, enseguida no me siento extraño. Sin embargo -sostiene-, se percibe la dureza de Nueva York; tengo tres amigos que viven aquí y veo lo dura y áspera que es la ciudad".

Arévalo tiene interés "cero, menos dos" en un sueño americano que supusiese "ponerse a hacer cástings en Los Angeles". "Si aprendo inglés y si me llaman para una experiencia, pues sí", explica.

Elvira Lindo, que ha venido para hablar con la prensa española y para hacer un cameo como recepcionista en la película, se atreve a decir que sí, que la película está "basada en hechos reales", todas esas experiencias que ha ido acumulando de la gente que ha visto pasar por la urbe.

Como muy real es la historia de Carlos de la Lombada y Miguel Belmonte, dos actores españoles que en la película hacen de miembros de la compañía de Juanito. Carmen Ruiz relata cómo en una escena que grababan en un camerino, con el personaje de Cámara pidiendo un deseo al soplar una tarta, "notabas la emoción de esos actores", que veían reflejada su propia vida en esa ficción, y, cuenta Cámara, acabaron abrazados y este pidiéndoles perdón por "sentirse como un intruso".

El visitante provisional de Nueva York que esto escribe no se atreve a apostar cuál será el resultado de la película. Pero le gusta, y mucho, la premisa de la que parte la historia, que uno comprende tan neoyorquina. Y siendo neoyorquina, posmoderna. Contemporánea. Aplaude también el arrojo de la producción de lanzarse a la aventura de rodar una historia en esta ciudad. Teniendo en cuenta, además, los mimbres técnicos y artísticos con los que cuenta, toto permite hacerse ilusiones; la de toda película cuando se rueda. Veremos.

Categorías: Actualidad , Cine , Cultura , Nueva York

Agustín Alonso G.   14.abr.2013 16:29    

Bushwick landscapes

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Madison Street nevada.

 

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Entrenando en el patio. Jefferson Street.

 

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Restaurando el grafiti. Jefferson Street con Wyckoff Avenue.

 

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Arte urbano. White Street.

 

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Bicicleta. Jefferson Street.

 

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Jóvenes hipsters. Flushing Avenue.

 

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Arte urbano. Central Avenue.

Categorías: Nueva York , Viajes

Agustín Alonso G.   11.abr.2013 18:41    

Bushwick, capital Morgantown

Llevo tres días deprimido tras el subidón de adrenalina en Austin. El lunes por la mañana disfrutaba de una primavera tejana de 25 grados Celsius y a la noche, que dirían mis amigos del norte, aterrizaba entre tumbos y gañidos de vieja azorada en la primavera neoyorquina, la nieve arreciando y un grado bajo cero en el termómetro.

Para contrarrestar el bajón, hoy he decidido salir a darme un baño de bushwickitud. Me he mudado durante unos días a la calle Troutman, epicentro del Bushwick al que aspiro, a una casa frente a un colegio público, a apenas cincuenta metros de mi querido Central Café Brooklyn, a cuatro minutos del Tandem Bar y a siete de Little Skips. Por la ventana llegan los gritos de los chavales jugando al baloncesto, una versión latinoamericana cumbiera de "¿Qué sabe nadie?" o el eco de los charoles de alguna chavala modernuca de coloretes, trenzas y cuello abotonado.

La jornada de flaneur brooklynita tenía un objetivo: Morgantown, la zona del este barrio en proceso de ubercoolización más próxima a East Williamsburg, los alrededores de la estación de Morgan Ave, en la línea L. Allí están Bogart Street y sus galerías de arte. Allí está Roberta's, la pizzería en la que la familia Clinton cenó el pasado mes de septiembre. Allí está Kavé Espresso Bar, con el que he abierto el periplo.

Este local es un gozo de elegancia y sofisticación hipster al que se accede por una pequeña puerta lateral de un edificio mazacótico y tras atravesar un pasillo verde adornado por apliques y plantas que cuelgan del techo.

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Ya dentro nos damos de frente con un viejo piano de cola y un amplio espacio con mesas metálicas y sillones de madera y asiento acolchado, tuberías vistas en el techo, decoración levemente vintage en lámparas y mobiliario y voluntariamente artística en las fotografías de las paredes, una iluminación suficiente pero amortiguada, una clientela joven y guayse, buen servicio y wifi. Un acogedor ambiente que solo se ve enturbiado -y no es poco- por el frío que en mi rincón siento al rato, ya que cuando se abre la puerta de la calle al fondo del corredor no hay otra puerta que aisle el largo espacio por el que se accede. Minipunto menos, que diría el náuGrafo.

Kave_espresso_bar
Intuyo un paraíso que por mayo será por mayo en este lugar, con sus ventiladores, su enorme patio, sus musas hispterianas y espacios para eventos y performances artísticas al otro lado de una puerta por la que no me he aventurado.

Para comer, peregrinación al citado Roberta's, ya tocaba, después de tanto hype. El entorno de la calle Bogart no puede ser más postpoético (Fernández Mallo) y periférico. Polígonos, alambradas con espinos a lo fuga de Colditz, amplios aparcamientos para camiones medio vacíos, grafitis, una bicicleta sabiamente medioxidada para darle el toque Hinault a la BH...

IMG_1751Por fuera, la pizzería es un búnker de hormigón gris, feo, aparentemente minúsculo. Como con el corredor de Kavé, se atraviesan dos cortinas y, ¡voilá!, un amplio interior nos acoge. Parece que les gusta la idea de umbral de cuento por estos lares. Y tras la cortina aquello es un Fraggle Rock de jóvenes y jóvenas modern@s, con sus vestidos livianos, sus melenas, sus pelos en la cara, sus pitufísticos gorros de lana y sus gafas a lo prima de Laura Palmer. Mucha madera oscura en la decoración, pizarras y tizas de colores en los menús que cuelgan de las paredes, tarros de cristal en lugar de vasos, pizzas en platos de metal. À la Bushwick. Peripatetismo burguemio.

Robertas_pizza
El comedor principal está ocupado por mesas corridas, al fondo hay una barra para otras siete u ocho personas donde una pareja de músicos juega a las cartas, a mi lado. Más allá, un patio con cinco o seis mesas más. Y todo bien montado, aunque casual, nada de guarrerías ni cutreces con la excusa de lo hipster.

IMG_1753Para comer, pido una pizza Da Kine. Error. No me doy cuenta de que lleva jalapeño. Estoy un poco cansado del picante, ese asesino del sabor. Sin tener en cuenta eso, está rica, aunque no es la mejor pizza del mundo, ni siquiera de la ciudad. Y, sin embargo, las circunstancias me llevan a un breve ataque de síndrome de Stendhal en forma de lagrimillas. Una Modelo y una Bronx Pale Ale quizá ayuden a esa hiperestesia, lo reconozco.

Para cerrar, capuccino y un poco de diletantismo de escritor en otro café de los IMG_1769alrededores de Bogart. Desde el Ange Noir Café escribo estas líneas, la compañía de "Song for Zula" en los auriculares. Realmente es un poco copia, todos estos cafés son parecidos, pero qué currucucus todos ellos. Al margen de sus vitrinas y campanas de cristal cobijando pastas, magdalenas y bagels, de sus menús escritos en tiza, de su depósito de agua en la barra para que el cliente se sirva, este tiene, hay que decirlo, cierta impronta propia, además de un pequeño escenario para lecturas poéticas, espectáculos, concursos, proyecciones de películas. 

Al fondo, la puerta de una cabina telefónica lleva al baño. Minipunto más para estos chicos.

En este café, ya estuve un domingo por la mañana, se puede ver el fin de semana a padres con sus niños, aspirantes ellos también, con sus playeras/tenis/sneakers de lengüetas enormes y sus capuchas, a hippies de cuarta generación, se llame como se llame lo que venga después de lo hipster. 

Esta noche, para terminar con la jornada prozaica, cruzaré el río para ir al Piano's o el Rockwood Music Hall. No me atrevo, en todo caso, a aventurarme más allá del Lower East Side. No vaya a ser que me engulla la inmensitud acristalada de Manhattan.

Categorías: Cultura , Gastronomía , Nueva York

Agustín Alonso G.   22.mar.2013 23:36    

Sion Fullana, el retratista MoPho de Nueva York

Sion_Fullana_anton_kawasakiSi, como dicen, uno solo puede considerarse neoyorquino cuando lleva al menos diez años en la Gran Manzana, al fotografo mallorquín Sion Fullana le aplicamos la regla de tres para suponerle un 70% de esa condición, justo ahora que cumple 7 inviernos en la jungla de cristal y piedra arenisca.

Y si, como era para Reich Ranicki, su patria fuese el lenguaje, sería difícil descifrar la de Fullana, puesto que es difícil descifrar en la música de su español si el arpegio lo marca el inglés o incluso la modulación del mallorquín. Nos basta con el lenguaje de sus fotografías, un catálogo de escenas callejeras de ese Nueva York ante el que, como él dice, "se puede uno sentar y ver cómo las historias se suceden vertiginosamente, haciendo cambiar la ciudad constantemente". 

Conocí a este joven fotógrafo en un coloquio sobre la creciente importancia de las redes sociales visuales que organizaba el Wall Street Journal en la Social Media Week. Él era ponente y yo público, of course. Allí descubrí lo que es un MoPho, un fotógrafo que desarrolla su trabajo fundamentalmente con el teléfono móvil (Mobile Photographer). Y para el que, por lo tanto, la calle es el principal escenario. Una vuelta de tuerca al arte de la fotografía, que se sacude cierta solemnidad para hacer el camino inverso del grafitti.

Para un rato de charla, Sion me lleva a Dumbo, a una pedregosa playa artificial desde la que se contempla un cachito de skyline de Manhattan empotrado entre el puente que lleva su nombre y el de Brooklyn. Mientras charlamos en un banco, sus ojos se revuelven inquietos de vez en cuando, avizorando historias alrededor: ese padre y su hija que juegan sobre un tronco, esa pareja a las que hacen las fotos de la boda junto a un séquito que es casi enjambre, esa chica que pasa corriendo enfundada en sus mallas... Porque de lo que Fullana habla al referirse a la fotografía es más de historias que de imágenes.

Sion_fullana_fotografia_dumbo"En Nueva York, a veces voy sacando fotos por la calle sin cámara", indica. Las calles de Nueva York están llena de historias, porque están llenas de personajes. Visual storytelling, ese es su trabajo fotográfico, y así titula también los talleres de fotografía que imparte a través de internet.

De formación universitaria, estudió cine durante dos años en Cuba y se acabó viniendo a Nueva York por amor. Aquí trabajó para la radiotelevisión balear, antes de hacerse un hueco como fotógrafo urbano. Con su primer iphone llegó la fiebre por la instantánea. Colgaba las fotos en Flickr, antes de que llegase el fenómeno Instagram y donde todavía sigue publicando sus fotos, y a través de aquel medio, un bloguero especializado en fotografía hecha con móvil llegó a él y le hizo una entrevista, de ahí a otras, una exposición, Macy's le contrata para las fotos entre bastidores de la presentación de una temporada, trabajos para Time Out, sesiones de fotos con Markéta Irglová (la de Once, la película), una cuenta en Instagram con más de 60.000 seguidores (aunque él quita importancia a los números y considera que la experiencia de esta red es "más social que artística")... Que la edición española de Vogue utilizase en su cuenta en esta red social unas fotos suyas sin pedir permiso ni citarle no hizo sino darle más repercusión.

Fullana se considera autodidacta como fotógrafo, aunque el periodismo le ayudó a profundizar en el arte de contar historias; el cine "me dio un sentido estético y me enseñó a enmarcar esas historias", afirma. Además, defiende la formación constante del espíritu y de la mirada a través de novelas, cómics, exposiciones... "La inspiración no puede estar solo en los Social Media -dice huyendo de cualquier mesianismo 2.0-, hay que estudiar y ver lo que hacen y dicen los clásicos para hacer fotografía".

Esta defensa de la tradición no le impide criticar a esos "dinosaurios", esa "vieja generación que critica e insulta a los nuevos modos de hacer". Y en sus palabras se percibe cierto tamizado resentimiento. "Fotografía es lo que tú capturas y tiene que obsesionarte lo que comunicas, no la nitidez de lo fotografiado", replica a esos críticos.

Por otra parte, lamenta la endogamia que, según él, hay en los círculos de quienes hacen este tipo de fotografía con teléfono móvil, y lamenta la idea de los defensores de una democratización exacerbada que consideran que cualquiera es fotógrafo por el hecho de tomar fotos.

A Fullana le gusta mucho utilizar el blanco y negro porque así es más fácil "sacar el alma de la historia; la fotografía en color a veces retrata el vestido, no a quien lo viste"; de sus fotografía callejeras calcula que más del 95% las hace con el teléfono móvil. ¿Qué aplicaciones utiliza? Nunca la cámara del móvil directamente. ProCamera, Camera+, Classycam, Vint B&WMII -una de sus favoritas...

Para celebrar sus 7 años, le pedimos 7 fotos de Nueva York. Un número perfecto para un boceto de la ciudad imperfecta a través de los ojos de este artista español. O mallorquín. O casi neoyorquino. O.

[La fotografía de Sion Fullana es obra de Anton Kawasaki; la segunda, en la que Fullana fotografíaa una chica en Dumbo, la tomé el día de nuestra charla; el resto son cedidas, obviamente, por Sion Fullana]

DUMBO_With_Love_NewYork_sion_fullana"With Love, New York". Dumbo. Tomada el día después de que el huracán Sandy golpease la ciudad en octubre de 2012.

 

TIMES_SQUARE_WishYouWereHere_Sion_Fullana"Wishing You Were Here". Times Square. Tomada durante una Fleet Week.

 

UNION_SQUARE_TheCubanCigar_sion_fullana"The Cuban Cigar". Union Square. Un policía de la ciudad se fuma un puro habano. "Le escuché decir que era de Cuba de verdad -explica Fullana-, con lo que estaba vulnerando dos normas: el embargo de la ley Helms-Burton y la prohibición de la ciudad de NY de fumar en parques y plazas públicas".

 

WSqPARK_WishingToBeCarefreeToo_Sion_Fullana"Wishing To Be Carefree Too". Washington Square Park.

 

COLUMBUS_CIRCLE_We'llAlwaysHaveNewYork_sion_fullana"We´ll Allways Have New York". Columbus Circle. "El tipo me recordó totalmente al Humphrey Bogart de Casablanca".

 

TIMES_SQUARE_TheAmericanDance_Sion_Fullana"The American Dance". Times Square. "Una mezlca entre street photography y retrato del famoso fotoperiodista Ben Lowy -en el centro-".

 

HIGH_LINE_WomenWhoFollowParallelLives_sion_fullana"Women Who Follow Parallel Lives". High Line Park.

Agustín Alonso G.    8.mar.2013 08:23    

Dorothy en Bushwick

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El Goodbye Blue Monday tenía aire de buhardilla y de arcón de la abuela. El umbral hacia una Narnia brooklyniana. Nos recordaba al cuarto de los juguetes de la mansión familiar y desangelada que nunca tuvimos. Entre los cachivaches que le daban al garito un aspecto de tienducha de Ribera de Curtidores jugamos a ser Alicia en Wonderland persiguiendo no sé qué conejo blanco... Y al girar una esquina de la noche te encontraste contigo mismo en el espejo, dubitativo y borroso.

Categorías: Nueva York

Agustín Alonso G.    2.mar.2013 10:00    

En el semisecreto de Sofar Sounds

Supe de Sofar Sounds haca casi dos años a través de un blog de The Guardian, pequeños conciertos semisecretos en salones, locales privados, lofts... Te apuntas en una lista, te dicen dónde tienes que ir sin saber quién tocará y te dejas sorprender por el inesperado cartel. Me apunté en su web un poco por idealismo, ya que entonces no tenían sesiones en España (me entero de que esta semana han empezado en Barcelona), pero hete aquí que cuando me venía para acá me llega la lista de conciertos para enero en Nueva York. El mes pasado no pudo ser, pero por fin lo logro mientras agoniza febrero.

Tim Noyes cuenta que al día siguiente se va a grabar a Vermont, y que ese concierto es una forma de preparar el trabajo. Lo cierto es que hay entrega incondicional en los treinta o cuarenta que nos arracimamos en en Shabby Road Studios, en Williamsburg, que ha cedido un tal Jolly Rogers, mitad estudio, mitad vivienda.

Cuando llego al lugar, un par de botellas de cerveza en la mano (Stella Artois y una Samuel Adams seasonal), me recibe Jodie, la organizadora del lío en NY, con un acogedor beso. No parece británica.

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Después de un rato para confraternizar con la concurrencia, empieza el concierto. No texting, no talking, no leaving. Se exige fidelidad absoluta. Toca en primer lugar un trío de nombre Bird Courage, que realmente sustituye a la banda prevista incialmente, que al parecer ha anunciado su ausencia a última hora. Guitarra, percusión, xilófono. y un par de voces bien moduladas y personales. Escucharlos a metro y medio amplifica las sensaciones.

Tras las dos primeras actuaciones hubo un descanso. A la vuelta de los anuncios, un momento para spoken word y el cierre a cargo de T.H.E.M. También un trío, esta vez de chicas, que suenan requetebien. Tres es el número de la perfección. Con sus tres canciones, en cada una de las cuales una es la protagonista, demuestran a modo de trinidad que se puede tener un sello personal pero formar a la vez un todo único. Una agradable sorpresa.

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Agustín Alonso G.    1.mar.2013 18:59    

A solas en el Met Museum

Puedes pasar el cursor por encima de algunas imágenes para saber más de los cuadros que aparecen y pulsar para verlas más grandes

La primera -y única vez hasta ahora- que visité el MoMA tuve que sobreponerme al impacto desagradable que me produjo la insensata acumulación de almas en aquel edificio, la mayor parte de ellas con su correspondiente pantalla que les permitiese inmortalizar "que yo estuve allí".

[Señores responsables del MoMA: que permitan tomar fotos es un error. Soy muy fan de los seguratas o vigilantes que pasan horas de pie en los museos haciendo la corte a las varices y cuya única misión diaria será tantas veces acercarse al menganito o la zutanita de turno para decirle que no está permitido hacer fotos. Yo mismo he sido llamado el orden más de una vez por hacer de fotógrafo indiscreto.]

No es que uno no quiera escuchar la misma música que su asistenta o descrea de la democratización de la cultura cuando llama insensatas a estas masas. Me pasa lo mismo en la iglesia, no aguanto que esté muy llena y me obliguen a apretarme en el banco. Quiero espacio, intimidad. Porque la contemplación requiere recogimiento. Bueno, y también me molesta esa fotorrea porque me cuesta soportar que la gente vea cuadros porque hay que verlos, y se hagan una foto junto al cuadro como si aquello fuese, yo qué sé, un lugar más que una obra. La noche estrellada de Van Gogh no es una celebritie, carajo. Aquí estuvo fulanito, les falta poner en la puerta del baño de aquel museo o de aquel otro.

No sé. Me repugna, amigos, no puedo evitarlo. Mejor ser ignorante de algo y saberlo que creerse muy listo por ir a ver una obra solo para vivir un espejismo de cultura, para sentirse que uno forma parte de la tribu. Que no os engañen, en la historia de la cultura no hay obras imprescindibles, no hay must, no hay nada necesario. Porro unum... y ya me está esto saliendo muy místico. Solo me falta sacar las correas y desalojar a los mercaderes del templo de la cultura. 

"Todo el mundo hablaba de Freud cuando vivía en Nueva Orleans, pero no lo he leído nunca. Tampoco lo hizo Shakespeare. No sé si Melville lo leyó, estoy seguro de que para Moby Dick no", respondió con sublime sorna Faulkner cuando en un 1956 le preguntaban si había leído a Freud en una entrevista para The Paris Review. Pues eso.

El caso es que, y aquí me recojo yo a mí mismo de este momentáneo y furibundo desparramamiento, menos mal que monsieur Cezanne me interpeló casi a voces desde su autorretrato en aquella visita al MoMA. Me puse los cascos y me dejé llevar por la maravilla.

Viene esto al caso porque el lunes tuve la fortuna de pasear por las salas vacías del Met, gracias a Gema. Sí, suena esto a farfollada. Al "aquí esta esta para quien la quiera" de John Cobra. A chincha rabiña que tengo una piña que tiene piñones y tú no los comes. Pero no. El bien es difusivo de sí mismo, y aquí ya me pongo hasta escolástico, y me dieron tanta alegría esas apenas dos horitas viendo a los impresionistas, Velázquez, El Greco, algo de los asirios y los chinos, que tengo que contaroslo. Y os traigo unas fotos para compartir ese momento que todos deberíamos tener la oportunidad de vivir. A solas en un gran museo.

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Uno, que es de entrada poco fan de las pinacotecas -me dan pereza, me parecen de entrada algo tan anticuado como la Enciclopedia, no siendo la novedad un bien en sí mismo...- acaba arrodillándose mentalmente cuando visita estos grandes lugares que acogen algunas de las mayores obras de arte de la Historia. Llega uno de la calle, sobradito, y unos nenúfares, o un retrato de apenas 30 centímetros de ancho le colocan en su sitio.

Me percibo pequeñito, pero a la vez eso no me oprime. Siento que esos genios, o no tanto, hicieron aquello para compartirlo conmigo, contigo, en ese momento de soledad ante el cuadro. Y no; como me decía Gema, no es lo mismo verlo en internet que enfrentarte a un cuadro a unos centímetros, hasta casi oler su aliento. Y quiere creer uno que las obras son en parte suyas, como el aficionado de un equipo de fútbol se identifica con los jugadores y con la camiseta, y por eso ese gol y esa victoria son también suyos. Toma ese Monet, toma esos relieves de las puertas de Babilonia, toma ese pedrusco incomprensible por el que gotea el agua... Nada más y nada menos que un hat-trick artístico. Humanidad 3-Resto del Cosmos 0.

[La intervención sobre las fotos no tiene un afán iconoclasta o/y artístico. Se trata simplemente de burlar la prohibición de publicar fotografias de obras íntegras del museo]

Categorías: Cultura , Nueva York

Agustín Alonso G.   27.feb.2013 06:44    

Ensalada musical: grabando con The Pains of Being Pure at Heart

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La cita era el domingo a las 2 de la tarde en la iglesia luterana de Saint Mark, en Bushwick Avenue. La convocatoria era para hacer de público en un mini concierto de The Pains of Being Pure at Heart que grabaría la MTV para unas sesiones Iggy sobre "bandas a seguir". Desde el coro pudimos ver la grabación de los artistas sobre el escenario, interpretando varias veces "This love is fucking right!", de su primer disco. Hacía mucho tiempo que no escuchaba a The Pains. Me gustaron en 2010 y volviendo a ellos ahora me doy cuenta de que me gustan mucho.

Luego tocó bajar a hacer de público. Éramos una veintena de jóvenes a los que nos tocaba interpretar el papel de público encendido a una hora absurda. IMG_0810Y sin alcohol en las venas. La banda neoyorquina tocó dos veces tres canciones: "Heart in your heartbreak", "Young Adult Friction" y la citada "The love is fucking right!" una nueva canción titulada "Until The Sun Explodes". Fue breve, pero Kip Berman y su banda lo dieron todo.

Para terminar, nos fuimos al sótano del edificio, un lugar infecto, polvoriento y apenas iluminado, de techos bajos. Nos atrezaron de fiesta con unos matasuegras, trompetas y collares multicolores de los chinos; y a bailar "como si fuera el fin del mundo", fue la orden. Se descorcharon unas botellas de españolísima sidra y a mover el cuerpo como locos. [Fotos del evento de MTV]

La música marca el ritmo de esta ciudad y cada semana tocan artistas medianamente consagrados, cada día tocan artistas que mañana serán alguien. La semana pasada, Miracles of Modern Science, otra banda de Brooklyn, presentaba el EP Meems tras un muy interesante primer disco, Dog Year (2011). Una banda difícilmente clasificable de chicos listos de la Ivy League, Princeton para más señas, que transmite un torrente de energía con un potaje personalísimo de cuerdas y percusión.

Para terminar de aderezar esta ensalada os remito al segundo álbum de Youth Lagoon, que la NPR ofrece en primicia. Wondrous Bughouse tiene un sonido casi más peculiar que The Year of Hibernation. Y da toda la impresión de que este segundo trabajo de este joven californiano va a suponerle la confirmación definitiva. Le escucharemos en el SXSW.

Categorías: Cultura , Música , Nueva York

Agustín Alonso G.   26.feb.2013 01:57    

Jean-Michel Basquiat, the angry kid

Todo el mundo quiere subirse al barco de Van Gogh. (...) La idea del genio no reconocido trabajando como un esclavo en una buhardilla es deliciosamente estúpida. Y debemos reconocerle todo el crédito a la vida de Vincent Van Gogh por poner en órbita ese mito. Cuántos cuadros vendió. Uno. No podía renunciar a ellos. Casi nadie soportaba su trabajo, incluso entre los más modernos de sus colegas. (...) Estamos tan avergonzados de su vida que el resto de la historia del arte será un castigo por esa negligencia con Van Gogh. Nadie quiere ser parte de una generación que ignora otro Van Gogh.

"The radiant child", Rene Ricard, 1981

Me ha conmovido encontrar esta referencia a Van Gogh en el texto crucial sobre Jean-Michel Basquiat, porque la primera conexión intelectual que se desencadenó en mi cabeza cuando visité la exposición que del pintor neoyorquino ofrece Gagosian en su galería en Chelsea fue una comparación entre ambos. Aunque no por motivos estéticos o estilísticos.

Pensé que, a la misma edad, 27 años, con la que Vincent Van Gogh ingresaba en la escuela de arte para dedicarse a la pintura, Jean-Michel Basquiat moría dejando un legado pictórico suficiente para que se le intente comparar con Van Gogh. Los caminos del arte, la vocación creativa y la inspiración son inexplicables. Después, uno advierte similitudes en el trazo torturado, en la radicalidad de la pintura de ambos, en su carácter pionero e inclasificable.

Basquiat_gagosian
El medio centenar de cuadros que se exponen en Chelsea hasta el 6 de abril provocan estupefacción, sorpresa, un punto de irrisión, admiración, pero nunca indiferencia. Puede no gustar el estilo y la temática de Basquiat, puede uno decir "me han gustado dos o tres cuadros, aunque no sé por qué", e incluso así, al salir de la galería, algo nos queda impreso en la sensibilidad como esas manchitas oculares que nos estorban la vista y que, he oído en alguna parte, son células muertas.

Basquiat golpea. Su estilismo como infantil. Sus cuadros que parecen la amplificación de ese folio Basquiat_batman_robinque le dejamos al sobrino locatis y superdotado de 6 años durante toda una tarde y que acababa lleno de rayas de colores, lapiz, plastidecor, ceras Manley, figuras abocetadas de Batman, princesas inacabadas, rostros turbios de payasos, frases inconexas o simplemente inexistentes... Bombas de creatividad sin orden ni concierto. La versión infantil de un Pollock. Una broma o una genialidad.

Jean-Michel Basquiat nació en Brooklyn en 1960. Sus padres eran de origen caribeño (Haiti y Puerto Rico), aunque pronto se separaron, generando en el futuro artista el desgarro que, suponemos, están en la base de su trabajo, y del que llegó a afirmar que era 80% de ira (It's about 80% anger).

Basquiat_cover_ny_times_magazineA los quince años abandonó a su familia y vivió durante un par de años en la calle, mezclándose con la escena underground. Tocaba música y pintaba graffitis bajo el seudónimo SAMO. En 1981, mató a SAMO (que compartía con otro grafitero) y se pasó a la pintura, primero sobre materiales reciclados y más tarde sobre lienzo, y haciendo bricolaje con materiales rescatados de las calles. Vendió su primer cuadro en 1981, y en 1982 su trabajo comenzó a ser muy demandado, empujado en parte por el boom del Neorrealismo.

En 1985 se convirtió en el primer artista negro en ocupar la portada del The New York Times Magazine (imagen de la izquierda). El patronazgo de Andy Warhol le supuso reconocimiento y un enriquecimiento artístico mutuo. En 1988 moría de una sobredosis de heroína. Para entonces ya había expuesto en el Whitney, en Hannover o en Rotterdam y había obtenido todo el reconocimiento que Van Gogh nunca tendría en su vida.

Categorías: Cultura , Nueva York

Agustín Alonso G.   22.feb.2013 19:12    

Agus Alonso G.

Bio El Gentrificador

Aspirante inconsciente a perfecto burguemio, a estándar del coolismo wannabe. Siempre queriendo estar a la última y siempre llegando tarde. Cuando aparezco, los modernos huyen. Soy el umbral en el que lo alternativo pasa a mainstream, el momento más oscuro de la noche indie antes del amanecer de lo masivo. Señora, el gentrificador ha llegado a su barrio y los precios de los pisos se van a disparar. Este blog es junto al microespacio del mismo nombre en Radio 5, un espacio para nuevas voces, ideas y cultura emergentes. Mándanos tus propuestas a [email protected]
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