Si, como dicen, uno solo puede considerarse neoyorquino cuando lleva al menos diez años en la Gran Manzana, al fotografo mallorquín Sion Fullana le aplicamos la regla de tres para suponerle un 70% de esa condición, justo ahora que cumple 7 inviernos en la jungla de cristal y piedra arenisca.
Y si, como era para Reich Ranicki, su patria fuese el lenguaje, sería difícil descifrar la de Fullana, puesto que es difícil descifrar en la música de su español si el arpegio lo marca el inglés o incluso la modulación del mallorquín. Nos basta con el lenguaje de sus fotografías, un catálogo de escenas callejeras de ese Nueva York ante el que, como él dice, "se puede uno sentar y ver cómo las historias se suceden vertiginosamente, haciendo cambiar la ciudad constantemente".
Conocí a este joven fotógrafo en un coloquio sobre la creciente importancia de las redes sociales visuales que organizaba el Wall Street Journal en la Social Media Week. Él era ponente y yo público, of course. Allí descubrí lo que es un MoPho, un fotógrafo que desarrolla su trabajo fundamentalmente con el teléfono móvil (Mobile Photographer). Y para el que, por lo tanto, la calle es el principal escenario. Una vuelta de tuerca al arte de la fotografía, que se sacude cierta solemnidad para hacer el camino inverso del grafitti.
Para un rato de charla, Sion me lleva a Dumbo, a una pedregosa playa artificial desde la que se contempla un cachito de skyline de Manhattan empotrado entre el puente que lleva su nombre y el de Brooklyn. Mientras charlamos en un banco, sus ojos se revuelven inquietos de vez en cuando, avizorando historias alrededor: ese padre y su hija que juegan sobre un tronco, esa pareja a las que hacen las fotos de la boda junto a un séquito que es casi enjambre, esa chica que pasa corriendo enfundada en sus mallas... Porque de lo que Fullana habla al referirse a la fotografía es más de historias que de imágenes.
"En Nueva York, a veces voy sacando fotos por la calle sin cámara", indica. Las calles de Nueva York están llena de historias, porque están llenas de personajes. Visual storytelling, ese es su trabajo fotográfico, y así titula también los talleres de fotografía que imparte a través de internet.
De formación universitaria, estudió cine durante dos años en Cuba y se acabó viniendo a Nueva York por amor. Aquí trabajó para la radiotelevisión balear, antes de hacerse un hueco como fotógrafo urbano. Con su primer iphone llegó la fiebre por la instantánea. Colgaba las fotos en Flickr, antes de que llegase el fenómeno Instagram y donde todavía sigue publicando sus fotos, y a través de aquel medio, un bloguero especializado en fotografía hecha con móvil llegó a él y le hizo una entrevista, de ahí a otras, una exposición, Macy's le contrata para las fotos entre bastidores de la presentación de una temporada, trabajos para Time Out, sesiones de fotos con Markéta Irglová (la de Once, la película), una cuenta en Instagram con más de 60.000 seguidores (aunque él quita importancia a los números y considera que la experiencia de esta red es "más social que artística")... Que la edición española de Vogue utilizase en su cuenta en esta red social unas fotos suyas sin pedir permiso ni citarle no hizo sino darle más repercusión.
Fullana se considera autodidacta como fotógrafo, aunque el periodismo le ayudó a profundizar en el arte de contar historias; el cine "me dio un sentido estético y me enseñó a enmarcar esas historias", afirma. Además, defiende la formación constante del espíritu y de la mirada a través de novelas, cómics, exposiciones... "La inspiración no puede estar solo en los Social Media -dice huyendo de cualquier mesianismo 2.0-, hay que estudiar y ver lo que hacen y dicen los clásicos para hacer fotografía".
Esta defensa de la tradición no le impide criticar a esos "dinosaurios", esa "vieja generación que critica e insulta a los nuevos modos de hacer". Y en sus palabras se percibe cierto tamizado resentimiento. "Fotografía es lo que tú capturas y tiene que obsesionarte lo que comunicas, no la nitidez de lo fotografiado", replica a esos críticos.
Por otra parte, lamenta la endogamia que, según él, hay en los círculos de quienes hacen este tipo de fotografía con teléfono móvil, y lamenta la idea de los defensores de una democratización exacerbada que consideran que cualquiera es fotógrafo por el hecho de tomar fotos.
A Fullana le gusta mucho utilizar el blanco y negro porque así es más fácil "sacar el alma de la historia; la fotografía en color a veces retrata el vestido, no a quien lo viste"; de sus fotografía callejeras calcula que más del 95% las hace con el teléfono móvil. ¿Qué aplicaciones utiliza? Nunca la cámara del móvil directamente. ProCamera, Camera+, Classycam, Vint B&WMII -una de sus favoritas...
Para celebrar sus 7 años, le pedimos 7 fotos de Nueva York. Un número perfecto para un boceto de la ciudad imperfecta a través de los ojos de este artista español. O mallorquín. O casi neoyorquino. O.
[La fotografía de Sion Fullana es obra de Anton Kawasaki; la segunda, en la que Fullana fotografíaa una chica en Dumbo, la tomé el día de nuestra charla; el resto son cedidas, obviamente, por Sion Fullana]
"With Love, New York". Dumbo. Tomada el día después de que el huracán Sandy golpease la ciudad en octubre de 2012.
"Wishing You Were Here". Times Square. Tomada durante una Fleet Week.
"The Cuban Cigar". Union Square. Un policía de la ciudad se fuma un puro habano. "Le escuché decir que era de Cuba de verdad -explica Fullana-, con lo que estaba vulnerando dos normas: el embargo de la ley Helms-Burton y la prohibición de la ciudad de NY de fumar en parques y plazas públicas".
"Wishing To Be Carefree Too". Washington Square Park.
"We´ll Allways Have New York". Columbus Circle. "El tipo me recordó totalmente al Humphrey Bogart de Casablanca".
"The American Dance". Times Square. "Una mezlca entre street photography y retrato del famoso fotoperiodista Ben Lowy -en el centro-".
"Women Who Follow Parallel Lives". High Line Park.