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Pregunta de la semana: ¿Dónde están los límites de la ficción?

Esta semana vamos a hablar de la realidad y la ficción.

El pasado 11 de enero, el académico Francisco Rico publicaba un artículo en el País en contra de la Ley Antitabaco, argumentaba su postura y terminaba la columna diciendo: "en mi vida he fumado un solo cigarrillo". ¿Y dónde está la cuestión? en que como han señalado muchos lectores del diario, Francisco Rico es un fumador empedernido. Pero, ¿es esto tan importante? para muchos lectores, sí, piden coherencia.

El caso es que el escritor Javier Cercas escribió el 13 de febrero un artículo en el mismo diario titulado "Rico al paredón". En él explicaba la licencia que tiene un escritor a la hora de contar o no verdades en sus textos. "El énfasis en la verdad delata casi siempre al mentiroso" dice Cercas en su columna. Defiende la teoría de Vargas Llosa de que se puede mentir factualmente si lo que quiere es contar una verdad moral.

Por otro lado, el periodista Arcadi Espada respondía a la teoría de Cercas en El Mundo este martes 15 de febrero, y lo hacía diciendo en su columna que a Javier Cercas lo habían detenido en un prostíbulo de Arganzuela durante una redada. Evidementemente, y como ha respondido Cercas, no es cierto, y está claro que Espada quería probar la teoría de no ser fiel a la realidad. Pero, ¿no es esto simplemente mentir?

Para no embarrar lo que ya esta embarrado, la pregunta es muy directa: ¿Dónde están los límites de la ficción?

Si quieren contestar al pregunta de esta semana pueden dejar su opinión en este espacio o llamar al teléfono 900 620 620.

9 Comentarios

El único limite es tu imaginación.Saludos.

E imaginar es visualizar.Esto venía a decir entre uno tantos.. Michael Ende.Saludos.

Pregunten a los creadores de estas imposturas. Expertos en "rastrear" los límites de la ficción.

http://rara-avisblog.blogspot.com/2009/09/la-verdad-de-la-ficcion.html

Saludos

Los límites están concretamente en el penúltimo escalón de la entrada del Congreso. De ahí para arriba, poco importa si lo que se dice es verdad o mentira.

Personalmente, creo que habéís explicado bastante mal la polémica. Para empezar, Francisco Rico (dejando a un lado que sus argumentos en el artículo eran de enano mental) no mintió inocentemente. Fue como si dijera: «sí, critico esta ley, pero de forma objetiva porque no soy parte interesada.» Tal vez lo hiciera como broma, pero dado que muy poca gente le conoce, y que de los que le conocemos no todos sabíamos si fumaba o no, la broma pierde su efecto como tal.

Lo de Cercas fue justificar lo injustificable. En el artículo, y esto es lo que supongo que Espada le censura, no habla sólo de novela (como puedan ser algunas recientes de Vargas Llosa basadas en personajes históricos o las suyas propias), sino también de periodismo, que él considera que debe dar, no una relación de hechos, sino una interpretación de los mismos. A partir de ahí da un paso más y dice que los periodistas tienen el derecho (y quizá también el deber) de usar su imaginación, que es como justificar a Jayson Blair. O como llamarnos idiotas a los lectores por no saber digerir los hechos por nosotros mismos.

Lo que hace Arcadi es demostrarle la falsedad de su argumento usando un bulo que, afortunadamente, poca gente se tragó, o eso creo, pero que, de no haber quedado acreditado casi desde el principio que todo estaba en su imaginación, podría haber tenido consecuencias bastante más graves.

Resumiendo: una cosa es El paraíso en la otra esquina, El sueño del celta o Soldados de Salamina, y otra, muy distinta., una noticia o un artículo de un periódico. Y parece de chiste que a estas alturas haya "intelectuales" a los que haya que explicar una perogrullada semejante.

Limites de la ficción? Nuestro Espacio Tiempo. Mi generación ya ha puesto limites a nuestra ficción. Amplienlos, las generaciones siguientes.

Decir en un artículo que no has fumado un cigarrillo en tu vida cuando en realidad eres un fumador empedernido, puede parecer un argumento sorprendente pero no daña a nadie. Pero por el contrario, afirmar que un señor ha sido detenido en un burdel cuando eso es mentira, es causarle un daño moral que le puede ocasionar perjuicios.

El segundo autor busca herir, lesionar. En este enfoque no se respetan las reglas del juego, ya no estamos en el terreno de la creación artística sino en el del ultraje y por lo tanto en el de los derechos civiles.

La cuestión planteada por Javier Cercas y Arcadi Espada me parece interesantísima, un auténtico debate de fondo que me ha hecho pensar, y que no debo resolverse en favor del autor que me es más afín:

Cercas.- Javier Cercas plantea la posibilidad de llegar a la verdad a través de la mentira, y comete el error de confundir la novela con un artículo de opinión en prensa. En los artículos de opinión presumimos veracidad salvo que nos adviertan expresamente de lo contrario. Además platea sus argumentos en términos filosóficos poco sólidos y peca de iluso: "el énfasis en la verdad delata casi siempre al mentiroso", ¿qué clase de afirmación incluye la expresión “casi siempre”?. El propio Javier Cercas se delata inseguro en su argumento. Conclusión: Su intención era buena, pero erró.

Espada.- La respuesta de Arcadi Espada es sólida y vence claramente, pero resulta innoble. Responde a la falta de solidez de Javier Cercas con un puñetazo directo a la mandíbula, en mi opinión con excesiva maldad. Arcadi Espada pecó de resentido, se manifestó como una persona rencorosa de la que es preferible alejarse. Conclusión: Ganó la batalla con malas artes.

Rico.- Leí con atención su artículo, estaba escrito con veracidad y era imposible adivinar en él ironía o broma. Yo no sigo la televisión, no se si el Sr. Rico es un gran fumador, lo cierto es que ni si quiera soy capaz de ponerle cara, y al descubrir que era fumador me sentí engañado. Conclusión: El Sr. Rico es un mentiroso.

Por cierto, me encanta Javier Cercas ¿verdad o mentira?

Todo lo que escribo es mentira, incluso esta frase.

La ficción es una simulación de la realidad, una imitación, una creación del hombre que nos permite abrir nuevos mundos de lo posible, siempre que se respeten estos parámetros estaremos dentro de un uso correcto del término, pero ocurre que en ocasiones la ficción usurpa el lugar que no le es legítimo adquiriendo un estatus de realidad que no le corresponde, estableciéndose una realidad alienada (hecha otra) puesto que se encuentra revestida de una máscara que no le es propia. Jean Meslier dice en su obra: Memoria que: “El hombre nació mentiroso, sólo acepta su propio punto de vista y adora la ficción y la fábula”. Ante esta problemática surge la pregunta de la semana: ¿Dónde están los límites de la ficción?
Siempre estamos buscando los límites, ¿porqué?, tal vez porque las fronteras, esas grandes alambradas que trazamos para separar, para dividir, para discriminar, también las necesitamos para trazar un territorio inteligible, pero en ocasiones no son más que ilusiones, ficciones, inventos y mentiras de los hombres con sed de dominio y de poder. La emigración, el traspaso de territorios es continuo y con ello las dificultades de delimitar los conceptos como verdad-mentira, racional-irracional, realidad-ficción. Dependiendo de la época histórica y según la cultura de la que estemos hablando, se tendrán que realizar nuevos reajustes de las fronteras, de los límites. Cuando nacemos nos encontramos “arrojados” en un mundo que ya posee una tradición, una historia y una cultura y de la cual somos herederos de una serie de conceptos e ideas que nos delimitan y condicionan a la hora de discriminar lo real de lo ficticio. Los sin-papeles, los okupas de la ficción se introducen enmascarados dentro de los sistemas que consideramos verdaderos y reales produciendo distorsiones, anonadamientos y perplejidades, que en muchos casos son un peligro, cuando su intención es la manipulación y el dominio sobre el otro; pero en otros caso son una fuente de riqueza y de progreso (aunque muchos se hayan quedado en el camino, quemados en la hoguera como Giordano Bruno o Miquel Servet, entre otros), los sistemas de control de la tradición sobre las verdades y la realidades establecidas son variados y en muchos casos bastante cruentos. Un caso emblemático de ficción fue el heliocentrismo, durante siglos la realidad y la verdad establecida, fundamentada metafísicamente en el aristotelismo, apoyada por el poder eclesiástico y construida teóricamente por la caja de herramientas de Ptolomeo fue geocéntrica.; ¿cuándo esa ficción planteada por Aristarco y recogida por Copérnico se convirtió en verdad y realidad?: cuando se amplían las fronteras de lo inteligible, de lo real y ¿cómo lo han hecho?: desenmascarando la ficción de un mundo antropocéntrico.
Qué resulta más cómodo no pensar y seguir las normas del pastor, seguir viviendo en una ficción, en un invento, en un simulacro, en un sucedáneo, eso está claro, pero no somos ovejas, sino simios evolucionados, modificados por la cultura, por lo que debemos ser lo más competentes posibles en reflexión, actitud crítica y emancipatoria sobre lo real desvelando las ficciones que se infiltran, disfrazadas con una máscara de verdad. ¿qué pensaríamos si algunas de las grandes verdades que sustentan nuestra realidad social sólo fueran columnas de humo, ficciones…?, seguramente nos sentiríamos engañados, frustrados y se nos pondría una gran cara de idiota.
Pero hagamos una pequeña prueba, un experimento de lo dicho hasta ahora, y para ello utilizaremos un fragmento de la obra: Tratado de ateología de Michel Onfray, que es un importante filósofo francés y ver lo frágiles que pueden ser las fronteras entre lo real y lo ficticio, y el dolor que puede producir enfrentarse a determinadas ideas que golpean sobre la base de la tradición occidental judeocristiana:
“Jesús no ha existido más que Papá Noel. Es una figura que fabrica el poder con el objetivo de utilizarla para las necesidades de su causa. La biografía de este personaje inexistente es redactada en relación a los escritos del Antiguo Testamento. ¿los judíos anuncian un futuro mesías? Pues bien, cojamos los detalles de este Mesías del cuerpo del Antiguo Testamento y construyamos a partir de ellos una ficción, un personaje no histórico, pero fabuloso, que servirá para fijar y luego difundir el mensaje religioso necesario para el poder político”

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