CARTA AL CÁNCER
jueves 20.oct.2016 por Equipo El Ojo Clínico 0 Comentarios
Escrito por: José María Ferrer
Buenas noches :
He pensado escribirte porque creo que eso me ayudará a desahogarme, probablemente soltaré más de una lágrima recordando como viniste, lo que me causaste, mis miedos, mis esperanzas , mis apoyos. Tantos sentimientos juntos que no se como empezar ni como acabaré.
Empezaré por el principio. Tuve la primera noticia de tu llegada un 24 de diciembre de hace 6 años, un día injusto para que alguien como tú aparezcas, aunque bien es cierto que ningún día eres bienvenido. Me levanté esa mañana y noté algo raro en mi mama, una especie de bulto, no hacía más que palparlo pensando que al intentar volver a tocarlo ya no estaría. Pensé “no será nada” “no puede ser algo malo, yo me encuentro bien” pero en el fondo estaba asustada, muy asustada pensando que podrías ser tú.
Fueron días duros, de incertidumbre, de no poder dormir, de no poder concentrarme ni pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de que hubieras aparecido. Como era Navidad no acudí al médico para que me hicieran una mamografía hasta pasados unos días. Fueron unas fiestas tristes, duras y eternas hasta la mamografía. Que importante es el tiempo en estos casos.
Acudí con Jose, mi marido, a mi médico de familia con el resultado de la mamografía. Los tres sabíamos que los resultados no eran buenos aunque no había una certeza absoluta de que fueras tú.
A partir de entonces empezó todo, visitas a ginecología, más pruebas hasta que finalmente el diagnostico no ofrece dudas, eres tú, un cáncer, un cáncer de mama.
El día que me dieron la noticia, aunque intenté estar preparada para lo peor, estaba deseando que fuera una falsa alarma, no quería oír otra cosa.
Cuando me dijeron que eras tú, que lo que tenía era un cáncer de mama, me quedé paralizada, no reaccionaba, no puedes creer que te esté pasando a ti, no escuchas, no hablas. Los médicos te explican como va a ser todo , que pasos a seguir para vencerte, el tratamiento, sus consecuencias, tu curación, pero tu cabeza no entiende nada, estas bloqueada, sólo quieres llorar y salir corriendo de allí.
Cuando intento recordar ese día lo recuerdo como un día raro. Cuando Jose y yo salimos de la consulta, nos miramos y nos abrazamos sin decir nada, no teníamos palabras. Íbamos por el hospital en silencio, como dando tumbos, perdidos, como si no supiéramos donde ir. Jose intentaba tranquilizarme, hacer como si no pasara nada, pero no podía, no podíamos…
Después de este primer golpe, viene otro, darle la noticia a la familia. Yo ese día no podía ni hablar, así que fue Jose quien se lo comunicó a todos, familia, amigos, compañeros de trabajo. Creo que nunca había tenido que dar una noticia tan mala, y aunque quería hacerse el fuerte, no dejaba de llorar.
Seguramente las personas que más han sufrido con tu llegada a parte de Jose por supuesto, han sido las madres, mi madre y la suya. Siempre cuando hablaba con ellas
intentaba transmitirlas que me encontraba bien, que estuvieran tranquilas, que te estaba venciendo, pero son madres, y sufren como madres.
Pasan los días y después de mucho llorar y llorar , de llenar cubos y cubos de lágrimas, es el momento de asimilar la noticia, de mentalizarse de que todo va a ir bien, de sentir que me voy a curar, de que te venceré.
El 8 de marzo de hace 6 años fue mi primer tratamiento de quimioterapia. Ese primer día no se me olvidará nunca, estaba muy nerviosa, todo el mundo conoce a alguien que ha pasado por lo mismo, y parece que sólo escuchas las cosas negativas, los efectos secundarios, que no les fue bien. Tengo miedo, mucho miedo.
Ese primer día , estuve acompañada por un enfermero que al verme la cara de susto que llevaba, no se separó de mi hasta el final de la sesión. Desde aquí aprovecho para dar las gracias a todos los profesionales que nos ayudan a vencerte. Son todos tan importantes.
Al contrario de lo que me esperaba, la sesión fue estupendamente, en ningún momento me encontré mal y salí de allí positiva, fuerte y con ganas de luchar para curarme. Pero todavía me esperaban momentos duros.
Otro de los que peor recuerdo fue la caída del pelo, quedarte con puñados de pelo en las manos, en la ducha, en al almohada. Jose me rapó la cabeza y no podíamos dejar de llorar al mirarnos en el espejo. Se que es difícil, pero que importante sería que hubiera una normalización social, naturalizar esos cambios, que nos acostumbraramos todos a ver a alguien como estuve yo en aquel momento sin pelo como algo normal , natural. Creo que eso nos ayudaría mucho.
Una vez superado también ese mal trago, seguimos con las sesiones de quimioterapia,..14, 15, 16. Al fin no me quedaban más, ¡no me lo podía creer!
De nuevo otra etapa de pruebas y más pruebas para ver si te habías reducido. Otra vez nervios, incertidumbre pero mucha, muchísima esperanza. Esta vez las noticias son buenas , te has hecho pequeño, y ahora es el momento para eliminarte, viene la cirugía
Me operan y buenas noticias, todo ha ido bien. Hay algo que mi médico recuerda siempre y es cuando después de la cirugía, ya dada de alta me llamó para darme el resultado de la anatomía patológica ( lo que analizan cuando te operan), estaba todo quitado. Ellos se alegran contigo, no lo sufren igual, claro que no, pero lo sienten, tanto lo bueno como lo malo.
Después vinieron unas sesiones de radioterapia para asegurar la victoria contra ti y ya iba viendo la luz al final de ese largo túnel que es el tratamiento para vencerte.
Todavía me emociono recordándolo todo, de hecho se me han caído algunas lágrimas escribiendo esta carta y aunque he tenido días en los que he estado muy triste, muy cansada, muy dolorida, muy enfadada, los momentos buenos han superado a los malos.
Tú has servido para afianzarme, para sentirme fuerte. Cuando echo la vista atrás y pienso en todo lo que he vivido, pienso que si he superado algo así, podré con todo. Tú
me has convertido en una persona más fuerte, más positiva. Tú has hecho que cada día merezca la pena ser vivido, que lo importante sea verdaderamente lo importante. He aprendido a que los lunes son igual de maravillosos que los viernes, que hay pequeñas cosas que me había perdido y ahora me parecen fantásticas, un paseo, mirar como sonríe la gente, sentir el aire, la luz del sol. No me quiero perder nada.
Termino diciéndote que a pesar de lo duro que eres, me he sentido arropada en todo momento, que importante es la familia, el primero sin duda mi compañero de viaje, Jose, su fortaleza, su paciencia, su cariño y energía han sido vitales para mí. En gran parte gracias a él puedo contar esta historia y he tenido ganas de seguir luchando cada batalla hasta vencerte.
Gracias a mi familia, mis amigas y amigos, mis compañeras y compañeros de trabajo, mis médicos y todos los profesionales que me han ayudado a superarte. Cada uno de ellos han sido un pilar importante para que no me derrumbara.
Y aquí estoy después de 6 años con mis controles, escribiéndote, de momento libre de ti pero con miedo a que vuelvas a aparecer. Si vuelves, no tengas duda de que te volveré a vencer con todo mi ejercito armado hasta los dientes. Un ejercito valiente, fuerte y lleno de cariño que luchará otra vez para ganar la batalla.
Con cariño para Ana y Jose, en esencia es vuestra historia, historia de lucha, de cariño y fortaleza que habéis compartido tan generosamente conmigo. Gracias de todo corazón.
Con cariño a todos las personas que sufrieron y sufren esta enfermedad, a sus familias, pilar fundamental.
Con cariño a los profesionales que se dedican en cuerpo y alma a ayudarnos a vencerla, a los que investigan para darnos mejores tratamientos. Que importante es la investigación en este campo.
Con cariño a las asociaciones de pacientes con cáncer , que hacen sentir a los que sufren esta enfermedad que forman parte del mundo, que no son los únicos, llegando a ser una segunda familia en muchos casos.