Carta al Alzheimer
martes 23.feb.2016 por Equipo El Ojo Clínico 0 Comentarios
(Por el Dr. José María Ferrer @DoctorJMFerrer)
Buenas noches Alzheimer,
Esta noche, con esta oscuridad, he pensado que estaría bien escribirte. La oscuridad va contigo dado que eres una enfermedad siniestra, cruel y devastadora que crea una dependencia total cuando progresa. No paras hasta que te haces con todos nuestros recuerdos, tanto los más recientes -a los que atacas primero- como los más antiguos, los de nuestra niñez. Él siempre se acordaba de esas cosas: de su infancia, su juventud... por eso al principio decía que no podía ser que hubieras llegado.
Pero es que empiezas generalmente de forma suave y lenta, pasando incluso inadvertida al principio. Recuerdo que él sólo tenía algún olvido al comienzo, cosas simples, quizás no se acordaba de qué le dije el día anterior o qué es lo que había cenado. Más tarde empezó a no saber a qué salía a la calle hasta que un día se perdió y me llamaron para que fuera a buscarle.
Primero creíamos que sería su estado de ánimo, que se había entristecido con los años. Pero nos fuimos dando cuenta de que eras tú la que habías aparecido para quedarte junto a él.
Él se acordaba de su infancia, de que nació en La Ermita del Santo, decía que se había criado con leche de la Granja Pou. Siempre hacía la misma broma, se acordaba de todos los años que habíamos vivido en Alemania, donde tuvimos que emigrar para ganarnos la vida, e incluso aún sabía decir palabras en su perfecto alemán. Sin embargo no recordaba si había comido o si habíamos estado en el médico esa misma mañana.
Más tarde con tu crueldad conseguiste que no me reconociera, que no supiera quien soy. Yo, que estoy a su lado día y noche. Nosotros, que hemos pasado más de media vida juntos. Una vida en la que hemos disfrutado muy buenos momentos y otros algo menos, pero siempre, siempre, el uno al lado del otro.
Yo le cuido todo lo que sé, todo lo que puedo a pesar de que nadie me ha enseñado, pero ¿quién me cuida a mí? A veces me siento egoísta al decirlo, sólo con pensarlo. Y sé que él habría hecho lo mismo por mí. Soy consciente de que cuando él no esté sentiré un vacío insustituible. De hecho prefiero tenerle así, como un niño dependiente al cien por cien, a no tenerle. Por eso pido perdón. El desánimo muchas veces me desborda y sé que necesito ayuda. Ayuda para poder descansar y atenderle mejor, ayuda para no descuidar a los demás, a mis hijos, a mis nietos, a los que también necesito... y me necesitan.
Pero a pesar de todo, quiero decirte Alzheimer que aunque ataques sus recuerdos y su memoria, que aunque consigas que no sea capaz de hacer las actividades más básicas de cada día, hay algo que nunca, nunca le podrás arrebatar: su dignidad. Y algo por lo que sé que siente que estoy junto a él y quién soy: sus lágrimas, su sonrisa y su cariño. Me lo dice cuando me coge de la mano aunque no sepa mi nombre. Al mirarme como siempre me ha mirado algo que ni siquiera tú con lo despiadada que eres conseguirás que desaparezca.
Sé que un día te lo llevarás. Pero solo te llevarás esos olvidos, esas alteraciones en su comportamiento, y se quedarán conmigo todos esos años que hemos vivido juntos. Se quedará su cariño y lo que más me gusta: su sonrisa. La mejor sonrisa que he visto nunca.
(Con cariño para Adela y Luis)