Carta al trasplante
domingo 28.feb.2016 por Equipo El Ojo Clínico 0 Comentarios
Por el Dr. José María Ferrer (@DoctorJMFerrer)
Es difícil expresar en unas líneas lo que significas. Lo que has dado a tanta gente desde que empezaste a ser posible. Tú has conseguido que vuelvan a nacer tantos hombres, mujeres, niñas, niños... has conseguido que sus vidas no estén limitadas porque sus riñones se apagaron o porque su corazón, pulmón o su hígado estaban ya en la reserva y pedían un recambio urgente. Qué maravilla poder ver que cada día eres más numeroso, cada vez más duradero. Que cuando entras en nuestro cuerpo te cuesta más que te rechacemos. Cada vez es menos frecuente que nuestras defensas no vean en ti a alguien extraño y te acepten como lo que eres, alguien que nos aportará salud y mejorará nuestras vidas hasta entonces enfermas y agotadas.
Claro, que no serías posible sin toda esa gente maravillosa involucrada en que tú, que parecías hace tiempo imposible -prácticamente un milagro- ocurras: nuestra gran Organización Nacional de Trasplantes, ejemplo de coordinación y saber hacer para que todo sea una realidad, nuestros enormes profesionales sanitarios y no sanitarios. Los transportes, líneas aéreas, un largo etcétera de personas que hacen posible que los que estaban condenados a malvivir, tengan otra oportunidad llena de vida.
Pero fíjate, aún siendo importante todo esto para que ocurras, sería imposible de llevar a cabo sin los grandes protagonistas. Aquellos a quienes debemos gran parte de tu existencia: los donantes y sus familias. Esta "Carta al Trasplante" va dedicada a ellos. A su fortaleza, bondad, generosidad. A su entereza. Porque sin pedir nada a cambio, en esos momentos de terrible sufrimiento por una pérdida, tienen fuerzas para decir 'SÍ' a la donación de órganos. Sí a regalar vida a otros. Desconocidos para ellos. Permitiéndoles así que vuelvan a tener una vida plena, llena de proyectos, y sin las ataduras por la fragilidad en la que estaban sumidos. Por eso, cuando ocurres nos acordamos no solo de la persona de la que procedes. También de su familia, porque aunque uno quiera donar e incluso lleve su carnet de donante y haya dejado dicho por activa y por pasiva que quiere donar, es la familia en última instancia la que debe decidir. Una decisión digna de admiración.
No hay día en que las personas que recibieron esa muestra de generosidad no se acuerden de todos vosotros. No saben quiénes sois, no conocen vuestras caras, vuestros gestos ni vuestras voces. Pero os llevan en su corazón... aunque lo que lleven sea, realmente, un riñón, un pulmón, un hígado o cualquiera de los órganos que se pueden donar. Nuestro más sincero agradecimiento y admiración.
¿Cómo no acordarnos también del donante vivo? Tantos padres, madres, hermanos, amigos y amigas capaces de entregar con valentía y sin pedir nada a cambio, parte de sí mismos a otro que lo está necesitando. Gracias también por vuestro coraje y por la palabra que más se repite en esta carta: gracias por vuestra generosidad. Finalizo agradeciendo a la sociedad española su generosidad. Que España sea desde hace 24 años la número 1 en trasplantes de órganos, no es fruto de la casualidad, sino de la gran solidaridad de todos los españoles que de forma altruista y en muchas ocasiones llenos de dolor, donan para dar vida a las personas que lo están pasando tan mal. Sin preguntar si la donación es para mujer, varón, joven, menos joven, del sur, del norte, de izquierdas o de derechas. Lo hacen con la colaboración de las Comunidades Autónomas porque lo fundamental es la vida. Y cuando tienes eso claro, el resto acaba siempre siendo secundario, terciario e incluso cuaternario.
La donación es sin duda alguna uno de los mayores gestos de solidaridad entre seres humanos. Dice mucho de nuestra sociedad que la inmensa mayoría de las personas en España cuando se les pide que donen en situaciones tan difíciles, respondan que sí. Pero aunque seamos los primeros nunca es suficiente. Todavía existen personas que por desgracia no llegan a tiempo y se quedan en el camino. Por eso, sigámonos superando cada año como estamos haciendo. Donemos y regalemos vida.
(Con cariño para Miguel, Carlos, Rafael y Magdalena, que con 81 años recibió vida y continúa a sus 88 años viniendo a verme cada mes con esa sonrisa que ilumina la consulta. A todos los que hacen posible que los trasplantes sean una realidad, a la Organización Nacional de Trasplantes y por supuesto, A LOS DONANTES Y SUS FAMILIAS)