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Carta a la Hipertensión y al Ictus

    lunes 21.mar.2016    por Equipo El Ojo Clínico    0 Comentarios

Por el Dr. José María Ferrer

Buenas tardes hipertensión,

No sé muy bien por qué te escribo esta carta, ni si la leerás algún día. Digo esto porque parece como si no existieras, como si fueras invisible. Sé que eres silenciosa, no sentimos tu presencia, no te oimos ni te vemos aparecer.

Te instalas en nosotros sin pedir permiso, sin que nos demos cuenta, como pasó en mí. Descontrolas nuestros vasos, nuestro corazón, nuestros riñones y hasta nos dejas en ocasiones sin vista. Eres silenciosa, sí, y muy peligrosa. Eres capaz de atacar nuestro cerebro en forma de ictus, de agrandar nuestro corazón y de hacer que esté hipertrofiado como si estuviéramos yendo al gimnasio cada día para ganar musculatura. Puedes llegar, incluso debutar sin previo aviso en forma de angina de pecho, infarto de miocardio, arritmia o insuficiencia cardiaca. O incluso, a veces, provocar roturas en nuestras “cañerías”: las arterias.

Pero podemos hacer muchas cosas para mantenerte a raya. Lo primero, tomarnos la tensión de vez en cuando para detectarte cuanto antes. Sabemos que aumentas con cada kilogramo de peso que nos sobra. Te ayuda el sedentarismo, la dieta rica en grasas, el consumo nocivo de alcohol, el maldito tabaquismo y el estrés.

Para prevenir tu aparición sabemos que es importante tener hábitos de vida saludables, la importante y muchas veces olvidada "Dieta Mediterránea" y el ejercicio físico.

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Cuando apareces lo haces “de por vida”. No nos dejas ni a sol ni a sombra y necesitamos en muchas ocasiones fármacos para controlarte. Medicamentos muchas veces con nombres impronunciables pero que consiguen mantenerte a raya.

Después de esta breve introducción querida hipertensión te voy a recordar cómo apareciste y cómo me complicaste la vida.

Tuve noticias tuyas hace aproximadamente doce años, es probable que incluso vinieras antes. Me tomaron la tensión en un reconocimiento de empresa y aunque la tenía alta, pensé que sería algo puntual y no te di importancia. Al fin y al cabo me encontraba fenomenal, me sobraban unos kilos pero por lo demás me consideraba una persona sana.

Año tras año fui acudiendo a mis reconocimientos anuales en el trabajo y un año 145/90, otro 150/100, pero yo me encontraba bien así que ni caso. He de decir que al final del reconocimiento siempre me recomendaban acudir a mi Médico pero nunca fui. Hasta que ahora en abril hará siete años, estaba durmiendo y me desperté. Empecé a notar algo raro en mi brazo y en mi pierna izquierdos, era una sensación agobiante, no podía moverlos. Creía que estaba soñando, pero no era un sueño, tenía la mitad de mi cuerpo paralizada. Me tocaba con mi mano derecha y no sentía nada como si tuviera esa parte de mi cuerpo sin vida. Desperté a mi mujer no sé cómo porque no podía articular bien las palabras. Parecía como si mi lengua hubiera duplicado su tamaño, no podía expresarme bien.  

       
Milagros, mi mujer, se despertó, encendió la luz, y me vio allí tendido en la cama con mi cara desviada, la mitad de mi cuerpo paralizado y emitiendo unas palabras ininteligibles para ella. Qué suerte tuve, sin duda puedo escribir esta carta gracias a ella. Rápidamente llamó al 112 y aunque me pareció una espera larga sé que no tardaron más de 10 minutos. Aparecieron en mi casa no menos de cuatro personas, me llenaron de cables,  me pincharon, me pusieron creo que oxígeno, a lo lejos podía sentir los llantos de mi mujer.

Rápidamente me trasladaron al Hospital y me llevaron a una sala en donde había un montón de gente, estaba muy asustado. Una mujer no sé si era médico o enfermera, me cogió la mano. Me dijo que estuviera tranquilo que todo iba a ir bien, que mi mujer estaba en la sala de espera. Me fue explicando todo lo que me iban a hacer. No se separó de mí en ningún momento. Fue muy importante para mí.

Me trasladaron a una sala supongo de radiología para hacerme un TAC, estaba rodeado de cables, aparatos y personal sanitario, todos pendientes de mí. Me pincharon de nuevo, y no sé cómo ni por qué, sentí como si estuviera recobrando la vida de nuevo, empecé a sentir de nuevo mi brazo y mi pierna, podía hablar. Fue como recobrar la vida de nuevo. Fue algo mágico.

Después me contaron que fue la rapidez lo que me dio la vida. Fueron mi mujer, la UVI móvil, el Hospital. Todos juntos consiguieron que yo siga aquí, como si nada. Me explicaron que la rapidez hizo que pudieran disolver a tiempo el trombo que estaba obstruyendo una de mis tuberías de la cabeza. Impidiendo que llegara sangre a una zona de mi cabeza, de haber estado más tiempo así, los daños habrían sido irreversibles.

Ahora soy consciente de este regalo que ha sido volver a nacer. Cuido mi hipertensión arterial, mi colesterol, mi peso. No puedo despreciar este regalo en forma de vida. No eres consciente de la salud que tienes hasta que la pierdes. En mi caso, fueron unas horas en las que cada minuto fue vital para mi recuperación. Pero fue en parte mi imprudencia, el no saber darle la importancia suficiente a mi alterada tensión arterial, a mi colesterol, a mi peso. Igual que estoy escribiendo esta carta podría no estar aquí ya, o encontrarme en una silla de ruedas impedido y dependiendo de todos para todo.

Basciña


En mi caso yo pensé que tener hipertensión arterial no era importante y lo era, tanto, que me pudo costar la vida. Estoy con tratamiento para ello y sé lo importante que es tomarlo cada día. Mi final fue un final feliz y el principio de una nueva vida donde invertir en salud es una de mis prioridades.

(Con cariño a José y Milagros que tan generosamente habéis compartido vuestra historia. Sois fantásticos. Con cariño a todos los profesionales sanitarios que conseguís controlar la hipertensión y sus complicaciones. Qué importante es el tiempo en el Infarto y en el Ictus. Con cariño a todas las personas y familias que sufren las consecuencias del ictus, el infarto, y a las asociaciones de pacientes que tanto apoyo dais.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   21.mar.2016 01:04    

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Cristina Torres, Bárbara Pagán, José María Ferrer y Fernando Mora forman el equipo médico de El Ojo Clínico. En este blog comparten sus experiencias profesionales, ofrecen valiosos consejos y amplían los puntos de vista sobre las enfermedades que se abordan en el programa. Todo ello, desde una postura positiva y optimista.
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