Todo sobre la Diabetes, sus distintos tipos y las diferencias entre ellos
viernes 11.mar.2016 por Equipo El Ojo Clínico 0 Comentarios
Por la Dra. Bárbara Pagán
Desde el Ojo Clínico nos gustaría aclarar los distintos tipos de diabetes, o al menos, los más frecuentes, ya que tenemos la sensación que en el programa dedicado a esta compleja enfermedad, no se entendieron bien. Por ello vamos a hacer un breve recorrido que defina las caracteristicas de ambos tipos y sus diferencias.
¿QUÉ ES LA DIABETES?
Para que las células del organismo puedan usar la glucosa, que es uno de los principales combustibles de las mismas para realizar sus funciones, es necesario el concurso de la INSULINA, que es una hormona secretada por la glándula pancreática. Esta hormona es la encargada de que las células “se coman” la glucosa que circula en la sangre. Cuando esta hormona no está presente, o lo está en cantidades insuficientes, o bien no puede hacer su trabajo correctamente, la glucosa se acumula en sangre y las células no tienen combustible para funcionar de forma adecuada. Esto les lleva a usar como fuente de energía otras sustancias menos eficaces, y cuyo metabolismo produce sustancias dañinas y causantes de ciertos trastornos asociados a la presencia de diabetes.
Fuente: Bioquimed
La presencia de elevadas cifras de glucemia en sangre durante mucho tiempo, deteriora sobre todo los vasos sanguíneos, dando lugar a las complicaciones vasculares que aparecen con el tiempo en los pacientes diabéticos, tanto a nivel de vasos de gran calibre como de los pequeños (corazón, cerebro, riñón, retina, vasculatura de los miembros inferiores…). Por ello es importante el control de los niveles de azúcar en sangre, para evitar estas complicaciones, que aparecen con el tiempo (más de 10 años).
DIABETES TIPO 1
Como he señalado antes, hay varios tipos de diabetes, si bien nos centraremos en los más frecuentes. En la diabetes tipo I, se produce una destrucción del páncreas, generalmente de origen inmunológico (el propio organismo del paciente ataca y destruye el páncreas) por lo que se produce un déficit de insulina, que conlleva las alteraciones de las que antes hemos hablado. Este tipo de diabetes aparece en gente joven, desde la primera infancia hasta la juventud, y tiene cierto componente genético, como todas las enfermedades autoinmunes. El diagnóstico en estos pacientes, también llamado debut diabético, suele ser secundario a la aparición de complicaciones agudas derivadas de la imposibilidad de usar la glucosa por la falta de insulina. El incremento de la concentración de glucosa en sangre produce ciertos síntomas característicos que son la sed intensa que lleva a beber mucha agua (polidipsia), el aumento del apetito (polifagia), que puede ir acompañado de pérdida de peso, y el aumento del volumen de orina (poliuria), consecuencia de la aparición de importante cantidades de glucosa en orina, que arrastrará agua. Aunque estos síntomas son frecuentes, lo cierto es que es raro que lleven al paciente a consultar al médico.
Cuando las células no pueden utilizar la glucosa como fuente de energía, utilizan otras sustancias que en su metabolismo producen sustancias ácidas que alteran el equilibrio del organismo, pudiendo llegar a dar lo que conocemos una CETOACIDOSIS DIABÉTICA. Esto es conocido como una complicación aguda de la diabetes tipo 1 (en contraposición con las complicaciones crónicas vasculares), ya que es excepcional en la diabetes tipo 2. También es frecuentemente el modo de debut de la diabetes tipo 1. Es un trastorno grave que requiere un tratamiento inmediato hospitalario. Esta complicación puede aparecer también a lo largo del curso de la enfermedad si no se lleva el control adecuado de la misma.
Los pacientes con diabetes tipo 1, dado que no tienen apenas insulina, requieren esta para su tratamiento desde el inicio. Son por tanto pacientes insulinodependientes. La forma de administración de la insulina es subcutánea, bien mediante distintas pautas para cubrir las necesidades habituales o bien mediante las bombas de infusión de insulina. Este es el punto más crítico tras el diagnóstico de un paciente con diabetes tipo 1, ya que la insulina ha de administrarse varias veces al día, y según lo que se vaya a ingerir, con la premisa además de que si uno se ha administrado la insulina, deberá comer para evitar las bajadas de azúcar (hipoglucemias). Estos puntos entran en lo que llamamos EDUCACIÓN DIABETOLÓGICA:
Conocer los tipos de insulina, cuándo administrarse, cuánto administrarse en función de las comidas y de lo que se vaya a comer (cantidad de hidratos de carbono por ejemplo), relación con el ejercicio, qué hacer ante una hipoglucemia y cómo reconocerlas, cambios con las infecciones… todo ello debe ser conocido por el paciente y sus familiares. En estos pacientes la particularidad es que frecuentemente son niños o jóvenes, con lo que la adaptación a la enfermedad y sus pautas puede ser dificultosa. La diabetes tipo 1 es una enfermedad con la que se puede llevar una vida normal, pero requiere ciertos cambios de vida y hábitos regulares que en según qué circunstancias puede suponer un problema adaptativo para los pacientes. Si bien una vez conocida, no impide una vida completa de viajes, deportes, salidas…
DIABETES TIPO 2
Este tipo de diabetes es hoy por hoy la más frecuente, y a diferencia de la tipo 1, podríamos evitarla en parte, ya que tiene una innegable asociación con la OBESIDAD. De hecho, uno de los puntos de alarma en el mundo diabetológico actual es la aparición de pacientes con diabetes tipo 2 entre jóvenes, cuando antes en este tipo de población lo que veíamos era la tipo 1. Este incremento está claramente relacionado con el aumento de la obesidad infantil. En la diabetes tipo 2 lo que se produce es una RESISTENCIA A LA INSULINA. Es decir, estos pacientes tienen un páncreas parcialmente sano que produce una insulina normal, pero debido al exceso de grasa que rodea las células, no llega hasta estas, de forma que la célula no puede utilizarla y por tanto utilizar el azucar. Esto conlleva el cúmulo de glucosa en sangre con las consecuencias antes mencionadas. La mejor noticia en este caso es que la perdida de peso conlleva una mejor función de insulina con la mejoría del perfil glucémico, con menores necesidades de insulina y, en algunos casos, incluso pudiendo retirar el tratamiento. Por ello que hoy se haga hincapié en este tipo de diabetes que es parcialmente prevenible y reversible con ejercicio, dieta y control de peso. Aparece sobre todo en pacientes mayores, por encima de los 50 años, y tiene también un importante componente genético.
Al contrario que en los pacientes con diabetes tipo 1, el diagnóstico suele ser un hallazgo casual en análisis de sangre rutinarios en los que se aprecia una elevación de la glucosa en sangre. Ocasionalmente pueden presentar poliuria, polidipsia y polifagia, pero es raro. La cetoacidosis no es frecuente aunque, en casos extremos, la elevada concentración de glucemia en sangre puede producir trastornos neurológicos que pongan en riesgo la vida del paciente. Dependiendo del grado de hiperglucemia en sangre, el tratamiento inicial puede incluir dieta, ejercicio y perder peso, o bien de inicio comenzar con medicación. En estos pacientes hay varias opciones de tratamiento, ya que al disponer de su propia insulina, a veces basta con poner fármacos (antidiabéticos orales) que mejoran la función de la insulina, y otras veces que incrementan su secreción. Este campo es a día de hoy uno de los que mayor desarrollo tienen, disponiéndose cada vez de mayores opciones terapeúticas. Sin embargo, no es raro que con el paso de los años (10-15), el páncreas se agote y terminen precisando insulina en su tratamiento. Llegados a este punto, dado que el tipo de paciente suele ser de mayor edad, la utilización de insulina y la educación diabetológica que precisa también puede suponer un handicap para los pacientes, que pueden tardar en adaptarse a ella.
Tanto en la diabetes tipo 1 como en la tipo 2, las consecuencias de la hiperglucemia a largo plazo son las mismas, por lo que es importante el control de las cifras de glucosa. No obstante, como antes se señaló, las consecuencias vasculares aparecen con el tiempo. Por el tipo de pacientes, los pacientes tipo 1 tienen más tiempo para desarrollarlas ya que la enfermedad comienza a edades tempranas, por lo que el control debe ser más estricto y riguroso. No obstante, en pacientes de edad avanzada el tiempo para que ocurran estas complicaciones es menor, y mayor el riesgo de bajadas de glucemia si apuramos el tratamiento, por lo que los objetivos de control glucémico son algo más laxos.