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Carta a la Gripe

Buenas madrugadas gripe,

Te escribo ahora porque tengo la sensación de que apareces más a estas horas, cuando nos inundas con tu tiritona, con tu destemplanza, con tu “qué malito me encuentro”.

¿Quién no te ha padecido? Creo que toda la humanidad ha tenido tu influenza en su cuerpo en algún momento de su vida. Una, dos ó 24 veces. Cuando entras en casa, vas picando de flor en flor y no te marchas hasta que no has “molestado” a todos los inquilinos. !No se libra ni uno!

Fiebrón, gripe. Me duele todo el cuerpo, gripe...  Tengo un dolor de cabeza de esos que parece que me va a estallar, gripe. Tengo insomnio, gripe ¿es que hay alguien que pueda dormir contigo?

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Mil y un remedios hay para vencerte pero la realidad es que te vas con ellos al mismo tiempo que sin ellos. Duras 7 días sin antibiótico y puede que 10 con antibiótico si tenemos la mala suerte de tener diarrea por su culpa y no por la tuya. Aunque probablemente nos sea más agradable tu estancia, duras 7 días con agua, y una semana con leche con miel, té verde, infusión de jengibre, té de eucalipto o infusión de limón con miel.

Realmente no podemos hacer otra cosa que dejarte pasar combatiéndote con líquidos, antitérmicos y estando en nuestra cama. Parece que nunca te vas a ir, que nos sentimos a morir pero finalmente nos abandonas para buscar otra víctima propicia.

Disponemos, eso sí, de algunas armas para evitarte. Lo primero, intentar no contagiar a los demás con la higiene de manos, los pañuelos desechables y evitando toser al vecino. Cuando le tosemos, le inundamos de gotitas de saliva que se vierten con la tos, los estornudos o incluso el habla. Esas gotitas de saliva tienen incluso nombre propio. Gotitas de flügge, llamadas así por Carl Flügge, que defendió la higiene de manos como una disciplina médica independiente y  es recordado por realizar una amplia investigación en la transmisión de enfermedades infecciosas como la malaria, la tuberculosis y el cólera.

Y nuestra única arma pseudoeficaz es la vacuna, vacuna a repetir cada año no solo porque puedes cambiar de cara, que también, sino porque no nos protege más que un año siendo generosos. Y pseudoeficaz porque no consigue que el 100% de los vacunados te eviten, gripe. Pero con todos sus defectos, es fundamental para que las personas más frágiles a las que puedes complicar seriamente la vida tengan posibilidades de no sufrirte: embarazadas, mayores y personas con enfermedades crónicas.

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La última vez que viniste a mi casa, empezaste por Gloria, mi mujer, y a los 5 días acabé en tus garras. Me acosté más o menos bien y me invadió una tiritona intensa y madrugadora. Fue una de estas noches que se hacen largas, que parecen nunca acabar. Al día siguiente me dolía todo, desde los dos pelos que aún me quedan hasta la punta del pie derecho. Mucho dolor de cabeza, algo de dolor de garganta, un poco de tos y 39 de fiebre. Sin duda eras tú... eres inconfundible.

Estuve 4 días con fiebre alta por tu culpa, con todos mis músculos doloridos por tu culpa, con mi cabeza a punto de estallar por tu causa, y sin poder ir a trabajar, también por tu culpa. Acabé con los pañuelos desechables, con las existencias de paracetamol y me atiborré a leche con miel, agua y sopitas. Me encanta dormir, me encanta la cama pero cuando estás tú, la verdad es que se hace eterna e incómoda.

Y al final te fuiste como te vas casi siempre aunque nos parezca que no lo vas a hacer nunca. Estoy aparentemente sano y no me complicaste, estaba vacunado y a diferencia de otros años apareciste. No obstante seguiré vacunándome para por lo menos evitar transmitirte a mis pacientes y seguiré lavándome las manos a menudo como nos recomendaba Carl Flügge para evitar transmitirte a los demás.

Adiós Gripe, te veré todos los años... pero espero no padecerte casi ninguno.

(Con cariño a todos los profesionales que luchan contra las epidemias de gripe que cada año nos invade las consultas de atención primaria y nos colapsan las urgencias de los hospitales, a los profesionales sobre todo de enfermería que intervienen cada año en las campañas de vacunación de la gripe, y a Luisa, Josefa, Manuel, Pedro, Javier, Cristina, María… algunos de mis pacientes que este año han tenido la gripe.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   27.mar.2016 18:57    

Radiografía de una discusión: "Prefiero vivir tranquilo, que tener razón"

Por el Dr. Fernando Mora

La sociedad actual, cada vez más exigente y competitiva hace que, a lo largo del día, sean muchos los momentos que podemos catalogar de estresantes. Si no somos capaces de adaptarnos bien a ellos o son muchos y muy intensos, pueden llegar a sobrepasarnos. En algunas ocasiones estas circunstancias nos vienen impuestas y escapan a nuestro control, aunque muchas veces no somos conscientes de que convertimos en fuentes de estrés situaciones triviales del día a día.

Esto nos sucede con frecuencia en las relaciones con los demás, cuando se nos plantean disyuntivas en las que determinar quién tiene la razón se convierte en la máxima de esa interacción, es decir, las discusiones. Si bien cada discusión es un mundo y no todos reaccionamos igual, para muchas personas, profundizar en lo que sucede en una discusión puede ayudar a tener una visión con perspectiva de la misma y poder mejorar la forma de afrontarlas, de manera que permita reducir el estrés que muchas veces nos generan.

Por este motivo he analizado -desde mi punto de vista- lo que sucede en una discusión, para ofrecer a aquellos que les resulte útil una visión sobre cómo gestionarlas de una forma más adaptativa.

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¿Qué sucede en estas situaciones?

Cualquiera que piense en una discusión que haya tenido, se dará cuenta de que la finalidad de estas, en la mayoría de las ocasiones, es aclarar quién lleva la razón respecto a un asunto. Incluso aunque discutamos por alguna cuestión trivial, imponer nuestro criterio se convierte, para muchos, en el objetivo principal.

Sucede porque cuando una persona cree que lleva razón, siente que ésta tiene que ser reconocida. Si nos quitan la razón teniéndola, nos sentimos mal.

Pero debemos saber que esto tiene un peaje para la relación con la otra persona; es decir, (mal)gastamos nuestras energías en hacer ver que “yo tenía razón” sin darnos cuenta de que nos puede hacer aumentar la distancia y disminuir la conexión entre ambos.

¿Merece la pena imponer la razón?

Son muchos los motivos por los que podemos discutir y hay veces que es necesario argumentar hasta dejarlos resueltos dado que puede implicar cuestiones legales, laborales, económicas o personales de gran relevancia; así no quiero transmitir que uno nunca deba intentar que se reconozca la razón cuando la tiene.

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Pero -como comentan algunos autores- “en la vida lo más importante es que lo más importante tiene que ser lo más importante”, lo que no es un juego de palabras sino una reflexión muy interesante sobre la capacidad para jerarquizar, valga la redundancia, las cosas importantes. Así que es muy recomendable calibrar la importancia de una discusión. Para esto podemos analizar tres cuestiones básicas:

1. En primer lugar tenemos que tener claro la relevancia del asunto por el que estamos discutiendo. Tenemos que ser capaces de relativizar aquellas situaciones que no son realmente sustanciales y cuyo valor ha magnificado la propia discusión. En cualquier caso, no hay ninguna cuestión por importante que nos parezca, que no pueda ser tratada de forma amable y respetuosa siempre que haya voluntad de hacerlo.

2. En segundo lugar, valorar quién es la persona con la que estamos discutiendo. Fundamentalmente cuando las discusiones son con aquellas a las que apreciamos y con las que tenemos una relación personal. Imponer la razón y discutir para ello supone desequilibrar la reciprocidad entre ambos; si esto ocurre de forma repetida o con mucha intensidad, puede dañar el grado de complicidad. Las discusiones hacen salir aspectos negativos de cada persona, cuando el objetivo de una relación (sea del tipo que sea) debe ser el contrario: sacar lo mejor de cada uno.

3. Un último lugar, nosotros mismos. Que nos den la razón puede hacernos sentir bien inicialmente pero cuando sucede con personas a las que realmente apreciamos, aparecen inevitablemente asociados sentimientos de malestar emocional por el mero hecho de discutir. Debemos tener en cuenta además que “pelear” por tener la razón puede aumentar los niveles propios de estrés.




Y entonces, ¿qué podemos hacer?

De forma general es una buena idea proponernos vivir la vida con el menor estrés posible. Muchas veces está en nuestra mano reducir aquellas situaciones estresantes que dependen de nosotros, como son las discusiones, e intentar gestionarlas de otra manera.

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Por eso propongo poner en marcha la premisa de “prefiero vivir tranquilo que tener razón” entendida en el mejor de los sentidos:

Vivir tranquilos, disfrutar y cuidar las relaciones personales de valor es algo que realmente hace que nos sintamos bien a medio-largo plazo -seguramente, “lo realmente importante”-. No quiere decir que una persona no deba “pelear” por cuestiones trascendentes para ella, sino que a veces es mejor pararse y reflexionar para dejar que impere la condescendencia, el trato con respeto, la tranquilidad y la búsqueda de cordialidad: ser capaz de relativizar en lugar de imponer la razón a cualquier precio cuando no se trate de un asunto realmente importante.

Este cambio de la actitud a la hora de enfrentamos a una discusión puede contribuir a reducir parte de nuestro estrés vital; así que os invito a ponerlo en práctica desde este mismo instante.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   27.mar.2016 18:41    

De la hipertensión al ictus y al infarto

Por el Dr. José María Ferrer

HIPERTENSIÓN
La hipertensión arterial (HTA) es la elevación de los niveles de presión arterial (PA) de forma continua o sostenida por encima de 140/90 mm Hg.

La presión arterial es la presión que ejerce el corazón sobre las arterias para que estas lleven la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo humano. Si la presión aumenta, implica una mayor resistencia para el corazón, que es como si estuviera en un gimnasio haciendo pesas: aumenta su masa muscular, algo perjudicial porque necesita, al aumentar, más riego sanguíneo que puede llevar a insuficiencia cardiaca, insuficiencia coronaria, angina de pecho y arritmias.

HTA FACTOR DE RIESGO
La hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente en la población adulta afectando a más del 40% de la población entre 35 y 64 años y al 65% de los mayores de 65 años.  Existen evidencias más que suficientes del beneficio del tratamiento de la HTA y de la importancia de su control para evitar complicaciones tales como enfermedades del corazón, cerebrovasculares, insuficiencia renal o ceguera.

A pesar de las evidencias sobre los beneficios de su control, éste continua siendo bajo. Aproximadamente, el 40% de los hipertensos desconocen que lo son, el 20% de los diagnosticados no están tratados con medicamentos antihipertensivos y la mitad de los tratados no alcanza objetivos terapéuticos de control.

Esta situación está motivada por múltiples factores, entre ellos, el incumplimiento del tratamiento por el paciente y la actitud muchas veces conservadora o de inercia terapéutica del médico. El problema de la HTA en la mayoría de ocasiones es que no suele presentar síntomas. Una persona puede tener la tensión arterial alta durante mucho tiempo sin saberlo y con frecuencia se diagnostica por casualidad en un control rutinario. Este diagnóstico muchas veces tardío hace que al mantenerse la tensión arterial elevada durante tanto tiempo en ocasiones debute sin previo aviso con angina de pecho, infarto de miocardio, arritmias, insuficiencia cardiaca o incluso a veces, provoca roturas arteriales. La HTA se considera una enfermedad crónica, por tanto, requiere un tratamiento crónico, es decir, “ de por vida”.

 

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¿PORQUÉ ES IMPORTANTE CONTROLAR LA HTA? ICTUS E INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades cardiovasculares son responsables en el mundo de 17 millones de muertes al año, casi un tercio del total.


La HTA es la causa de al menos el 45% de las muertes por cardiopatía y el 51% de las muertes por accidente cardiovascular. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en España las enfermedades del sistema circulatorio siguen siendo la primera causa de muerte. La HTA es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de ictus, tanto isquémico como hemorrágico, así como otras patologías cerebrales que incluyen el infarto lacunar, las lesiones cerebrales de sustancia blanca, el deterioro cognitivo y la demencia vascular.

El ictus constituye en España la primera causa de mortalidad en la mujer y la tercera causa en el hombre.  En total, representa la segunda causa de muerte, por detrás de la cardiopatía isquémica. Sin duda alguna, la edad y la HTA son los dos factores de riesgo más relacionados con la enfermedad cerebrovascular.

Existe evidencia suficiente a favor de los beneficios del tratamiento antihipertensivo. Una disminución de la presión arterial (PA) de 6 mm Hg es capaz de reducir hasta un 48% el riesgo de ictus. A mayor reducción de la PA se produce una mayor disminución del riesgo de padecer ictus.

La HTA afecta nuestra salud de varias maneras por un lado endureciendo las arterias. La presión en el interior de las arterias puede producir un engrosamiento de los músculos que recubren la pared de las arterias produciendo un estrechamiento de las mismas.  Si un coágulo de sangre obstruye el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro, pudiendo producir un infarto agudo de miocardio o un ictus. La HTA no controlada también afecta al corazón produciendo un agrandamiento del mismo.  Hace trabajar más al corazón, el cual al tener que vencer una mayor presión aumenta su tamaño necesitando más sangre rica en oxígeno costándole por otro lado mantener una circulación adecuada.

La HTA mal controlada durante largo tiempo afecta también a los riñones y a la visión al afectar a los pequeños capilares de la retina pudiendo producir ceguera.

 

IMPORTANCIA DEL DIAGNOSTICO Y ADHERENCIA AL TRATAMIENTO
Para evitar las complicaciones que producen la HTA es fundamental realizar un diagnóstico precoz con la toma periódica de la Tensión arterial comprobando que esté siempre por debajo de 140 la sistólica y 90 la diastólica. Una vez establecido el diagnóstico es fundamental la adherencia al tratamiento para mantener la tensión arterial dentro de los valores que evitarán las complicaciones.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   22.mar.2016 23:30    

La Gripe, ese visitante indeseado de cada temporada

Según el Ministerio de Sanidad estamos finalizando la temporada de gripe, que termina aproximadamente en este mes, marzo. Sin embargo, aún hay riesgo de contraer el molesto virus que nos interrumpe la rutina diaria, y que la Organización Mundial de la Salud define de este modo:  

"La Gripe es una infección vírica que afecta principalmente a la nariz, la garganta, los bronquios y, ocasionalmente, los pulmones. La infección dura generalmente una semana y se caracteriza por la aparición súbita de fiebre alta, dolores musculares, cefalea y malestar general importante, tos seca, dolor de garganta y rinitis. El virus se transmite con facilidad de una persona a otra a través de pequeñas partículas expulsadas con la tos o los estornudos.

 

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La gripe suele propagarse rápidamente en forma de epidemias estacionales. La mayoría de los afectados se recuperan en una o dos semanas sin necesidad de recibir tratamiento médico. Sin embargo, en niños pequeños, personas de edad y personas aquejadas de otras afecciones médicas graves, la infección puede conllevar graves complicaciones de la enfermedad subyacente, provocar neumonía o causar la muerte."

 

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En nuestra página oficial de Facebook, puedes ver una animación elaborada por Guillermo Baron acerca de la Gripe y sus síntomas. Sigue este enlace para verla. Te invitamos también a seguirnos no solo en Facebook, sino también en Twitter y en Instagram.

El domingo 27 de marzo, la gripe es protagonista en El Ojo Clínico. En Twitter puedes unirte a la conversación con el hashtag #ElOjoGripe:

 

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Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   22.mar.2016 14:48    

Carta a la Hipertensión y al Ictus

Por el Dr. José María Ferrer

Buenas tardes hipertensión,

No sé muy bien por qué te escribo esta carta, ni si la leerás algún día. Digo esto porque parece como si no existieras, como si fueras invisible. Sé que eres silenciosa, no sentimos tu presencia, no te oimos ni te vemos aparecer.

Te instalas en nosotros sin pedir permiso, sin que nos demos cuenta, como pasó en mí. Descontrolas nuestros vasos, nuestro corazón, nuestros riñones y hasta nos dejas en ocasiones sin vista. Eres silenciosa, sí, y muy peligrosa. Eres capaz de atacar nuestro cerebro en forma de ictus, de agrandar nuestro corazón y de hacer que esté hipertrofiado como si estuviéramos yendo al gimnasio cada día para ganar musculatura. Puedes llegar, incluso debutar sin previo aviso en forma de angina de pecho, infarto de miocardio, arritmia o insuficiencia cardiaca. O incluso, a veces, provocar roturas en nuestras “cañerías”: las arterias.

Pero podemos hacer muchas cosas para mantenerte a raya. Lo primero, tomarnos la tensión de vez en cuando para detectarte cuanto antes. Sabemos que aumentas con cada kilogramo de peso que nos sobra. Te ayuda el sedentarismo, la dieta rica en grasas, el consumo nocivo de alcohol, el maldito tabaquismo y el estrés.

Para prevenir tu aparición sabemos que es importante tener hábitos de vida saludables, la importante y muchas veces olvidada "Dieta Mediterránea" y el ejercicio físico.

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Cuando apareces lo haces “de por vida”. No nos dejas ni a sol ni a sombra y necesitamos en muchas ocasiones fármacos para controlarte. Medicamentos muchas veces con nombres impronunciables pero que consiguen mantenerte a raya.

Después de esta breve introducción querida hipertensión te voy a recordar cómo apareciste y cómo me complicaste la vida.

Tuve noticias tuyas hace aproximadamente doce años, es probable que incluso vinieras antes. Me tomaron la tensión en un reconocimiento de empresa y aunque la tenía alta, pensé que sería algo puntual y no te di importancia. Al fin y al cabo me encontraba fenomenal, me sobraban unos kilos pero por lo demás me consideraba una persona sana.

Año tras año fui acudiendo a mis reconocimientos anuales en el trabajo y un año 145/90, otro 150/100, pero yo me encontraba bien así que ni caso. He de decir que al final del reconocimiento siempre me recomendaban acudir a mi Médico pero nunca fui. Hasta que ahora en abril hará siete años, estaba durmiendo y me desperté. Empecé a notar algo raro en mi brazo y en mi pierna izquierdos, era una sensación agobiante, no podía moverlos. Creía que estaba soñando, pero no era un sueño, tenía la mitad de mi cuerpo paralizada. Me tocaba con mi mano derecha y no sentía nada como si tuviera esa parte de mi cuerpo sin vida. Desperté a mi mujer no sé cómo porque no podía articular bien las palabras. Parecía como si mi lengua hubiera duplicado su tamaño, no podía expresarme bien.  

       
Milagros, mi mujer, se despertó, encendió la luz, y me vio allí tendido en la cama con mi cara desviada, la mitad de mi cuerpo paralizado y emitiendo unas palabras ininteligibles para ella. Qué suerte tuve, sin duda puedo escribir esta carta gracias a ella. Rápidamente llamó al 112 y aunque me pareció una espera larga sé que no tardaron más de 10 minutos. Aparecieron en mi casa no menos de cuatro personas, me llenaron de cables,  me pincharon, me pusieron creo que oxígeno, a lo lejos podía sentir los llantos de mi mujer.

Rápidamente me trasladaron al Hospital y me llevaron a una sala en donde había un montón de gente, estaba muy asustado. Una mujer no sé si era médico o enfermera, me cogió la mano. Me dijo que estuviera tranquilo que todo iba a ir bien, que mi mujer estaba en la sala de espera. Me fue explicando todo lo que me iban a hacer. No se separó de mí en ningún momento. Fue muy importante para mí.

Me trasladaron a una sala supongo de radiología para hacerme un TAC, estaba rodeado de cables, aparatos y personal sanitario, todos pendientes de mí. Me pincharon de nuevo, y no sé cómo ni por qué, sentí como si estuviera recobrando la vida de nuevo, empecé a sentir de nuevo mi brazo y mi pierna, podía hablar. Fue como recobrar la vida de nuevo. Fue algo mágico.

Después me contaron que fue la rapidez lo que me dio la vida. Fueron mi mujer, la UVI móvil, el Hospital. Todos juntos consiguieron que yo siga aquí, como si nada. Me explicaron que la rapidez hizo que pudieran disolver a tiempo el trombo que estaba obstruyendo una de mis tuberías de la cabeza. Impidiendo que llegara sangre a una zona de mi cabeza, de haber estado más tiempo así, los daños habrían sido irreversibles.

Ahora soy consciente de este regalo que ha sido volver a nacer. Cuido mi hipertensión arterial, mi colesterol, mi peso. No puedo despreciar este regalo en forma de vida. No eres consciente de la salud que tienes hasta que la pierdes. En mi caso, fueron unas horas en las que cada minuto fue vital para mi recuperación. Pero fue en parte mi imprudencia, el no saber darle la importancia suficiente a mi alterada tensión arterial, a mi colesterol, a mi peso. Igual que estoy escribiendo esta carta podría no estar aquí ya, o encontrarme en una silla de ruedas impedido y dependiendo de todos para todo.

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En mi caso yo pensé que tener hipertensión arterial no era importante y lo era, tanto, que me pudo costar la vida. Estoy con tratamiento para ello y sé lo importante que es tomarlo cada día. Mi final fue un final feliz y el principio de una nueva vida donde invertir en salud es una de mis prioridades.

(Con cariño a José y Milagros que tan generosamente habéis compartido vuestra historia. Sois fantásticos. Con cariño a todos los profesionales sanitarios que conseguís controlar la hipertensión y sus complicaciones. Qué importante es el tiempo en el Infarto y en el Ictus. Con cariño a todas las personas y familias que sufren las consecuencias del ictus, el infarto, y a las asociaciones de pacientes que tanto apoyo dais.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   21.mar.2016 01:04    

El impacto emocional del diagnóstico de cáncer

Por el Dr. Fernando Mora

El diagnóstico de cáncer supone un impacto emocional para la persona que lo padece. Se calcula que hasta un 25-30% podrían tener un episodio depresivo, lo que supone un riesgo tres veces mayor que la población general. Cabe decir, por otra parte, que la tristeza es una emoción normal cuando a una persona le comunican una noticia negativa respecto a su salud, como es -en este caso- el cáncer.

Sin embargo, más allá de padecer una depresión o no, sí que aparecen una serie de emociones que pueden afectar negativamente a la persona. Entre ellas se encuentran el miedo, la rabia y la culpa. Cada persona puede presentar algunos o todos estos sentimientos y cada una los manejará de distinta manera.

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Miedo: Algunas personas tienen miedo al sufrimiento, “a pasarlo mal”, temen a la posibilidad de tener dolor o síntomas físicos, también a los tratamientos y sus efectos secundarios. Otros le temen al cáncer en sí, a la incertidumbre sobre el pronóstico de la enfermedad “qué me va a pasar”, apareciendo pensamientos respecto a la muerte y a la posibilidad de que esta sobrevenga.
Todos estos pensamientos son muy normales, la comunicación del médico con el paciente es fundamental: ofrecer información y resolver las creencias (muchas veces erróneas) ayuda a aliviar estos miedos.

Rabia: el diagnóstico de cáncer en ocasiones deja a la persona en estado de “shock”, sin ser capaz de creerse lo que está pasando con pensamientos como “esto no me puede estar pasando a mí”, “no es justo”. Es normal que se pregunte por qué le ha pasado esto o piense que la vida le ha tratado injustamente. Suele asociarse a sentimientos de rabia, ira e impotencia ante la situación. Si bien muchas personas son capaces de canalizar esta rabia e ir haciendo que desaparezca progresivamente; otras dirigen su enfado hacia familiares, amistades o profesionales de la salud.
Hay que entender que por lo general, esto no se hace a propósito, lo que sucede es que están tratando de canalizar y desahogar sus sentimientos, aunque no sea de la forma más adaptativa: lo que necesitan es ser escuchados.

Culpa: Se trata también de un sentimiento frecuente. Por una parte la culpa puede venir en relación con pensamientos sobre si hubiera podido percibir antes los síntomas, acudido al médico y haberlo detectado precozmente. Por otra, la culpa puede tener que ver con preguntase a si mismo si algo que hizo pudo haber causado el cáncer (exposición a sustancias cancerígenas, malos hábitos de vida). Resolver el sentimiento de culpa es clave para el bienestar de la persona, es un sentimiento que genera aún más sufrimiento. No existe nada que sea justo sobre el cáncer y nadie merece padecerlo.

La forma en la que el diagnóstico afecta emocionalmente a una persona depende en gran medida de los recursos psicológicos personales y de su capacidad de afrontamiento. Esto implica sus propios rasgos de personalidad (“su forma de ser”), las creencias, experiencias o percepciones que tiene respecto a esta enfermedad, su pronóstico y los tratamientos que se utilizan. Todo esto ayuda a determinar lo que el cáncer significa para él o ella y cómo va a manejarlo.

En este sentido, la comunicación médico-paciente es fundamental, los profesionales sanitarios que atienden a personas con cáncer deben trabajar desde la empatía y la comprensión, ofreciendo información en un lenguaje natural y adecuado a lo que el paciente quiera saber, y explorando las emociones y preocupaciones que pueda tener porque, como hemos visto, son fundamentales para la persona.

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De forma general a las personas diagnosticadas de cáncer se les recomienda tener un papel activo en el tratamiento dado que esto mejora la calidad de vida, confiando en los profesionales de la salud e intentando -en la medida de lo posible- continuar con su vida habitual y cambiar aquellas cosas que le hagan sentir mal. Entre las recomendaciones para mantener este rol activo están:


1.-  Disfruta de las personas que te quieren.
2.- Intenta ser optimista.
3.- Disfruta de las cosas buenas.
4.- Cuídate.
5.- Potencia las emociones positivas.

 

Resulta difícil enfrentarse a un diagnóstico de cáncer y padecer esta enfermedad no es fácil. Aceptar el diagnóstico y descubrir lo que el cáncer significará en su vida es un reto; pero con un papel activo, el apoyo de la familia y la ayuda de los profesionales de la salud, es posible conseguirlo.

Más información:

Impacto emocional del cáncer
Psico-educación para pacientes de cáncer de mama

 

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   16.mar.2016 23:36    

Un recorrido por el cáncer

Por la Dra. Bárbara Pagán

El cáncer constituye a día de hoy la segunda causa de mortalidad en nuestro entorno, afectando a más de 200 pacientes por cada 100.000 habitantes. Quién más o quién menos conoce o tiene algún familiar o amigo que ha pasado por esta experiencia. Su diagnóstico y tratamiento desde el punto de vista médico, y su afrontamiento desde el punto de vista de familiares y pacientes, es todo un reto.

Desde aquí nos gustaría, a través de la información, apoyar a todos aquellos que se han visto o se ven en esta lucha para poder afrontarla con mayor seguridad. Vaya de antemano que la importancia de los tumores a día de hoy conlleva un incremento en el desarrollo de nuevos fármacos para su tratamiento, así como de técnicas quirúrgicas que han hecho aumentar de forma muy significativa la supervivencia en los últimos años. También los programas de detección precoz y cribado han contribuido significativamente a este hecho. En este punto España tiene una media de supervivencia por encima de la media europea.


EL DIAGNÓSTICO
HAY QUE DESTERRAR LA IDEA DE QUE EL DIAGNÓSTICO DE CÁNCER ES EL DE UNA ENFERMEDAD INCURABLE

Muchos pacientes, al recibir el diagnóstico de que tienen esta enfermedad, lo sienten como si fuese una sentencia. A día de hoy tenemos muchas opciones para tratar el cáncer, que si no en todos los casos consiguen la curación, en muchos el objetivo es estabilizar la enfermedad para asegurar años de vida. En muchos casos nuestro objetivo será la mejoría y cronificación de la enfermedad, aunque esta no llegue a desaparecer.


Si bien el diagnostico supone una mala noticia, lo cierto es que el paciente se encuentra en la misma situación que 24 o 48 horas, cuando acudió al hospital por la razón que fuese, y estaba haciendo su vida habitual. Por tanto, no se convierten en “enfermos graves” de un momento a otro sólo por el diagnóstico, y no debemos tratarlos como tal, limitando su vida. Ciertamente precisa de un tiempo de adaptación en el que tanto el paciente como la familia perciban que la situación física sigue siendo la misma, que no hay un deterioro rápido de la misma con nefastas consecuencias, y mientras, ponemos en marcha la maquinaria de tratamiento para parar o curar la enfermedad. Es imprescindible siempre mantener el objetivo en el horizonte, el saber que aunque ahora venga un periodo algo más duro, el objetivo es a medio plazo.


En este punto, igual que en todos, la familia es un pilar fundamental, que deberá apoyar al paciente en la medida que lo vaya necesitando, dejando siempre que se adapte según sus propios tiempos.

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DURANTE EL TRATAMIENTO
Una vez que iniciamos el tratamiento, la sensación de lucha contra la enfermedad y de estar activos frente a ella es mayor, lo que ayuda al afrontamiento del diagnóstico. Los tratamientos actuales van cada vez más dirigidos de forma especifica contra los distintos tipos de tumores. Cada vez son más los marcadores de los que disponemos que nos orientan a saber si obtendremos o no respuesta al tratamiento. Esta medicina cada vez más personalizada es la que garantiza la mayor tasa de curaciones que obtenemos.


Aunque la tolerancia a los tratamientos cada vez es mayor, sí pueden presentarse algunos síntomas como cansancio, falta de apetito o perdida de sabores. La alimentación es un factor fundamental durante el tratamiento y durante todo el curso de la enfermedad, por ello es muy importante insistir en una alimentación variada. No obstante y dado que como parte del efecto secundario de muchos tratamientos el apetito y los sabores se ven reducidos, hemos de ofrecerles los alimentos que les apetezcan, y siempre ser comprensivos ya que comer sin apetito es difícil. Deberemos llegar a un compromiso intermedio para la alimentación.


También es importante la actividad física. Siempre sin presionarles y dándoles tiempo a recuperarse de los efectos del tratamiento. Tanto para la recuperación como para el mantenimiento de la funcionalidad e incluso de la propia autoestima, es importante que mantengan la autonomía, incentivándoles a salir y caminar. Aunque se cansen y haya que hacer varias paradas intermedias, el salir y pasear favorece la recuperación anímica y física. Durante el tratamiento, pueden requerir cuidados más intensos por efecto del mismo. La Asociación Española Contra el Cáncer  dispone de información y ayudas sobre recursos que puedan ser necesarios en domicilio (sillas de ruedas, camas articuladas…).

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DESPUÉS DEL TRATAMIENTO
Una vez superada la enfermedad o estabilizada, sobre todo al inicio, no puede evitarse vivir con cierta incertidumbre sobre el qué pasará. No obstante, muchos pacientes salen reforzados de esta experiencia, ya que aprenden a vivir el momento y a relativizar problemas que antes les inquietaban.
En caso de que el desenlace no sea el deseado o bien el estado del paciente al diagnóstico no permita el tratamiento, es nuestra obligación preparar a la familia y al paciente. Normalmente es más fácil aceptar lo que nos va a pasar a nosotros que lo que le va a pasar a un familiar cercano. La correcta información durante todo el proceso facilita la preparación tanto de recursos como anímica. Los médicos de familia y las unidades de cuidados paliativos a domicilio (ESAD) serán el apoyo fundamental en estos momentos.

Os dejo aquí el enlace con el libro Mitos y Realidades en Oncología, que creo puede ser de mucha utilidad a la hora de entender y afrontar esta enfermedad.  

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   16.mar.2016 23:00    

Carta al cáncer

Un mensaje de esperanza por el Dr. José María Ferrer

Buenas noches,

He pensado escribirte porque creo que eso me ayudará a desahogarme. Probablemente soltaré más de una lágrima recordando como viniste, lo que me causaste, mis miedos, mis esperanzas, mis apoyos. Tantos sentimientos juntos que no sé como empezar ni como acabaré.

Empezaré por el principio. Tuve la primera noticia de tu llegada un 24 de diciembre de hace 6 años. Un día injusto para que alguien como tú aparezca, aunque bien es cierto que ningún día eres bienvenido. Me levanté esa mañana y noté algo raro en mi mama, una especie de bulto, no hacía más que palparlo pensando que al intentar volver a tocarlo ya no estaría. Pensé “no será nada” “no puede ser algo malo, yo me encuentro bien” pero en el fondo estaba asustada, muy asustada pensando que podrías ser tú.

Fueron días duros, de incertidumbre, de no poder dormir, de no poder concentrarme ni pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de que hubieras aparecido. Como era Navidad no acudí al médico para que me hicieran una mamografía hasta pasados unos días. Fueron unas fiestas tristes, duras y eternas hasta la mamografía. ¡Qué importante es el tiempo en estos casos!

Acudí con Jose, mi marido, a mi médico de familia con el resultado de la mamografía. Los tres sabíamos que los resultados no eran buenos aunque no había una certeza absoluta de que fueras tú. A partir de entonces empezó todo, visitas a ginecología, más pruebas hasta que finalmente el diagnóstico no ofrece dudas: eres tú, un cáncer. Un cáncer de mama.

El día que me dieron la noticia, aunque intenté estar preparada para lo peor, estaba deseando que fuera una falsa alarma. No quería oír otra cosa. Cuando me dijeron que eras tú, que lo que tenía era un cáncer de mama, me quedé paralizada, no reaccionaba, no puedes creer que te esté pasando a ti, no escuchas, no hablas. Los médicos te explican cómo va a ser todo, qué pasos a seguir para vencerte, el tratamiento, sus consecuencias, tu curación, pero tu cabeza no entiende nada, estas bloqueada, sólo quieres llorar y salir corriendo de allí.

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Cuando intento recordar ese día lo recuerdo como un día raro. Cuando Jose y yo salimos de la consulta, nos miramos y nos abrazamos sin decir nada, no teníamos palabras.  Íbamos por el hospital en silencio, como dando tumbos, perdidos, como si no supiéramos donde ir. Jose intentaba tranquilizarme, hacer como si no pasara nada, pero no podía, no podíamos…

Después de este primer golpe, vino otro, darle la noticia a la familia. Yo ese día no podía ni hablar, así que fue Jose quien se lo comunicó a todos, familia, amigos, compañeros de trabajo. Creo que nunca había tenido que dar una noticia tan mala, y aunque quería hacerse el fuerte, no dejaba de llorar.

Seguramente las personas que más han sufrido con tu llegada aparte de Jose por supuesto, han sido las madres, mi madre y la suya. Siempre cuando hablaba con ellas intentaba transmitirlas que me encontraba bien, que estuvieran tranquilas, que te estaba venciendo... pero son madres, y sufren como madres.

Pasan los días y después de mucho llorar y llorar , de llenar cubos y cubos de lágrimas, es el momento de asimilar la noticia, de mentalizarse de que todo va a ir bien, de sentir que me voy a curar, de que te venceré.


El 8 de marzo de hace 6 años fue mi primer tratamiento de quimioterapia. Ese primer día no se me olvidará nunca, estaba muy nerviosa, todo el mundo conoce a alguien que ha pasado por lo mismo, y parece que sólo escuchas las cosas negativas, los efectos secundarios, que no les fue bien. Tenía miedo, mucho miedo. Ese primer día estuve acompañada por un enfermero que al verme la cara de susto que llevaba, no se separó de mí hasta el final de la sesión. Desde aquí aprovecho para dar las gracias a todos los profesionales que nos ayudan a vencerte. Son todos tan importantes...

Al contrario de lo que me esperaba, la sesión fue estupendamente, en ningún momento me encontré mal y salí de allí positiva, fuerte y con ganas de luchar para curarme. Pero todavía me esperaban momentos duros.

Otro de los que peor recuerdo fue la caída del pelo, quedarte con puñados de pelo en las manos, en la ducha, en la almohada. Jose me rapó la cabeza y no podíamos dejar de llorar al mirarnos en el espejo. Sé que es difícil, pero qué importante sería que hubiera una normalización social, naturalizar esos cambios. Que nos acostumbráramos todos a ver a alguien como estuve yo en aquel momento, sin pelo, como algo normal, natural. Creo que eso nos ayudaría mucho.

Una vez superado también ese mal trago, seguimos con las sesiones de quimioterapia,..14, 15, 16. Al fin no me quedaban más, ¡no me lo podía creer! De nuevo otra etapa de pruebas y más pruebas para ver si te habías reducido. Otra vez nervios, incertidumbre pero mucha, muchísima esperanza. Esta vez las noticias son buenas, te has hecho pequeño, y ahora es elmomento para eliminarte, viene la cirugía.

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Me operan y buenas noticias, todo ha ido bien. Hay algo que mi médico recuerda siempre y es ese momento tras la cirugía, ya dada de alta, cuando me llamó para darme el resultado de la anatomía patológica (lo que analizan cuando te operan). Estaba todo quitado. Ellos se alegran contigo, no lo sufren igual, claro que no, pero lo sienten. Tanto lo bueno como lo malo.

Después vinieron unas sesiones de radioterapia para asegurar la victoria contra ti y ya iba viendo la luz al final de ese largo túnel que es el tratamiento para vencerte.

Todavía me emociono recordándolo todo, de hecho se me han caído algunas lágrimas escribiendo esta carta y aunque he tenido días en los que he estado muy triste, muy cansada, muy dolorida y muy enfadada, los momentos buenos han superado a los malos. Tú has servido para afianzarme, para sentirme fuerte. Cuando echo la vista atrás y pienso en todo lo que he vivido, pienso que si he superado algo así, podré con todo. Tú me has convertido en una persona más fuerte, más positiva. Tú has hecho que cada día merezca la pena ser vivido, que lo importante sea verdaderamente lo importante. He aprendido a que los lunes son igual de maravillosos que los viernes, que hay pequeñas cosas que me había perdido y ahora me parecen fantásticas: un paseo, mirar cómo sonríe la gente, sentir el aire, la luz del sol. No me quiero perder nada.

Termino diciéndote que a pesar de lo duro que eres, me he sentido arropada en todo momento. Qué importante es la familia. El primero sin duda mi compañero de viaje, Jose, su fortaleza, su paciencia, su cariño y energía han sido vitales para mí. En gran parte gracias a él puedo contar esta historia y he tenido ganas de seguir luchando cada batalla hasta vencerte.


Gracias a mi familia, mis amigas y amigos, mis compañeras y compañeros de trabajo, mis médicos y todos los profesionales que me han ayudado a superarte. Cada uno de ellos ha sido un pilar importante para que no me derrumbara.

Y aquí estoy después de 6 años con mis controles, escribiéndote, de momento libre de ti pero con miedo a que vuelvas a aparecer. Si vuelves, ¡no tengas duda de que te volveré a vencer con todo mi ejército armado hasta los dientes! Un ejercito valiente, fuerte y lleno de cariño que luchará otra vez para ganar la batalla.


(Con cariño para Ana y Jose, en esencia es vuestra historia, historia de lucha, de cariño y fortaleza que habéis compartido tan generosamente conmigo. Gracias de todo corazón.

Con cariño a todos las personas que sufrieron y sufren esta enfermedad, a sus familias, pilar fundamental.

Con cariño a los profesionales que se dedican en cuerpo y alma a ayudarnos a vencerla, a los que investigan para darnos mejores tratamientos. Qué importante es la investigación en este campo.

Con cariño a las Asociaciones de pacientes con cáncer, que hacen sentir a los que sufren esta enfermedad que forman parte del mundo, que no son los únicos, llegando a ser una segunda familia en muchos casos.)

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   13.mar.2016 23:32    

Doce recomendaciones contra el cáncer

Hoy en El Ojo Clínico hemos abordado una de las enfermedades más temidas: el cáncer. En nuestro blog, mostramos ahora gráficamente las doce recomendaciones contra esta enfermedad, sugeridas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC).

Por su parte, la Asociación Española Contra el Cáncer también se hace eco en su página web del llamado "Código Europeo contra el Cáncer" que recoge los principales factores de riesgo.

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Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   13.mar.2016 22:41    

Todo sobre la Diabetes, sus distintos tipos y las diferencias entre ellos

Por la Dra. Bárbara Pagán

Desde el Ojo Clínico nos gustaría aclarar los distintos tipos de diabetes, o al menos, los más frecuentes, ya que tenemos la sensación que en el programa dedicado a esta compleja enfermedad, no se entendieron bien. Por ello vamos a hacer un breve recorrido que defina las caracteristicas de ambos tipos y sus diferencias.

¿QUÉ ES LA DIABETES?

Para que las células del organismo puedan usar la glucosa, que es uno de los principales combustibles de las mismas para realizar sus funciones, es necesario el concurso de la INSULINA, que es una hormona secretada por la glándula pancreática. Esta hormona es la encargada de que las células “se coman” la glucosa que circula en la sangre. Cuando esta hormona no está presente, o lo está en cantidades insuficientes, o bien no puede hacer su trabajo correctamente, la glucosa se acumula en sangre y las células no tienen combustible para funcionar de forma adecuada. Esto les lleva a usar como fuente de energía otras sustancias menos eficaces, y cuyo metabolismo produce sustancias dañinas y causantes de ciertos trastornos asociados a la presencia de diabetes.

Insulina

Fuente: Bioquimed

La presencia de elevadas cifras de glucemia en sangre durante mucho tiempo, deteriora sobre todo los vasos sanguíneos, dando lugar a las complicaciones vasculares que aparecen con el tiempo en los pacientes diabéticos, tanto a nivel de vasos de gran calibre como de los pequeños (corazón, cerebro, riñón, retina, vasculatura de los miembros inferiores…). Por ello es importante el control de los niveles de azúcar en sangre, para evitar estas complicaciones, que aparecen con el tiempo (más de 10 años).

 

DIABETES TIPO 1

Como he señalado antes, hay varios tipos de diabetes, si bien nos centraremos en los más frecuentes. En la diabetes tipo I, se produce una destrucción del páncreas, generalmente de origen inmunológico (el propio organismo del paciente ataca y destruye el páncreas) por lo que se produce un déficit de insulina, que conlleva las alteraciones de las que antes hemos hablado. Este tipo de diabetes aparece en gente joven, desde la primera infancia hasta la juventud, y tiene cierto componente genético, como todas las enfermedades autoinmunes. El diagnóstico en estos pacientes, también llamado debut diabético, suele ser secundario a la aparición de complicaciones agudas derivadas de la imposibilidad de usar la glucosa por la falta de insulina. El incremento de la concentración de glucosa en sangre produce ciertos síntomas característicos que son la sed intensa que lleva a beber mucha agua (polidipsia), el aumento del apetito (polifagia), que puede ir acompañado de pérdida de peso, y el aumento del volumen de orina (poliuria), consecuencia de la aparición de importante cantidades de glucosa en orina, que arrastrará agua. Aunque estos síntomas son frecuentes, lo cierto es que es raro que lleven al paciente a consultar al médico.

Cuando las células no pueden utilizar la glucosa como fuente de energía, utilizan otras sustancias que en su metabolismo producen sustancias ácidas que alteran el equilibrio del organismo, pudiendo llegar a dar lo que conocemos una CETOACIDOSIS DIABÉTICA. Esto es conocido como una complicación aguda de la diabetes tipo 1 (en contraposición con las complicaciones crónicas vasculares), ya que es excepcional en la diabetes tipo 2. También es frecuentemente el modo de debut de la diabetes tipo 1. Es un trastorno grave que requiere un tratamiento inmediato hospitalario. Esta complicación puede aparecer también a lo largo del curso de la enfermedad si no se lleva el control adecuado de la misma.

 

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Fuente: Sobrediabetes.net

Los pacientes con diabetes tipo 1, dado que no tienen apenas insulina, requieren esta para su tratamiento desde el inicio. Son por tanto pacientes insulinodependientes. La forma de administración de la insulina es subcutánea, bien mediante distintas pautas para cubrir las necesidades habituales o bien mediante las bombas de infusión de insulina. Este es el punto más crítico tras el diagnóstico de un paciente con diabetes tipo 1, ya que la insulina ha de administrarse varias veces al día, y según lo que se vaya a ingerir, con la premisa además de que si uno se ha administrado la insulina, deberá comer para evitar las bajadas de azúcar (hipoglucemias). Estos puntos entran en lo que llamamos EDUCACIÓN DIABETOLÓGICA:

Conocer los tipos de insulina, cuándo administrarse, cuánto administrarse en función de las comidas y de lo que se vaya a comer (cantidad de hidratos de carbono por ejemplo), relación con el ejercicio, qué hacer ante una hipoglucemia y cómo reconocerlas, cambios con las infecciones… todo ello debe ser conocido por el paciente y sus familiares. En estos pacientes la particularidad es que frecuentemente son niños o jóvenes, con lo que la adaptación a la enfermedad y sus pautas puede ser dificultosa. La diabetes tipo 1 es una enfermedad con la que se puede llevar una vida normal, pero requiere ciertos cambios de vida y hábitos regulares que en según qué circunstancias puede suponer un problema adaptativo para los pacientes. Si bien una vez conocida, no impide una vida completa de viajes, deportes, salidas…

 

DIABETES TIPO 2

Este tipo de diabetes es hoy por hoy la más frecuente, y a diferencia de la tipo 1, podríamos evitarla en parte, ya que tiene una innegable asociación con la OBESIDAD. De hecho, uno de los puntos de alarma en el mundo diabetológico actual es la aparición de pacientes con diabetes tipo 2 entre jóvenes, cuando antes en este tipo de población lo que veíamos era la tipo 1. Este incremento está claramente relacionado con el aumento de la obesidad infantil. En la diabetes tipo 2 lo que se produce es una RESISTENCIA A LA INSULINA. Es decir, estos pacientes tienen un páncreas parcialmente sano que produce una insulina normal, pero debido al exceso de grasa que rodea las células, no llega hasta estas, de forma que la célula no puede utilizarla y por tanto utilizar el azucar. Esto conlleva el cúmulo de glucosa en sangre con las consecuencias antes mencionadas. La mejor noticia en este caso es que la perdida de peso conlleva una mejor función de insulina con la mejoría del perfil glucémico, con menores necesidades de insulina y, en algunos casos, incluso pudiendo retirar el tratamiento. Por ello que hoy se haga hincapié en este tipo de diabetes que es parcialmente prevenible y reversible con ejercicio, dieta y control de peso. Aparece sobre todo en pacientes mayores, por encima de los 50 años, y tiene también un importante componente genético.

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Aplicación de insulina
 

 

Al contrario que en los pacientes con diabetes tipo 1, el diagnóstico suele ser un hallazgo casual en análisis de sangre rutinarios en los que se aprecia una elevación de la glucosa en sangre. Ocasionalmente pueden presentar poliuria, polidipsia y polifagia, pero es raro. La cetoacidosis no es frecuente aunque, en casos extremos, la elevada concentración de glucemia en sangre puede producir trastornos neurológicos que pongan en riesgo la vida del paciente. Dependiendo del grado de hiperglucemia en sangre, el tratamiento inicial puede incluir dieta, ejercicio y perder peso, o bien de inicio comenzar con medicación. En estos pacientes hay varias opciones de tratamiento, ya que al disponer de su propia insulina, a veces basta con poner fármacos (antidiabéticos orales) que mejoran la función de la insulina, y otras veces que incrementan su secreción. Este campo es a día de hoy uno de los que mayor desarrollo tienen, disponiéndose cada vez de mayores opciones terapeúticas. Sin embargo, no es raro que con el paso de los años (10-15), el páncreas se agote y terminen precisando insulina en su tratamiento. Llegados a este punto, dado que el tipo de paciente suele ser de mayor edad, la utilización de insulina y la educación diabetológica que precisa también puede suponer un handicap para los pacientes, que pueden tardar en adaptarse a ella.

Tanto en la diabetes tipo 1 como en la tipo 2, las consecuencias de la hiperglucemia a largo plazo son las mismas, por lo que es importante el control de las cifras de glucosa. No obstante, como antes se señaló, las consecuencias vasculares aparecen con el tiempo. Por el tipo de pacientes, los pacientes tipo 1 tienen más tiempo para desarrollarlas ya que la enfermedad comienza a edades tempranas, por lo que el control debe ser más estricto y riguroso. No obstante, en pacientes de edad avanzada el tiempo para que ocurran estas complicaciones es menor, y mayor el riesgo de bajadas de glucemia si apuramos el tratamiento, por lo que los objetivos de control glucémico son algo más laxos.

Categorías: Ciencia

Equipo El Ojo Clínico   11.mar.2016 14:07    

El ojo clínico

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Cristina Torres, Bárbara Pagán, José María Ferrer y Fernando Mora forman el equipo médico de El Ojo Clínico. En este blog comparten sus experiencias profesionales, ofrecen valiosos consejos y amplían los puntos de vista sobre las enfermedades que se abordan en el programa. Todo ello, desde una postura positiva y optimista.
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